Autora: Belén Mateos
Procedencia: Zaragoza.
Toda la espera tiene recompensa... Y tras muchos días esperando el comienzo de esta interesante iniciativa bautizada como 2022 DE LETRAS, hoy obtenemos nuestro pequeño gran premio, que nos llega en forma de relato de nuestra gran amiga Belén Mateos (Zaragoza), titulado "Te recuerdo, abuela".
La publicación de este texto debía ser hoy, día de San Valero, patrón de su ciudad, así que no hemos podido aguantarnos más y aquí os lo traemos, listo para su disfrute.
Os recuerdo que mañana tendremos imagen nueva para las publicaciones relacionadas con este proyecto, que el martes 1 de febrero arrancará oficialmente. Si te apetece participar ponte en contacto con nosotros por email: zarracatalla@gmail.com
TE RECUERDO, ABUELA
De pequeño jugaba a
consagrar la copa de vino de mi abuelo, a dibujar una cruz en el pan servido
por madre en mesa, a bendecir los alimentos bajo la mirada opresiva de padre, a
catar, de manera silente, la poca fe cristiana que se respiraba.
Tras la muerte de mi
abuela, hace ya quince años, deseo que la hagan presente en este rito que cada
año nos une junto a sus restos en un jarrón de amapolas, en los canelones y su
receta, en los ventanales abiertos al jardín, en el Ebro que desborda mis
recuerdos ahogándolos en lágrimas.
Madre me recuerda el origen
de mi nombre, Valero: el que es sano y fuerte, el que tiene valor. Me consuela
diciendo que su madre eligió mi nombre por un sueño, por esas casualidades de
la vida o por un vaticinio, no lo recuerda bien.
Yo me siento diminuto,
exiliado, ingobernable a la estricta educación a que estuve sumergido,
desubicado en las poco hospitalarias tierras en que las que crecí, en el
retrato ideal que deseaba para mi abuela, un marco cuajado de plata y esmaltes
en el caserón que era mi hogar y ahora es sede para unos pocos visitantes con
sabor a roscón, a vestigio, a profanación de mis pensamientos.
Me siento orgulloso de mi
nombre. Hoy por fin soy maestro de la fe cristiana como deseaba mi santa
abuela.
Confieso mi fe sin haber
alcanzado el martirio, sin conocer realmente el cielo abierto al párpado de mi
existencia, al corazón muerto en vida y resucitado en el aura del viento.
De pequeño jugaba a
santificar las reliquias de la abuela.
Belén Mateos
No hay comentarios:
Publicar un comentario