viernes, 31 de octubre de 2014

Colección Uni2. Tú, yo... y él. 4. Vuelta a la realidad.

Cuarto capítulo de "Tú, yo... y él", de Merche Comín titulado "Vuelta a la realidad". Seguiremos las peripecias y doble vida de Mónica. ¿Qué ocurrirá tras el apasionado encuentro del capítulo anterior?



4.      Vuelta a la realidad.


—¡Mira por dónde vas! —me increpó el ciclista mientras pasaba a dos milímetros de mis pies…
La verdad es que me daba igual, todavía estaba disfrutando de mi mensaje con una gran sonrisa de boba en la cara. En unos segundos y volviendo al mundo real, tuve que cerrar la conversación y seguir mi camino, ya casi era hora de volver al colegio a recoger a Efrén.
Llegando a casa de mis padres, me suena otra vez el móvil. Comienza la búsqueda en el bolso, y como siempre, cuando ya lo tengo en la mano, deja de sonar. Así que sin mirar quien era, toco el timbre de la puerta y guardo el móvil en el bolso. Subí y abrí la puerta.
—¡Hola! —saludé con la mejor de mis sonrisas, intentando reducir con eso el enfado que pudiesen llevar…
—¡Hola hija! —contestó mi madre con la cara un tanto extraña.
—¡Hola papá! —dije mientras entraba al salón.
La cara de mi padre, estaba desencajada. He iba empeorando  mientras me acercaba a él para darle un beso. Cuando de pronto, y antes de llegar a saludarle, vi una persona sentada en el sofá de enfrente que se levantaba conforme yo iba adentrándome en la habitación.
—¡Hola Mónica! —dijo con una voz titubeante—. Yo…
No deje ni que terminase la frase.
—Tú, ¿qué? —le reproché—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? No eres nadie…
No se describir muy bien la sensación de impotencia, rabia, odio y pena que sentí en ese momento. La situación, en verdad era muy desagradable. Mis padres allí, en medio de un problema que no era suyo, porque era mucho más que eso. Un problema de su hija y de su nieto. Tenía el cuerpo paralizado, no podía ir ni hacia delante ni hacia atrás. Deseaba abalanzarme sobre él, y no responder ante tanto asco que me producía. Asco, sí. Por fin he encontrado la palabra exacta.
—¡Que qué haces aquí, te he preguntado! ¿Me puedes contestar? —mi agresividad iba subiendo, al igual que el tono de mis palabras.
—Mónica, yo…
—Tú, ¿qué? —dije de nuevo dando un paso hacia delante. Mi madre me agarró del brazo para evitar que me acercase más a él. Y se quedó detrás de mí.
—¡Déjame que te explique! —me contestó mientras le daba una pataleta cual niño enrabietado.
—¡Explica! —gritó mi padre—. Explica y sal rápidamente de esta casa.
—No sabía a dónde ir, dónde encontraros... —volvió la cara hacia mí, y puso esa cara de pena, con esos ojos que antes conseguían engañarme—. Cambiasteis de piso y de número de teléfono. He cambiado Mónica, te lo juro. —dijo haciendo un gesto con sus brazos señalándose a sí mismo—. Vengo a por ti, y a por nuestro hijo. Dame una oportunidad, por favor.
—Nuestro hijo. Sí, cómo si el hecho de dejar embarazada a una mujer ya te diese el derecho de hacerte llamar padre. ¡Sal de aquí! —señalé la puerta estirando el brazo al máximo, consiguiendo así apartar a mi madre del camino.
—De verdad, he cambiado. Os puedo dar una buena vida. Tengo trabajo, tengo…
—¡Sal de aquí! —le grité.
—Escúchame, por favor. Dame otra oportunidad —juntó las manos a la altura de la boca, demostrando así que pedía otro favor.
—Escúchale a ella. No quiere verte más. Desaparece de su vida —dijo mi madre con un tono de súplica.
Mi padre, que estaba justo enfrente suya, y le separaba la mesita del salón, increpándole con los brazos sólo tuvo que gritar una palabra, para desatar la ira del momento.
—¡FUERA!
Agachó la cabeza, y sin más, fue andando a paso lento hacia la puerta. No sin antes, justo cuando pasaba por mi lado, y aprovechando que mi madre se había tapado la cara con las manos, dedicarme una sutil mirada de amenaza, a las que en su momento, me tenía acostumbrada.
—Mónica, yo… —volvió a cambiar su mirada mientras intentaba decir algo, que nadie supo el que, ya que todos al mismo tiempo volvimos a gritarle que se largase.
Cuando cruzó la puerta de la entrada y al fin salió de casa, mi madre se apresuró en cerrar y se puso a llorar. A mí no me salían las lágrimas. Me giré y vi a mi padre apoyado en la pared intentando relajarse. Cogí a mi madre, y al paso también agarré a mi padre. Nos sentamos en el sofá, y pasaron los minutos sin mediar palabra.
Mis padres se miraban entre sí. Y se hablaban sin necesidad de decir nada.
—Voy a buscar a Efrén. Enseguida vengo —les comenté mientras me levantaba.
—No hija, no vayas tu sola. Vamos los tres, que seguro que el chico se pone muy contento de vernos a todos allí —dijo mi madre.
Respiré hondo, y entonces entendí que durante una larga temporada no iban a dejarme sola. Y se lo agradecía infinitamente.
Salimos a la calle y ninguno dijo nada, pero todos íbamos con mil ojos, mirando a todas direcciones. Lo más probable sería que quisiese saber dónde estaba el colegio de su hijo. Así que dimos bastante vuelta, hasta llegar al coche de mis padres, y una vez montados, hicimos otro recorrido.
Llegamos al colegio muy justos de tiempo. Así que mientras ellos daban una vuelta con el coche, yo baje para recoger a mi hijo que salió como siempre con la mejor de las sonrisas, ajeno a el problema que le rodeaba.
—¡Hola yayos! —dijo mientras les plantaba los besos oportunos. ¿Qué me has hecho de comer yaya? —como siempre, no perdía el tiempo…
Mis padres y Efrén seguían hablando, y yo encontré un momento de intimidad en la parte de atrás del coche para pensar lo que me acababa de pasar… Ahí fue cuando al relajarme me cayeron las primeras lágrimas.
—¿Qué pasa mami?
—Nada cariño —contesté frotando mis ojos con las manos—. Que con este cierzo, se me ha metido algo a los ojos —mi madre se volvió y me acarició la cara evadiéndome así por un momento a la tranquilidad de no sentirme sola.
El día fue transcurriendo con toda la normalidad que aparentemente podíamos tener. Había llamado a mi trabajo de por las tardes para decirles que no me encontraba bien. Hice lo mismo con las clases de mi hijo. Así podíamos estar en casa todos juntos. Algo poco común para Efrén, ya que cuando yo no trabajaba estábamos en nuestra casa, y no en la de los abuelos. Así que para lo que mi hijo pensaba que era un día de fiesta para los demás era un infierno compartido.
A lo largo de la tarde me vino a la cabeza Izan. Y me acordé que ni siquiera le había contestado. No estaría mal que le contestase, ya habían pasado unas horas y ya le había generado esa intriga de que estuviese esperando mi respuesta. Y aunque precisamente hoy, no era el día más adecuado, quería que supiese que a mí también me había encantado pasar la noche con él.
Agarré mi móvil, hice caso omiso a las conversaciones de los grupos que me habían acumulado cientos de mensajes sin leer, y fui directamente  a la suya. Me quedé estupefacta al ver que me había seguido escribiendo. Y me quedé con una frase que me puso allá hacia el mediodía en la que me decía que si me apetecía que nos viésemos.

Antes de contestarle, quise ver la foto que tenía en su perfil. Ya que ni me había fijado. Abrí unos ojos como platos y volví a la realidad, cuando vi que en la foto de perfil estaba con la chica esa tan desagradable que me revolvió la tienda el día que lo conocí… Se me había olvidado el “pequeño detalle” de que Izan, no era sólo mío.

jueves, 30 de octubre de 2014

Conocemos a...

Hoy conoceremos al escritor de la semana, autora del capítulo del lunes pasado de Nuestra historia (35. Juego de tronas). Además en la entrevista tendremos a Lorena García Aznar.

ESCRITOR ANÓNIMO DE LA SEMANA
El capítulo arranca con la notitica de que Patricia estaba esperando un bebé también, y que este corriía peligro a causa de uno de los fuertes golpes que le propició Ramón.
Tom y Amandine acompañan hasta un vehículo que los devolvería a su casa a Mary y al pequeño Jack. La mamá les pide a los agentes que le mantengan informada de la evolución de Patricia y su bebé, ya que está muy agradecida por su gesto que le devolvió a su pequeño. Estos se comprometen a mantenerla informada.
Tres meses después Ramón permanece en prisión, acusado del secuestro de Jack, el de Ana, robo de material médico y de la paliza a Patricia. Permanecerá entre rejas 15 años y 3 meses.
Patricia por su parte se recuperó estupendamente de la fuerte paliza y su embarazo sigue adelante.
Mary y Jack recuperaron su vida anterior, más tranquilos sabiendo que Ramón permanece en prisión. Tom y Amandine los mantienen informados y hace un mes y medio estuvieron en España visitando a Patricia.
Sandra y Rafa afianzaron su relación y se decidieron a alquilar un piso cerca del de Ana y Pedro.
Ana había pasado la fase más crítica de su embarazo y comenzaba a disfrutarlo de verdad, aunque más pesada, claro. Su relación con Pedro había vuelto a la normalidad. La última ecografía desvelo que serían dos niñas (Candela y Lucía).
Ambos disfrutaban del embarazo. Pedro comenzó a leer un libro sobre paternidad que le regaló su madre: Juego de tronas. Y aprendía todo lo que podía ante la llegada de los bebés.
Una tarde, mientras preparaba la cena y Ana descansaba en el sofá, sonó el telefono. Pedro respondió y una voz femenina contestó al otro lado del teléfono...
¿Quién será y qué querrá de la atormentada pareja? ¿Cual será el veredicto para el juicio de Pedro? ¿Cómo le irá a Ramón en prisión? No os perdáis el próximo capítulo.
En cuanto a su creadora es una asidua al blog ya que junto a su pareja colabora escribiendo una de las novelas de Colección Uni2 (Un destino inesperado). Esperó paciente su turno, en una semana dura (la siguiente a las fiestas de Agosto y de reencuentro con sus peques en la guardería tras un mes de merecidas vacaciones), y una vez que dispuso de todo lo necesario enseguida escribió este capítulo. Tenía claro que quería introducir un salto temporal en la historia, que finalmente fue de sólo tres meses, aunque estuvo tentada de hacerlo de mayor tiempo. Esta duda y los posibles desarrollos que podría adquirir la historia la tuvieron cabilando hasta que tomó esta decisión y la desarrolló. Un placer contar de nuevo contigo...
Gracias a... Natalia Carcas Gracia
Aquí os dejo el enlace a su perfil en facebook:
https://www.facebook.com/natalia.carcas?fref=ts



CONOCEMOS A...
Conocemos a…

Hoy conocemos a Lorena García Aznar, amiga y colaborador de Zarracatalla Editorial. Autora del capítulo XXVI de Nuestra historia titulado “Estamos contigo”, que cerró la primera temporada. Así se describe ella misma
Aprendiz de mucho, maestra de nada.

Nos va a responder a las preguntas de nuestros seguidores:
    En qué te inspiraste para escribir este capítulo y cómo te sentiste al recibir el encargo.
o      La primera impresión que tuve fue de sorpresa, seguida por una sensación de halago absoluta y para terminar aterrorizada por si no era capaz de realizar el encargo con el mismo nivel que mis predecesores.

    Donde, cuando y cual era tu situación cuando lo escribiste
o      Mi situación personal en ese momento era como la de costumbre en el último año, un caos. Me pasó de todo, la tecnología me odia. Mi conexión a Internet decidió no funcionar, después de tener todo el capítulo escrito, se borró entero y tuve que volver a reescribir.... En fin, un caos. Pero la teoría del gato panza arriba me ayudó a salir cuanto menos airosa, jeje

    ¿Cómo ves el proyecto Zarracatalla Editorial?
o      Me parece un proyecto fantástico, capaz de unir gente por un fin común. Algo digno de que siga adelante y hacerlo cada vez más grande.

    ¿Escribes habitualmente? ¿Cómo te has encontrado al hacerlo?
o      De más jovencita si que tuve un momento literata pero estos últimos tiempos lo cierto es que no. Me resultó muy emocionante descubrir que no toda mi imaginación está perdida

    Algo que no sepamos y que te gustaría compartir acerca del capítulo…
o      Como os comentaba antes, lo ocurrido entre bambalinas fue lo más estresante aunque reconozco que en más de una ocasión me dio la risa floja. No pudieron pasarme más cosas, todos los soportes informáticos con los que contaba para realizar el encargo fallaron, todos y cada uno de ellos.

    ¿Cómo creías que iba a continuar tu capítulo?
o      Lo cierto es que preferí no hacer elucubraciones sobre la continuación de mi capítulo.

    Recomiéndanos un libro, un disco y una película
o    “El ocho” de Katherine Neville, el “disco rojo” de los Rip y esto ya es más complicado pero “Dentro del laberinto” es una película que me trae muy buenos recuerdos
    Un sitio para quedar…
o      La otra (bocaus con rasmia), en el barrio de la Madalena. Cervecita buena, mojitos increíbles y muy buenos amigos

    En la presentación de Colección Cupido pudimos enterarnos de que habrá edición impresa también de Nuestra historia en la que has participado. Cuéntanos tus impresiones al respecto.
o      Me parece algo fantástico, muy contenta por la noticia y muy orgullosa por formar parte del proyecto

    ¿Cómo finalizarías Nuestra historia?
o      Prefiero que la historia me sorprenda, así que ahí no voy a entrar.

lunes, 27 de octubre de 2014

Nuestra historia. Capítulo XXXV. Juego de tronas.

Tras el capítulo de la pasada semana (34. Amandine) de Irene Royo Gracia, hoy la acción continúa...
El capítulo anterior arranca con Patricia hospitalizada en Pau y con Amandine, una asistente social francesa contratada por la Interpol acompañando al pequeño Jack hasta el aeropuerto para el viaje de regreso a casa.
En casa de Ana y Pedro siguen desconcertados por el mensaje de Patricia y deciden esperar más noticias desde Francia. Mientras Ana les cuenta al grupo lo ocurrido con Ramón y Pedro todo el desarrollo de su juicio. Sus amigos no dan crédito. También les cuentan que esperan gemelos.
Ya en Inglaterra Jack corre a abrazar a su mamá que lo espera a pie de pista. Amandine los acompaña hasta una sala para que ambos se tranquilicen, el pequeño descanse y se relaje con su madre y coma un poquito, para después llevar a cabo un interrogatorio.
Un miembro de la policía inglesa le toma declaración al pequeño Jack que describe los hechos desde su perspectiva infantil: el secuestro, la huida oculto en el maletero del coche y la escapada surcando toda Francia, y el desenlace de la historia con Ramón desesperado propinando una tremenda paliza a Patricia.
Tom, el policía que lo interroga les dice que afortunadamente Ramón se encuentra encarcelado en España y Patricia ha despertado y está recuperándose en el hospital y pronto será trasladada también a su país para seguir la recuperación aunque le ha quedado alguna secuela: no recuerda nada de lo ocurrido y además...
¿Qué le ocurrirá a la pobre Patricia? ¿Qué ocurrirá en la cita con Ian? ¿Se decantará Olga por Pedro y dejará plantado al pelirrojo? ¿Qué pasos seguirán Ana y Pedro en sus procesos judiciales? ¿Cómo le irá a Ramón en prisión? ¿Podrá Ana atender a razones y perdonar a Pedro por algo que no ha hecho o triunfará la perversa jugada de Olga? No os perdáis el capítulo de hoy.



XXXV. Juego de tronas.


Además… Patricia estaba esperando un bebé y un desafortunado golpe que le propició Ramón había causado problemas en el embarazo. De momento no había perdido al bebé pero la situación era muy complicada, aunque los médicos estaban haciendo todo lo posible para que tanto Patricia como el bebé salieran adelante.
Tom y Amandine acompañaron a Mary y a Jack hasta una puerta en el aeropuerto donde les esperaba un coche de la policía que les llevaría hasta su casa, donde intentarían recobrar la normalidad de sus vidas pese a la amarga situación que ambos habían vivido.
Antes de que Mary subiera al coche, les dijo a los agentes que le gustaría que la mantuviesen informada acerca de la evolución de Patricia. Sin dudarlo, ambos agentes asintieron y le dijeron que no se preocupara que ellos mismos se encargarían de hacerle llegar cualquier noticia acerca del estado de salud de Patricia y de su bebé. Al fin y al cabo, Mary sentía que había recuperado a Jack gracias a Patricia y que cuando esta se encontrara mejor, debía agradecerle lo que había hecho por ella y por su hijo.
Al mismo tiempo, en España, no daban crédito de cómo Ramón había podido sobrepasar tantos límites. Primero el secuestro de Ana, luego el de Jack y por último la brutal paliza a Patricia.

Tres meses después…
Ramón permanecía en prisión. Dos semanas después del fatídico suceso de Pau, fue llamado a juicio. No tuvo mucho que hacer en su defensa. Del secuestro de Ana había claras pruebas que le delataban robando el cloroformo en el hospital y además Ana se armó de valor y declaró en su contra. Fue duro tomar la decisión porque no quería volver a verle la cara y hasta ahora había ocultado todo lo ocurrido para, de algún extraño modo, defenderlo. Pero finalmente Ana pensó que era justo que pagara por el daño que había hecho. Del secuestro de Jack había dos testigos: Patricia y el mismísimo Jack.
También le acusaron de agresión. Patricia declaró, pero también los médicos que la atendieron tras la brutal paliza y los policías que la encontraron tendida en el suelo.
La sentencia del juez propició el ingreso en prisión de Ramón durante 15 años y 3 meses.
Patricia se recuperó estupendamente de todas sus lesiones y el bebé milagrosamente no sufrió ningún tipo de daño por lo que el embarazo continuó adelante. De vez en cuando todavía sueña con el secuestro pero una patadita de su bebé le hace despertar de esas horribles pesadillas.
Mary y Jack habían vuelto a recobrar su vida anterior al suceso vivido. Todavía lo siguen recordando pero ahora que Ramón ya está en prisión, Mary se siente mucho más segura.
Tom y Amandine la mantuvieron informada sobre el estado de salud de Patricia y de su bebé durante toda la recuperación. Hace mes y medio Mary y Jack decidieron viajar a España para ver a Patricia.
Sandra y Rafa continúan afianzando su relación y han decidido alquilar un apartamento en el centro, cerca de Pedro y Ana ya que Sandra  quiere estar muy cerca suya, pero en especial… ¡de sus futuros sobrinos!
Ana ya se encontraba mucho mejor de su embarazo. Las nauseas y vómitos típicos ya hacía tiempo que habían desistido y en estos momentos Ana estaba disfrutando de su embarazo. Cada vez se sentía más pesada pero también sentía a sus dos hijos y eso la hacía sentirse la mujer más feliz del mundo.
La relación con Pedro por fin se había encauzado de tal manera que no solo Ana estaba disfrutando del embarazo, sino que Pedro sentía que estaba viviendo la etapa más feliz de  su vida. Junto a Ana y a sus dos retoños.
El juicio de Pedro todavía está visto para sentencia.
Durante estos tres meses, las vidas de todos ellos habían cambiado mucho.
La última vez que todos ellos se encontraron en el Rock&Blues, todas las noticias que se dieron fueron buenas. El piso de Sandra y Rafa, la recuperación de Patricia y de su bebé… y Ana y Pedro les contaron que en la última ecografía que le habían hecho a Ana por fin habían visto el sexo de los bebé y eran… ¡dos chicas!
Esta última noticia dio muchísimo que hablar durante aquel encuentro… Los nombres de las niñas fue el tema más debatido. Hasta que Ana y Pedro les contaron que ya tenían decidido cómo se iban a llamar: Candela y Lucia eran los nombres elegidos. Todos aplaudieron de la emoción y a la tía Sandra se le saltaron hasta las lágrimas.
Pasaron una buena velada todos juntos y decidieron que aunque sus vidas fueran a cambiar, las reuniones en el Rock&Blues tenían que ser semanales.
Después de la reunión y con una mochila llena de buenas noticias cada uno marchó hacia su casa. Al llegar Ana ya no podía  más.
—Estas niñas me agotan —le dijo a Pedro—, voy a descansar un ratito.
Y mientras Ana descansaba, Pedro empezó a leer un libro que su madre y en vistas a su futura paternidad le había regalado. Lo primero que miró fue el título: “Juego de tronas: manual para la paternidad”.
—Madre mía —pensó Pedro—. ¿Por qué se le habrá ocurrido a mi madre regalarme un libro con este título?
Comenzó a leer. El libro hablaba de la lactancia, de los cólicos y de todas las cosas de los bebés que un padre primerizo no sabe. A Pedro cada vez le gustaba más lo que estaba leyendo y tenía ganas de que Ana se levantara para contarle y explicarle todo lo que había aprendido.
Y así pasó una semana entre preparativos y compras para la llegada de las niñas. Pedro seguía asombrado de la cantidad de cosas que podían llegar a necesitar dos cositas tan pequeñas.
El  jueves por la tarde Pedro y Ana se encontraban en el sofá de su apartamento. Ana con continuas molestias por las patadas que le daban las pequeñas. Por fin a Ana le habían dado la baja en el trabajo. Cada vez se encontraba más y más pesada y el volumen de su tripa ya le impedía realizar bien su trabajo.
Ahora Pedro, tenía que mimar y cuidar mucho a Ana y así estaba cumpliendo las órdenes del ginecólogo. Estaba preparando algo para cenar y se disponían a ver una película cuando de repente sonó el teléfono:
¡¡¡¡Ring ring!!!!
—Pedro, corre cariño que a lo que me levante del sofá ya han colgado.
¡¡¡¡Ring Ring!!!!
—¡Pedroooooooooo!
Este al oír el grito de Ana salió corriendo de la cocina. Estaba inmerso en su mundo cocinando mientras escuchaba una canción de Fito a toda pastilla: “Se  me ponen si me besas….rojitas las orejas….paparabara paparabara…”
—Lo siento cariño… Estaba…
—Ya —le replicó Ana—. Estabas cantando a toda voz.
Ambos rieron. Pedro descolgó el teléfono:
—¿Sí?
—Hola —respondió una voz femenina.

—Hola —contestó Pedro esperando algún detalle más de la persona que estaba al otro lado del teléfono…

viernes, 24 de octubre de 2014

Colección Uni2. Un destino inesperado: 4. Un encuentro escurridizo.

Cuarta entrega de la novela "Un destino inesperado" de Natalia Carcas y David Carrasco. En este ocasión titulado: "Un encuentro escurridizo", que nos narra las andanzas de Esteban, nuestro protagonista indigente, ahora al lado de su nueva compañera Julia. ¿Quién llamará a la joven a gritos en el Macanaz?



CAPITULO 4. Un encuentro escurridizo.


Julia y yo nos volvimos para descubrir quién era el gritaba. A lo lejos vimos a un chico. Era alto, rubio e iba vestido con traje y corbata.
Julia palideció al verlo. Su expresión cambió y cuando se percató de que el muchacho andaba hacia donde estábamos se giró y me dijo:
—Esteban, comienza a andar…
—¿Peeeeeroooo…? ¿Qué pasa? —le pregunté muy sorprendido.
¡Esteban! —me gritó—. Te he dicho que comiences a andar. Cuando perdamos a ese de vista, te contaré que pasa.
Asentí con la cabeza y sin rechistar comencé a andar a la par de Julia a paso bastante ligero. Seguía perplejo por la situación pero la verdad es que confiaba en Julia, desde que la conocí las cosas me iban un poquico mejor.
Caminábamos muy ligeros, casi corriendo y empezamos a callejear por las estrechas vías del Arrabal. El muchacho en cuestión nos seguía. Tras diez minutos esquivándolo sin éxito, Julia me dijo:
—Corre ven, sígueme —miró hacia atrás y revolvimos una esquina—. Tenemos un pequeño margen de tiempo hasta que gire. Hay que buscar un sitio para escondernos.
De repente, de uno de los portales de la calle donde estábamos vio que salía una anciana. Julia corrió a sujetarle la puerta.
—No se preocupe señora, yo le agarro la puerta —le dijo a la señora educadamente.
—Muchas gracias amante. Ya es raro encontrar una persona joven tan considerada con nosotros los abuelicos.
—De nada señora, es un placer.
Julia agarró la puerta hasta que la mujer desapareció de nuestra vista y me gritó:
—¡Corre Esteban, entra aquí! ¡Seguro que le despistamos!
Y así fue. Nos escondimos detrás de los buzones y desde allí vimos pasar de largo al misterioso muchacho.
Nos quedamos allí durante un cuarto de hora para asegurarnos de que el chico hubiera desistido de buscarnos.
—¡Vamos! Creo que ya andará bien lejos o se habrá cansado de buscarnos —me dijo.
Sin rechistar salí detrás suyo del portal. Estuvimos un rato andando hasta que me cansé. Me volví hacia ella y le dije:
—Julia… Creo que me debes una explicación de lo ocurrido, ¿no crees?
Julia me miraba con los ojos como platos.
—Sí Esteban, vamos a buscar algo para comer  y volvemos a la cabaña. Allí te contaré quién es, por qué me conoce y por qué tenía tanto interés en encontrarme.
Asentí con la cabeza y continuamos caminando dirección a la cabaña. Julia había dicho que íbamos a conseguir algo de comida y estaba intrigado por saber como la iba a conseguir esta vez. Tras un buen rato andando y ya casi llegando a la cabaña, nos paramos en la puerta de Carrefour.
—Esteban, espérame aquí, vuelvo enseguida.
No me dio tiempo a reaccionar. Cuando fui a buscarla con la mirada ya estaba dentro del centro comercial bajando por las escaleras mecánicas. Fue un visto y no visto. De repente apareció, con una bolsa y sin decir nada comenzó a andar. Me preguntaba que habría hecho esta vez y sin darme tiempo a preguntarle me dijo con una pícara sonrisa:
—Esteban, hay que tener contactos en todos los sitios.
Sonreí, me puse a la par de ella y seguimos caminando sin mediar palabra. No sabía lo que había en la bolsa pero salía un olorcico que estaba despertando a mi estómago.
Llegamos a la cabaña y cada uno nos sentamos en un sofá. Julia sacó lo que había en la bolsa.
¡Dios mío! No me lo creía…. ¡Era un pollo asado!
Julia se echó a reír al verme la cara.
—¡Chico, chicoooooo, Estebannnnnnn, vuelveeeeee!
—¡Uy! —exclamé—. ¡Cuánto tiempo hacia que no veía, olía y cataba uno de estos! ¡Se me cae hasta la baba!
—Bueno, pues… ¡Al ataque! —gritó Julia entre risas.
Tras el festín de pollo y con la tripa llena, no pude aguantar más. La curiosidad sobre lo ocurrido por la mañana me estaba matando. Así que me armé de valor y pregunté:
— Oye Julia, sigo intrigado con lo ocurrido esta mañana con el tipo del parque. ¿Te importaría…?
—Sí, Esteban —me interrumpió—. Te voy a contar la historia. El chico que me buscaba en el parque es Óscar, mi hermano.
No me hizo falta decir nada, mi cara debía ser un poema.
—Pero… ¿tu hermano? ¿Y por qué huyes? —le pregunté.
—¿Recuerdas que te conté que había tenido problemas con las drogas?
—Sí, sí, lo recuerdo perfectamente —le contesté asintiendo con la cabeza.
—Bueno, pues cuando decidí que tenía que salir de aquel infierno fui a pedirle ayuda a mi hermano. Yo siempre he sido la oveja negra de la familia y él, el ojito derecho de todos. Terminó sus estudios, montó una empresa que afortunadamente y con los tiempos que corren  le funciona muy bien, se casó y tiene dos niñas preciosas. Es decir, es todo lo que unos padres sueñan para sus hijos. Bueno pues como te decía, acudí a él para pedirle ayuda para salir de las drogas.
—¿Y qué pasó? —le pregunté si cabe aún más intrigado.
—Pues no tuvo suficiente con negarme su ayuda que además me dijo toda una sarta de barbaridades, entre ellas que no quería volver a verme.
—¡Venga ya Julia! ¿En serio? —exclamé cada vez más alucinado.
En ese momento me paré a pensar en que yo me había quedado solo por la muerte de mi madre pero Julia estaba sola aun teniendo a gente cercana vivita y coleando.
—¿Bueno, y ahora por qué te busca? —le pregunté.
—Hace ya un par de meses que una vez a la semana se deja caer por Macanaz. Sólo he hablado con él una de esas veces. Me dijo que estaba muy arrepentido de no haberme ayudado en su momento y que me iba a ayudar en lo que necesitase.
—¿Y qué le dijiste?
—Pues que me dejara en paz, que cuando le pedí ayuda me la negó y que ahora no la necesitaba —me contó Julia mientras los ojos se le pusieron vidriosos.
Sin decirle nada, me senté a su lado en el sofá rojo, la abracé para consolarla y así nos quedamos dormidos.

No sé cuánto tiempo habíamos dormido cuando de repente…

jueves, 23 de octubre de 2014

Conocemos a...

Hoy conoceremos al escritor de la semana, autora del capítulo del lunes pasado de Nuestra historia (34. Amandine).

ESCRITOR ANÓNIMO DE LA SEMANA
El capítulo arranca con Patricia hospitalizada en Pau y con Amandine, una asistente social francesa contratada por la Interpol acompañando al pequeño Jack hasta el aeropuerto para el viaje de regreso a casa.
En casa de Ana y Pedro siguen desconcertados por el mensaje de Patricia y deciden esperar más noticias desde Francia. Mientras Ana les cuenta al grupo lo ocurrido con Ramón y Pedro todo el desarrollo de su juicio. Sus amigos no dan crédito. También les cuentan que esperan gemelos.
Ya en Inglaterra Jack corre a abrazar a su mamá que lo espera a pie de pista. Amandine los acompaña hasta una sala para que ambos se tranquilicen, el pequeño descanse y se relaje con su madre y coma un poquito, para después llevar a cabo un interrogatorio.
Un miembro de la policía inglesa le toma declaración al pequeño Jack que describe los hechos desde su perspectiva infantil: el secuestro, la huida oculto en el maletero del coche y la escapada surcando toda Francia, y el desenlace de la historia con Ramón desesperado propinando una tremenda paliza a Patricia.
Tom, el policía que lo interroga les dice que afortunadamente Ramón se encuentra encarcelado en España y Patricia ha despertado y está recuperándose en el hospital y pronto será trasladada también a su país para seguir la recuperación aunque le ha quedado alguna secuela: no recuerda nada de lo ocurrido y además...
¿Qué le ocurrirá a la pobre Patricia? ¿Qué ocurrirá en la cita con Ian? ¿Se decantará Olga por Pedro y dejará plantado al pelirrojo? ¿Qué pasos seguirán Ana y Pedro en sus procesos judiciales? ¿Cómo le irá a Ramón en prisión? ¿Podrá Ana atender a razones y perdonar a Pedro por algo que no ha hecho o triunfará la perversa jugada de Olga? No os perdáis el próximo capítulo.
En cuanto a su creadora es una fiel seguidora de Nuestra historia desde el principio y tuve que insistir bastante hasta que conseguí hacerla participar. Esta joven estudiante de apenas dieciocho añitos nos
sigue cada semana y era de las que pedían capítulos más largos o incluso dos por semana. Desde que le tocó enfrentarse al reto de escribir uno ha desistido en sus peticiones... ¿por qué sera? Salió airosa de la prueba y resultó ser otra semana intensa de comunicaciones vía redes sociales. Parezco más un "personal coach" que un administrador del blog, pero conseguí picar su orgullo y que sacara todo para entregar el capítulo casi a tiempo, je je. Y como todos los mensajes no van a ser en una dirección, también tengo que decir que puede hacer "lo que le de la gana" ya que es la alumna más aventajada del "artículo 34" y con esa sonrisa y poniendo morritos puede conseguir lo que quiera. Que precisamente es lo que hacemos los guapillos... Me he divertido muchísimos atornillándote un poquito el cerebro y compartiendo este proyecto entre otros contigo.
Gracias a... Irene Royo Gracia
Aquí os dejo el enlace a su perfil en facebook:
https://www.facebook.com/irene.royogracia?fref=ts



CONOCEMOS A...
Hoy conocemos a Vanesa Giménez Borobia, amiga y colaboradora de Zarracatalla Editorial. Autora del capítulo XIX de Nuestra historia titulado “Dime que no es un sueño”. Así se describe ella misma:
Bueno es un poco difícil describirse a una misma, porque cada persona te puede ver de muchas maneras diferente, pero yo me considero una persona simpática, risueña, muy habladora, nerviosa, a veces algo cabezona, colaboradora… No sé que mas puedo decir sobre mí, creo que las personas que me conocen ya saben cómo soy. ¡Ah, se me olvidaban dos cosas! La primera es que soy súper aficionada a la JOTA. Me pegaría todo el día cantando jota y lo que no es jota. En resumidas cuentas, me encanta la música. Y la segunda es que soy muy muy LUCENERA (estoy deseando que sea viernes para salir de trabajar, coger el coche y rumbo al pueblo).

Nos va a responder a las preguntas de nuestros seguidores:
    En qué te inspiraste para escribir este capítulo y cómo te sentiste al recibir el encargo.
o      La verdad es que desde el primer momento cada lunes estoy a la espera de cada capítulo. Me enganche desde el primer momento ha esta historia. Y cuando recibí el encargo de que si quería escribir un capitulo, me puse muy nerviosa y lo primero que pensé es que no sería capaz de escribir, veía mucho nivel y esa misma noche empecé a escribir sin saber cómo iban a continuar el siguiente capítulo que David me iba  mandar. La verdad es que me tire a la piscina pero me salió bien la jugada. En lo que me inspire no lo sé muy bien, me fueron saliendo las ideas solas, solo quería que fuera una historia feliz.

    Donde, cuando y cual era tu situación cuando lo escribiste
o      Lo escribí en dos veces y en dos lugares diferentes. La primera vez fue en mi piso en Zaragoza con mi patata de portátil, en mi habitación y encima de la cama. Empecé a escribir como he dicho antes sin saber cómo iba a continuar la historia. Y la segunda vez fue en  mi casa en Luceni, cuando llegue a mi casa y encendí mi ordenador de mesa leí el capítulo y empecé a modificar cosas y acabar mi capítulo. Eran por lo menos las 2 de mañana, toda casa en silencio y hasta que no lo acabe no me acosté.

    ¿Cómo ves el proyecto Zarracatalla Editorial?
o      Veo un proyecto genial, me encanta.

    ¿Escribes habitualmente? ¿Cómo te has encontrado al hacerlo?
o      Escribir jajajaja, no. La verdad que no se me hizo muy difícil, me salían las idea solas, pero volví loco a mi novio, él era el que me lo corregía.

    Algo que no sepamos y que te gustaría compartir acerca del capítulo…
o      Pues me sorprendí mucho al leer el capítulo de esta semana porque era una de mis ideas. Ramón, Teresa, Ana, el cloroformo y las cámaras de seguridad.

    ¿Cómo creías que iba a continuar tu capítulo?
o      Pues continuo como yo quería, que Ana estaba embarazada de gemelos.

    Recomiéndanos un libro, un disco y una película
o      Pues un libro, no soy mucho de leer pero el último libro que paso por mis manos fue Colección Cupido de Zarracatalla Editorial..
o      De discos, cualquiera es bueno ya que me encanta la música.
o      Películas, la verdad es que no soy muy amiga de las pelis, pero la ultima que vi fue “8 apellidos vascos”. Pero si tengo que recomendar películas, cualquiera de Disney (me encantan).

    Un sitio para quedar…
o      Cualquier sitio de LUCENI.

    En la presentación de Colección Cupido pudimos enterarnos de que habrá edición impresa también de Nuestra historia en la que has participado. Cuéntanos tus impresiones al respecto.
Mi impresión es que me parece una idea fantástica. Ya tengo ganas de tenerlo en mis manos.

    ¿Cómo finalizarías Nuestra historia?
o      Un final FELIZ.

lunes, 20 de octubre de 2014

Nuestra historia. Capítulo XXXIV. Amandine.

Tras el fantástico capítulo capítulo de la pasada semana (33. Cómo ha podido) de Lara Garijo Labanda, hoy la acción continúa...
El capítulo pasado continúa la acción y Olga decide no coger la llamada de Pedro mientras observa llena de dudas a Ian.
Ian Andrews hijo de padre adinerado y tradicional irlandés y madre humilde española que se conocen de jóvenes y ella queda embarazada. Para evitar problemas con la familia de su padre, su madre decide criarlo sola y regresa a España. Al pequeño no le faltaría nunca nada ya que su padre siempre se encargó de ello. Cuando fue mayor esto le permitió irse de Erasmus a Estocolmo y allí conoció a Olga.
Mario había quedado en el Rock and Blues con Hugo (abogado amigo suyo) para explicarle todo el lío en que su amiga Ana se encontraba inmersa. Este le explica que las cámaras de seguridad demostrarán que su amiga es inocente y que deben hablar con Teresa para que no presente denuncia y demostrar su teoría. Así lo hacen, Teresa accede a visionar las cintas con ellos y comprueban como el cloroformo lo roba Ramón. Así que la propia Teresa se quita un peso de encima al no tener que denunciar a su amiga y acto seguido interpone la citada denuncia contra Ramón que acumula otra más a la de secuestro de su propio hijo.
Ana, ante el lío que se produce ante la noticia y para explicar por qué estaba defendiendo a Ramón, decide invitar a sus amigos (excepto a Olga) a una cena para exponer la situación. De todos obtiene respuesta excepto de Patricia. Una vez en su casa, acomodados en el sofá comienza a explicar lo ocurrido. No dan crédito de cómo ha podido Ramón llegar tan lejos secuestrando a Ana.
Ana les pregunta sobre la situación de Patricia, que extrañamente no ha contestado a la cita (raro en ella), y Rafa y Sandra instintivamente intuyen que puede que esté ayudando a Ramón en alguno de sus chanchullos embaucada por este que sabe que la joven alberga alguna esperanza sentimental.
Patricia mientras en Pau aprovecha un descuido de Ramón para avisar a Ana de su situación junto a Jack. Esta lo comunica al grupo y rápidamente Rafa da parte a la policía.
Los cuerpos de seguridad rodean en un momento la casa y Ramón comprende que Patricia ha dado el aviso. Enfurecido entra en la vivienda y golpea salvajemente a la joven hasta dejarla tendida inconsciente. La policía desde el exterior le sugiere que se entregue, no tiene escapatoria...
¿Qué ocurrirá en la cita con Ian? ¿Se decantará Olga por Pedro y dejará plantado al pelirrojo? ¿Qué pasos seguirán Ana y Pedro en sus procesos judiciales? ¿Podrá Ramón escapar de la policía? ¿Patricia ha fallecido? ¿Podrá Ana atender a razones y perdonar a Pedro por algo que no ha hecho o triunfará la perversa jugada de Olga? No os perdáis el capítulo de hoy.



XXXIV.     Amandine.



Abrí los ojos y me desperté confusa.
Oía lluvia fuera, parecía una tormenta fuerte con mucho viento. El sonido me resultaba conocido, como si ya hubiera vivido alguna de esas tormentas tiempo atrás. Eran muy típicas allí en Pau. Al momento reconocí el lugar donde me encontraba, tiempo atrás había estado visitando a un amigo de mis padres que estaba hospitalizado, a pesar de tener alguna laguna de que hacia allí. Intenté incorporarme pero los goteros me lo impidieron. La puerta de la habitación se abrió y mamá corrió a abrazarme.
Mientras, la Interpol contactó con un asistente social francés que sería quien acompañara a Jack hasta Londres para el tan esperado encuentro con su madre. Desde la casa de Patricia en Pau hasta el aeropuerto no había mucho, apenas unos 7 kilómetros al noroeste que con el coche de la policía se hicieron más amenos, ya que desde pequeñito siempre había querido ser policía, y le hacía mucha ilusión montarse en uno. Un impresionante avión blanco y azul de la compañía Rynair sería la encargada de hacerles cruzar el Canal de la Mancha para llegar por fin a casa.

En casa de Ana y Pedro todavía seguían sin dar crédito a lo ocurrido, sin nadie que les informara de novedades no podían parar de hablar del mensaje de Patricia, olvidando realmente el motivo por el que habían quedado a cenar. Así que Pedro y Ana decidieron ponerles al día de sus vidas hasta que tuvieran más noticias desde Francia. Ana ya había contado toda la historia de Ramón y los chicos aún seguían sin dar crédito permaneciendo boquiabiertos, Pedro tomo el mando de la conversación ahora contando lo ocurrido en el juicio con la ayuda de Sandra y Rafa. Y entre tanta historia mala, la pareja también tenía una noticia buena que darles, que hasta Sandra desconocía.
—Chicos, con todos estos líos que tenemos ahora se nos ha pasado por alto deciros algo. No solo vamos a ser tres en la familia, ¡estoy embarazada de gemelos! —era Ana la encargada de comunicarles esta buena noticia.
Todos se pusieron como locos y corrieron a darles la enhorabuena a la pareja. Tomaron café y alguna que otra copilla.
Ya se hacía tarde y Ana estaba agotada (no nos podemos hacer a la idea de lo que debe de ser tener a dos retoños dando mal en el vientre…). Todos se marcharon y después de bastante insistir Pedro consiguió que Ana le dejara quedarse a hablar de lo ocurrido con Olga.


Al bajar del avión, ni siquiera espere a recoger la maleta, corrí hasta encontrar a mamá, estaba seguro de que Amandine la recogería por mí. Amandine era la chica que me había acompañado hasta Londres, lo poco que había podido conocerla me pareció encantadora, a pesar de toda la información que intentó que le contara sobre lo ocurrido en casa de Patricia, pero yo solo quería ver a mi madre y contárselo a ella.
Así que nada más llegar allí y abrazar a mamá nos trasladaron a una sala apartada del aeropuerto de Londres en la que me dejaron un ratito a solas con ella. La habitación era rectangular, bastante grande, había una mesa central que ocupaba todo lo largo de la sala, tenía un color blanco roto que desprendía tranquilidad, aunque igual era que por fin estaba con mamá y realmente era eso lo que me producía la tranquilidad. En un rinconcito de la sala había un sofá de cuero muy cómodo junto a una mesa pequeña con un montón de comida, fue toda una alegría ya que desde antes de lo ocurrido con mi padre no había llevado nada a la boca más que un mísero zumo de naranja en el avión. Empecé por el queso curado, me priva el queso fuerte, también comí algo de jamón serrano que estaba buenísimo, en efecto “me puse las botas”. Mamá no paraba de mirarme con orgullo mientras se le escapaba alguna lagrimilla cada vez que pensaba que me podría haber perdido o que me podría haber ocurrido algo malo. No se lo hubiera perdonado jamás.
—Todo saldrá bien hijo, ahora van a venir unos miembros de la policía para que les cuentes todo lo ocurrido allí desde el momento que Ramón se te llevo de casa —me dijo mamá mientras me agarraba fuerte de la mano.
—Pero mamá, yo no quiero que le hagan nada malo a Ramón, el sólo quería estar conmigo.
—Cariño, es necesario y tienes que hacerlo, Ramón no quería estar contigo. Si sólo hubiera sido eso yo le hubiera dejado, pero lo que él quería era separarnos, y yo eso jamás se lo voy a permitir a nadie.
La puerta se abrió y aparecieron un señor muy alto vestido de traje y corbata y Amandine que se mostro contenta al verme ya con Mary. Ella parecía también ya más relajada, tenía pinta de haberse podido dar una ducha y cambiarse de ropa. Tenía otro color.
—Hola Jack, soy Tom, encantado. Soy miembro del cuerpo de la policía inglesa, seré el encargado de llevar tu caso. Para eso te tienes que portar bien y contarme todo lo ocurrido desde que Ramón te secuestró hasta lo ocurrido en Pau. Sentémonos en la mesa, así podremos tomar nota de todo para que no se nos escape nada.
Mamá me acompaño hasta la mesa y se sentó a mi derecha sin separarse de mí y para apoyarme, enfrente nuestro se sentaron Tom y Amandine.
—¿Qué es lo que te dijo para convencerte de que te montaras en el coche cuando te secuestro en tu casa? —leyó Tom de un ordenador portátil que traía con él.
—No recuerdo mucho. Me sentó en el asiento trasero de su coche y sin dar tiempo a más arranco. Yo no paraba de preguntar por mi madre, y él me mandaba callar. Me decía que todo iría bien.
—¿A dónde fuisteis después de que se te llevara?
—Estuvimos parados un buen rato en un sitio, no se donde estábamos ya que me oculté en el maletero, supongo que seria para esconderme de algo o de alguien. De allí cogimos un tren hasta Francia y fuimos atravesándolo pasando siempre por pueblecitos pequeñitos para que nadie sospechara. Aunque yo empecé a confiar en él ya que era lo único que podía hacer y parecíamos un padre y un hijo sin nada que ocultar. Después de muchas horas de viaje llegamos a un pueblecito llamado Pau, allí nos estaba esperando una mujer. Empecé a cogerle cariño, cuando ella se dio cuenta de lo que estaba pasando y de quién era yo, buscó por todos los medios encontrar la escapatoria para que ambos saliéramos de allí vivos. Estaba súper asustado y nervioso, se me paso por la cabeza mi madre y si la volvería a ver —Jack comenzó a llorar al recordar todo lo ocurrido.
Mary abrazó a Jack para intentar tranquilizarlo. Amandine se levanto y le sirvió un vaso de agua del botellero que había junto a la puerta. Bebió sorbo a sorbo hasta que se lo acabo. Tom le dijo si prefería dejarlo para dentro de un rato, pero Mary decidió que lo mejor era acabar cuanto antes e irse a casa con Jack.
—Está bien —dijo Tom—. ¿En ese momento llego la policía? —continuó con la entrevista.
—Sí, al esconderme y oír a Patricia como lloraba comencé a oír las sirenas de la policía y a Ramón como gritaba y corría hasta dentro de la casa en busca de Patricia sin parar de insultarla. Cuando por fin dio con ella empezó a golpearla fuertemente. Yo sólo oía gritos. Me escondí como pude debajo de una cama, al cabo de unos minutos deje de oír los chillidos. Una voz muy fuerte se oyó a lo lejos por él bosque. Ramón se detuvo unos segundos, imagino que sería mientras pensaba que hacer, si entregarse o escapar. Comenzó a correr saliendo de casa dando un fuerte portazo. La policía se monto en los coches y lo persiguió hasta que en el pueblo más próximo, Gelos, consiguieron cogerlo. En cuanto Ramón se fue dos agentes de policía entraron en la casa y se quedaron con nosotros. Llamaron a un helicóptero, ya que Patricia apenas respiraba. En escasos diez minutos el helicóptero con todos los medios desplegados para reanimar a Patricia estaba allí. Se la llevaron rápidamente y ya desconozco lo ocurrido a partir de aquí —terminó Jack.

—Para vuestra tranquilidad, Ramón esta en España en la cárcel a la espera de juicio para entrar a prisión. Patricia ha despertado y se encuentra favorablemente recuperándose, posiblemente sea trasladada a España para continuar la recuperación —Tom los pone al corriente, a pesar de que no todo son buenas noticias—. Le ha quedado alguna secuela, sufrió algún fuerte golpe en la cabeza y no recuerda nada de lo ocurrido, además…

jueves, 16 de octubre de 2014

Conocemos a...

Hoy conoceremos al escritor de la semana, autora del capítulo del lunes pasado de Nuestra historia (33. Cómo ha podido).

ESCRITOR ANÓNIMO DE LA SEMANA
El capítulo continúa la acción y Olga decide no coger la llamada de Pedro mientras observa llena de dudas a Ian.
Ian Andrews hijo de padre adinerado y tradicional irlandés y madre humilde española que se conocen de jóvenes y ella queda embarazada. Para evitar problemas con la familia de su padre, su madre decide criarlo sola y regresa a España. Al pequeño no le faltaría nunca nada ya que su padre siempre se encargó de ello. Cuando fue mayor esto le permitió irse de erasmus a Estocolmo y allí conoció a Olga.
Mario había quedado en el Rock and Blues con Hugo (abogado amigo suyo) para explicarle todo el lío en que su amiga Ana se encontraba inmersa. Este le explica que las cámaras de seguridad demostrarán que su amiga es inocente y que deben hablar con Teresa para que no presente denuncia y demostrar su teoría. Así lo hacen, Teresa accede a visionar las cintas con ellos y comprueban como el cloroformo lo roba Ramón. Así que la propia Teresa se quita un peso de encima al no tener que denunciar a su amiga y acto seguido interpone la citada denuncia contra Ramón que acumula otra más a la de secuestro de su propio hijo.
Ana, ante el lío que se produce ante la noticia y para explicar por qué estaba defendiendo a Ramón, decide invitar a sus amigos (excepto a Olga) a una cena para exponer la situación. De todos obtiene respuesta excepto de Patricia. Una vez en su casa, acomodados en el sofá comienza a explicar lo ocurrido. No dan crédito de cómo ha podido Ramón llegar tan lejos secuestrando a Ana.
Ana les pregunta sobre la situación de Patricia, que extrañamente no ha contestado a la cita (raro en ella), y Rafa y Sandra instintivamente intuyen que puede que esté ayudando a Ramón en alguno de sus chanchullos embaucada por este que sabe que la joven alberga alguna esperanza sentimental.
Patricia mientras en Pau aprovecha un descuido de Ramón para avisar a Ana de su situación junto a Jack. Esta lo comunica al grupo y rápidamente Rafa da parte a la policía.
Los cuerpos de seguridad rodean en un momento la casa y Ramón comprende que Patricia ha dado el aviso. Enfurecido entra en la vivienda y golpea salvajemente a la joven hasta dejarla tendida inconsciente. La policía desde el exterior le sugiere que se entregue, no tiene escapatoria...
¿Qué ocurrirá en la cita con Ian? ¿Se decantará Olga por Pedro y dejará plantado al pelirrojo? ¿Qué pasos seguirán Ana y Pedro en sus procesos judiciales? ¿Podrá Ramón escapar de la policía? ¿Patricia ha fallecido? ¿Podrá Ana atender a razones y perdonar a Pedro por algo que no ha hecho o triunfará la perversa jugada de Olga? No os perdáis el próximo capítulo.
En cuanto a su creadora voy a decir que ha sacado adelante un gran capítulo. Esta joven soriana que estudia en Zaragoza, aunque actualmente la tenemos de erasmus por Swansea, equivocó la carrera. Gran capítulo para una mente privilegiada que estudia matemáticas en U.K. Llegó a este proyecto a través de nuestras amigas Sara Garcés y Patricia Aznar y las tres, que forman un grupo increible junto con otras compañeras han colaborado brillantemente a Nuestra historia con tres grandes capítulos. Además se incorporó al proyecto a últimisima hora cubriendo una vacante y sobre la marcha nos deleitó con este capítulo. Ha continuado la historia perfectamente a la par que nos ha presentado brevemente pero con suficiencia las circunstancias que rodean al personaje de Ian. Perfecto, además teniendo en cuenta el poco tiempo que tuvo para prepararlo. Un placer enorme sumar a más gente nueva a nuestra Zarracatalla de amigos. El círculo crece y se expande. Un placer contar con tu participación.
Gracias a... Lara Garijo Labanda
Aquí os dejo el enlace a su perfil en facebook:
https://www.facebook.com/lara.garijolabanda?fref=ts



CONOCEMOS A...
Hoy conocemos a Carlos López Carcas, amigo y colaborador de Zarracatalla Editorial. Autor del capítulo XXI de Nuestra historia titulado “Mary, soy Ramón”. Así se describe el mismo:
Persona sencilla, social y que disfruta cada rato que esta con sus amigos o familia. No me gusta darme mucho mal por las cosas y pensar en lo positivo. Amante de los deportes y del mundo taurino, casado y padre de un peque que me tiene loco.

Nos va a responder a las preguntas de nuestros seguidores:
    En qué te inspiraste para escribir este capítulo y cómo te sentiste al recibir el encargo.
o      Un marrón. Sabia que tarde o temprano me iba a llegar, ya que te comentaba mucho que me tenia muy pillado la historia.

    Donde, cuando y cual era tu situación cuando lo escribiste
o      Sentadico en el sofá de casa por la noche con la calma de tener al terremoto durmiendo.

    ¿Cómo ves el proyecto Zarracatalla Editorial?
o      La verdad que es un proyecto que me gusta mucho, ya que mantiene la intriga de los capítulos, todos los lunes esperando la publicación y con las historias de mucha gente a cada cual con sus pensamientos y sus ideas.

    ¿Escribes habitualmente? ¿Cómo te has encontrado al hacerlo?
o      No, es la primera vez. Con mucha responsabilidad porque quería estar a la altura del proyecto

    Algo que no sepamos y que te gustaría compartir acerca del capítulo…
o      Me atasqué un poco y recibí una pequeña ayuda externa.

    ¿Cómo creías que iba a continuar tu capítulo?
o      La verdad que no se puede saber ya que es un sinfín de sorpresas.

    Recomiéndanos un libro, un disco y una película
o      Libros suelo leer biografías o algún libro recomendado
Musica toda: Menos el rock duro o el famoso bacalao pum pum todo, desde rancheras, baladas, pop todo. Me quedo con grupos como El Ultimo de la Fila, Mana, Sabina Amaral y un largo etc.
Pelicula: Braveheart y la vida es bella


    Un sitio para quedar…
o      Jardines debajo del puente de Brooklyn de ensueño, mas cerca, orillas del Ebro da mucha paz y desasosiego


    En la presentación de Colección Cupido pudimos enterarnos de que habrá edición impresa también de Nuestra historia en la que has participado. Cuéntanos tus impresiones al respecto.
o      Una genial idea, y sobre todo saber que participo en ella.

    ¿Cómo finalizarías Nuestra historia?
o      Buah, con las vueltas que da la historia semana a semana no tengo ni idea, y al que le toque cerrar la historia tendrá que darle vueltas a todos los temas abiertos.

martes, 14 de octubre de 2014

Nuestra historia. Capítulo XXXIII. Cómo ha podido.

Tras el extraordinario capítulo de la pasada semana (32. Ian) de Bárbara López Díez, hoy la acción continúa...
El capítulo arrancaba con las tremendas dudas que se le plantean a Olga al reencontrarse de nuevo con Ian. Esta situación la transporta a tiempos pasados, a su encuentro en el "Love boat" y a cómo, tras descubrir que las consecuencias de aquella noche de desenfreno eran un embarazo, decidió tirar para adelante y abortar. Sola, sin apoyos de nadie... excepto de Ana. Y ahora su relación está tan deteriorada...
Recuerda cómo tras resolver el asunto el destino la volvió a unir con Ian, y esta cayó locamente enamorada del pelirrojo. La relación hizo que Olga cambiara su actitud, se convirtió incluso en mejor persona. Estaba feliz, hasta que... Ian desapareció sin saber por qué. Esto provocó un fuerte dolor en el corazón de Olga y se prometió que nunca ningún hombre la haría sufrir, serían a partir de ahora un juego para ella.
Y ahora allí estaba, frente al hombre que la enamoró y le hizo pasar semejante calvario. Sus sentimientos se agolpan uno tras otro, porque al verlo todavía sientía algo por él. Cuando de repente suena su móvil. Es Pedro, presa de la ira la llama para terminar de una vez por todas con esta insana relación... ¿Y ahora qué? Pedro… Ian…
¿Qué ocurrirá en la cita con Ian? ¿Se decantará Olga por Pedro y dejará plantado al pelirrojo? ¿Qué pasos seguirán Ana y Pedro en sus procesos judiciales? ¿Cómo se desarrollará la escapada a Pau de Ramón y Patricia? ¿Podrá Ana atender a razones y perdonar a Pedro por algo que no ha hecho o triunfará la perversa jugada de Olga? No os perdáis el capítulo de hoy.



XXXIII.     ¿Cómo ha podido?

¿Y ahora qué?
Por un instante Olga estaba totalmente confusa, la situación se le apoderaba, algo inhabitual en ella, pues siempre sabía qué hacer en cada momento, conseguía una respuesta rápida para cualquier dificultad que se interpusiera en su camino. Segura y decidida. Pero con la llamada de Pedro no sabía qué hacer, no le apetecía hablar con él. Optó por no cogerlo dejando sonar esa odiosa melodía “Basic tone” que siempre se le olvida cambiar hasta que Pedro desistiera de llamarla. No entendía como podía tener sentimientos hacía dos hombres a la vez. ¿Por qué Ian tenía que ser el hijo de aquella mujer? ¿Por qué él? Con lo fáciles que hubieran sido las cosas si el hijo de esa mujer fuese alguien desconocido. Seducción y atracción de mujer hacia el hombre, sin mezclar sentimientos. Así de sencillo. Pues no, tenía que ser él, Ian. ¿Y qué hacía en España?

Ian Andrews, hijo de Brian Andrews y Carmen López. Brian era un rico empresario irlandés. Su empresa gestionaba todo el transporte de mercancías en Irlanda, y esta había sido heredada de padres a hijos durante tres generaciones. La familia de Brian, además de poderosa y de las más ricas del país,  era católica, muy tradicional, como la gran mayoría de los habitantes de Irlanda. La idea del matrimonio tenía que seguir su curso: chico conoce a chica y no pueden tener relaciones sexuales hasta el matrimonio, pues sería vivir en pecado y una gran traición a la familia.
Carmen López en cambio, era una española que provenía de una familia humilde sin mucho dinero para comer y menos para estudiar. Cansada de esta situación y queriendo hacer su sueño realidad, a los diecisiete años con sus ahorros decidió emprender la aventura de viajar a Irlanda. Siempre lo había deseado. No sabía por qué, pero quería ir allí. Esos ahorros sólo le llegaban para comprar el billete de ida a Irlanda, así que nada más llegar allí se tendría que buscar la vida para poder sobrevivir.
Brian y Carmen se conocieron en el mismo aeropuerto. Él se quedó embobado nada más verla. Se enamoraron y fruto de ese amor, ella se quedó embarazada de Ian. Debido a la tradicional familia Andrews, los padres de Brian no iban a aceptar esa relación, y menos a su hijo bastardo. Así que por no complicarle la vida a Brian, Carmen decidió apartarse y criar a ese hijo sola, pero fuera de Irlanda. Echaba en falta España y a su familia, pues se sentía sola. No se lo pensó dos veces y volvió a su ciudad natal.
Brian no pudo ver crecer a su hijo, pero siempre se preocupó por él y todos los meses le enviaba dinero para su educación. Ian consiguió ir a la universidad, y debido a la posición económica de su padre pudo irse de Erasmus a Estocolmo. Allí es donde conoció a Olga.

Eran la siete de la tarde cuando Mario llegaba al Rock’n Blues y encuentra a Hugo sentado en la mesa al lado del gran ventanal que caracteriza al bar. Observa que Hugo ya había pedido una jarra de cerveza, se acerca a la barra y pide otra para él.
—Vaya lío tengo que contarte —dijo Mario bastante preocupado.
—¡Desembucha guapo! —le contestó Hugo bastante impaciente.
Pasó una hora desde que Mario comenzó a contarle todo el problema en  el que estaba metida su amiga Ana y ambos seguían inmersos en la conversación.
—Es un caso que podemos ganar, no le tiene porque afectar a Ana. Podemos utilizar las grabaciones de seguridad para probar que Ana no cogió el cloroformo, sino Ramón. Y que todo lo que afirmó entonces fue un momento de confusión.
Esas palabras de Hugo calmaron a Mario.
—¡Buff! Según todo lo que está pasando Ana, no gana para disgustos. No estaría de más que todo este tema del cloroformo se arreglara cuanto antes.
Mientras conversaban iban terminando esas jarras de cerveza enormes y no dudaron en pedir otra ronda, pues tanto hablar no les calmaba la sed.
—¿Pero hay alguna denuncia del hospital hacia Ana? —Hugo le preguntó a Mario.
—Creo que no. De momento la amiga de Ana, Teresa, le dijo que iba a investigar sobre el asunto.
—Bueno, creo que antes de que le pongan denuncias, podemos hablar con esa tal Teresa y demostrarle con las grabaciones que Ana es inocente. Dile a Ana que te dé el número de teléfono de Teresa —Hugo bastante convencido de lo que decía, estaba seguro de que esta idea le iba a funcionar.
Sin dudarlo ni un segundo, llamaron a Ana y consiguieron contactar con Teresa, la cual accedió a ver esas grabaciones junto con Hugo y Mario. No fue fácil conseguirlas, pero sabía que no podía ponerle una denuncia a Ana, pues era su amiga. No se sentía capaz y por eso estaba dilatando tan difícil decisión.
Durante los días siguientes estuvieron viendo horas y horas de vídeo hasta que por fin lo encontraron.
—Ahí está, tal y como decía Ana, Ramón robó el cloroformo —Teresa se quedó tranquila viendo las imágenes ya que no tenía que interponer la denuncia. Estaba preocupada, pues las imágenes daban credibilidad a su amiga, y era bastante probable que Ramón la secuestrara. Ya sabía lo que tenía que hacer, denunciar a Ramón.
Ramón en poco tiempo, estaba siendo buscado por la Interpol  debido al secuestro de su hijo Jack y de Ana.

Ana, sabiendo todo el lío que se había montado por defender a Ramón, tenía que poner al día al resto de amigos por lo que decide invitarles a su casa y contarles todo detenidamente. Todos los problemas con Olga y el juicio de Pedro pasan a un segundo plano. Les llama uno a uno, excepto a Olga evidentemente. De todos recibe respuesta excepto de Patricia, lo que le sorprende. Aun así la cena sigue en pie.
Ana no sabía que preparar para cenar, no tenía la cabeza para pensar en recetas innovadoras, así que acudió a lo fácil: compró unas pizzas que sabía que a todos les gustaría y algo de beber.
Una vez todos sentados en el sofá, Ana comenzó a contarles toda la historia. Se quedaron boquiabiertos, ya que no esperaban que Ramón hubiera podido llegar tan lejos.
Ana comprobó su móvil de nuevo y observó que no había recibido ninguna llamada de Patricia.
—Por cierto, he llamado varias veces a Patricia y no me lo coge, ¿sabéis algo de ella? ¿Se ha ido a algún sitio?  Hace días que no la veo.
Sandra y Rafa se miran mutuamente.
—¿Estás pensando lo mismo que yo? —le dice Sandra a Rafa.
Todos sabían que Patricia y Ramón habían estado juntos meses atrás. Él no quería nada con ella, fue una más en su vida amorosa, pero ella sentía algo más por él que una simple amistad y sabían que si Ramón le reclamaba ayuda ella acudiría donde él quisiera.
—¿Pero tú crees que Patricia está ayudando a Ramón para solucionar alguno de sus chanchullos? —exclamó Ana indignada defendiendo a su amiga—. Conozco muy bien a Patricia y creo que es bastante sensata y no se va a involucrar en ninguna locura.
—Según lo que has contado de Ramón, lo veo capaz de todo y ha podido embaucar a Patri —dijo Rafa convencido.

Mientras tanto en Pau, a Patricia no le quedaba otra escapatoria. Tenía que hacer todo lo que quisiera Ramón, pues tenía una pistola y si había amenazado a su perro Fede, también podía amenazarla a ella.
Patricia a pesar de estar incómoda en esa casita de Pau, no podía dejar de cuidar a Jack. No lo conocía de nada, pero era un niño inocente que echaba de menos a su madre y no entendía por qué Ramón, con el que estuvo jugando todos los miércoles, de repente lo separó de su madre.
En un descuido Patricia miró su móvil y vio una larga lista de llamadas de Ana. Estaba claro que sospechaba algo… No dudo en enviarle un corto whatsapp ahora que Ramón no la vigilaba.
“Estoy en mi casa de Pau, Ramón me tiene retenida junto con su hijo Jack. Llamad a la policía. Rápido”

Un doble tic del whatsapp suena en el móvil de Ana, y ésta lo lee:
—¡Es Patricia! ¡¡La tiene retenida Ramón en Pau con su hijo Jack!! ¡Llamad a la policía!
—¿Jack? —interrumpió Sandra sorprendida—. Pero, ¿Ramón tiene hijos?
El pánico se hizo protagonista de aquel salón. Nadie entendía nada. Rafa es el que llama a la policía, pues es el único que puede contener los nervios y hablar sin que se le trabe la lengua. Marca el 091.
Una vez hecha la llamada, la policía tiene que contactar con la policía francesa, pues no puede hacer nada al ser territorio francés. Pero Ramón no era desconocido en el historial de la Interpol, pues también estaba siendo buscado por el secuestro de Jack.
Se desplegaron muchas unidades de la policía en la frontera de España y Francia para interceptarlo si trataba de volver a España.
Mary, la madre de Jack, en seguida fue informada que habían localizado a su hijo tras muchos días de búsqueda. No lo podía creer, por fin podría abrazar a su hijo. No debía haber permitido que el padre de su hijo entrara en sus vidas. No volvería a cometer ese error. Lo único que quería es que todo volviera a la normalidad, volver a la rutina con Jack y James en Londres. Era su único deseo.

Ramón estaba merodeando por los alrededores de la casa, a la vez que vigilaba a Jack y Patricia, cuando se oyen unas sirenas a lo lejos: “No puede ser…” a medida que pasan los segundos se oyen cada vez más cerca.
—¡Mierda! ¡Esa zorra ha llamado a la policía! —gritó Ramón mientras entraba en la casa y buscaba desesperado a esa mujer que le había delatado. Su cuerpo se llenó de furia. Iba directo, con el puño preparado, no se podía contener. Ahí estaba, sentada en el sofá… ¡Zas! Patricia recibió un primer puñetazo es su delicado pómulo. No paraba de recibir golpes y patadas por todo el cuerpo. Se quedó casi inconsciente, no sentía la cara, ninguna parte del cuerpo. No podía hacer nada, le pilló desprevenida. Se sentía impotente pues su cabeza se quería defender de su agresor pero su cuerpo no le respondía. Notaba que le costaba respirar, su pulso se iba debilitando hasta que dejó de latir.

—¡Policía! —se oye una voz grave tras un megáfono—. ¡Entréguese Ramón, no tiene escapatoria!...