lunes, 13 de enero de 2014

Nuestra historia. Capítulo II: Cómo he podido

Aquí os dejo la tan esperada segunda entrega de Nuestra historia. Espero que la disfrutéis mucho. Nuestro primer escritor/a anónimo nos ha dejado su trabajo. Atentos todos porque la trama fluye con naturalidad. Un gran trabajo y...ansiosos porque llegue el tercer capítulo, porque vaya final tiene este. No puedo decir más, así que ¡A LEER!

 II  ¿Cómo he podido?

Un tono, dos tonos, tres tonos…
-¿Qué pasa semental?- me quedo sin habla-Pedro, Pedro ¿estás ahí?
-Hola Olga- dije después de un gran silencio
-Pensé que ya no me ibas a llamar-¿pero que dice esta tía?
-Olga iré directo al grano, te llamo con respecto a lo de anoche…
Sin dejar acabar la frase una Olga emocionada dijo
-¡Oh, si! Tu tampoco puedes dejar de pensar en ello ¿eh?- No entendía que me quería decir con eso
-No mira te seré sincero, no recuerdo nada y he estado intentando hacer memoria e incluso llamando al resto del grupo pero nada, imposible. ¿Me puedes explicar qué pasó?
-Pues nada que los dos no quisiéramos
-Hasta ahí lo puedo imaginar, pero…
-Escucha Pedro los dos sabemos que esto tarde o temprano iba a pasar -Me aceleraba por momentos, ¿qué iba a pasar? yo quiero a Ana y esto no ha podido suceder, Olga es tan solo una buena amiga -Pero tranquilo si tu quieres será nuestro secreto.
-¿Secreto?-grito-¡¡Ana ya lo sabe!!- esta tía me está sacando de mis casillas.
-¿Qué? ¿Cómo?-dijo ella sorprendida
-Me ha echado de su casa, ha debido de ver  el whastapp que me enviaste y el video. ¡¡Dios Olga!! ¿Pero en qué estabas pensando?
-¿Pensando yo?¡¡Pensando tú guapo!! Te recuerdo que tú eres el que tienes novia.
- Pero es tu mejor amiga ¡¡por el amor de dios!!
Tras otro silencio bastante incómodo Olga continúa
-¿Cómo ha visto Ana el mensaje y el video?
-No lo sé. Yo me desperté porque ella me estaba gritando
-¿Ana fue a tu casa?
-Noooo… yo estaba en la suya
-Pero si yo te dejé dormido como un tronco en tu casa
-Ya te digo que no recuerdo nada ¡joder!-¿en qué idioma le tengo que decir que no me acuerdo de nada?
-Pedro, ¿de verdad me dices que no recuerdas nada?-su voz sonaba a decepción, cosa que me dejó aun mas desconcertado si cabe.
-De verdad Olga, he llamado a todos y sólo recuerdo estar bailando y lo siguiente que Ana me despertaba gritando ¡no recuerdo nada!
Mi paciencia estaba empezando a agotarse y para colmo Olga comienza a gritar
-¡¡Pues no me pidas a mí que te cuente qué, cómo y cuándo pasó, ya has visto el video, haz tus conclusiones!!
Y así sin más me colgó el teléfono, sin resolverme nada de lo que había pasado y quedándome con cara de tonto sin saber qué hacer.
Al cabo de unos minutos, quizás media hora, me tumbé en el sofá y acabé lo que quedaba de Bourbon y Tequila hasta que el agotamiento físico y mental pudo conmigo y caí en un profundo sueño. Sueños raros, pesadillas, en las que estaba sólo dentro de un túnel y veía al final de él a Ana pero no conseguía llegar a ella, había una mano que me atrapaba y cuando conseguía verle la cara era Olga.
A la mañana siguiente desperté otra vez con resaca ¡¡Uff!! Vaya día me espera…
Miré el móvil ningún whatsapp, ni mensaje, ni llamadas. Sólo llamadas perdidas de mi madre que imaginaba que estaría preocupada, ni siquiera recordaba haberle felicitado el año.
Mis padres pasaron la Nochevieja con unos amigos en una casa rural. Yo tenía planes con el grupo para esa noche así que me pareció una buena idea. Mis padres siempre habían sido muy familiares para estas fechas pero desde que en la familia de mi madre una Nochebuena hubo una fuerte discusión, dejamos de pasar las navidades con ellos así que en Nochebuena cenamos mi padre mi madre, mi hermana y yo. Mi hermana tiene veinticinco años, una cabra loca, que se pasa el día de fiesta en fiesta. Está terminando la carrera, pero como siga así creemos que es la carrera la que terminará con ella. Ana cenaba con su familia, de momento, siempre ha sido así, en Nochevieja era distinto cada uno hacíamos nuestros planes.

Seguía confundido, sin saber qué hacer. No sabía si llamar a Ana sería buena idea. ¡¡Joder Gañán la has cagado pero bien!!
Echo un vistazo a la casa, un desastre absoluto, pero con la resaca que tenía no me apetecía hacer nada me tomé un ibuprofeno y dormí un rato mas.
Me desperté y eran más de las 3 de la tarde, tengo hambre, y mi nevera parecía hacer eco, la mejor opción pedir algo. Un rato después, aparte del desorden que ya había, tenía la mesa llena de tupper del chino.
Volví a mirar el móvil y nada… ¿Sabrían todos ya lo que había pasado? Decidí llamar a mi madre, seguiría preocupada:
-¿Mamá?
-Hola mi niño-para mi madre seguiré siendo su niño tenga treinta, cuarenta o cincuenta años-nos tenías preocupados te he llamado varias veces ¿cómo estás?
-Bien mamá, bien. ¿Y tú? ¿Y papá?
-Nosotros muy bien. Llegamos de la casa rural hace un ratito. La verdad es que nos lo hemos pasado estupendamente-mis padres tienen un grupo de amigos de toda la vida con los que suelen salir muy a menudo de cena, a comer, de cañas… se lo montan bastante bien, dicen que están viviendo su segunda juventud ¡hacen bien!-¿y tú cómo lo pasaste?
-Yo bien -no sé ni qué contarle
-¿Y Anita? ¿Cómo está? ¿Está ahí contigo? Pásamela para que le pueda felicitar el año-mis padres quieren muchísimo a Ana. Si se te enteraran de lo que ha pasado probablemente al que dejarían de hablar e incluso desheredarían sería a mí.
-Ehhh no, Ana está trabajando. Le tocaba hoy guardia-tengo que conseguir hablar con Ana antes de decir nada a mi familia.
-¡Madre mía lo que trabaja esta chica! Bueno, pues dale un besito de nuestra parte cuando la veas.
-Si mamá, en cuanto la vea-ojalá la pudiera ver y darle uno y mil besos.
-¿Te pasa algo hijo? Te noto algo raro-mi madre es como una pitonisa puede notar que me pasa algo hasta por teléfono.
-Nada mamá. Simplemente que la noche fue larga y ya sabes, me hago mayor…
-¡Anda, anda! No te quejes tanto. Pues nada mi niño, te dejo, que tengo todo manga por hombro y recuerda que el día cinco os espero a Ana y a ti para cenar aquí en casa y darnos los regalos de Reyes-¡¡Quién se acordaba ya de eso!! Ana se ocupó de comprar todos los regalos como siempre, yo sólo compraba el suyo y muchas veces tenía que venir conmigo a elegirlo, soy un desastre para estas cosas.
-Si mamá, allí estaremos-no me gusta mentir a mi madre pero en esta ocasión no me quedaba más remedio
-¡Un besito Pedro!
-Otro para ti mamá.
Sigo pensando si llamar a Ana o directamente ir a su casa. Marco una vez, dos veces, tres veces, cuatro, cinco… ¡y así hasta trece veces! Desisto. Le dejo un whastapp: “Ana por favor necesito que hablemos, te quiero mucho.”
Ana es mi mundo, Ana es mi todo. Desde que empezamos a salir  en el instituto hemos sido inseparables, siempre juntos, siempre unidos. Ella ha sido mi mayor apoyo desde que hace un año me despidieron de la empresa donde llevaba trabajando 8 años.
Nunca fui un buen estudiante pero conseguí sacarme un grado superior de informática y desde que lo terminé estuve trabajando en la misma empresa hasta que por la crisis me despidieron junto a cuatro compañeros más. Lo pasé bastante mal, ya que  me gusta mucho mi trabajo y estar todo el día en casa no me viene nada bien. Ana me dio todo su apoyo y me dijo que saldría de esta porque ella iba a estar conmigo como siempre lo ha hecho. Desde entonces busco trabajo de lo que sea, he perdido las esperanzas por el momento de seguir trabajando en lo mío.
Ana y yo nos habíamos planteado un cambio de vida. Ella no tendría problema en trabajar como médico y aquí seguiría teniendo su plaza y yo podría encontrar algo de lo que fuese y mejorar mi inglés. La semana antes de Nochebuena estuvimos mirando distintas zonas de Inglaterra a las que podríamos ir y los hospitales que había por esas zonas. Estábamos bastante ilusionados de poder empezar un proyecto en común en un sitio distinto ella y yo solos, desde cero, buscándonos la vida y la manera de seguir adelante. Pero juntos sabíamos que podríamos conseguirlo.
¿Y ahora qué? ¿Cómo he podido hacerle esto a Ana? ¿Qué va a pasar ahora? En mi mente sólo está recuperarla pero…. ¿cómo?
Dispuesto a hablar con ella, me vestí, me miré al espejo… madre mía gañán que careto llevas. Armándome de valor y con la mente clara y despejada cogí mi pequeño Opel Corsa y me dirigí hacia casa de Ana.
De pronto mi móvil sonó, lo llevaba en el bolsillo, logré sacarlo y al ver el nombre en la pantalla el corazón se me paró…
Oí pitidos….
¡El semáforo!
¡Oh no!…









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