XII. Secreto a voces.
Olga no encuentra las palabras para
explicarle a Patricia lo que le ocurre. Patricia intenta ayudar a su amiga,
pidiendole que se serene y ordene sus pensamientos.
Olga le cuenta que ha ido a la habitación
de Pedro y el panorama que se ha encontrado al abrir la puerta. Sin olvidar
mencionarle que ha visto un calendario al lado de la bata de Ana con los días
tachados y que sospecha que Ana está embarazada. Es en ese momento en el que
Olga no puede resistir más y rompe a llorar.
-¿Qué
pasa Olga? Me estás asustando-dice Patricia a su amiga.
-Es
sólo que, yo pensé que, después de todo el lio que se ha formado con este
cuarteto amoroso, la relación de Ana y Pedro estaría rota y que yo podría tener
una oportunidad con él-susurra Olga entre gimoteos-. Más aún después de lo que
pasó el otro día después de que ambos discutiesemos con Ana, y de saber que
Pedro esta furioso por el desliz de Ana y Ramón.
-¿Seguro
qué es solo eso lo que te pasa ?-pregunta Patricia a su amiga. Porque
intuye que hay algo más que Olga no quiere contar, o no puede.
Mientras en la habitación de Pedro, la
alegria por la mejoría de este hace que Ana y Sandra olviden por un instante la
notica que deben dar.
Ana decide no decir nada todavia, pues ni
tiene fuerzas en este momento, ni sabe como decirlo, ya que sabe que la mala
noticia afectará animicamente a Pedro y esto puede influir en su recuperación
física.
-¡Esto
es genial!-dice Pedro- seguro que antes de Semana Santa estoy dando los
primeros pasos, jajaja.
-¿De
qué te ries, a caso hay algo gracioso en este asunto que se nos escapa a todos?-responde
Sandra.
-No
hermanita, sólo que me ha hecho gracia que, ahora, a mis 31 años, tenga que
aprender a dar mis primeros pasos otra vez. Como si fuese un bebé.
Ana y Sandra cruzan un instante la
mirada, pues las dos saben que eso ocurrira también dentro de poco tiempo. Y
que será Pedro el que deba enseñar a su hijo a dar esos primeros pasos.
Ana se va, pués tiene que empezar su
turno. Dice que pasará a ver a Pedro antes de irse a casa. En la habitación de
Pedro se respira un ambiente de esperanza.
Al salir de la habitación se encuentra
con Rafa, que va a ver a su amigo.
-Ana,
¿cómo se encuentra Pedro?
-Mejor,
más animado. El médico ha dicho que pronto podrá empezar la rehabilitación.
-Ya
sabía yo que no todo iban a ser malas noticias.
-Si…
Me voy a trabajar Rafa. Por cierto, Sandra está dentro-. Ana se fue y le guiñó
un ojo a su amigo, pues su cuñada le había contado lo sucedido en el bar.
-Entonces
voy para dentro. Luego nos vemos Ana.
Al empezar el turno Ana y Ramón se cruzan
por el pasillo.
-Ana
tenemos que hablar.
-No
es el momento, ya hablaremos.
En la habitación de Pedro, la visita de
Rafa es bien recibida por todos. Le dice que ya sabe las buenas noticias y que
se alegra por él.
Sandra se excusa diciendo que se va a
tomar un café y Rafa aprovecha para ir con ella diciendo que tiene que volver
al trabajo. Los dos salen camino de la cafetería, y al llegar allí Sandra le
cuenta a Rafa que Pedro puede tener problemas, ya que la familia de la señora
del accidente está removiendo las cosas. También le dice que todavia ni Ana ni
ella han dicho nada, entre otras cosas porque no saben como decirlo, le pide
que él tampoco comente nada con nadie.
El fin del turno de Olga coincide con el
fin del turno de Ramón. Ambos amigos se juntan a la salida del hospital.
Ninguno de los dos tiene buena cara.
-¿Qué
pasa Olga? no tienes buena cara, ¿estás bien?
-Te
podría mentir, pero la verdad es que no, no estoy bien. ¿Y tú? Tampoco es que
tengas muy buena cara.
-No,
es verdad. He intentado hablar con Ana antes, pero me ha dicho que no era el
momento, pero la verdad es que creo que no quiere hablar conmigo en ningún
momento.
Olga le propone ir al Rock and Blues a
tomar algo. Una vez allí, le cuenta lo que vio en la habitación de Pedro, y sus
sospechas sobre el embarazo de Ana. Hablan un rato y se va cada uno a su casa.
Al acabar su turno, Ana pasa a ver a
Pedro, que ya está solo. Sus padres y su hermana se han ido a casa a descansar.
Se queda un rato en la habitación, pero empieza a sentir mareos.
-Ana,
¿estás bien? ¿Te pasa algo?
-No
tranquilo, estoy bien. Solo es cansancio, ultimamente no descanso bien.
-Vete
a casa y descansa cariño, yo estoy bien.
-Sí,
creo que me voy a casa ya, mañana vengo a verte antes de entrar a trabajar.
-Muy
bien, mañana nos vemos.
-Hasta
mañana Pedro.
Le da un beso de despedida y se dirige a
la puerta para marcharse, cuando se acuerda de algo.
-Por
cierto, ¿sabes a quién he visto? A Mario, ya ha vuelto de Londres. Me ha dicho
que cuando pueda se pasa a verte.
-¿Sí?
A ver si es verdad y se pasa. Seguro que tiene mil historias que contar y hace
que se me pase el rato más rápido.
-Hasta
mañana, descansa Pedro.
-Hasta
mañana cariño.
Ana se dirige a su casa y cuando llega a
su piso se encuentra a Ramón esperandola en la puerta. Ana se queda bloqueada
porque no esperaba esta situación tan pronto.
-Ana,
tenemos que hablar. Si no quieres hablar en el hospital, hablaremos aquí o
donde tu quieras, pero tenemos que hablar. Yo no puedo más con esta situación.
-Mira
Ramón no me encuentro bien, estoy cansada y no tengo ganas de discutir ahora.
-¿Seguro
que no te encuentras bien? Yo creo que es otra cosa lo que te pasa. Olga me ha
contado algo muy interesante cuando hemos salido del trabajo.
-¿Olga?
¿que te ha contado ella? Si no sabe nada de lo que pasa.
-Para
no saber nada, me ha dicho con bastante seguridad que cree que estas
embarazada.
-¡¿Qué?!-grita
Ana-. ¡Cómo se atreve a decir esas cosas !
-Me
ha contado lo que vio en la habitación de Pedro.
-¿Y
por eso ya dice que estoy embarazada?- Ana cada vez estaba más nerviosa y más
enfadada.
-También
vio el calendario con los días tachados, y dice que conociendote eso solo puede
significar una cosa. Ella te conoce muy bien, y ha atado cabos.
Ana está en shock, no sabe que decir ante
eso, se pone pálida por momentos.
-Solo
quiero que me digas si es verdad, si es mio… ¿Ana ? ¿Ana estás bien?
-Por
favor vete, no quiero hablar contigo.
-No
me voy sin una respuesta.
Ana intenta pasar para abrir la puerta y
entrar en casa, pero Ramón cortandole el paso le coge del brazo.
-¡Sueltame
y dejame entrar en casa!-grita Ana.
Pero no le hace caso. Mario está subiendo
a su casa, y al oir el grito de Ana se acerca rapidamente para ver lo que ocurre.
Como Ramón no quiere montar ningún espectáculo suelta su presa, levanta sus
manos en posición de « tranquilo chaval que aquí no ha pasado nada »
y lentamente abandona el rellano aguantando en todo momento la desafiante
mirada a Mario. Este coge las llaves de la mano de Ana que sigue paralizada, le
abre la puerta y entra con ella a casa. Se dirige a la cocina y le prepara una
tila para intentar que se relaje.
Cuando se recupera, Ana da las gracias a
Mario y le dice que no se preocupe, que no pasa nada. Le explica que Ramón es
un amigo del hospital y que no se debe preocupar. Pero estas explicaciones no
convencen del todo a su vecino. La situación ha sido muy tensa como para que no
ocurra nada, aunque decide no entrometerse más en los asuntos de Ana y dejarla
tranquila con sus secretos, por el momento...
Para cambiar de tema, Mario pregunta por
Pedro, y Ana le cuenta que evoluciona bien y que pronto empezará la
rehabilitación. También le dice que cuando le comentado a Pedro que le ha visto
se ha alegrado y que le gustaría que fuese a verlo y a contarle que tal por
Londres.
-Mañana
cuando te vayas al hospital voy contigo y así voy a ver a Pedro, ¿te parece?-
pregunta Mario.
-Claro,
me parece muy bien, se alegrará de verte.
Como Mario ya ve más tranquila a Ana se
va a su casa y la deja descansar.
Al día siguiente, tal como habían quedado
se van juntos al hospital. Cuando llegan en la puerta está Olga, que también
acaba de llegar. Lo que hace recordar a Ana la desagradable conversación de ayer
con Ramón en la puerta de su apartamento, y su enfado con Olga vuelve con más
furia si cabe. Mario la saluda efusivamente desconocedor de los acontecimientos
que se han ido produciendo sucesivamente tras la última noche del año pasado.
Pero la tensión se puede cortar con un cuchillo entre ambas. Algo que no pasa
desapercibido para el sagaz vecino. Ana le dice a Mario la habitación de Pedro
y le invita a que se adelante, que enseguida sube ella. Él entiende que debe
dejarlas a solas.
Ana y Olga se quedan solas en la puerta
del hospital…
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