martes, 10 de octubre de 2017

AMOR KM. 0: EN EL PECADO ESTÁ LA PENITENCIA

Hoy os traemos el relato completo tal y como lo podéis disfrutar en este fantástico libro: AMOR KM. 0 de Zarracatalla.
EN EL PECADO ESTÁ LA PENITENCIA, de nuestra amiga Paula Perella Sáez, (Zaragoza). La imagen que lo acompaña la ha aportado Carmen Yus (Zaragoza), y aderezado con la esencia que extrajo la gran María Belén Mateos Galán.
Pertenece a AMOR KM. 0, nuestra última publicación, dentro de COLECCIÓN CUPIDO.
Si quieres disfrutar de las 31 piezas que componen este libro no dudes en adquirirlo ya, tanto en la librería Portadores de Sueños (Zaragoza): tanto en la propia tienda de la calle Jerónimo Blancas, 4 (junto a Pza. España, entre Coso y San Miguel), como online. También puedes pedirlo directamente aquí y te lo haremos llegar: zarracatalla@gmail.com




Se puede querer de manera distinta a personas diferentes y seguir la vida con un mismo latido…


“No lo he limpiado de mi mente; apliqué chorro de arena, lejía, otro clavo, otro rey en el trono, tiempo… Y no sólo lo he hecho una vez, lo he hecho ya siete veces. Pasan  unos años sin saber nada de él y vuelvo a llamarle yo. Eduardo no me llama, le busco yo. Él tampoco me dice que no, para ser justos”



Carmen Yus
Zaragoza



EN EL PECADO ESTÁ LA PENITENCIA

La conocí durante un viaje y, aunque me gustó desde el principio, no pensé que fuese a ser el amor de mi vida. Bueno, empezaré bien… 
A mi mujer, Alex, la conocí durante un viaje y se convirtió en el amor de mi vida sin buscarlo ya que yo pensaba que el amor de mi vida era Edu.
Por un tiempo logré no pensar a diario en Eduardo. Logré desincrustar mi obsesión por él, por su estilo de vida, por su forma de cocinar y de dar consejos de alimentación tales como “Somos lo que comemos” (curioso, porque la última vez que lo vi se estaba terminando un menú del McDonald’s).
Vuelvo a mi esposa: la quiero. 
Me casé con ella porque la quería y la verdad es que no me imagino que haya nadie mejor para mí… Aunque hay veces que no soporto su forma de arrugar la barriga cuando mira la televisión, cuando me deja sin sábana, sin papel en el cuarto de baño, o sus silencios cuando vuelve a casa. Quizás vea a otra… Y no sé si eso me molestaría. Creo que no, ¡no lo sé!
A veces pienso que la llevo por el camino de la amargura y que no le puedo pedir más, que no paro de exigirle, pero de repente me doy cuenta de que “no le puedo pedir más” y me parece que hablara de una deficiente mental. ¡Cómo que no le puedo pedir más! ¿De verdad no merezco más? ¿Y qué significa “más”? ¿Edu? Ni de coña. No soy tan tonta.
Eduardo estuvo muy bien en su momento, aunque por otro lado me hacía sufrir mucho. ¿Habéis leído “50 sombras de Grey”? Bueno, Eduardo no me azotó nunca, pero sí usaba el sexo como moneda de cambio y también me enseñó alguna cosita. 
Si se enfadaba por algo conmigo (algún chiste a su costa, algo que no le gustase), esa noche me iba a mi cama, en mi casa, a pensar en lo que había hecho. Tal cual. No me lo ordenaba él con palabras… simplemente ocurría. Y ya me veías luego, en mitad de la noche, con lluvia o con lo que el clima me quisiera sorprender, corriendo hasta su casa para que me “curara” el insomnio enseñándome algún truco nuevo de alcoba. Sí, con vosotros voy a ser fina, no voy a decir follar. No lo voy a volver a decir, mejor dicho.
Tras sorprenderme a mí misma haciendo estupideces, semejantes actos de autohumillación fue cuando decidí viajar… Y conocí a Alex, una tía muy buena. No hablo sólo de físico, hablo también se su manera de ser. Muy buena tía hasta que lo deja de ser. Ya lo sé, “como todos”, bla, bla, bla… No me interrumpas con tus pensamientos críticos, no me mires así. Soy sincera al cien por cien, que ya es más de lo que muchos son consigo mismos.
Así que estuve unos cuantos años pensando muy poco en Edu y viviendo la vida en su total plenitud con Alex: fiestas, comidas, cenas, su familia, la mía… compromiso exclusivo. Bueno, hasta que un día, no sé si me aburría, si aún quedaba una mancha clavada en mi pensamiento que me estaba picando, si lo que me picaba era la curiosidad, el qué habrá sido de él, si habrá encontrado a alguien con quien dormir todas las noches... En definitiva, le llamé.
Yo me había deshecho de ese número, pero supe encontrarlo de nuevo sin necesidad de ser del FBI. Metí su nombre en Google, así de sencillo… y ahí estaba su número de móvil.
Cuando le oí me puse taquicárdica pero supe controlar mi voz:
—¡Buenas tardes! —en realidad no me acuerdo si era por la tarde o por la mañana— Soy Arancha… ¿hablo con Eduardo?
—Hola, Arancha —parecía sorprendido por mi formalidad al teléfono, pero claro, yo no sabía si él conservaba el mismo número o si me iba a contestar otra persona—. ¡Cuánto tiempo!
Y tras unas primeras tímidas palabras y alguna broma después, quedamos una mañana y nos pusimos al día después de esos años sin saber nada el uno del otro. No, no pasó nada. Esa vez no. Lo de acostarnos ocurrió, en los consecutivos años, unas diez veces.
¿Por qué? A mi mujer no se lo puedo decir, pero es probable que no sepa querer a una sola persona dejando de querer a las que ya quería.
De verdad que si me vierais lo ridícula que he llegado a ser buscando por internet el motivo de las infidelidades; si es un factor genético, si es puramente sexual, si hay algo que indique que soy una ninfómana (la verdad es que no lo creo, mi media no es ni por asomo cercana al polvo diario), que estoy loca, que simplemente soy una cabrona…
¿Qué necesito para dejar de ver a Edu y centrarme en Alex? No lo sé… No es culpa de Alex pero, la verdad, es que tampoco me siento tan culpable. Seré mala, seré una puta… Yo qué sé lo que soy, pero no me siento mal (constantemente, me sentí peor cuando le rompí el jarrón chino a mi tía) porque lo que no quiero es engañarme a mí misma.
Cuando quedo con Edu lo hago libremente, sí, y porque mi interior (llamémosle corazón, llamémosle útero, llamémosle bazo…) me lo pide.
No lo he limpiado de mi mente; apliqué chorro de arena, lejía, otro clavo, otro rey en el trono, tiempo… Y no sólo lo he hecho una vez, lo he hecho ya siete veces. Pasan  unos años sin saber nada de él y vuelvo a llamarle yo. Eduardo no me llama, le busco yo. Él tampoco me dice que no, para ser justos.
Una vez hablé con Eduardo de esto, de que pasan los años y seguimos viéndonos:
—Necesito saberlo, ¿si yo no hubiera conocido a Alejandra?
—Tú y yo nunca hubiésemos podido ser lo que tú y Alejandra sois, Arantzazu. Incompatibilidad de personalidades; ambos la tenemos demasiado fuerte.
Aquello me dolió, ¿cómo que mi personalidad es fuerte? Si con él siempre he sido como el agua; me adaptaba a su recipiente.
Pero en otra ocasión me lo dijo y creo que me dolió más aún. Ojalá no me lo hubiera dicho nunca.
—¿Sabes? Yo te quería
—¡Mentira! —pensé tras el shock—. Mentiroso, mentiroso, ¡MENTIROSO DE MIERDA!
Si es cierto, ¿por qué no me lo dijo entonces? Ahora no sirve de nada porque aunque yo tal vez sí le quiera no voy a dejar a Alex. Será lo que sea, pero la necesito a mi lado para ser feliz. ¿Soy egoísta? Me parece peor gastarme el dinero que ella también gana en mí misma, como por ejemplo en irme de balnearios o en metérmelo por la nariz…
No, porque con Edu nunca hubo bombones, ni flores ni poemas, nunca habrá joyas… Sólo un par de horas cada muchos meses, despidiéndonos con un abrazo, un “hasta luego” y “no te escondas las canas que no es tu estilo”. Y yo quedándome con la congoja de si volveremos a vernos, de si se cansará de mí o de si pasará algo grave que haga que esta vez haya sido la última para siempre.


Paula Perella Sáez
Zaragoza



Un nuevo texto y su ilustración se publicarán en el blog el próximo martes 7 de noviembre. No esperes hasta entonces, hazte con él ya y descubre todo lo bueno que te trae lo nuevo de COLECCIÓN CUPIDO.

Antología de relatos y poemas en la que participan más de 50 personas.

AMOR KM. 0
Varios autores.
Colección Cupido.
Primera edición: febrero 2017
ISBN: 978-84-617-8393-9
Depósito legal: Z 182-2017
180 PÁGINAS 
Incluye ilustraciones y fotografías a color.
Precio: 13€

Besetes a tod@s.
Nos leemos.

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