miércoles, 16 de diciembre de 2015

TayTodos: 27. Carolina, estás muerta.

Ya está aquí el capítulo semanal de nuestra novela colectiva. TayTodos marcha viento en popa sobre el ecuador de la segunda parte de la historia. Pronto comenzaremos la cuenta atrás para cerrar esta trepidante historia de desenfreno que amanecía en una sauna de un gimnasio cualquiera. Así que el próximo martes comenzaremos la cuenta regresiva... ¿Estáis listos?
En cuanto a las celebraciones del segundo cumpleaños del blog, van con un poquito de retraso porque queremos dar una noticia muy esperada y queremos confirmar un par de cositas antes de lanzarnos. Atar los cabos y cerrar un par de asuntos, paciencia y templanza. Creo que la espera va a merecer la pena, ya lo veréis.
En cuanto a las publicaciones de capítulos en el blog, comentar que hoy será la penúltima del año, y tras la del próximo martes nos tomamos unas minivacaciones hasta el doce de enero, momento en el que encararemos con fuerza el tramo final. Hemos tenido un par de atascos importantes y está costando un poquito más de lo previsto.
Ahora vamos a centrarnos en lo ocurrido en el capítulo anterior (26. Rey muerto). A continuación os dejamos una serie de flashes para que refresquéis la memoria sobre la situación de la trama:

¿Quién será el asesino de Venancio? ¿Funcionará el pacto del Inspector Jefe Costa? ¿Continuarán las muertes como estaban pactadas, o el asesinato de Baby Face hará que se detenga el plan inicial de Nerea? ¿Conseguirá Sergio estar con Clara finalmente? ¿Cual será el próximo paso de la policía? ¿Y de Montana, a donde se dirigía y qué llevaba en la citada bolsa de deporte? ¿Cual será el próximo paso de Carolina, contactará finalmente con La Jefa? Muchas incógnitas por resolver...
Aquí os dejo el enlace para que podéis repasar capítulos anteriores con más detalle. En la siguiente dirección encontraréis todos los publicados hasta la fecha, incluido el del pasado martes: Taytodos

¿Quién será el creador del capítulo de la semana pasada? En esta ocasión se trata de una debutante en Zarracatalla Editorial. Alguien que a través de nuestra relación profesional nos ha conocido y que tras interesarse sobre nuestro proyecto, en esta segunda novela colectiva no fue difícil de convencer para que colaborase con nosotros.
Nos ha regalado un gran capítulo lleno de matices. Deja abiertas varias dudas y esconde pistas que veremos a ver si los siguientes autores son capaces de descubrir o profundizar en ellas. La mayor incógnita es desvelar quien es el autor del asesinato de Venancio Renovalles. Hay varios sospechosos y enemigos no le faltan.
Gran capítulo en su debut, y esperando que esta sea la primera colaboración de muchas más, agradecer por su compromiso y predisposición, por sus miedos y risas compartidas en la semana de escritura a Asun Valero.

Ahora sí os dejo con el capítulo de hoy. Espero que os guste. Besetes a tod@s. Nos leemos.


27. Carolina, estás muerta.

—Sergio, hijo, ¿qué ocurre? ¿Te encuentras bien? Estás blanco. Se te ha descompuesto la cara.
—Tranquila mamá, no es nada, sólo que he tragado demasiado deprisa y se me ha ido por el otro lado… Ya se ha pasado —se excusó Sergio mientras iba recuperando la compostura poco a poco.
Pero su madre percibió algo, todavía no sabía el qué, pero algo le estaba pasando a su “Sergiete”.
«¿Qué coño está pasando aquí? Hace nada mi vida eran monótona y normal, como la de cualquiera, con unas rutinas diarias y ahora todo esto…», reflexionaba el joven.
Con una burda excusa se retiró a su habitación a intentar aclarar sus ideas. Todo le daba vueltas y en su cabeza martilleaban los últimos acontecimientos.
Se sentó frente a su escritorio y, como si fuera a hacer una prueba de lo que había estudiado el día antes de un examen, igual que cuando era un niño, vació completamente la mesa, sacó un par de folios en blanco de su cajón y su pluma de la suerte (igual así se deshacía de este embrollo).
—Bien, empezaremos por el principio —se dijo a sí mismo en un intento de ordenar sus ideas—. La pregunta es: ¿Cuál es el principio? ¿Cuándo empezó realmente todo esto?
Se veía incapaz de reconocer que Nerea lo había estado utilizando para su propio beneficio, no parecía propio de ella. ¿De verdad todo esto era un complot para sacarle hasta el último céntimo? No, no podía ser, ella era dulce y cariñosa. Le ayudaba a ir por el buen camino y lo hacía mejor persona. Siempre lo había apoyado, fuera cual fuera la circunstancia ella estaba ahí, cuadriculada, metódica, racional…
Además estaba el radar de su madre, era un poquito bruja en esto. Ni una sola vez, desde que había entrado en la vida de su familia, le había fallado ese detector de cosillas imperceptibles para el mundo. Siempre se percataba de la más mínima anomalía en la conducta de alguien y sabía con sólo una ojeada si algo no iba correctamente. Muchas veces, daba hasta miedo. Te miraba y sabía hasta el número exacto de cervezas que te habías bebido.
—Bueno, vamos a centrarnos, que me disperso con tonterías.
»Conocí a Nerea hace ya, ¡uf! ¡Ni se sabe!. Bueno ella seguro que sí, hasta el segundo exacto. Fue una cosa accidental, sin querer le tiré por encima ¿una cerveza? Sí, seguro que era una cerveza, ¿qué iba a ser si no? Del bar si que me acuerdo “Derby”, la de horas que pasaría yo al final de aquella barra. ¡Joder, si hasta me guardaban el sitio! Era como el teléfono que había colgado de la pared, inamovible.
»Nos presentó un amigo común, Luis. Habían sido compañeros de clase durante dos años y al parecer habían estado saliendo un par de meses o tres.
»Empezamos a quedar los fines de semana y algún día suelto. Yo estaba trabajando en el negocio familiar porque la chica que tenía mi padre en la oficina se había ido de vacaciones. Así que yo cubría la vacante temporal y me llevaba un dinerillo extra para mis vicios, cerveza, tabaco y más cerveza.
»El nueve de agosto, eso si que me acuerdo porque es el aniversario de la bomba de Nagasaki, nos enrollamos y a partir de entonces, empezamos a vernos más a menudo.
»Recuerdo que mi madre me decía que era muy joven para una relación seria, pero por otro lado estaba encantada de que volviera a cenar a casa a la hora, y el fin de semana, no tuviera que ver amanecer sentada en el salón hasta que yo me dignaba aparecer.
»Los dos empezamos nuestras carreras, no recuerdo que nada fuera anormal en aquella época, está muy difuminada en mi memoria, pero si hubiera alguna cosa significativa me acordaría, ¿no?
»Nerea empezó a trabajar con sus niños. ¿Puede haber algo más inocente? Yo la veía como la madre perfecta para mis futuros hijos, aunque no es una cosa que me plantee a corto plazo.
»Mi puñetera carrera se había puesto de moda y yo iba dando tumbos sin encontrar nada definitivo, hasta que a ella se le ocurrió que montara el tinglado de las bodas. Mis padres estuvieron encantados con la idea y no tuvieron el más mínimo inconveniente en correr con todos los gastos que hicieran falta. El grifo estaba abierto para todo lo que necesitara.
»Mi novia y su exquisito gusto me ayudaron a montarlo todo, sin escatimar en gastos, claro pensaba quedárselo todo para ella…
»Tras un año de rodaje de mi negocio y viendo que la cosa iba de bien en mejor, decidimos comprarnos un apartamento en el centro. Un dúplex de lujo, cuya entrada también aportaron mis padres. Lo pusimos a nombre de los dos, lo amueblamos y decoramos con ayuda de un decorador de renombre y nos mudamos para poder estar más tiempo juntos. Y de alguna manera, tenerme más controlado. Aunque mis días de juerga se había acabado hacía ya una eternidad.
»En las vacaciones de Semana Santa pasada, decidimos que ya era hora de preparar una boda más importante que las que ocupaban mi tiempo a diario y nos lanzamos a la piscina comprometiéndonos para casarnos en el invierno del año siguiente, concretamente el próximo día treinta y uno de enero, dentro de apenas tres meses.
»Hasta aquí todo es normal, en mis recuerdos con Nerea no entra Carolina, ni la exuberante Clara, ni Jorge, ni el puñetero muerto… Yo sí que los tenía vistos del gimnasio, a todos menos a Venancio, pero no habíamos pasado del buenos días u hasta otra.
»¿Se puede saber cuándo cojones todo esto se junta y se produce esta debacle?”

Suena la puerta de la habitación.
—¿Sí? —contesto con desgana.
—Cariño, ¿estás mejor? Nos has dejado muy preocupados —es mi madre, que entra con su habitual vaso de leche con cacao, remedio infalible para todos los males—. Toma cielo, está calentito. Te asentará el estómago y te hará recuperar el color. Sigues muy pálido. ¿Va todo bien?
—Sí mamá, tranquila. Es sólo que hoy no ha sido un buen día —contesto intentando parecer lo más convincente posible, pero mi madre tiene puesto su radar.
—Sé que prometí no inmiscuirme en tu vida, pero a mí no me engañas, y sé que conocías, o por lo menos sabes quién es el hombre que ha salido en las noticias. ¿Qué ha pasado? ¿Qué relación tenías con él? ¿Y qué ha pasado con Nerea? Sabes que la queremos como a una hija y ni tan siquiera nos ha llamado.
—En serio mamá, no sé de qué me estás hablando —mi voz tiembla—. En cuanto a Nerea no tengo ganas de hablar del tema.
—Bueno, cuando estés preparado para hablar ya sabes que tu padre y yo somos todo oídos, y sobre todo nos tienes incondicionalmente.
—Lo sé mamá, os quiero.
—Dulces sueños hijo, no te acuestes tarde, mañana será otro día —me dice mientras me da un beso en la cabeza. Después sale de la habitación cerrando la puerta tras de sí.
Me quedo absorto, perdido en mis pensamientos, mirando la esquina del folio a medio escribir y que he tapado con el brazo al entrar mi madre.

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—Buenos días señora Silva, tome asiento por favor. Soy Lorenzo Costa, Inspector Jefe de esta Unidad —dice a la vez que le indica a Clara que se siente en uno de los sillones de confidente que hay al otro lado de la mesa de su despacho.
Clara se deja caer sin levantar la mirada, hecha un manojo de nervios y sin dejar de llorar.
—Supongo que mis compañeros le habrán dicho por qué está usted aquí. Por cierto y disculpe mis modales, siento mucho su pérdida.
La otrora exuberante cuarentona, parece un perrillo indefenso, temblorosa y  acurrucada sobre si misma en el sillón del apestoso despacho. El Inspector Jefe Costa da por hecho que se debe al fallecimiento de Venancio, pero nada más lejos de la realidad.
No es que la viuda no sienta la muerte de su esposo, lo que ocurre es que es que el terror se apodera de todo su ser al recordar las palabras de Mirka a cerca del italiano y, ese es mucho más poderoso que cualquier otro sentimiento que pueda tener en ese momento.
—¿Le apetece tomar algo, un café, un refresco? —invita cordialmente Lorenzo.
La viuda se sobresalta.
—Disculpe, no pretendía asustarla. Tenga tome un poquito de agua e intente tranquilizarse —le dice mientras le tiende un vaso—. Entiendo que esto es un mal trago y máxime en las circunstancias en las que ha ocurrido todo. ¿Sabe de alguien que quisiera hacerle esto a su esposo?
Clara coge el vaso que le había tendido, bebe un par de sorbitos e intenta recomponerse un poco para parecer lo más convincente posible.
—No tengo ni la más mínima idea —responde hipando—. Mi marido es un respetado empresario que se ha abierto camino a base de trabajar duro…
Esas palabras no pueden sonar más falsas. En su cabeza se agolpan todos los sucesos de los últimos días y la visita de Luca. LUCA, ese es el asesino sin ninguna duda, piensa mientras sus ojos se encienden de rabia, impotencia y miedo.
En ese momento, asoma por la puerta el Teniente López.
—Inspector Jefe, ¿puede salir un momento, por favor?
—Disculpe, solo será un instante —se disculpa ante Clara, mientras se encamina a la salida del despacho.

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—Hemos recuperado las llamadas del móvil de Venancio Renovalles, así como todos los mensajes recibidos y enviados —informa el Teniente López a su superior—. Según parece, la última llamada que recibió es de una tal Nerea Molina. También tuvo contacto con el polaco que apareció muerto el otro día.
—Está bien, sigan investigando. Esto tiene toda la pinta de un ajuste de cuentas, y no descarto que nos caiga algún muerto más. Así que vamos a darnos prisa en desenmarañar este embrollo que me quiero ir a pescar este puente —va diciendo el Inspector Jefe Costa mientras se dirige de vuelta hacia su despacho.

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El móvil de Carolina suena con el típico tono de WhatsApp, coge el teléfono y se queda petrificada.

Me has traicionado. No te lo perdonaré nunca. Yo que tú, intentaría no quedarme sola y sobre todo mirar siempre detrás de ti. ESTAS MUERTA”

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