martes, 27 de febrero de 2018

AMOR KM. 0: EL MOMENTO


Hoy os traemos el relato completo tal y como lo podéis disfrutar en este fantástico libro: AMOR KM. 0 de Zarracatalla.
EL MOMENTO de Begoña Fidalgo (Zaragoza). La fotografía que lo acompaña la firma Carlos Lalana (Pedrola - Zaragoza), y aderezado con la esencia que extrajo la gran María Belén Mateos Galán. Pertenece a nuestra última publicación, dentro de COLECCIÓN CUPIDO.
Si quieres disfrutar de las 31 piezas que componen este libro no dudes en adquirirlo ya, tanto en la librería Portadores de Sueños: en la propia tienda de la calle Jerónimo Blancas, 4 (Zaragoza), como online. También puedes pedirlo directamente aquí y te lo haremos llegar: zarracatalla@gmail.com



La espera hace que el tiempo detenga sus saetas. El momento se hace eterno y la estancia monótona y fría…


“El reloj de la mesita sigue obstinado en su labor diaria de contarme algo de naturaleza siniestra. Debería haberle quitado la pila. No entiendo quién inventó una maquinaria tan perversa, cómo no se cansa de medir algo tan dañino para el corazón. Yo me canso, no quiero dormir”


EL MOMENTO

Begoña Fidalgo Domingo







Carlos Lalana
Pedrola (Zaragoza)




EL MOMENTO

Julián se ha marchado en el primer autobús de la mañana. Anoche le supliqué que no lo hiciera; le aseguré que no volvería a atosigarlo con planes de futuro. Lo mismo que le aseguré hace seis meses. Y en esos momentos se lo digo con absoluta franqueza, deseando que sea así, y él me cree, pero a los pocos días, irremediablemente, cuando nos abrazamos miro por encima de su hombro, a través de la ventana, imaginando si lloverá, o nos seguiremos queriendo al año que viene, siempre adelantando el tiempo. Él se da cuenta y dejamos de abrazarnos y nos marchamos cada uno por un lado, uno a la cocina y otro al baño, con los brazos languideciendo por el pasillo. Yo minando el presente.
Me he quedado desnuda en la cama, como un día sin horas. Esta vez no volverá. Ya no importarán los días venideros. El reloj suena, a las ocho, a las nueve, se pone tozudo, con voluntad de ayudarme a organizar un día sin molde. Qué es eso de atrapar el momento. Qué es eso del maldito momento. La cama deshecha, la ventana con las cortinas echadas, el despertador parpadeando. Todo se difumina. Ayer creía entender al tiempo, tenerlo controlado, necesitaba saber el parte meteorológico del viernes para saber qué hacer el fin de semana, los turnos de mis compañeros para las vacaciones, y los de los compañeros de Julián, qué viaje haríamos en nuestro aniversario. No sé qué haré, eso me repetía Julián una y otra vez —no lo sabemos, deja que ocurra—, pero no he dejado que ocurra y se ha escapado como las mariposas en primavera.
Hoy no tiene mérito. Sólo pretendo terminarlo cuando el reloj anuncie las doce de la noche. Para entonces ya será mañana, o casi. Voy a llamar al trabajo, no me encuentro bien. Igual más tarde llama Julián. Quiero saltarme el día de hoy, hacer trampa, como si no lo viviese y me lo guardase para más adelante. Un pequeño descanso en la vida, arrebujada dentro de la cama, un paréntesis para aprender, y mañana seguramente también querré saltármelo. Y aprender más adelante.  Julián no va a llamar. Él necesita vivir despacio. Alguna vez lamentaré  haber rechazado un día que no creía necesitar, no haber vivido. Este día no me va a esperar. Me engaño. Si no juego la casilla hoy no aprendo para ganar mañana. Pero hoy no quiero aprender. No puedo.
Recuerdo que anteayer encargué un libro de relatos para él. Era un regalo sorpresa por nuestro aniversario de dos años y tres meses. Me gusta sorprenderle, cambiarle las cosas de sitio. Me confirmaron que dentro de unos días lo recibiría, según como preparen el reparto, y yo insistí en si sería dentro de esta semana. Necesito concretar el tiempo. Esperaré impaciente a que llegue para leerlo. Así saldré de la cama o del adormecimiento. Tendré que engañar a la espera para que no me robe el momento. He pensado en quitarle la pila al reloj, pero no creo que sea suficiente. El tiempo si no lo recuerdo es un engaño y un falso curandero.
Ayer estuve haciendo planes para el verano. Me gusta planificar las cosas, vivir sin vivir el momento, fingir que vivo lo que no estoy viviendo. Hoy lo recuerdo y no lo soporto. Julián ha aguantado hasta que ha podido. Eso lo sé, o quiero saberlo, pero no aprendo. En la pared de la agencia de viajes en la que estuve ayer colgaban cinco relojes; eran grandes y redondos con la esfera en blanco como en las películas de espionaje. Señalaban diferentes horas, pero destinos muy parecidos: todos imaginados. Hoy recuerdo que los relojes estaban  parados, con la misma hora cuando entre y cuando salí. Ayer no me di cuenta. Julián no me acompañó, le insistí la noche anterior, y en el desayuno, y al mediodía lo llamé al trabajo. Me colgó el teléfono. Pensé que al final cedería, y así ha sido. Se ha marchado en el primer autobús de la mañana. No sé si ayer ya tendría sacado el billete.

Y qué pasó ayer, por qué rompió la cuerda Julián, yo sólo quería organizar un viaje para el verano, para los dos solos, sin que él se preocupase de nada. Julián este verano no tenía vacaciones, las pidió el año pasado, y ante mi insistencia logró cambiarlas por las de un compañero, que días más tarde dejó de hablarle. Este año tocaba vacaciones en invierno, sí, hombre, para eso ya están las navidades, le había dicho. Las tendrás que cambiar, dije, mientras él se marchaba a trabajar cerrando la puerta de un modo más fuerte de lo habitual. Hoy, si no lo intento, será un día sin nada que merezca la pena recordar. Sólo un autobús que salió esta mañana. Presiento que hoy va a ser como un domingo en la agenda de una secretaria.
 Dentro de la cama el tiempo camina como una hilera de hormigas subiendo por mis piernas, no me dejan estar quieta. Los constantes tics nerviosos no me dejan dormir. Debería tomarme una pastilla, o mejor dos, llevo varios días tomando una y no duermo. El reloj de la mesita sigue obstinado en su labor diaria de contarme algo de naturaleza siniestra. Debería haberle quitado la pila. No entiendo quién inventó una maquinaria tan perversa, cómo no se cansa de medir algo tan dañino para el corazón. Yo me canso, no quiero dormir. Voy a mirar el correo por si ha llegado el libro.
Antes de ponerme la bata y salir a ver el buzón, recibo un sms de la librería: “Mañana llegará su libro de relatos, como muy tarde pasado, según el reparto”. ¡La madre que los parió con el reparto! Les insistí que tenía que tener el libro antes del jueves, el día de mi aniversario de dos años y tres meses. También le insistía a Julián que ese día saliese antes de trabajar y se pidiese la tarde libre, su jefe estaba un poco harto de tantas peticiones, eso me decía Julián, pero yo no me lo creía, su jefe siempre era encantador conmigo, y  un caso como el aniversario seguro que lo entendería. Esto se lo recordé anoche en la cena a Julián y se fue pronto a la cama. Al instante fui yo y ya se hacía el dormido, siempre lo hacía cuando no quería sexo, no me importo y pensé en el día del aniversario.

Mañana es nuestro aniversario y sigo en la cama. Me levanto a cargar el móvil. Julián, cuando nos conocimos, me dijo que no había visto ningún mañana, que nos amásemos hoy. Aquel día no lo entendí y le propuse un fin de semana en la nieve. Y hoy sólo veo mañanas agitadas por la inercia de un autobús. El mareo no me deja ver nada. Me gustaría ver lo que hay detrás de estas horas insustanciales que me están vaciando, mirar como el que mira debajo de la cama.
Hoy podría caer en la tentación de decir que mañana será otro día. Mañana me llamará por nuestro aniversario y vendrá a recogerme para ir a comer, y yo le regalaré el libro que el reparto me habrá traído. No estoy segura de nada de esto, ni siquiera del reparto.
Mañana será la continuación de ayer;  porque hoy se ha ido y es un día vestido sin ganas. Pero tengo la intuición de que pasado mañana sí será otro día. Seguro que no es del todo cierto. Qué demoledora se me hace esta insustancialidad, mi casa, mi habitación, mi cama. Me derriba porque me empeño en atraparla, en limpiarla, en poseerla. Y no se deja, igual que Julián. No aprendo.
Llaman al timbre, igual es Julián, es el reparto de la librería. Recibo en la puerta al repartidor con la bata a medio poner y le pregunto mientras me acerca un artilugio para que le estampe la firma digital.
—¿Qué día es hoy?
—No tengo ni idea, señora. Ponga la que quiera, la entrega solo la hago una vez. Descuide que no la voy a repetir mañana.
—¿Y usted va repartiendo y no tiene ni idea de qué día es hoy?
—No, señora, yo bastante tengo con arrastrar el carro y aprenderme las calles. Sólo me faltaba estar al tanto del día que es. Pero si tanto le interesa hoy es jueves.
—Eso ya lo sabía, yo me refería al día del mes.
—Bueno, usted me firma aquí y yo le entrego el libro.
Y se fue, nos despedimos de una forma bastante silenciosa. Le he dado las gracias cuando él ya estaba en el portal. El repartidor no se ha girado a recibirlas. Julián nunca sabía en qué día estábamos. Yo no lo entendía. Y le preguntaba una y otra vez hasta que se marchaba, y luego volvía. No me va a llamar. Me meto en la cama con la bata, tengo frío. Quito el celofán del libro y acaricio sus tapas. Tengo ganas de que pasen los días, de que el reloj avance y me haga pensar que voy hacia algún sitio. Hubo un tiempo en el que el ayer existió y el mañana se esperó. Ya no quiero vivir en ese tiempo. Voy a leer el libro.
No sé qué hacer el día de mi aniversario y tampoco me importa lo más mínimo. Ya no es mi aniversario. Y este libro ya no es un regalo. Me sorprendo haciendo un gesto con la mano como si quisiese atrapar el tiempo como quien coge una mariposa.


Begoña Fidalgo Domingo
Zaragoza






Un nuevo texto y su ilustración se publicarán en el blog el próximo martes 27 de marzo. No esperes hasta entonces, hazte con él ya y descubre todo lo bueno que te trae lo nuevo de COLECCIÓN CUPIDO.
Antología de relatos y poemas en la que participan más de 50 personas.
AMOR KM. 0
Varios autores.
Colección Cupido.
Primera edición: febrero 2017
ISBN: 978-84-617-8393-9
Depósito legal: Z 182-2017
180 PÁGINAS 
Incluye ilustraciones y fotografías a color 
Pide tu ejemplar en nuestro correo electrónico y te lo enviamos a casa, o a través de la librería Portadores de sueños 
Precio: 13€

Besetes a tod@s.
Nos leemos.

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