Ya queda menos. Afrontamos la recta final de la novela a la par que ultimamos los detalles de la edición impresa. Tiempo de ilusión, trabajo y nervios. Aún quedan días por delante todavía, pero debéis ir reservando ya vuestros ejemplares para no quedaros sin él. Recordad que el día doce de marzo tenemos una cita en La Bóveda para la presentación de TayTodos. La cuenta atrás está en marcha... quedan treinta y dos días.
Ahora vamos a centrarnos en lo ocurrido en el capítulo anterior (30. La verdadera identidad de Marisa). A continuación os dejamos una serie de flashes para que refresquéis la memoria sobre la situación de la trama:
- Carolina encuentra a Marisa en el cuarto de la limpieza, cuando se disponía a llamar a alguien. Le dice que tiene que contarle algo importante y que necesita su ayuda.
- El Inspector Jefe Costa es requerido por un subordinado que ha interrogado a Nerea y le advierte de que es la creadora del NC. Costa le informa de que ella no es la asesina de Venancio, pues así lo demuestran las cámaras de seguridad, pero le insta a deternerla de todos modos. Cuando se dispone a hacerlo la joven los amenaza con volar el cinturón de explosivos que lleva bajo la ropa.
- Carolina le confiesa a Marisa que está amenazada de muerte, y le pide ayuda. Sabe que tiene contactos con la policía. Esta ya conoce todo el caso, pues es una infiltrada por el Jefe Costa, amigo de juventud en sus inicios en el mundo de la investigación.
- El Jefe Costa vuelve al interrogatorio con Clara. Descubre su tapadera y la detiene acusada de tráfico de drogas, trata de blancas y encubrimiento.
- Sergio cree que ha descubierto quién es la persona que une las vidas paralelas vividas por Nerea: Luis.
El capítulo treinta es el segundo del doble capítulo ideado, como adelantamos la semana pasada, por estas dos amigas, que de nuevo lo han escrito a cuatro manos: Sara Garcés Carcas y Patricia Aznar Serrano
¿Quién será el asesino de Venancio? ¿Funcionará el pacto del Inspector Jefe Costa? ¿Continuarán las muertes como estaban pactadas, o el asesinato de Baby Face hará que se detenga el plan inicial de Nerea? ¿Conseguirá Sergio estar con Clara finalmente? ¿Cual será el próximo paso de la policía? ¿Contactará Sergio con Luis? ¿Qué ocurrirá con los explosivos que porta Nerea en su cinturón? ¿Qué papel jugará Marisa, ahora que sabemos su identidad real? ¿Qué será de Carolina, amenazada de muerte? ¿Qué ocurrirá con el plan de fuga de Montana ahora que ha implicado a Luis, e indirectamente a Rebeca y María? Muchas incógnitas por resolver...
Veamos finalmente que nos revela el capítulo de hoy. Espero que os guste.
Besetes a tod@s. Nos leemos.
31. Querido Mario
Jorge y Jota, estaban en
comisaría cuando vieron aparecer a Marisa junto a Carolina. Jota sujetó a su
padre, que iba directo a hablar con la joven.
—Papá, no —Su padre hizo un
amago de contestar, pero suspiró y se quedó callado—. Es lo mejor. El inspector
todavía cree que no tengas nada que ver con todo este embrollo.
—Está bien hijo, pero haz
todo lo que puedas por Carolina, sé que es una buena niña.
************
—¿Qué hacen estas dos aquí?
—Y yo que sé —contestó Luis.
—No hagáis ruido, a ver si
se van.
Transcurridos diez minutos,
Rebeca y María se marcharon sin conseguir ver ni a Montana ni a Luis.
—¿Qué estarán haciendo en
ese chalet?
—No lo sé María, pero algo
tiene que ver con la paliza que le dieron a Montana, estoy segura…
************
—Está bien —contestó Luis—,
marcharos, yo me ocupo del niño.
—Eres un gran amigo.
Montana le dio un abrazo que
le dejó casi sin respiración, le agradecía tanto todo lo que había hecho por
él… Sabía que iban a pasar una larga temporada sin verse, ni hablarse. Cómo lo
iba a echar de menos.
Mirka y Montana salieron de
la casa y conforme subían al coche escucharon un potente ruido, un disparo.
—¿Qué ha sido eso? —dijo
Mirka.
De repente vieron a Luis
salir corriendo por el jardín, no vieron a nadie más. Estaba como un flan. No
sabía que pasaba. Estaba corriendo por el jardín de una casa que desconocía
tratando de huir desesperadamente. Las piernas le flaqueaban, veía la puerta de
salida tan lejana, que pensaba que jamás alcanzaría la salida.
—¡Luis! —gritó Montana.
—¡Mario! —Mirka empezó a
gritar y llorar desconsoladamente—.
¡¿Dónde está Mario, Luis?!
—Ah... He... He visto…
—¿Qué has visto Luis? ¡Contesta!
¡Contesta, maldita sea!
Luis se quedó paralizado, no
podía mediar palabra, estaba horrorizado.
—Tenemos que irnos Mirka,
ayúdame a subirlo al coche.
—¡No puedo irme Montana! ¡Mario!
¡Mi querido Mario! Adiós Montana. Te quiero.
Mirka salió corriendo hacia
la casa, entró en la habitación de Mario y ahí lo encontró, tendido en el suelo
en un charco de sangre. Lo zarandeó, le gritaba, le abrazaba, lo llamaba, pero
Mario no contestaba.
Sonaron sirenas. Encontraron
a Mirka, envuelta en sangre, acariciando el cabello de Mario.
—Señora, levántese y ponga
las manos donde yo pueda verlas.
Mirka no escuchaba nada,
seguía cantándole, como si estuviese dormido. Tuvieron que sujetarla entre dos
policías ya que no podían separarla del cuerpo, para poder llevarse al niño.
************
—Tenemos un aviso de un disparo en casa de
Baby Face —sonó en la radio de comisaría—. Ya ha ido una patrulla para allí.
Salimos la 424.
—Señorita Silva, creo que ya
es el momento de que hablemos seriamente. Acabo de recibir una llamada desde su
casa, ha habido un tiroteo. ¿Sabe usted quién se encontraba dentro?
—¡Mario! ¡Mi hijo! ¡Mario!
—Tranquilícese, señora.
Tenemos dos patrullas de camino a su casa.
—¡Maldito italiano, mal
nacido!
—¿A quién se está usted
refiriendo señora? —preguntó el inspector Costa.
—¡Váyase a la mierda! ¡Quiero
un abogado, y quiero salir de aquí ya mismo! No tenéis nada para tenerme
encerrada.
************
Nerea estaba fuera de si. El
teniente López estaba intentando calmarla para evitar que salieran todos por
los aires.
—Nerea, tranquila, es un
delito por tráfico de drogas, no te caerán más de quince años. Con buena
conducta, puedes estar fuera en ocho. ¿Crees que merece la pena todo esto?
Nerea balbuceaba. Se había
vuelto loca. Quería derrumbarse, estaba cansada. Se había convertido en una
mala amiga, si es que alguna vez había tenido amigas que no fuesen con interés
de que le hicieran trabajos sucios, como vender drogas, sacar información a
cerca de algo, etcétera; una envidiosa, rastrera. ¡Y hasta donde había llegado!
A los bajos de Baby Face, ese asqueroso narco vicioso, todo por un puñado de
euros. Le vino a la cabeza los momentos con Sergio, era feliz con él. ¿Por qué
se había portado tan mal con él? Sólo quería su felicidad, y ella se lo pagaba
intentando robarle todo lo que tenía. Le vino a la mente su padre, ese
maltratador con el que tuvieron que vivir ella y su madre durante diecisiete
años. Nunca había dejado que ningún hombre se metiese en su corazón o en sus
sentimientos, más de lo que ella permitiera, nunca se abría, no quería que la
hirieran. ¿Sería por su infancia, su mala infancia, que se había vuelto una
persona sin sentimientos? Nerea empezó a llorar mientras bajaba el brazo
lentamente…
—¡La tengo! ¡Estate quieta
puta loca! —dijo el teniente López.
—Madre mía como está la
juventud jefe…
—Y que lo digas…
¡Desactivarme esto!
—Sí, teniente.
************
—¿Vas a decirme de una vez
que ha pasado ahí dentro?
—No sé quien era Montana,
sólo le he escuchado decir algo en italiano y seguidamente he escuchado un
disparo y he salido pitando de ahí. ¿Se puede saber en qué me has metido?
—Luca… Seguro que lo llamó
Baby Face para matarme tras su intento fallido. Pero, ¿por qué han matado al
niño? La mafia italiana está metida en esto también. ¿Qué habrá hecho Venancio
para cabrearles tanto y que se carguen a su hijo?
»Tenemos que largarnos de
España, Luis. Dime que Luca, o sea, el italiano, no te ha visto la cara…
—No, yo ni si quiera llegué
a entrar a la habitación. Lo escuche hablando y justo cuando me acercaba sonó
el disparo y eche a correr.
—Bien, eso está bien Luis… Yo
te he metido en esto y yo te sacare —pensaba Montana—. Bueno, nos vamos a ir
unos días, tú podrás volver más tarde, pero yo me mantendré lejos de aquí.
Podrían encontrarme, los italianos, la policía o los gorilas de Baby Face, que
a saber el lío que llevarían ahora que no esta “Il Capo”.
************
Llevaban dos días
conduciendo. Luis estaba desesperado por salir del coche. Él no había hecho
nada, absolutamente nada más que ayudar a un amigo, y se había visto envuelto
en semejante locura. Llegaban a la frontera con Francia.
—Mierda, hay policía, actúa
tranquilo y no hables.
Lentamente el coche se
detiene ante la señal del agente.
—Buenas tardes, carnet y
documentación.
—Buenas tardes señor agente,
tenga.
El policía se gira hacia su
compañero con la documentación en la mano.
—Carlos, identifica estos
carnets y busca antecedentes, no me dan buena espina…
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