A continuación veamos lo sucedido el pasado sábado en la Ludoteca de Boquiñeni.
La tarde se ponía insoportable tras cerrar una mañana calurosa y soleada de tiempo de espera. Eso que se nos da tan mal a los impacientes. Parecía que no iban a llegar las siete, pero llegaron. Y allí nos dimos cita unos cuantos zarracatalleros envueltos en la sonrisa que provoca el reencuentro con amigos en versión 1.0 (físicamente, la original, la de los besos, abrazos y complicidades), ya que al estar repartidos por diferentes puntos de la región, la última semana sólo habíamos compartido mensajes y emoticonos.
Cuando llegué con Manuel Zalaya de escolta, el primero en recibirnos fue Eduardo Comín, y ya dentro del espacio estaban Sofía Navarro y Maite Coscolla que ya tenía listo el proyector, portátil y todo lo necesario. Quedaba casi una hora. Comprendí que saldría bien. Aunque he de reconocer que me había olvidado los altavoces para el portátil... El 50% de lo que debía llevar. El resto eran los libros, obviamente.
Afortunadamente, tras unos minutos de dudas, mi ángel de la guarda y compañera vital los trajo desde el pueblo vecino. Suerte vivir tan cerca... (y tener a una persona así a mi lado).
Solventados los problemas técnicos y una vez que los chicos de Aurora Boreal y el gran May B habían montado y probado sonido, sólo faltaba esperar al público que en cuestión de cinco minutos llenó la sala. Lo cierto es que la respuesta fue maravillosa y su participación y complicidad durante el acto también.
Maite, como anfitriona, dio la bienvenida e hizo las presentaciones oportunas y rápidamente comenzamos a contar que es eso de la Zarracatalla, qué hemos hecho hasta ahora y dar varios detalles la nuestra nueva novela colectiva. TayTodos tiene un poder enorme, y espero que los que decidieron hacerse con ella lo disfruten tanto como nosotros con todo lo que ha conllevado antes, durante y después de su publicación.
Hubo dos proyecciones durante el acto y hasta tres intervenciones de ambas formaciones. May B y Aurora Boreal estuvieron como siempre, fantásticos. Todo iba a pedir de boca, y hasta tuvimos una sorpresa para Justo, el abuelo de nuestra autora Sofía Navarro, que cumplía años precisamente ese día y entre todos, y dirigidos por nuestros geniales músicos, le cantamos el cumpleaños feliz. Fue realmente emotivo.
Y para rematar la fiesta a la que se sumaron también dos autores más, Ana Blasco y Carlos Ade, conformamos un relato colectivo como habíamos hecho en presentaciones anteriores, con la intención de extrapolar el proceso creativo que utilizamos en Zarracatalla a la hora de escribir nuestras novelas colectivas. En esta ocasión una semana corresponde a un ratito, y un capítulo a cuatro o cinco líneas del microrrelato colectivo que a continuación podéis leer. En él participaron en el siguiente orden: David Garcés, Eduardo Comín, Javier Benedí, Carlos Ade, Nati Arbués, Toño Navarro y Manuel Zalaya.
Gracias Boquiñeni por compartir esta tarde de tormenta y diversión con nosotros y por hacernos sentir en casa.
A merced de tus ojos
1. La sala estaba repleta, el ambiente era cálido y acogedor, y me encontraba muy a gusto entre aquellas personas. Varios de los allí presentes reclamaban mi atención, pero yo hacía rato que estaba inmerso en otros menesteres… Desde que cruzamos la primera mirada ya no volví a ser el dueño de mis sentidos. Funcionaba por inercia, porque en realidad era una marioneta bailando a merced de los deseos caprichosos de aquellos ojos de miel que me dominaban.
2. La cantidad de gente que llenaba la sala desapareció por completo. Por un instante incluso me pareció sentir su fragancia, mezcla de bizcocho, azúcar y caramelo. Me sudaban las manos, pero de una vez por todas navegué entre la gente hasta que casi la tocaba...
3. Ya estaba junto a ella, ahora su fragancia me cautivaba por completo. Su ondulada melena acababa en una bronceada espalda, que quedaba vista en un espectacular vestido rojo, lo que terminó por paralizar todos mis sentidos. Por fin estábamos frente a frente, esos ojos de miel se quedaron clavados en los míos. Quise tocarla, hablarle, pero mi cuerpo y mi cabeza no me respondían. Había llegado a ella, ¿y ahora?
4. En ese momento un niño de unos ocho años se acercó a ella.
-¡Mamá, mamá! ¡Ven!
Y cogiéndola de la mano la arrastraba hacia una punta de la sala. Le salió al paso un hombre joven muy apuesto, el niño lo cogió de la mano...
-Papá, vamos a enseñarle a mamá lo que hay en el armario.
5. No supe como reaccionar, de pronto mi mente solo oía esas palabras del niño. Por un momento volví a la realidad. Al desaparecer de mi vista mi corazón comenzó a latir tan deprisa que quise salir corriendo.
6. De repente me encontré en esa encrucijada en la que el corazón te dice una cosa y la mente otra. ¿A cual hacerle caso? Si salía corriendo igual no la volvía a ver jamás, pero si le hacía caso al corazón podría comenzar una tormenta de la cual no sabía como iba a terminar. De pronto noté su presencia en mi espalda, me giré y ella me besó.
7. No podía creer lo que estaba sucediendo. Aquellos ojos color miel estaban frente a los míos y además besándome, menos mal que no hice caso a la cabeza y obedecí al corazón. Este era el principio de una larga y feliz relación que todavía hoy perdura.
FIN
Besetes a tod@s. Nos leemos.
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