Abrimos hoy con la gran noticia de haber superado las 27.000 visitas al blog. Así que el próximo martes, al ser festivo no tendremos capítulo de TayTodos, pero en su lugar tendremos una publicación muy especial para celebrar este hito y el segundo aniversario del blog, precisamente el mismo día 8 de diciembre. No os lo perdáis que traeremos alguna sorpresa, seguro.
Hoy tenemos el capítulo número veintiséis de la novela colectiva que casi sin darnos cuenta está llegando a su punto álgido. Cada semana crece la intriga y la trama atrapa más a nuestros personajes hacia un oscuro destino.
Hoy tenemos el capítulo número veintiséis de la novela colectiva que casi sin darnos cuenta está llegando a su punto álgido. Cada semana crece la intriga y la trama atrapa más a nuestros personajes hacia un oscuro destino.
A continuación os dejamos una serie de flashes para que refresquéis la memoria sobre la situación de la trama:
Aquí os dejo el enlace para que podéis repasar capítulos anteriores con más detalle. En la siguiente dirección encontraréis todos los publicados hasta la fecha, incluido el del pasado martes: Taytodos
- Jorge duda de que la información que les brinda el Jefe Costa sobre Carolina sea cierta. No puede ser que esa niña tan dulce sea una de las cabezas de la trama...
- La situación ante sus superiores de Jota empieza a ser insostenible. Finalmente decide cantar y colaborar aunque así no cumpla su palabra con Carolina (algo que le agrada por otra parte ya que así ella no tendrá que cumplir su parte del trato y alejarse de su padre).
- Luca concluye su reunión con Venancio y se instala en un hotel a la espera del momento de actuar. Su intención real es eliminar a Venancio y su mujer, nadie deja plantada de esa forma a la mafia siciliana sin pagar las consecuencias. Y por supuesto no iba a eliminar a esos desgraciados de los que Baby Face le había hablado.
- Jorge continúa con la declaración de su hijo pero dulcifica la versión para que su chica no aparezca como la mayor culpable del asunto.
- Venancio llama a Nerea por la que siente una enfermiza obsesión. Necesita verla. Tras ponerle al corriente de su entrevista con Il Capo es la joven la que pasa a la acción y flirtea con el gordo mafioso hasta tener una sesión de sexo con la que se asegura mantener enganchado al empresario.
- Sergio, tras su vuelta al hogar paterno, no deja de pensar en Clara. Decide llamarla pero ella está ocupada y posponen la cita para otra ocasión. No puede sacarse a esa mujer de la cabeza.
- El Inspector Jefe Costa, tras escuchar la declaración completa de Jorge y Jota, decide proponerles un trato...
Aquí os dejo el enlace para que podéis repasar capítulos anteriores con más detalle. En la siguiente dirección encontraréis todos los publicados hasta la fecha, incluido el del pasado martes: Taytodos
¿Quién será el creador del capítulo de la semana pasada? En esta ocasión se trata de nuevo de otra autora que tras su reconfortante experiencia del año pasado en la novela colectiva de 2014 (Nuestra historia) ha accedido a participar de nuevo este año. Como es habitual nos ofrece grandes capítulos y parece que se está especializando en introducirse de forma brillante en la mente de los personajes femeninos más complicados de cada novela. Si el año pasado nos maravilló con su visión de Olga, este año entiende como nadie a Nerea y al resto de personajes de la trama; y aunque su capítulo tiene muchísimas cosas más que destacar, me quedo con este detalle. Narra a la perfección la situación de todos los personajes, cada uno desde su prisma particular (lo que hacen y lo que sienten o piensan en cada momento).
Con estos capítulos que nos ofrece sólo nos queda por decir que es un privilegio contar con ella siempre que quiera, que esperamos que sean muchas más veces. Una gran maestra que además nos ayuda con la ortografía continuamente, y si el tiempo se lo permitiera estamos seguros de que todavía su implicación sería mayor. Gracias de nuevo a... Barbara López Díez
Con estos capítulos que nos ofrece sólo nos queda por decir que es un privilegio contar con ella siempre que quiera, que esperamos que sean muchas más veces. Una gran maestra que además nos ayuda con la ortografía continuamente, y si el tiempo se lo permitiera estamos seguros de que todavía su implicación sería mayor. Gracias de nuevo a... Barbara López Díez
Ahora sí os dejo con el capítulo de hoy. Espero que os guste. Besetes a tod@s. Nos leemos.
26. Rey muerto.
El italiano había despertado
la curiosidad de Mirka, y ésta con aire inocente se acercó a Clara y le hizo
saber de la visita del capo sin darle mucha importancia.
—Nunca he estado en Italia,
me gusta como suena el italiano.
Clara la miró y con cara de
no saber a qué venía el comentario de la polaca pero intuyendo, de forma
instintiva, que no era gratuito la interpeló:
—¿El italiano?
—Sí, estaba pensando que será
la próxima lengua que aprenda: polaco, inglés, español e italiano. Se me ha ocurrido
al escuchar al amigo de tu marido, un italiano muy elegante, creo que le ha
llamado Luca, y a juzgar por el abrazo que se han dado pensé que eran viejos
amigos.
—¿Aún está en la sala?
—No sé, ¿quieres que mire?
—No. Llévate a Mario al jardín.
Clara sintió como se le
encogía el estómago, conocía bien como se las gastaba la mafia siciliana y
sabía perfectamente que si Luca Antonelli estaba en el salón de su casa algo
importante estaba pasando, algo que Venancio no podía o no quería resolver
directamente, y que seguro que tenía que ver con el NC.
Clara desconocía el pacto
entre su marido y “La Jefa”, tal vez había subestimado a Nerea. Aunque también
desconocía que los verdaderos objetivos del sicario eran ella y su marido.
************
El brusco giro de Costa
sobre el tacón de sus zapatos con un movimiento similar al de una peonza dejó
sin aliento a padre e hijo, que ni siquiera podían pestañear esperando que el inspector concretase en que
podía consistir el pacto que les iba a ofrecer. ¿Qué podían tener ellos
que el inspector necesitase? Ya le
habían dado toda la información de que disponían y además estaban en sus manos.
Costa, que había captado los
sentimientos que Carolina despertaba en el madurito, planteo su estrategia. Él
sería el cebo para llegar a Nerea a través de de la joven rubia. Jorge debía
convencerla para localizar el laboratorio clandestino donde se fabricaba el
compuesto, y la documentación que relacionara a Nerea con la señora y la red de
distribución de Baby face, contactos, cuentas… No era tarea fácil, sobre todo
porque Carolina, a la que se le daría “un trato especial” a cambio de su
colaboración, se convertiría en una testigo de cargo con el riesgo que eso
implicaba. Jorge era consciente de ello. Durante su exposición Costa dejó claro
que la aparición del italiano en escena
podía responder a la necesidad del capo de deshacerse de la competencia,
con lo que la dulce Carolina se convertía en el objetivo de Baby Face y su
recién contratado asesino a sueldo y muy posiblemente de la propia Nerea, su
socia tras comprobar su traición liberando a Jorge.
Los argumentos de Costa
parecían no dejar otra salida. Jorge debía contactar con Carolina. Las dos
generaciones de Jotas entrecruzaban sus miradas buscando el uno en el otro una
respuesta, ¿Cómo habían podido llegar a esta situación?
****************
Montana no se separaba del
móvil, se encontraba muy recuperado gracias a los cuidados de Rebeca, recibía
constantemente mensajes de Mirka a los que respondía de forma inmediata.
Parecía un caballo en el cajón de salida del hipódromo, inquieto, nervioso, esperando
el pistoletazo para salir corriendo.
Su amigo Luis lo observaba
en silencio, lo conocía bastante bien, tenía la imagen del típico cachas de
gimnasio, supercolega con los tíos y
perdonavidas con las chicas. Montana no era muy listo, pero sí consciente de
que no lo era, por lo que solía comportarse con
bastante precaución. No confiaba en casi nadie y había pocas cosas que
despertaran su ternura y menos que le hicieran correr riesgos. Mirka despertaba
en él estas emociones, sentía la necesidad de cuidarla, de protegerla, de ser
mejor para ella.
Durante unos segundos
Montana se quedó con la mirada perdida, dio un profundo suspiro y se levantó
del sofá en dirección al dormitorio, cogió una bolsa de deporte del armario y
cuando enfilaba hacia la puerta de la calle, su compañero de piso le dijo:
—¿Vas al Gimnasio? No creo
que estés para eso todavía, ¿por qué no esperas unos días?
Dando por supuesto que, en
la bolsa de deporte que Montana llevaba en la mano, estaba la ropa del
gimnasio.
Montana sin girar la cabeza
contestó a su amigo:
—Luego vengo, estoy bien.
Y salió sin más
explicaciones
*************
Venancio envuelto en sudor y satisfecho con
su nuevo juguete sexual, intentaba recuperar el aliento mientras Nerea de un
salto se ponía en pie sacudiéndose el pelo enérgicamente como si esas sacudidas
la fueran a librar de la sensación de asco que la invadía mientras se decía a
sí misma que aquello solo eran negocios.
—Bien, hablemos de negocios
nena. ¿No tienes algo para mí?
—No te engañes socio, no soy
estúpida. ¿Tengo que recordarte los términos de nuestro acuerdo? Iremos a
medias, sí, por supuesto, una vez cumplas con tu parte y elimines... los cabos
sueltos incluida tu mujer. Y espero que te des prisa, el tiempo pasa, y Clara
también estará tomando sus medidas.
Nerea no esperó respuesta,
giró sobre si misma con un gesto de suficiencia y se dirigió a la salida
haciendo sonar sus tacones, de repente paró en seco y con una dulce sonrisa miró
al narco y con voz aniñada le guiñó un ojo y le dijo:
—Espero tu llamada... impaciente…
socio.
Venancio tardó unos minutos
en procesar lo ocurrido. Le resultaba muy excitante esa narco-barbi. Permaneció
en aquella nave un buen rato, hizo varias llamadas y vació una pequeña petaca
plateada que llevaba en el bolsillo de la chaqueta. Hasta que con gesto de
haber trabajado una dura jornada se dirigió a su coche, cuando estaba frente a
la puerta del vehículo un silbido cortó el aire y tras un chasquido la luna del
coche se llenó de espesas salpicaduras de sangre que resbalaban por el cristal
lentamente. Luego silencio, solo se oían los grillos. Unos segundos más tarde,
se escuchó el sonido del motor de un coche alejándose a toda prisa. El cuerpo
de Venancio se quedó tendido en el suelo casi entre las ruedas del coche, boca
abajo, inmóvil.
****************
Nerea subió las escaleras
corriendo, abrió la puerta del piso, entró y la cerró de un portazo. Sin
girarse, lanzó el bolso al suelo y se dirigió al baño, abrió el grifo de la
ducha y se quitó la ropa como si ésta le quemará la piel. Acto seguido se metió
bajo la ducha. Permaneció allí durante casi un cuarto de hora, se enjabonó
varias veces. Cuando consideró que ya no quedaba en su cuerpo ni rastro del olor
de aquel baboso se envolvió en un albornoz de felpa rosa que colgaba de la
percha y se fue a la cocina, necesitaba relajarse. Preparó una infusión de
frutos rojos y se acurrucó en el sofá, con la taza entre la manos y aspirando
profundamente su aroma como si se tratase de un perfume caro.
Tranquila, tranquila, se
repetía a sí misma una y otra vez, todo saldrá bien solo queda esperar.
Sonó el toc- toc del whatsapp,
saltó del sofá y recogió el bolso del suelo, buscando el teléfono como
si en ello le fuera la vida, había un mensaje de Carolina:
“ Tenemos que hablar”
*********************
Estaba anocheciendo cuando sonó el timbre en
la lujosa mansión de Baby face.
Mirka jugueteaba con Mario, mientras este
hacía la cobra a su madre cada vez que ésta intentaba obligarle a ponerse el
pijama. Clara, en un momento de exaltación maternal, consecuencia de la
angustia que le había provocado el secuestro del pequeño, había dedicado todo
el día a su hijo, en exclusiva, y eso incluía hacerle la cena al pequeño, una
cena para la que había desplegado todas sus dotes culinarias que
lamentablemente eran muy pocas. Aun así, el chaval disfrutó de un gran tazón de
crema de calabaza y un filete de ternasco un pelín chamuscado, aunque lo
importante no era el menú, Mario no solía disfrutar de la compañía de su madre
a la hora de cenar, casi siempre cenaba con la chica del servicio, con lo que
esta cena “casi familiar” era todo un evento para Mario.
La escena resultaba tierna incluso hacía
parecer a sus protagonistas mujeres “normales”.
Mirka se lanzó hacia la puerta,
se sentía segura porque “La Señora” estaba en la casa y sin comprobar quien
llamaba abrió la puerta de par en par.
—Buenas noches, policía
nacional, buscamos a la Señora Clara Silva, ¿se encuentra en la casa?
Los policías se
identificaron mostrando su documentación, ambos tenían una estatura similar,
parecían bastante jóvenes, uno de ellos miraba sobre los hombros de Mirka como
buscando algo, mientras el otro, miraba fijamente a los ojos de la joven a la
espera de una respuesta.
Sin dar tiempo a Mirka para
responder apareció Clara a su espalda.
—Buenas tardes, soy Clara
Silva. ¿Qué ocurre?
—Buenas tardes señora.
Lamentablemente hemos de comunicarle que ha sido hallado un cadáver que parecer
ser es el de Venancio Renovalles, su esposo, es necesario que nos acompañe.
El silencio inundó la
entrada de la mansión, Clara trataba de procesar la información buscando una
reacción adecuada para una sorprendida y desolada viuda. Al mismo tiempo
intentaba localizar, mentalmente, entre todos los posibles interesados en
acabar con la vida de su marido, que dicho sea de paso eran muchos, la opción
más acertada. Estaba confusa, no podía pensar con claridad. Tras unos segundos,
miró a los dos policías y con un hilo de voz dijo:
—Disculpen necesito
cambiarme, Mirka por favor ocúpate de Mario y ni una palabra de esto al niño.
No había nadie más en la
casa, solo Mirka y el pequeño Mario. La joven se limitó a asentir con la cabeza
y siguió a Clara hasta el dormitorio en silencio como un perrillo faldero, una vez en el
dormitorio Clara cerró la puerta.
Después se dirigió al
vestidor. No tardó apenas diez minutos en cambiarse de ropa, era fácil escoger,
un vestido negro era lo más apropiado, satén, ¿por qué no? La prenda resbalaba
por su cuerpo denunciando cada movimiento de sus caderas mientras caminaba
sobre unos tacones de diez centímetros. Antes de ir al encuentro de los agentes
que la esperaban en la entrada ensayó un gesto de dolor frente al espejo del
tocador.
—Lista agentes, cuando
quieran.
Mientras se dirigían hacia
el coche Clara buscó la mirada de uno de los agentes y con voz entrecortada:
—Agente ¿puede decirme como
ha muerto mi esposo?
—Señora en cuanto
lleguemos a comisaría el teniente Lopez le explicará.
************************
Sergio no estaba seguro si era buena idea
continuar en casa de sus padres, no conocía las verdaderas dimensiones del
follón en el que se había metido, y a pesar de todo lo vivido, no podía creer
que Nerea, esa chica ordenada, metódica, que pasaba su jornada laboral rodeada
de niños, juguetes y cuentos infantiles estuviese metida en algo tan sórdido.
Este pensamiento ocupaba su
mente solo por unos segundos, enseguida, su imaginación le llevaba de nuevo a
la fascinación que sentía por esa cuarentona que le hacía hervir la sangre, lo
cierto es que ella ocupaba su pensamiento por completo, hasta el punto de no
ser capaz de pensar en otra cosa.
Llegó hasta la casa familiar
y entró sumido en estos pensamientos. Al entrar chocó con su padre que salía de
la cocina con platos y vasos en las manos.
—Justo a tiempo hijo, la
cena está lista.
—Hola papá, no tengo mucha
hambre.
—Vamos, cenaremos juntos, te
prometo que no habrá interrogatorios.
Sergio le sonrió, lo que
menos tenía era hambre, y tampoco ganas de una sobremesa que seguramente
estaría salpicada con alguna pregunta incómoda sobre su relación con Nerea,
preguntas que su padre había prometido no hacer, y que dicho sea de paso, no
tenía interés en contestar.
Los tres se sentaron a la mesa.
Sergio para evitar una conversación profunda o un silencio incómodo, encendió
la tele, con la excusa de ver las noticias mientras cenaban, aun sabiendo que a
sus padres no les agradaba que durante las comidas la televisión estuviese
puesta, ésta era una de esas normas sagradas que ya desde niño le inculcaron en
casa. Aun así la encendió.
Sergio tenía un trozo de
tomate en la boca cuando escucha:
“Ha sido hallado un cuerpo, en un polígono industrial a la afueras de la capital. Se trata de un hombre
de aproximadamente unos cincuenta años apodado Babyface, y relacionado con el
tráfico de drogas, fuentes oficiales trabajan la hipótesis de que podría
tratarse de un posible ajuste de cuentas”.
El tomate se quedó cruzado
en su garganta y Sergio en un intento desesperado por respirar empezó a toser,
los ojos le lloraban y le ardía la cara por la congestión, hasta que por fin
consiguió expulsar el trozo de aquella hortaliza que por poco le cuesta la vida
y recuperar el aliento.
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