viernes, 30 de mayo de 2014

Colección Cupido. Escalera de color. Capítulo 1 Génesis.

Hoy presentamos "Escalera de color", la novela de Masiel Troya y Lara Soria. Es la primera novela negra que aparece en el blog y nos hace estar emocionados ante este nuevo reto. Nos va a enganchar desde el principio. Debuta con el primer capítulo titulado "Genesis", en el que el inspector Javier López se hace cargo de un caso de asesinato.







CAPITULO 1. Génesis.



Mientras dormía, a veces soñaba que en la fría oscuridad de algún callejón de la ciudad se acercaba alguien por detrás. Sentía como se le erizaba la piel y el corazón se aceleraba cada vez más, mientras una mano enguantada le tocaba el hombro y presionaba sobre él. Él buscaba su arma en el bolsillo derecho. Aquella sensación era espantosa… Sin embargo sólo dejaba que el miedo se apoderara de él cinco segundos.
Uno…
Dos…
Tres…
Cuatro…
Cinco.
Cuando al fin decidió girarse, apuntar a quien quiera que fuera y apretar el gatillo, se levantó de un salto de la cama. Estaba sudando y agitado a causa de aquel sueño. Con un poco de paranoia observó la habitación y se quedó en silencio absoluto por si alguien había entrado en su pequeño piso. Percibió por la ventana que aún estaba oscuro, el reloj marcaba las 5:45 y le faltaban cuarenta y cinco minutos más para empezar su rutina. Más tranquilo, sabiendo que sólo había sido un sueño, volvió a acostarse. Estuvo dando vueltas en la cama hasta que sonó el despertador y durante ese tiempo pensó si no se habría vuelto paranoico debido a su trabajo y a los horrores a los que tenía que enfrentarse cada día.
De camino a la comisaría se pilló un café bien cargado y decidió tomárselo en la oficina ya que estaba quemando.
—Vaya mala cara tienes Javi. ¿Una noche larga? —le había dicho la secretaria en tono de burla. Ella sabía perfectamente la vida de todos los que trabajaban en la comisaría, y bromeaba con ellos en cuanto entraban por la puerta. Y cómo no iba a saber que a Javier no le gustaba mucho salir de fiesta, ya que todos sus amigos no lo trataban como uno más, sino que lo trataban como el policía que era. Si tenían algún plan que infringía a penas la ley, seguro que Javier no estaba invitado.
Javier le contestó con una mueca y una débil risa, agachó la cabeza y fue directo a su despacho. ¡Que tímido era con aquella señora! Una vez dentro de la oficina se sentó y observó la brillante y dorada placa de su mesa en la que se podía leer: Inspector Javier López. Vaya, su primer día como inspector, se le escapó una sonrisa… Había trabajado tanto para ser inspector de homicidios que estar allí le parecía un sueño. Un timbre fuerte le sacó de sus pensamientos, el teléfono estaba sonando y rápidamente lo cogió.
—Buenos días, inspector Javier López. —¡Qué bien había sonado eso!— Sí, sé por dónde queda, justo al lado de la entrada del aparcamiento sur. Ajá, muy bien, en diez minutos estaré allí —se le heló la sangre al recibir la llamada y en cuestión de segundos ya estaba dentro del coche de camino al aparcamiento sur.
A plena luz del día Javi observó dentro del coche que la gente estaba apelotonada a la salida del aparcamiento observando curiosas y sacando sus propias conclusiones. La policía había acordonado la zona por lo que no podrían contaminar las pruebas. Salió del coche directo a la escena del crimen e informó que era el inspector. El cuerpo se encontraba a pocos metros de la entrada del aparcamiento y estaba tumbado boca abajo. Con ayuda de unas bolsitas de plástico herméticas fue recogiendo pruebas, sin embargo hubo algo que llamó su atención. La cabeza de la víctima se encontraba mirando hacia la derecha, y al lado encontró un guante negro de cuero en el suelo. Algo dentro de él se estremeció y le recorrió todo el cuerpo… se puso un guante de látex y cogió el guante de cuero con sumo cuidado, esperaba encontrar alguna huella o alguna pista que le pudiera ayudar en su primera investigación. De repente observó que debajo del guante se encontraba una carta, un as de corazones rojos.


Aquella mujer a la que tenía que llamar mamá no siempre era como las demás mamás. Nunca nos miraba con aquellos ojos oscuros y profundos que ocultaban el mayor odio y rencor que podía guardar una persona, y si lo hacía era para intimidarnos.
Hoy mamá se ha pasado el día secándose esos rizos negros tan bonitos que tiene. Me encantaría saber a qué huele mamá pero me da miedo acercarme a ella. Solo nos tocamos cuando tengo que cruzar la calle con ella y me agarra la mano con fuerza, aunque no importa el dolor… la satisfacción de poder tocar esas manos suaves y delgadas es mayor. Todos los días durante la mañana me quedo observando sentadito y calladito a mamá cómo hace sus tareas, a ella no le gusta que juegue ni que hable con ella. Muchas veces me quedo dormido del aburrimiento hasta que llega papá. Papi si me quiere. Papi me cuida, me da de comer, me ducha, me lava los dientes y duerme conmigo. A veces creo que papi está triste y le llevo a jugar con nuestro balón favorito, pero tenemos que irnos al parque ya que a mamá le molesta el ruido.
Esta mañana mamá está vestida con unos pantalones ajustados y su jersey de rayas blancas y negras. Se ha puesto colorete en las mejillas y resalta aún más sus bonitas pecas. Está sentada en el sofá un poco nerviosa y creo que está esperando a alguien. ¿Lo sabrá papá? No creo que eso importe mucho… intentaré no dormirme para saber quién viene a visitarnos.


¿Tenían algún significado aquellas evidencias? De hecho, no había nada más en aquel lugar que pudiera dar más pistas de lo que le había pasado a aquella mujer. No había sangre, simplemente estaba el cuerpo tendido en el frío suelo de asfalto, ni documentación, ni móvil, nada. Esperó a que el fotógrafo terminara de fotografiar la escena para dar la orden de dar la vuelta al cuerpo y poder averiguar qué le había ocurrido. Casi se desmaya al ver aquel horror. Al darle la vuelta al cadaver pudo observar que la mujer iba vestida con un vestido negro, unos botines marrones y un pañuelo que se había caído al suelo al girarla y en ese momento vio como una línea morada perforaba todo el cuello. Dios mío. Javier dedujo que ese lugar no había sido la escena del crimen ya que debido a la gravedad de la herida del cuello tuvo que haber derramado mucha sangre y en el suelo no había ni una gota. A pesar de ser obvia la causa de la muerte, se la llevaron para practicarle la autopsia ya que esperaba encontrar más pistas. Javier llamó a sus subordinados para ordenarles que esperen cualquier llamada de alguien preguntando por alguna joven desaparecida, era cuestión de tiempo que salga en las noticias el asesinato.
De camino a la comisaría estuvo pensando cómo alguien puede matar a sangre fría a una mujer. Durante toda su vida las mujeres que le habían rodeado habían sido las más maravillosas: su madre siempre había sido atenta con el pero sin consentirle demasiado, siempre sonriente, siempre con un gesto o una palabra de cariño, siempre con algún postre rico que le llenaba la tripa hasta casi explotar, y después de que naciera su hermana, él decidió convertirse en su protector y se prometió a sí mismo que nadie haría daño a aquella niñita. La imagen familiar de la entrada de la comisaría le sacó de sus recuerdos y volvió a la actualidad, sacudió ligeramente la cabeza para despejarse un poco, apagó el motor y salió de su cacharro. Estiró las piernas, anduvo hasta la puerta, respiró hondo y entró. Allí le esperaba una avalancha de gente preguntando quién era, si la conocían, qué le había ocurrido. Javi no contestó absolutamente nada y se dirigió con paso firme hacia su despacho. Una vez allí en la tranquilidad que le brindaban esas cuatro paredes llamó a sus compañeros para preguntar si había llamado alguien. Marcó el número del primero.
—¿Diga?
—¿Oscar? ¿Ha llamado alguien que nos pueda informar?
—Nada, sólo gente preguntando quién es la chica y qué le ha ocurrido…
—¿No les habrás dicho nada, no?
—No tranquilo, ya sabes cómo es la gente… Cuentas algo y lo multiplican por tres. Hay que mantener el silencio hasta que se sepa algo con certeza.
—Gracias Oscar, más tarde volveré a llamar.
Oscar era uno de los tres policías que trabajaban en la comisaría, la ciudad era pequeña y el presupuesto no daba para más policías, sin embargo nunca habían tenido que vivir una situación como aquella. Había un gran contraste entre su apariencia y su carácter, era un acuerpado joven de veintisiete años y dos metros de alto, a simple vista podía intimidar a cualquiera que se le cruzase por el camino, su expresión dura acentuaba esa opinión. A diferencia de su aspecto, su carácter era una cosa totalmente distinta, tenía un trato más cercano con la gente, ayudaba en cualquier labor que se le ofreciera y era el más tranquilo y calmado de los tres, además de ser un tipo muy inteligente.
Javi colgó y se dispuso a llamar al segundo policía, un joven francés que quiso cambiar de aires y venir a esta ciudad. Pobrecillo, era el policía más joven y todos los que había en la comisaría se burlaban de él, aunque poco a poco se iba labrando un sitio.
—¿Pierre?
—Allô?
—¿Has tenido alguna llamada interesante?
—Oui, una señora acaba de llamar llorando diciendo que su hija hoy no ha ido a trabajar.
—Bueno, podría ser cualquier joven que se ha escaqueado del trabajo… De todas formas, ¿le has pedido el número para contactar con ella?
—Si, le he dicho que la llamaremos de inmediato para que venga a la comisaría a hablar y que traiga alguna foto de ella.
— Muy bien Pierre, dile que se acerque en dos horas, antes de la hora de comer. Gracias.
—Te llamaré cuando esté aquí, au revoir.
Javier colgó el teléfono y no sabía si alegrarse o deprimirse. ¿Y si aquella señora sabía la identidad de la víctima? Les ahorraría el tiempo que les costaría investigar la identidad, pero por otra parte… tendría que ver cómo una madre se derrumba al confirmar que ha perdido a su hija. En ese momento le vino a la cabeza la imagen de aquella chica que tenía toda una vida por delante y que alguien se la había arrebatado. De pronto, se acordó de la espantosa herida que llevaba en la garganta y lo que tuvo que haber sufrido antes de morir. Nadie merece morir de esa manera.  Durante las dos horas siguientes se pasó ordenando papeles y pinchándolos en el corcho para organizar todo lo ocurrido y poder empezar a investigar. Hubo unos golpes firmes en la puerta, era Pierre.
—Javi, la señora nos está esperando.


Alguien que había detrás de la puerta de casa dio unos golpes muy fuertes y mamá se puso muy nerviosa, se miró en el espejo, se arregló el pelo y rápidamente me miró a mí, me agarró fuerte de la mano y me llevó a mi habitación. Me dijo que no hiciera ruido y me dijo que lo lamentaría si me movía de aquí. Cerró la puerta de golpe y fue a abrir la puerta de casa. Ella adoptó un tono de voz que para mí hasta hoy había sido de lo más extraño. Ella sonaba feliz. La voz de aquel hombre era desconocida para mí, pero lo que sea que dijese hizo que mamá se riera. Qué bonita era la risa de mamá, además era muy contagiosa. ¿Por qué mamá no se ríe conmigo? Yo siempre me he portado bien con ella y nunca le he desobedecido. A veces me encantaría acercarme a ella, pero me da miedo que me rechace como lo hace siempre. ¿Quién es ese hombre? No se parece a la voz de papá. ¿Qué hago? ¿Abro la puerta aunque sea un poquito? No, mamá me dijo que esté quietecito y en silencio. Nunca he desobedecido a mamá, pero es tanta la curiosidad… Bueno, soy experto en andar silenciosamente, eso haré, eso haré, iré andando en silencio hasta la puerta y la abriré un poquito con cuidado para ver a quién estaba esperando mamá. Sólo son cuatro pasos hasta la puerta… Ya está, ¡qué bien lo he hecho! ¡Y mamá no se ha dado ni cuenta! Se seguían oyendo voces desde el salón y no paraban de hablar. Abrir la puerta era lo más difícil de todo. Me pondré de puntillas para alcanzar el pomo de la puerta y girarlo despacito. Ya he alcanzado el pomo y lo estoy girando con cuidado, así, muy bien, ya está ahora abriré con cuidado… ¡Oh, no! ¡He tropezado con la pelota y me voy a caer! ¡Mamá me va a castigar! De repente toda la casa se quedó en silencio, y el niño también, aunque la caída le había dolido bastante. Segundos después se escucharon unas pisadas fuertes yendo hacia donde estaba el pequeño. Era la primera vez que desobedecía a mamá.


No podía dormir… Había soñado con esa persona, otra vez. En plena madrugada se vistió y decidió dar una vuelta por las calles solitarias. Sólo quería paz, intimidad, no quería ver a nadie. Dejó las llaves del coche en la mesa y cerró la puerta del piso. Se metió en el ascensor y pudo observar su aspecto apagado y vacío. De repente apareció esa cara, se apoderó de su cuerpo una rabia que no podía contener, como aquella vez… Salió corriendo hacia la salida y se reprimió las ganas de gritar. La oscuridad todavía se seguía apoderando de la ciudad. Miró el reloj, marcaba las 5:00 a.m.


Javier, junto con Pierre se dirigió hacia donde estaba una mujer de unos cincuenta años, de baja estatura y pelo rizado canoso. Estaba sentada y mostraba preocupación, las piernas y las manos le temblaban y de repente se giró hacia los dos, sus ojos se llenaron de lágrimas pero aguantó para que no se derramase ni una gota.
—Buenos días señora, acompáñeme al despacho para poder hablar con más tranquilidad.
Ella tan sólo asintió.
—Vero, prepárale una infusión por favor, estaremos en mi despacho —le ordenó Javier a la secretaria.
Javier le señaló con la mano el despacho para que entrase ella primero, en silencio entró y se sentó y éste hizo lo mismo.
—Bueno señora, está aquí porque uno de mis compañeros atendió su llamada. ¿Me podría decir su nombre? Empecemos por ahí —Javier no sabía muy bien por dónde empezar y qué preguntarle primero.
—Carmen… Me… llamo Carmen.
—Muy bien Carmen, me podría contar todo lo que sabe.
—Si… por supuesto. Mi hija salió de casa a las cinco y media  porque tenía que ir a trabajar, ella es… era camarera —hubo un silencio, Javi la animó a seguir asintiendo—. Ha pasado todo tan rápido… a las seis y media me llamó su jefe preguntando por qué no había ido a trabajar. Yo les dije que había salido de casa hace una hora y me dijeron que me volverían a llamar por si aparecía.
—¿Llamó al móvil de su hija?
—Por supuesto, pero estaba apagado. Pensé que se habría ido con su novio y me enfadé muchísimo —se le escapó una lágrima.
—Después de llamarla, ¿qué hizo?
—Como pensé que estaba con su novio, empecé a limpiar la casa ya que eso me distraería del enfado que llevaba encima… Sin embargo, una hora y media después salió en las noticias que se había encontrado a una chica muerta al lado de un aparcamiento y algo dentro de mí me dijo que era ella…
En aquel momento rompió a llorar y se tapó la cara con las manos, no podía detener más el llanto y Javier no pudo mas que ofrecerle pañuelos para que se enjugase las lágrimas. Alguien golpeó la puerta y Javi supuso que era Vero con la infusión, justo a tiempo. Le hizo pasar y se la entregó a Carmen, ella aun con lágrimas en los ojos tomó unos cuantos sorbos y volvió a dejar la taza en la mesa, para entonces la secretaria ya se había marchado.
—Si no le importa, ¿me podría enseñar una foto de ella? De… su hija.
Carmen, sin mirarle a los ojos sacó la fotografía y la puso encima de la mesa. Javier esperaba que no fuese su hija pero al ver la foto se quedó atónito. ¿De verdad era la misma chica que había visto tendida en el suelo sin vida esta mañana? Era realmente guapa. Se podía apreciar a una joven sonriendo con unos grandes ojos verdes y rizos saltones alrededor de toda su cabeza. Le llamó la atención esas pequitas que había sobre su nariz respingona. La foto de aquella joven le hizo acordarse de su hermana, se parecían tanto. Impotencia, ese sentimiento de no poder hacer nada más. Se prometió así mismo que encontraría al culpable que había hecho esta barbaridad.
—Carmen, me temo que sí es su hija. Lo siento mucho. Encontraré al que ha hecho esto, se lo prometo.
Al decir esto tuvo sentimientos encontrados, se sentía muy culpable y a la vez furioso, pero también sentía alivio ya que sabían la identidad de la víctima. Hubo silencio después de confirmarle la muerte.
—Celia, se… llamaba Celia.


Todo lo que pasó después de la caída del pequeño ocurrió muy deprisa. Él salió de la casa sin decir una palabra. Ella  contempló cómo se marchaba, se enfadó mucho y fue directa a la habitación donde se encontraba el niño.
¡Mami me ha descubierto! Viene hacia aquí… ¡Ay! Mamá me ha levantado con fuerza y me ha dado contra la pared… ¿Dónde está papá? Por favor que venga papá, tengo miedo… mamá está muy enfadada. Mamá me está agarrando del cuello, no puedo respirar, quiero gritar por si me escucha papá pero no puedo, me falta el aire.
—No le cuentes nada de esto a tu padre o lo lamentarás, niño.
Tranquila mami, nunca más te volveré a desobedecer.


Después de que la señora se marchara de la comisaría, sus compañeros y el fueron a interrogar a las personas cercanas a Celia: a su jefe, y una vez más a su madre para tener constancia de los acontecimientos previos a su muerte. Una semana más tarde, Javier recibió la llamada del forense.
—¿Diga?
—Por favor con Javier López.
—Dos años y sigues sin reconocer mi voz.
—Javi, ya he terminado con la autopsia y tengo los resultados.
—Bueno, no creo que haya nada nuevo…

—Javi, la causa de su muerte no fue por la herida del cuello.

jueves, 29 de mayo de 2014

Conocemos a...

En esta ocasión tenemos dos personas muy auténticas en la sección de hoy. El primero un hombre que es pura bondad, un buen amigo que ha presentado un gran capítulo. Es otro zarracatallero confeso autor de "¿Mary..? Soy Ramón" del lunes, y después en la entrevista tendremos a otra fantástica chica que nos maravilló con su genial "Migas a la Aragonesa" perteneciente a Colección Cupido.
Ya sabéis que el sábado 28 de junio estaremos haciendo un acto de presentación de este libro en D´Votos (antiguo Bar España). Comenzará a las 21:30 horas y allí se reunirá todo el Universo Zarracatalla Editorial: escritores, lectores y amigos para pasar una inolvidable velada. Además podremos disfrutar del concierto en acústico que ofrecerá Nasville. Podéis reservar vuestro ejemplar impreso de Colección Cupido hasta el 15 de junio. Hemos ampliado un poquito el plazo de reservas en función de la fecha del evento para que nadie se quede sin su libro, que recogerá todos los relatos y poemas aparecidos en el blog pertenecientes a dicha colección. Estamos trabajando para que luzca bien bonito. Esperemos que os guste. Sale con un precio de venta de 12€. Podéis reservar a través de nuestro perfil en facebook, twitter o correo electrónico. Es una edición limitada, por lo tanto una vez que pase esa fecha se mandará el pedido a la imprenta y quien no haya reservado se quedará sin su ejemplar.
Os recuerdo que mañana viernes continua Colección Uni2, que cada semana publicará novelas de varios capítulos escritas por parejas, bien sea escribiendo capítulos alternos o haciéndolo en colaboración entre ambos. Si estás interesado en participar ponte en contacto con nosotros para reservarte fecha de publicación. ¡Anímate a participar! Si de algo está sirviendo este blog es para demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de hacerlo. Mañana viernes "Escalera de color", de Masiel Troya y Lara Soria. La primera novela negra de Zarracatalla Editorial. Primer capítulo: "Genesis". Promete.



ESCRITOR ANÓNIMO DE LA SEMANA
Esta semana añadimos un nuevo escritor al elenco de autores de Zarracatalla Editorial. Ha sacado adelante un capítulo continuista que enlaza con el anterior para seguir por la vía abierta la semana pasada y mostrarnos la perspectiva de Ramón. Esta vez los hechos se desarrollan en Londres, con un atormentado Ramón que siete años después vuelve a esa ciudad para resolver los asuntos que dejó pendientes. Allí le espera su pasado: un hijo y una pareja a los que abandonó nada más nacer el bebé. Es un capítulo diferente, y se nota en su redacción, abandonando el diálogo para centrarse en la descripción de los motivos que llevaron a Ramón a romper con su pasado, su vuelta a España y su regreso a Inglaterra siete años después. El próximo paso, ponerse en contacto con ellos, pero para eso tendréis que esperar un poquito. ¿Cómo se tomará Mary su regreso? ¿Y la relación de Ana y Pedro, como se resolverá el malentendido del sobre? No os perdáis el capítulo del lunes porque alguno de estos secretos serán desvelados.
En cuanto a su creador, decir que le daba mucho respeto el reto al que se enfrentaba pero como no podía ser de otra manera lo ha sacado adelante con nota. Aunque con sus dudas, y varias conversaciones mediante, ha presentado su trabajo y nos ha mostrado un poquito más de la personalidad de Ramón. Divertidísimo convencerle y compartir este proyecto con él. Una suerte poder contar con su participación y por supuesto con su amistad.
Gracias a la autor de la semana... Carlos López Carcas
Aquí os dejo el enlace a su perfil en facebook como suele ser habitual.
https://www.facebook.com/carlos.fugi.9?fref=ts





CONOCEMOS A... 
Hoy conocemos a Mavie Lezaun Andreu, amiga y colaboradora de Zarracatalla Editorial. Autora del genial relato “Migas a la Aragonesa” perteneciente a Colección Cupido, que podéis reservar hasta el día 15 de junio. Así se describe ella misma:
Soy Mavi, a ratos Mavie y en Inglaterra soy Victoria por que no saben pronunciar Mavi y me terminan llamando “Quizás” (Maybe).
Gano dinero trabajando en un hotel y me dedico a mucho más: escribo criticas para una página Web, doy clases de español y mi último logro del que estoy muy orgullosa es haber sido Asistente de Escena en un musical: Hedwig and The Angry Inch, tiene película y es altamente recomendable.

Nos va a responder a las preguntas de nuestros seguidores:
1.-En qué te inspiraste para escribir esta historia y cómo te sentiste al recibir la proposición de participar en el proyecto.
Me alegró mucho la proposición a escribir algo e intenté que todo el relato fuera lo más maño posible.

2.-Donde, cuando y cual era tu situación cuando lo escribiste
Pues de lo que me acuerdo es que lo escribí deprisa y corriendo a última hora por que como le dije a David, quería colaborar. No llegué al límite de hojas que me dijo, pero su respuesta me animo mucho.
       
3.-¿Cómo ves el proyecto Zarracatalla Editorial?
       Me encanta la idea de principio a final de Zarracatalla. Me explico: primero por la idea del proyecto, que cualquiera pueda participar. Segundo por que el nombre esté en Fabla; eso es lo bonito de España, que en cada región tenemos algo diferente, y mantener algo tan nuestro me gusta. Y que venga de un paisano de mi pueblo me parece ya el súmmum de todo…

4.-¿Escribes habitualmente? ¿Cómo te has encontrado al hacerlo?
       Debería escribir mucho más. Me gustaría ver algún día en escena una obra mía pero nunca paso de los borradores, sé que por inseguridad. Ver que a la gente le gustó algo que hice de forma tan repentina me dio bastante subidón.

5.-Algo que no sepamos y que te gustaría compartir acerca de la historia
     Una de mis mejores amigas me dijo que se me veía el plumero. En toda la historia hay algo mío: El Principito, El Rey León, mi amor a la plaza del Pilar… Así que ale, a comprar el libro, a releer la historia y a conocerme un poco más. Jaja.
    
6.-Recomiéndanos un libro, un disco y una película
-No soy muy lectora, pero me encantó El Húsar, de Arturo Perez Reverte (Tengo que apuntar que desde que hizo unas declaraciones machistas ha perdido todo el respeto que le tenía. Pero bueno, es escritor y no se puede juzgar su trabajo por lo que haga o diga fuera de sus libros.)
-Disco 10 milles per veure una bona armadura de Manel. Buen rollo asegurado.
-Arrugas. Preciosa película de animación Española.

7.-Un sitio para quedar…
Cualquier lugar de Malasaña o Tirso… ¡cualquier lugar en Madrid! Por mucha sangre lucenera que tenga, mi amor por esa ciudad es ciego.

8.-Habrá edición impresa de Colección Cupido. Tus impresiones acerca de esto.

     Como muy bien dijo mi madre en su entrevista, que estemos las dos juntas en un libro me encanta. Gracias a ella sé que si quiero, puedo ser Astronauta. 

lunes, 26 de mayo de 2014

Nuestra historia. Capítulo XXI. ¿Mary?... Soy Ramón.

Capítulo veintiuno. Tras el tremendísimo capítulo de Beatriz Navarro Gálvez en el que vemos los hechos desde la perspectiva de Ramón, que ante los tormentosos acontecimientos sucedidos en los últimos capítulos decide abandonarlo todo y salir huyendo para poner tierra de por medio entre sus problemas y la mujer a la que ama. Ana por su parte siente un impulso inexplicable de ocultar la realidad ante la doctora y decide mentir para proteger a Ramón. Además y fruto de un malentendido entra de nuevo en conflicto con Pedro al imaginar que este todavía mantiene su relación con Olga. Un capítulo como digo muy interesante y que abre nuevas vías en la trama principal. ¿Quién será el bebé que sostiene Ramón en sus brazos? ¿Por qué Londres? No os perdáis el capítulo de hoy que estos secretos y alguno mas serán desvelados en otro gran capítulo de nuevo, ya lo veréis.
 Nos leemos. Besetes a tod@s.







XXI.     ¿Mary?... Soy Ramón


...bebé. Apenas podía dibujar su carita en la memoria. Pero recordaba con todo detalle las uñas de sus pequeños dedos de los pies o los pliegues de sus muñecas. ¿Cómo estaría ahora? ¿Sería capaz de reconocerlo? No, imposible. Habían pasado casi 7 años. Siete años sin saber nada de él ni de su madre. ¿Debería intentarlo?
Estas y otras cuestiones bullían en su interior aceleradamente. Su cabeza estaba a punto de estallar. Otra vez. Otra vez la historia se le había ido de las manos. Otra vez sus brotes violentos, sus acciones sin pensar en las consecuencias, habían hecho que tomara una decisión de forma improvisada. ¿Hacía bien en volver a Londres? ¿Encontraría allí la paz que ansiaba y se negaba a sí mismo?
No, quizás se volviera a equivocar. Pero ya no podía dar marcha atrás. La situación con Ana lo había llevado a un callejón sin salida. No podía continuar allí. No podía seguir haciéndole daño, no debía hacérselo a sí mismo. ¿Por qué Londres? Cuando desplegó ante sí la pantalla de vuelos en el ordenador no tuvo dudas. Pinchó sobre Londres para ver cuándo salía el vuelo más próximo. ¿Qué iba a hacer allí? No tenía ni idea, ni siquiera había tenido tiempo para cambiar algunos euros por la moneda nacional. Con la tarjeta podría tirar, pero la falta de libras era una prueba más de lo precipitado de su decisión.
Hacía casi siete años que no pisaba la cosmopolita capital del Reino Unido. ¿Habría cambiado mucho? Seguro que sí, el mundo entero lo había hecho. Y Mary, ¿habría cambiado de casa, de trabajo, de país...? No tenía ni idea. Había sido un cobarde. ¿Un cobarde? No, quizás la suya había sido una decisión valiente.
Tras cinco años de relación con Mary, Ramón no tenía control sobre sí mismo. ¿Por qué necesitaba hacerle daño para sentirse bien? ¿Por qué al llegar a casa sentía ese profundo instinto que le invitaba a golpearla? Al principio, solo fueron golpes verbales. Insultos, descalificaciones... Pero poco a poco su agresividad le llevó a levantarle la mano. Solo llegó a eso. Pero el siguiente paso era golpearla. Y sabía que si lo hacía no tendría vuelta atrás. Su ira lo enloquecía, perdía la consciencia del bien y el mal y se entregaba al desenfreno de la cólera. Estaba descontrolado, tenía que controlarse o aquello no acabaría bien.
Mary no se lo merecía. Era tierna, dulce, simpática. Un poco simple. Sí. Pero no se merecía un comportamiento tan vil. Ramón era consciente de ello. Había consultado a varios médicos. Se había sincerado con un par de ellos. Ambos coincidieron. "Arrastra usted un trauma juvenil sin solucionar. Tiene que hacerle frente, mientras no lo haga, su violencia volverá. No es dueño de la situación, se le apodera".
Pero Mary no tenía la culpa. Ramón se lo repetía cada mañana. Cada noche, después de los gritos, los insultos y las lágrimas. Por eso, cuando nació Jack lo tuvo claro. No podía arrastrarlos a los dos. No sabía cuanto tiempo más podría aguantar sin tener que zurrarle.
Es verdad que durante el embarazo de Mary la cosa había mejorado. Desde que Ramón supo que iba a ser padre, algo cambió en su interior. Estaba feliz. Por primera vez desde hacía mucho tiempo era completamente feliz. Sin embargo, llegaron las náuseas, las malas ganas, los olores insoportables... Mary estaba cambiando, ya no vivía para Ramón; ya no buscaba sus caricias, apenas le permitía tocarla. Él intentaba entenderla, pero a veces no la soportaba. "Como siga así, le doy una buena tunda para que sepa quién manda aquí", pensó más de alguna vez. Pero no. No quería ponerle una mano encima. No, no podía pegar a la madre de su futuro bebé. Por eso, comenzó a faltar por las noches. Prefería vagar por ahí, de pub en pub hasta que echaban el cierre y se adentró en el Londres que no se exhibe a los turistas.
Hasta que una mañana, un 27 de enero de hace siete años, una llamada dio un vuelco a la situación: Mary estaba de parto. Lo necesita con ella. Jack llegó a este mundo de madrugada, Mary olvidó enseguida los dolores, el quirófano, al cirujano... Su hijo había nacido sano y salvo. Ahora ella debía velar porque todo siguiese así. Debía protegerlo de su padre. Ella lo conocía bien. Sabía de sus brotes de ira, de sus arranques. Sabía que llegaría el momento, más tarde o más temprano, en que Ramón volvería a saltar la frontera de lo aceptable. No estaba dispuesta a recibir ni un solo golpe. Y mucho menos no permitiría que su hijo fuera parte de aquella tortura.
Pero no le hizo falta tomar ninguna decisión. Ramón, a los dos días de llegar a casa con el niño, desapareció. Mary pensó que habría ido a celebrarlo, sabe Dios dónde y con quién. No pensó en que los había abandonado la primera noche de ausencia. Ni la segunda. Ni siquiera la tercera. Pero Ramón no aparecía. No se despidió de ellos. No les dio un último abrazo... Tan solo supo que había regresado a España cuando recibió una fría carta. "Lo siento. No sé si puedo, no sé si quiero, no sé si debo ejercer de padre". Escueto, breve, conciso. Mary lloró durante días. ¿Había aguantado tanto para enfrentarse ahora sola a la vida con un bebé a su cargo? No le quedaba más remedio. Con el tiempo, no demasiado, reconoció que, seguramente, era lo único que podían hacer: separarse para dejar de hacerse daño. No intentó localizarlo. No volvió a saber de él.
Tardó más de cinco años en reorganizar su vida. En encontrar a alguien capaz de quererla, de darle lo que ella necesitaba. Para Jack no fue difícil acostumbrarse a James. Lo había visto venir a casa a menudo. Desde su mundo infantil no se sorprendió cuando James empezó a sentarse en la mesa a la hora del desayuno. Era un niño de sueño profundo. Su madre lo había acostumbrado a dormir al menos diez horas. Rara vez Jack se despertaba entre medio. No sabía que James no acaba de llegar, sino que hacía tiempo que dormía en casa. Pero le gustaba encontrarlo por las mañanas, siempre dispuesto a hacerles cosquillas y siempre haciendo reír a mamá.
Ramón desconocía todo de ellos. Desde que volvió a España no había vuelto a contactar con Mary ni su hijo. En su fuero interno, sabía que era lo mejor. Lo contrario era ponerlos en peligro.
Recuperó su cuadrilla de amigos. No le fue difícil. El Rock & Blues siempre había sido su guarida. Desde el instituto. Es cierto que faltaba desde hacía años y que en aquel tiempo había cortado cualquier contacto con ellos, pero los conocía bien.
Tardó unos meses en decidirse. Seguro que Ana, Olga, Pedro, Rafa... todos seguían yendo por el Rock & Blues. Serían tan fácil dejarse caer por allí. O tan difícil. Volver llevaba implícito dar explicaciones: ¿qué había hecho?, ¿dónde había estado?, ¿por qué había regresado? No estaba preparado para responder las preguntas que creía obligadas. Y no estaba preparado para volver a ver a Ana.
Durante su estancia en Londres llegó a olvidarse de ella. O, al menos, llegó a convencerse de que no le hacía falta recordarla. Pero no era cierto. Su recuerdo latente lo perseguía.
Cuando aquella noche abrió la puerta del Rock & Blues no tenía clara más que una cosa: deseaba con todas sus fuerzas que Ana estuviera allí. Si así era se había prometido contarle que la amaba como a nadie en el mundo desde la primera vez que la vio. Que había hecho cosas infames por su culpa: ella era la causante de su amargura, de su ansiedad. Su ausencia era la causa de aquella ira que lo invadía a menudo. Sí. Si Ana estaba allí, se sinceraría con ella.
Y allí estaba. Radiante, con una media melena y unos vaqueros ajustados. Y... un tío rodeándole la cintura. Era Pedro. ¡No! Cómo podía tener tan mala suerte.
Pedro y Ramón habían sido amigos. Buenos amigos. No tenía ni idea de que salía con Ana. Quizás no salían. Quizás se habían bebido unas copas y solo estaban disfrutando mutuamente de su compañía. Sí. Tenía que ser así. No había decidido dejarlo todo para esto.
—¡Ramóooooon!
Olga lo reconoció al instante. Estaba mirando hacia la máquina de tabaco (otra vez en su lucha interior por dejar el vicio), al lado de la entrada, cuando la puerta del bar se abrió. No pudo contener su sorpresa. Su alegría fue sincera. Ramón se dio cuenta de ello y eso le dio fuerzas para acercarse al grupo. Lo recibieron como si hubieran dejado de verlo ayer mismo. Nada de lo que esperaba. Ni interrogatorios, ni suspicacias. Quizás, al fin y al cabo, había hecho bien en volver a casa. Aunque fuera para descubrir que Ana y Pedro llevaban juntos mucho tiempo y deseaban seguir así.
Pero de aquello hacía mucho tiempo. Había vuelto a cometer graves errores. Había vuelto a dejar que su ira se apoderara de él. Había hecho daño a sus amigos. Había dañado a Ana. Su amiga. Su amor. No podía enfrentarse a eso.
En Londres llovía. No es una leyenda urbana. Siempre llueve. Mejor, así nadie repararía en sus lágrimas.
Había reservado una habitación desde el móvil. Menos mal que se le ocurrió antes de deshacerse de la tarjeta. Caminó hasta el Generator Hostel London. Recordaba que había oído hablar de aquel sitio a algunos compañeros. Limpio, céntrico y asequible.
Al llegar a recepción buscó una guía de teléfonos. ¿Todavía existían? Sí. Y tenía que probar suerte. No debía dejarlo para más tarde. Si lo hacía, se podía arrepentir de su decisión de llamar a Mary.
Pasó las páginas de la guía con avidez. No podía creerlo. Mary seguía viviendo en el mismo sitio. O, al menos, su teléfono seguía apareciendo en la guía. Bien es vedad que era del año pasado.
20 14 13 56 78
¡Ringggg!
—Hello! —la voz de Mary sonó clara al otro lado del aparato.

—¿Mary? —tartamudeó—. Soy...

viernes, 23 de mayo de 2014

Colección Uni2. Un destino inesperado. Capítulo 1: Asumiendo la realidad.

Hoy presentamos "Un destino inesperado", la novela de David Carrasco y Natalia Carcas. Veréis como os engancha. Además está contada de una forma muy peculiar y divertida. Debuta con el primer capítulo titulado "Asumiendo la realidad". En el descubriremos las vivencias de Esteban y su nueva vida como indigente. No os lo perdáis.




CAPITULO 1. Asumiendo la realidad.


Los primeros rayos de luz del día penetraron en mi cara sin piedad. El ojo derecho se me abrió, al ojo izquierdo algo le ocurría que no quería abrirse. Cogí un poco de agua que me quedaba en la botella, me la eche suavemente por el ojo y me hice un pequeño y placido masaje por el párpado. Parece que la cosa funcionaba y se fue abriendo poco a poco. El escozor era muy severo pero vamos… se podía aguantar perfectamente.
Tenía los pies congelados, la nariz ni la sentía. Me quedé unos minutos más en el suelo intentando pensar en algo, pero no tenía fuerzas ni siquiera para pensar. Llevaba cuatro días sin parar de llorar, estaba abatido y destrozado por la situación en la que me encontraba. Era consciente de que tenía una fuerte depresión y que necesitaba ayuda. Me levanté del suelo y plegué la manta de cuadros blancos y marrones. Recogí los cartones y los aparté a un lado, encima de esa manta horrorosa. Abrí el carro de la compra de tela donde guardaba todas mis pertenencias, cogí las cenizas de mi madre, les di un beso y las volví a guardar en el carrito. Era el quinto día sin mi madre. Y desde que tengo las cenizas todas las mañanas las beso.
Mi madre había sido una mujer que dio todo por sacarme adelante, la mejor madre que un hijo puede tener. La vida la trató muy mal, siempre tuvo muy mala suerte en todo. Nunca encontró un trabajo fijo, a veces limpiaba una casa cuando la llamaban y otras veces iba a un bar a hacer alguna cosa en la cocina y a limpiar, como no. Si algo me dejó en la vida fue el gran amor que me demostró en estos veinte años que tengo. Crecí sin padre pero vamos… que a estas alturas de mi vida me da como un poco igual.
Salí del cajero automático con mi carrito de la compra. Estaba en el centro de Zaragoza y hacia un cierzo de flipar en colores. Estábamos a veinticuatro de enero.
Tenía unas ganas de mear alucinantes y más hambre “que el perro un ciego”. Tenía en el bolsillo veinte euros que me quedaban de los cincuenta que dejó mi madre. Sabía que cuando me los gastara no tendría nada que llevarme a la boca. Entré en un bar rápidamente y fui directo al baño. Mee, me lave las manos y la cara. Me mire en el espejo y vi esos ojos azules, grandes e irritados. Mi cabeza parecía que empezaba a carburar algo y a tener algún pensamiento de provecho. Pensé en que iba hacer ahora con mi vida y me derrumbé otra vez. Empecé a llorar como niño de dos años de edad, no tenía a nadie, ni familiares cercanos ni amigos que yo supiera, bueno…
Había una persona que había sido como un padre para mí, el señor Miguel. Es una persona a la que no le cabe el corazón en el pecho de lo bueno que es, ha vivido encima de nosotros toda la vida y siempre tenía una sonrisa para mi madre y para mí. Cuando se me pasó la llorera salí del baño, me pedí un cortadico que me supo a gloria bendita. Tenía la esperanza de que el café engañara a mi estomago y se me pasare al hambre. Estaba hambriento pero no pedí nada más porque tenía que estirar el poco dinero que me quedaba.
Pensé en lo tarambanas que había sido siempre. Nunca había estudiado ni trabajado y eso me iba a pasar una factura de altísimo precio.
Me vino a la cabeza el fatídico día que volví a casa con las cenizas de mi madre. Me estaba esperando el hijo del dueño del piso donde vivíamos. En cuanto me vio me dijo que tenía una hora para desalojarlo y largarme de allí.
Le pedí una explicación de por qué me tenía que ir y que donde estaba su padre que es el que siempre venia a cobrar el alquiler. No me dio ningún tipo de explicación, volvió a decirme que tenía una hora para marcharme del piso o llamaría a la policía. Lo último que quería en ese momento eran más problemas. Tampoco tenía un contrato de alquiler o ningún tipo de documento legal.
Cogí la poca ropa que tenía mi madre, alguna pulsera y pendientes de poco valor. También cogí mi ropa, zapatillas etc. Metí todo en bolsas y subí a la puerta del señor Miguel donde deje todas esas bolsas junto a su puerta. En el carrito de compra metí lo que vi yo más necesario para sobrevivir en la calle.
Antes de irme le deje una nota al señor Miguel diciéndole que me habían echado del piso y que todas esas bolsas eran pertenencias mías y de mi madre que en paz descanse, y que pronto nos veríamos.
Me terminé el cortadico, los pies parecía que me estaban entrando en calor y decidí ir a visitar la calle en la que viví tantísimos años. Salí del bar y empecé a caminar hacia allí. A los diez minutos de caminata ya estaba en frente de ese bajo que me vio nacer. Lo único que había cambiado era un cartel que ponía “se vende” y de pronto oí una voz que decía a lo lejos:
-¡Esteban! ¡Esteban! —me di la vuelta sutilmente y se trataba del señor Miguel. Llevaba una barra de pan que dejó caer al suelo. Me di la vuelta y vino como un misil hacia mí y nos dimos un fuerte e intenso abrazo.
Esos instantes que duró el abrazo, fue el único momento en el que me sentí bien en los últimos cinco días. No sabía que un abrazo aunque dure unos segundos, te haga olvidar todas las cosas malas de la vida.
—Pero hijo mío… ¿Dónde has estado? Estaba muy preocupado por ti.
—He estado durmiendo en la calle. Bueno no, en un cajero automático.
—Dios mío de mi vida. Leí la nota que me dejaste. ¿Pero por que te han echado del piso?
—No lo sé. No quiso darme ningún tipo de explicación y cogí todo y me fui sin más.
—Será mal nacido… No se reventará no…
—No me cabe en la cabeza como la gente puede llegar a ser así de miserable.
—¡Ay Esteban! En estos tiempos que vivimos cada día la gente tiene menos escrúpulos y solo miran por sí mismos, sin pensar el daño que causan a otras personas. Y cada día hay más gente así por desgracia.
—Lo sé,  lo sé, señor Miguel.
—Si pudieras quedarte en mi casa… pero ya sabes que en mi casa solo hay una habitación pequeña que es donde duermo yo y en el salón duerme el carnuz de mi hijo, que como ya sabes está mal de la cabeza y no toleraría verte allí.
—No tiene que darme explicaciones de nada. Conozco la situación de sobras, acuérdese que fuimos vecinos durante veinte años.
—Y ya sabes la pensión que cobro, que es muy baja.
—Señor Miguel, que como le he dicho antes, no me tiene que dar explicaciones de nada. Que sé al cien por cien cual es su situación.
En su mirada vi reflejado que el futuro que me esperaba iba a ser negro. Me miraba con una cara de pena espantosa. Con sus manos cogió mi pecho, se lo acercó a él y me volvió a dar otro abrazo de esos que te llenan de ternura y de repente me susurró al oído…
—Ahora mismo subes a mi casa, y te pegas una ducha porque hueles bastante mal.
—No, no, paso de subir a su casa y que me ataque su hijo.
—Tranquilo Esteban, que mi hijo no está en casa ahora y te puedes duchar tranquilamente.
—Vale… Subiré a su casa para ducharme y me iré.
Subimos por las escaleras hacia su casa. El señor Miguel abrió la puerta y yo entre en el baño como un rayo. Tenía unas enormes ganas de quitarme toda la suciedad que tenía acumulada en mi cuerpo, me desnude rápidamente y me metí en la ducha. Era increíble la sensación que me causaban las gotas de agua al impactar sobre mí. Vamos, “que me la estaba gozando”.
Salí de la ducha, me afeite los cuatro pelos que llevaba y al mirarme al espejo vi que mi pelo rubio, era amarillo y no marrón tirando a negro como lo tenía después de cinco días durmiendo en la calle. Me puse ropa limpia, salí del baño y fui hacia la cocina donde se escuchaba al señor Miguel haciendo alguna cosa.
—Oh, pero si pareces otro —me dijo el señor Miguel con unos ojos que se le salían de las órbitas.
—Me he quedado nuevo.
—Anda, anda, pues mas nuevo te vas a quedar con el bocadillo de chorizo de Pamplona que te acabo de hacer. ¡Untadico con tomate!
—Mmmmm, con el hambre que tengo. Muchas muchas gracias señor Miguel.
—Ya sabes  Esteban que en todo lo que pueda te ayudaré.
Tenía unas ganas tremendas de hincarle el diente a ese bocadillo, se me  hacia la boca agua.
—Bueno señor Miguel me voy a ir ya, muchas gracias por todo otra vez.
—Espero que vengas pronto a verme
—Si, no se preocupe, que algún día que otro me dejare caer por aquí.
Noté esa mirada de nuevo, que impactaba sobre mí fuertemente, era una mirada de pena descomunal.
Nos dimos otro abrazo de esos tan buenos y salí de su casa con mi carrito. Busqué un sitio para comerme el bocadillo. A los dos minutos de ir andando vi un banco para sentarme al que le pegaba el sol tímidamente. Me senté allí y me comí ese bocadillo en menos  de tres minutos. Me espatarre en el banco mientras me pegaba el solecico en la cara.
Tenía una fórmula infalible en mi cuerpo para dormirme.
La relajación de una ducha después de cinco días, la tripa llena y el solecico pegándote suavemente por la cara. Me quedé dormido en aquel banco cerca de la plaza del Pilar. Y tuve un sueño.
Soñé que era un hombre rico. Que me sobraba el dinero. Que tenia mas casas que dedos tengo en la mano, y que era un “gigoló” que cada día me acostaba con una mujer diferente. Iba por unas islas paradisíacas con una moto de agua y detrás llevaba a una chica de esas que cuando las ves te dejan con la boca abierta. Estaba como un tren. Parábamos en una cala que nos encontrábamos de camino. Dejaba la moto de agua en la orilla. Nos desnudábamos y empezábamos a hacer el amor en aquel paisaje idílico que parecía como si fuéramos los primeros seres vivos que lo pisaban. No me quería despertar, me la estaba gozando como nunca.
Y de repente un manguerazo de agua a presión me despertó. Había pasado de estar en aquellas aguas turquesas y transparentes a…
—Perdona chaval, que no te he visto —era un operario del ayuntamiento que iba limpiando las calles—. Joder es que la manguera esta tiene mucha presión y se me ha escapado un poco, ya me perdonaras.
El hombre siguió a lo suyo con su trabajo y yo me quedé allí en ese banco intentando recordar ese sueño increíble. Me levanté y empecé a caminar dando vueltas sin saber qué hacer. Me había convertido en unos pocos días en una persona sin techo.
Me dirigí al cajero donde dormía para comprobar si estaban mis cartones y mi manta. Enseguida llegué hasta allí y vi que estaba todo.
Se me ocurrió pedir trabajo por los bares de la zona. Sé que lo tendría complicado porque no tengo experiencia ni de camarero ni de nada. Solo tengo experiencia en hacer el vago. Entré al menos en diez bares de la zona y tal y como les preguntaba me decían que nada de nada, ni siquiera me preguntaban  si tenía experiencia o algo. Estaba ya cansado de que me dieran largas.
Tenía la esperanza de encontrar trabajo o que algo sucediera en mi vida, por lo menos para no estar en la calle. Me compré un paquete de pipas y me senté en un bordillo.
La noche empezaba apoderarse del día. Las farolas empezaban a encenderse y la temperatura bajaba unos cuantos grados. Los pies los tenía congelados, las orejas rojas y otra vez muchísima hambre.

Estos habían sido mis primeros días como un sin techo, o como un vagabundo. Esta era mi nueva vida. Hasta el momento el destino me había traído hasta aquí. Y no sé donde me querrá llevar de aquí en adelante…              

jueves, 22 de mayo de 2014

Conocemos a...

Hoy de nuevo dos mujeres fascinantes. La primera es una fiel seguidora del blog. Es la autora de "London Calling" del lunes, y después en la entrevista tendremos a otra fantástica chica con la que disfrutamos con su estupendo "Corazón oxidado" perteneciente a Colección Cupido.
Ya sabéis que el sábado 28 de junio estaremos haciendo un acto de presentación de este libro en D´Votos (antiguo Bar España). Comenzará a las 21:30 horas y allí se reunirá todo el Universo Zarracatalla Editorial: escritores, lectores y amigos para pasar una inolvidable velada. Además podremos disfrutar del concierto en acústico que ofrecerá Nasville. Podéis reservar vuestro ejemplar impreso de Colección Cupido hasta el 15 de junio. Hemos ampliado un poquito el plazo de reservas en función de la fecha del evento para que nadie se quede sin su libro, que recogerá todos los relatos y poemas aparecidos en el blog pertenecientes a dicha colección. Estamos trabajando para que luzca bien bonito. Esperemos que os guste. Sale con un precio de venta de 12€. Podéis reservar a través de nuestro perfil en facebook, twitter o correo electrónico. Es una edición limitada, por lo tanto una vez que pase esa fecha se mandará el pedido a la imprenta y quien no haya reservado se quedará sin su ejemplar.
Os recuerdo que mañana viernes continua Colección Uni2, que cada semana publicará novelas de varios capítulos escritas por parejas, bien sea escribiendo capítulos alternos o haciéndolo entre ambos. Si estás interesado en participar ponte en contacto con nosotros para reservarte fecha de publicación. El plazo para entregar el primer capítulo crece conforme aumenten los participantes. De momento se amplia hasta el 20 de junio. ¡Anímate a participar! Si de algo está sirviendo este blog es para demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de hacerlo. Mañana viernes "Un destino inesperado", de David Carrasco y Natalia Carcas. Una historia maravillosa de cómo te puede cambiar la vida de un día para otro. La primera entrega se titula: "Asumiendo la realidad".



ESCRITOR ANÓNIMO DE LA SEMANA
Esta semana añadimos otra escritora más al elenco de autores de Zarracatalla Editorial. Y viendo como escribe nos encantaría que nos acompañara en muchos proyectos más que están por venir. Ha soltado un grandísimo capítulo que nos muestra algo que hasta ahora no habíamos visto: la perspectiva de Ramón ante los tormentosos acontecimientos sucedidos en los últimos capítulos. Este decide abandonarlo todo y salir huyendo para poner tierra de por medio entre sus problemas y la mujer a la que ama. Ana por su parte siente un impulso inexplicable de ocultar la realidad ante la doctora y decide mentir para proteger a Ramón. Además y fruto de un malentendido entra de nuevo en conflicto con Pedro al imaginar que este todavía mantiene su relación con Olga. Un capítulo como digo muy interesante y que abre nuevas vías en la trama principal. ¿Quién será el bebé que sostiene Ramón en sus brazos? ¿Por qué Londres? No os perdáis el capítulo del lunes que estos secretos y alguno mas serán desvelados en otro gran capítulo de nuevo, ya lo veréis.
En cuanto a su creadora, solo decir que me ha encantado su forma de relatar los hechos, sus dudas y sus mensajes. Una semana de comunicación intensa y muy divertida. Es genial tener un blog que te una con gente genial. Y este ha sido el caso. Un besazo enorme y mi mas sincera enhorabuena a una mujer que ha sacado adelante un tremendo capítulo lleno de guiños para los suyos, gesto que la honra, en una semana de locura en el que ha superado mil cosas, entre ellas hasta los moquitos de Pablo. Esto solo sois capaces de hacerlo vosotras, está claro. No os rendís nunca y una vez agotados el resto, sacáis vuestro tiempo para estas cosas.
Gracias a la autora de la semana... Beatriz Navarro Gálvez
Aquí os dejo el enlace a su perfil en facebook como suele ser habitual.
https://www.facebook.com/beatriz.navarrogalvez?fref=pb&hc_location=profile_browser





CONOCEMOS A... 
Hoy conocemos a Masiel Troya Cabrera, amiga y colaboradora de Zarracatalla Editorial. Autora del precioso relato “Corazón oxidado” perteneciente a Colección Cupido, que podéis reservar hasta el día 1 de junio. Así se describe ella misma:
Soy una chica alegre, me gusta el campo, los animales, hacer feliz a la gente que me rodea, y por supuesto la cerveza. Sin embargo, cuando tengo algún trabajo o proyecto soy muy perfeccionista y mandona, de ahí que mis amigas me digan muchas veces que soy bipolar… En estos momentos estoy estudiando y espero cumplir mis expectativas.


Nos va a responder a las preguntas de nuestros seguidores:
1.-En qué te inspiraste para escribir esta historia y cómo te sentiste al recibir la proposición de participar en el proyecto.
Para empezar, nunca imaginé que contarían conmigo para este proyecto, pero cuando me lo propusieron acepté sin pensármelo dos veces. En mi historia incluyo varios aspectos de mi vida como el gusto por los gatos jajaj, además me basé en dos personas muy importantes en mi vida para describir a los personajes principales.
        

2.-Donde, cuando y cual era tu situación cuando lo escribiste
Lo escribí en Ecuador, y me encontraba en una situación de adaptación al lugar. Escribir esta historia me permitió recordar lugares, personas y de alguna manera fue como si nunca me hubiera ido.

       
3.-¿Cómo ves el proyecto Zarracatalla Editorial?
En pocas palabras, simplemente genial. Nos hace despertar esa parte artística que la mayoría, creo yo, no sabía que tenía. Además impulsa a poner de moda la lectura y nos permite conocer más a cada uno de los escritores/as que colaboran.
       

4.-¿Escribes habitualmente? ¿Cómo te has encontrado al hacerlo?
Nunca había escrito, no sabía que lo podía hacer. Lo que hago habitualmente es leer muchos libros de novela negra, es como una droga jaja. Escribir esta historia fue muy especial porque era mi primera vez escribiendo y además tenía que ser de carácter romántico. Nunca he sido una romántica, pero me vino la inspiración y salió la historia perfecta de amor, que muchos me han confesado les gustaría que les sucediera jaja
      

5.-Algo que no sepamos y que te gustaría compartir acerca de la historia
La historia fue escrita con la intención de hacer llorar a la gente, también como una terapia para decir que siempre después de la tormenta llega la calma. Los lugares que describo en la historia son algunos de los sitios que visité por última vez antes de marchar. Y los personajes están basados en mis dos mejores amigos, la chica podréis adivinar quién es, es fácil jajaj
    
     6.-Recomiéndanos un libro, un disco y una película
Os recomiendo La fortaleza digital, de Dan Brown, para quien le guste la acción, el drama, el suspense y los asesinatos. Los mejores discos para mi son los de Fito y Fitipaldis, ir a sus conciertos también es muy recomendable  J. Aprovechando que hay polémica con eurovisión, con la homofobia y la transfobia, os recomiendo Brokeback Mountain, que describe a la perfección lo que los homosexuales tenían que soportar hace veinte años, y que algunos aún siguen soportando en la actualidad.

7.-Un sitio para quedar…
El bar, la plaza, una casa con una buena cena, la calle, 100 montaditos… cualquier sitio es genial si estás con la gente que quieres.


8.-Habrá edición impresa de Colección Cupido. Tus impresiones acerca de esto.
Es un recuerdo, o un bonito regalo diferente de las típicas flores y corazones. Y también demuestra que este proyecto es grande ya que la gente no ha parado de pedirlo!!

     

lunes, 19 de mayo de 2014

Nuestra historia. Capítulo XX. London calling.

Capítulo veinte. Tras el happy hour de Merche Comín la semana pasada en un capítulo muy comentado en las redes sociales, con el feliz desenlace de todos los males que acechaban a Ana, hoy se nos plantean otras nuevas incógnitas. ¿Cómo explicará Ana los restos de cloroformo en su organismo? ¿Habrá desaparecido Ramón definitivamente? ¿Donde se ha ido? No os perdáis el episodio de hoy porque serán revelados.
Nos leemos. Besetes a tod@s.






XX. London Calling


—Yo… la verdad es que aún no puedo creer lo que ha pasado. Lo mejor será que todo se quede tal y como está, nadie tiene por que enterarse —susurró Ana entre sollozos y en un tono tan bajito que apenas se le escuchaba. Tras su reconciliación con Pedro lo que menos le apetecía era volver a liar la madeja y preocupar a su gente.
Teresa, la jefa de tocología, miraba a su colega con ternura y cierta incredulidad. Ambas se conocían desde los tiempos de la Facultad, cursaron juntas las materias troncales de Medicina y luego cada una eligió una especialidad. Entre ellas existía una conexión especial, Tere había estado junto a Ana en los duros momentos vividos tras el traumático divorcio de sus padres. El azar la eligió a ella para conocer el verdadero gran secreto de la familia de Ana.
—Todo ha sido una estupidez y además las pruebas médicas han salido perfectas, así que no le demos más importancia… —Ana tenía la necesidad de desahogarse y contar lo vivido en las últimas horas, pero de forma inexplicable era mayor la necesidad de proteger a Ramón. Su colega era muy insistente y no se conformaría con una callada por respuesta, como amiga y como profesional indagaría hasta llegar a la verdad.
Teresa dirigió una mirada cómplice al enfermero y a la alumna de prácticas, los dos salieron de la habitación y dejaron solas a las doctoras. Sabía que Ana no se sinceraría con espectadores.
—Anita cariño, tienes que contar lo que ha pasado... Espero que no hayas hecho ninguna tontería —Teresa se había sentado en la cama junto a Ana y su voz sonaba realmente seria y preocupada. Recogió su ondulado pelo color ceniza en una coleta, a la vez que sus enormes y luminosos ojos verdes observaban a Ana.
—Teresa tienes que prometerme que nadie va a enterarse de lo que te voy a contar… —Ana iba a volver a mentir por Ramón, acabada de decidirlo.
—Mira… estaba muy cansada y aturdida. Estas últimas semanas han sido muy duras, tenía que hacer algo para poder relajarme y dormir. Fui al antiguo almacén que se encuentra en el edificio de Consultas Externas y cogí prestada una pequeña botella de cristal opaco con cloroformo. Este tipo de anestésico ya no se utiliza en el Hospital, pensé que nadie lo echaría de menos y que inhalar un poquito no me haría ningún daño —explicó Ana con seguridad y poniendo carita de niña buena arrepentida.
—Ana estás loca, tu sabes mejor que nadie las consecuencias tóxicas que esas sustancias tienen en el organismo… no puedo creer lo que me estas contando. Podría haber afectado a tu corazón y desencadenar una parada cardiorespiratoria. ¡Dios mío! Sabes de sobra que en el hospital hay cámaras de seguridad… —Teresa estaba enfurecida con su amiga  y agitaba sus manos y brazos a la vez que negaba con la cabeza.
Patricia irrumpió en la habitación de forma brusca y nerviosa, estaba terminando de abrocharse los botones del uniforme de trabajo y de uno de sus bolsillos sobresalía un pequeño sobre. Al ver a Teresa en la habitación junto a su amiga se quedo inmóvil y su gesto se tornó preocupado.
—Lo siento doctora, pensaba que no había nadie en la habitación. Me imagino que todo irá bien, ¿verdad? —tras estas palabras, Patricia se dirigió a Ana.
—Cielo, venía a decirte lo guapos que estáis Pedro y tú en la foto —comento mientras guiñaba un ojo—. Voy con un poco de prisa, empieza mi turno y Matilde me mata si no llego a tiempo para hacer el relevo. Ya sabes que si necesitas cualquier cosica estaré por aquí tooooooda la mañana.
Patricia se despedía de las dos mientras andaba hacia atrás y buscaba con su mano izquierda de forma torpe el pomo de la puerta. A la vez que atravesaba el umbral de la puerta saco de su bolsillo el móvil para mirar la hora y al hacerlo un sobre se escapó hasta caer al suelo.
La puerta se cerró de un portazo y la corriente de aire deslizó el sobre hasta debajo de la cama de Ana, metiéndose en una de las zapatillas de pequeñas y sonrientes Hello Kitty que Sandra había regalado a su cuñada en la cena de Nochebuena.
La noche anterior tras entregar las flores en recepción, Ramón se había encontrado con Patricia de forma fortuita. Se acercó a ella y la saludó con un sentido y largo abrazo, la miró fijamente y no hizo falta palabras para que ella supiera que era una despedida. De forma muy sutil deslizó un pequeño sobre en el bolsillo de su camisola y le susurro al oído:
—Guapa, tienes que entregar este sobre por mí, es muy importante. Gracias por todo, eres un sol.
En la habitación 618, a Teresa le costaba creer la historia que Ana le había contado. Ana era enfermizamente responsable en su trabajo, incapaz de saltarse las normas y mucho menos de poner en peligro la salud de cualquier persona y en este caso era la de su bebe.
El busca de Teresa realizó tres breves pitidos, señal de que reclamaban su presencia. Se levantó y cogió su carpeta llena de informes y anotaciones realizadas en las consultas a sus pacientes.
—Doctora Medrano estoy muy disgustada y decepcionada, en quince minutos tengo una reunión con el equipo de dirección del Centro. Desde ya te informo de que no voy a dejar pasar toda esta historia, ya sabes que sustraer medicamentos para uso externo tiene sanción y mucho más si estos están prohibidos para el uso terapéutico —reprochó a Ana mientras salía de la habitación sin esperar respuesta.
Ana estaba metida en un buen lío, su reputación profesional y su ética personal estaban en tela de juicio. Se incorporó de la cama para levantarse, necesitaba abrir la ventana y respirar aire fresco para aclarar sus ideas. Al ir a ponerse las zapatillas en una de ellas noto que algo dificultaba esa tarea, se agachó lentamente y descubrió un pequeño sobre cuya destinataria era Olga.
Un fuerte sofoco subió por su rostro poniendo sus mejillas del color de un pimiento y la preocupación de sus ojos se torno ira… Los celos se apoderaron de ella y en su cabeza se preguntó si Pedro no estaría jugando a dos bandas. Volver a imaginar a Pedro y Olga juntos le revolvía el estómago. No estaba dispuesta a ser segundo plato de nadie y para ella ese sobre solo podía haberlo perdido Pedro y era prueba suficiente de que entre ellos seguía habiendo algo.
Sin pensarlo dos veces rompió el sobre en mil pedazos y los lanzo por la ventana. Seguidamente cogió el móvil y envío un whatsapp a Pedro.
No doy terceras oportunidades. Olvídate de nosotros.
Ana lloro en silencio a la vez que una inmensa amargura se apoderaba de ella. Y si no volvía a ver a Ramón y si su viaje no tenía retorno… ¿Por qué no podía dejar de pensar en él?


Ramón estaba atormentado e inmensamente arrepentido, esta vez había sobrepasado los límites, Ana nunca le perdonaría haber puesto en riesgo su vida y la del bebé. El sabía lo que significaba perder a alguien importante y lo especial que es el vínculo entre una madre y sus hijos. La madre de Ramón falleció tras una larga y cruel enfermedad cuando él solo tenía seis años. Desde ese terrible viernes todas las noches Ramón espera su dulce beso en la frente y su “Buenas noches ratoncito”.
Esa noche mientras Pedro y Ana pasaban la noche juntos Ramón estuvo a punto de cometer la peor de las locuras. Bebió sentado en una de las mesas del Rock and Blues mientras en su bolsillo esperaba la cantidad suficiente de anestésico como para matar a un elefante. Rafa se unió a su noche tóxica y tomaron una cerveza tras otra durante toda la noche. Se sinceró con Rafa y le contó el motivo de sus repentinas y temporales desapariciones. Entre confidencias y cervezas decidió que iba a pasar al Plan B.
Ramón salió a toda prisa y cogió un taxi en la puerta del hospital, en la radio sonaba London Calling de The Clash, una canción muy apropiada pensó, mientras su corazón sonreía por dentro.
Tenía sentimientos encontrados, se alejaba de la que pensaba que era la mujer de su vida y a la que definitivamente había perdido, pero iba a emprender un camino que tenía pendiente desde hacía tiempo.
—Jefe a la Terminal 1 del Aeropuerto, a la puerta de Salidas Internacionales —dijo Ramón con seguridad.
—¿No trae maleta? —preguntó el taxista.
—No… donde voy tengo todo lo necesario —murmuró con un brillo especial en su mirada.
La fría y húmeda ventanilla aplastaba su frente mientras los edificios se sucedían como un carrete de película. Superficial, mujeriego, sin principios, imágenes personales que oscurecían su verdadera identidad y de las cuales necesitaba desprenderse. Su inseguridad, sus miedos y esa continúa huída de la soledad  le hacía buscar la compañía y la seguridad que le proporcionaban las mujeres. Mujeres que casi nunca le parecían lo bastante buenas, solo quería una mujer dulce y divertida como lo era su madre. Nunca había tenido suerte, y ahora que creía haber encontrado el amor y a la mujer perfecta en Ana todo saltaba por los aires.
Varias gotas comenzaron a golpear la cabeza de Ramón a la vez que sacaba de su monedero el dinero para pagar la carrera. Miró al cielo y observó cómo se entrelazaban una maraña de nubes del color del carbón. Una tormenta eléctrica amenazaba sobre el aeropuerto mientras cientos de viajeros con maletas cargadas de sueños, desengaños, encuentros y desencuentros se movían con torpeza y rapidez.
Ramón, el hombre de mundo, odiaba volar, le ponía nervioso montarse es esos enormes pájaros con alas metálicas. Una y otra vez se preguntaba e intentaba dar explicación a cómo podían mantenerse en el aire… inexplicables enigmas de la vida cotidiana: volar, escuchar la radio y las ondas sonoras, mandar un fax y la personita que desde dentro trascribe el mensaje…
Buscó en su pequeña mochila el billete impreso en un folio con el logo del hospital en el reverso y doblado en cuatro partes no simétricas. Su decisión no había sido muy meditada, le había pillado por sorpresa. Se había descubierto a él mismo dando a la tecla de confirmación de compra del billete con salida a las 11:40 horas.
Ramón se acercó a la pantalla de información de salidas y  comprobó el número de vuelo, la hora de salida y su destino… Londres.

Una vez en el avión Ramón destripó su móvil y sacó la tarjeta, acto seguido entró al baño y la arrojó a la papelera. Daba un importante paso y rompía con todo lo anterior, se alejaba de su vida creada sobre mentiras y relaciones superficiales que no le llenaban. Sus ojos se llenaron de lágrimas y de su cartera sacó una foto. La foto tenía impresa una fecha medio borrada por el paso del tiempo y la imagen mostraba Portobello Road, una colorida calle de Nothing Hill y las escaleras de una casa rosa chicle con una puerta azul añil delante de la cual un joven y feliz Ramón sujetaba en sus brazos a un avispado y rubio bebe, su…

sábado, 17 de mayo de 2014

14.000 visitas y notición.

¡Tachaaaaannnnn! Una vez superadas las 14.000 visitas (sigo alucinando con la cifra a diario) ya no lo podemos ocultar más. ¡Tenemos portada! Os la dejo a continuación.



Nos la ha preparado nuestra querida amiga Ruth Martínez de Maral Fotografía con una fotografía preciosa que recoge el espíritu de lo que la novela nos va a mostrar seguidamente. Gran suerte poder contar con una zarracatalla de amigos para poder sacar este proyecto adelante.

Pero aquí no acaban las sorpresas, no. Tenemos otra... ¡y tremenda!

El próximo sábado 28 de junio se celebrará un acto de presentación de este libro en Bar España (Plaza de España, Luceni). Tendrá lugar a las 21 horas y tras él podremos disfrutar de la actuación en directo de los chicos de Nasville en acústico. Una ocasión perfecta para pasar a recoger tu ejemplar de Colección Cupido y reunirte físicamente (online lo hacemos varias veces por semana) con todos los que formamos parte del Universo Zarracatalla Editorial, cambiar impresiones y como no tomarnos unas cervecitas o refrigerios acompañadas de los que el buen amigo Jesús haya dispuesto para picar (que seguro, seguro, que tiene preparadas maravillas como suele ser habitual).

Agradecer de nuevo a todos vosotros vuestras visitas, a Jesús García su compromiso y las facilidades ofrecidas para prestarnos el local y a los artistazos de Nasville por preparar este acústico con tanto cariño. En los próximos días iremos adelantando algún detallito más sobre el evento. Recordad que tan solo habrá libros ese día para quién los haya reservado. Así que solicita el tuyo ya, antes del 15 de Junio. No te quedes sin él.


viernes, 16 de mayo de 2014

Colección Uni2. Freya. Capítulo 1: Batido de fresas

Hoy presentamos "Freya", la novela de Ana Asensio que os va a enganchar seguro desde el primer capítulo. En ella viviremos las peripecias de la protagonista en su año de prácticas de veterinaria en un zoo en Argentina. Muy recomendable.







CAPITULO 1. Batido de fresas


Y por fin, después de cuatro horas de autobús hasta Madrid, esperar en la T4 dos horas para embarcar y trece horas de vuelo, llegó a donde iba a vivir durante un año. El año que iban a durar sus prácticas como veterinaria. No podía creérselo, allí estaba ella, sola, en un país con una población de 41.086.927 personas. Cogió sus tres maletas además de la de mano y empezó a caminar, tenía ganas de salir de ese aeropuerto.
Su nuevo apartamento la esperaba en Hurlingham, había elegido esa ciudad por su belleza arquitectónica de estilo inglés y sus amplios espacios verdes y arbolados. Ella estaba acostumbrada a vivir entre  paisajes verdes y grandes superficies para salir en bici, correr, patinar o hacer ejercicios al aire libre. Era una chica deportista, así que no dudó en perder algo de su tiempo para buscar una buena zona donde vivir, eso para ella era importante. Esta ciudad le pareció perfecta, además estaba a tan solo veinte kilómetros de la capital.
Salió del  Aeropuerto Internacional de Ezeiza Ministro Pistarini, para coger un taxi que la llevaría a su nuevo hogar.
Eran treinta y cinco minutos de ruta cuando ella lo consultó en Google Maps, pero una vez allí, se dio cuenta de que el tráfico era apoteósico y que seguro que le costaría más de los minutos que Google Maps le había informado…  Muchos coches, pitidos y con las ventanillas bajadas gritándose los unos a los otros. Había semáforos, pero nadie hacia caso de ellos. Después de más de una hora en el taxi  y sin aire acondicionado, llegó a ‘Zarracatalla número 18, 2ºA’.
Era igual que en las fotos, un hermoso apartamento de una habitación, con una cocina-comedor, un baño y una amplia terraza desde la que podía admirar el parque Cañuelas, un parque de  ciento cincuenta hectáreas, en el que podría salir todas las mañanas a correr. El tiempo acompañaba, temperatura de 24ºC, dejó las maletas en la habitación, se dio una ducha rápida, sacó uno de los vestidos que su madre le había metido en la maleta y  salió a dar una vuelta por el barrio. Mientras bajaba las escaleras, se cruzó con dos chicas, ellas le sonrieron e hicieron un saludo rápido. 
—¡Hola!
—¡Hola, buenas tardes! —dijo Freya.
Era sábado, mientras iba en el avión, sacó el mapa que había comprado en Madrid y se puso a redondear y a hacer un esquema con los sitios cercanos que podría visitar. También quería investigar el metro y los trenes para llegar a su lugar de trabajo el miércoles, así que miró dicho planning y decidió darse un paseo por su calle,  Zarracatalla. Era una calle amplia y larga, tenía una distancia de trece kilómetros. Conforme iba caminando se fijó en las tiendas de ropa, de comida, supermercados, video-club, estancos y bares. Estaba muy contenta por haber elegido esa ciudad, por los poros de su piel radiaba felicidad. Se fijaba en la gente, había muchos alemanes, y también escucho a la gente hablar en inglés, hay que recordar que Hurlingham es una colonia británica, alemana, italiana y española, por lo que se sentía muy a gusto entre tanta diversificación de culturas y no se extrañó al escucharlos conforme ella iba andando.
Antes de volver a casa decidió meterse en el 9Reinas. Le llamo la atención porque le recordó a la película protagonizada por Eduardo Darín. Era un bar grande, de dos pisos y realmente estaba muy bien decorado, tenía mucha luz, ya que tenía unas enormes cristaleras que dejaban ver todo lo que había dentro o por el contrario, todo lo que había fuera del local.
Mientras estaba en la fila se fijó en el chico que estaba atendiendo, un chico de su altura, castaño y de ojos marrones. Debería de pesar unos 68 kilos y parecía que tenía uno o dos años más que ella.
Freya pidió un batido de fresas y el chico de detrás de la barra le contesto:
—Perdona, ¿qué me pediste?
—Un batido de fresas, por favor —dijo señalando las fresas.
—¿Querés decir un licuado de frutillas?
Freya notaba como le subía el calor por las mejillas, pensaba que iba a explotar y se fue avergonzada. Estaba cabreada.
—¿Seré idiota? ¡No vuelvo más a ese bar! ¡¡Qué vergüenza!!
Odiaba sonrojarse cada vez que pasaba vergüenza, había probado todos los tipos de maquillajes, fluidos, compactos, polvos sueltos, compactos en crema, mousse… y ninguno conseguía  tapar su rojez.
Decidió ir a hacer la compra y cenar en casa. Entró en una tienda  pequeñita a escasos metros de casa, compraría lo justo para no ir muy cargada. Compraría poco a poco ya que aquí no tenía coche para poder meter la compra en él. Había pensado en comprarse una moto para trasladarse por la ciudad, también lo tenía anotado en su planning, y estaba programado para el lunes por la mañana: ‘buscar una moto de segunda mano’. Compró más de lo que había pensado y acabo con dos bolsas de plástico llenas de comida, leche de soja, cereales muesli para desayunar, varias galletas de chocolate, algo de fruta, lechuga, tomates, atún, pasta, vegetales, aceite, sal y vinagre. Cuando fue a cruzar la calle escuchó una voz conocida.
—¿Querés que te eche una mano?
—¡¡Tu!!
—Si, hola, soy yo, Diego. Antes no me has dado tiempo de decirte ni adiós.
—Perdona, pero acabo de llegar a la ciudad, eras la primera persona con la que hablaba y me he quedado cortada cuando no has entendido lo que te he pedido, un batido de fresas, ¡uy! ¡Perdón! Un li-cu-a-do de fru-ti-llas, dijo Freya en con retintín.
—Jajaja, no lo dije por molestarte. No te lo tomes a mal, no deberías de haberte ido. ¡En el 9Reinas hacemos los mejores licuados de toda la ciudad!
—Lo sé, pero no sabía qué hacer, perdona.
—Yo ya me he presentado, ¿me podes decir tu nombre?
—Me llamo Freya y como te he dicho acabo de llegar de un vuelo muy largo. He ido a dar una vuelta para conocer un poco la ciudad y hacer una mini-compra para mi piso.
—Encantado Freya —Diego se acercó para darle dos besos.
—Gracias por la ayuda, este es mi portal.
—¡Aquí viven unas amigas mías! ¡Qué casualidad!
—¿Ah si? Bueno, tengo algo de prisa, gracias por la ayuda.
—Pasate mañana por el 9Reinas a desayunar, yo invito.
Freya se limito a sonreír.
—¡Te espero mañana Freya! No me faltes.
Eran las 21.15 de la noche, Freya estaba exhausta, día de vuelo y de visitar una pequeña parte de la ciudad. Se preparó una ensalada, comió una pieza de fruta y cayó rendida.
Las 15.20, Freya no daba crédito. ¡¡¡Había dormido quince horas!!!  Pensó en el desayuno al que Diego le había invitado y se alegró de no haberse levantado antes, porque habría estado dándole vueltas a la cabeza con si ir al 9Reinas o no. Y ella no quería saber nada de ese chico. Ella estaba allí para hacer su año de prácticas y conocer todo lo que pudiera el país.
Deshizo las maletas y dejó toda la ropa colocada en el armario. Tendría que volver a pasar a la tienda de al lado para hacer algo más de compra, gel, champú, secador… y algo más de comida.
Una vez acabó de hacer sus compras, comió y salió a coger el tren y más adelante el metro.
Era su parada, la Nueve de Julio. Bajo del metro y empezó a subir las escaleras, desde las que vio el Obelisco. Conforme  iba acercándose a él, más lo admiraba, sesenta y siete metros de altura en el mismísimo centro de la ciudad, rodeado de la Avenida Corrientes, llena de restaurantes, cafeterías, librerías, cines, teatros y otros tantos complejos donde disfrutar del centro Buenos Aires. Y de la Avenida Nueve de Julio, calle destacada y conocida por ser una de las más anchas del mundo, con sus ciento cuarenta metros. Argentina tenía muchos lugares para conocer. Siguió paseando por la Avenida Nueve de Julio hasta llegar a la Avenida de Mayo, ahí estaba la Plaza de Mayo, y en su centro presidiendo la Pirámide de Mayo, un monumento centenario de la Revolución, cuya estatua situada sobre la cúspide representa la libertad. Un espacio verde con palmeras traídas desde el mismísimo Río de Janeiro, diferentes fuentes espectaculares y al fondo, la Casa Rosada. Era más grande de lo que se había imaginado y estaba rodeada de vallas muy altas.
Se metió en un bar a tomar un refresco y reponer energía y mirando su mapa pensó que podría ir andando hasta Puerto Madero, según el mapa eran sólo 1,4 kilómetros. En este barrio todas las calles llevan nombre de mujeres que se destacaron en la vida. Es una zona portuaria, los viejos diques fueron convertidos en bares, discotecas, cines y sitios de interés que atraen tanto a los turistas como a los habitantes de Buenos Aires. El este del oeste se encuentran comunicados por El puente de la Mujer, una obra del español Santiago Calatrava.
Dando  un paseo frente al centro de museos de la ciudad vio una obra monumental, esculpida en mármol. Se trataba de la Fuente de las Nereidas que muestra a la diosa Venus dentro de una gran concha marina, junto a un séquito de nereidas. Freya quedó flasheada con esta escultura. Representaba el feminismo en estado puro.
Miró el reloj, las 21.30. Ya casi no había sol, quería aprovechar su visita al centro de la ciudad para ver la calle Florida, una calle comercial, encantadora, con galerías, salones para tomar el té y seguro que hoy, al ser domingo estaría a rebosar. Menos mal que se había puesto ropa cómoda, sus inseparables vaqueros cortos, una camiseta de la banda Motörhead ancha y rajada y sus deportivas, unas Asics Gel Noosa Tri 7.
Cierto era, la calle estaba a explotar, mucha gente extranjera. En una heladería había una fila increíble, Heladería Flamingo. Se incorporó a la fila. Iba más rápida de lo que parecía.
—El numero 109.
—¡Si! ¡Yo!
—¿Que le apetece señorita, tarrina o cucurucho?
—Un cucurucho de chocolate con dos bolas de dulce de leche, gracias.
—Ya estoy en ello. ¿Le apetece probar alguno de nuestros alfajores?
—¡Vale! ¿Cual me recomiendas? 
—Un alfajor tucumanos: la base es de galletita crocante y esta relleno de miel de caña. ¡Oh, mi favorito! —dijo señalándolo. —Es el que esta bañado en chocolate y relleno de dulce de leche.
—Póngame uno de cada para llevar y también una botellín de agua.
—Aquí tenes.
Mientras marchaba a coger el metro para dirigirse a casa iba saboreando el helado, estaba realmente bueno, volvería.
Llego a casa. Eran cerca de las 00:00 de la noche.
Sacó su ipad para poner música mientras se duchaba. ‘The Speed of Sound’ empezó a sonar. Los había visto en concierto, un concierto alucinante en el Vicente Calderón en el año 2012. ¡Qué buenos momentos! Le encantaba Coldplay.

Rrrrrrriiiingggggggggggggg
Freya se despertó de un brinco. ¿Quién llama? ¿Quién podría ser? Cogió el interfono.
—¿Si? ¿Hola?