Hoy nos llega el capítulo número catorce de la saga "TayTodos", pero antes vamos a repasar lo ocurrido el pasado martes.
El capítulo anterior arranca con Clara sorprendida al descubrir que es Sergio el que ha entrado en la mansión. Este se aproxima a ella buscando terminar lo que tantas veces han dejado a medias. Ella se debate en esos momentos en un conflicto mental ya que su hijo ha sido secuestrado y no es el mejor momento para dejarse llevar por la pasión que le provoca el joven. Sergio sigue a lo suyo, la toma por los aires y van a caer a la piscina, donde ella se da un fuerte golpe en la cabeza que la deja inconsciente. La puerta principal se cierra de un portazo, alguien ha entrado en la vivienda...
En el otro lado de la ciudad Mirka llega a su piso, que comparte con su primo Pavel, y allí le encuentra jugando a la videoconsola junto a Mario (el hijo de Venancio y Clara). Pavel le cuenta como se había desarrollado el secuestro del niño y que mañana para bien o para mal todo habría acabado y se largarían de allí con muchísimo dinero.
Jota por su parte lleva a casa a su padre (Jorge). A ambos les une una muy buena relación y durante el trayecto bromean incluso con la situación tan bochornosa que ha llevado al progenitor a prisión y al hecho de que ambos conocían a la mujer que ha provocado esta locura en Jorge. En ese momento el padre intenta ponerse en contacto con Carolina para disculparse por todo lo ocurrido e interesarse por ella, pero la joven no está para hablar con nadie y decide que pase un tiempo para retomar el contacto.
Rebeca recibe varios mensajes de Montana, para invitarla a bajar y tomar algo por los alrededores. La chica acepta y tras varias copas y chupitos se van directos al Mini Cooper que enloquece a la joven y la cosa empieza a subir de tono. Pero de repente, y en plena faena, la puerta del coche se abre de golpe y Rebeca comienza a gritar...
¿Conseguirá Sergio hacer que Clara recobre el sentido? ¿Quién habrá entrado en la mansión? ¿Qué ocurrirá con el secuestro de Mario? ¿Cómo reaccionará el mafioso de Venancio? ¿Y Jorge, podrá retomar su relación con Carolina? ¿Quién abrirá la puerta del coche de Montana, y para qué? No os perdáis el capítulo de hoy.
En el otro lado de la ciudad Mirka llega a su piso, que comparte con su primo Pavel, y allí le encuentra jugando a la videoconsola junto a Mario (el hijo de Venancio y Clara). Pavel le cuenta como se había desarrollado el secuestro del niño y que mañana para bien o para mal todo habría acabado y se largarían de allí con muchísimo dinero.
Jota por su parte lleva a casa a su padre (Jorge). A ambos les une una muy buena relación y durante el trayecto bromean incluso con la situación tan bochornosa que ha llevado al progenitor a prisión y al hecho de que ambos conocían a la mujer que ha provocado esta locura en Jorge. En ese momento el padre intenta ponerse en contacto con Carolina para disculparse por todo lo ocurrido e interesarse por ella, pero la joven no está para hablar con nadie y decide que pase un tiempo para retomar el contacto.
Rebeca recibe varios mensajes de Montana, para invitarla a bajar y tomar algo por los alrededores. La chica acepta y tras varias copas y chupitos se van directos al Mini Cooper que enloquece a la joven y la cosa empieza a subir de tono. Pero de repente, y en plena faena, la puerta del coche se abre de golpe y Rebeca comienza a gritar...
¿Conseguirá Sergio hacer que Clara recobre el sentido? ¿Quién habrá entrado en la mansión? ¿Qué ocurrirá con el secuestro de Mario? ¿Cómo reaccionará el mafioso de Venancio? ¿Y Jorge, podrá retomar su relación con Carolina? ¿Quién abrirá la puerta del coche de Montana, y para qué? No os perdáis el capítulo de hoy.
En cuanto a su creador, decir que es otro habitual en Zarracatalla Editorial. De nuevo ha conseguido sacar adelante un capítulo en muy poquito tiempo y como sus antecesores ha tocado un poquito la situación de cada uno de los protagonistas de la trama. Esa una maravilla poder contar con él en muchas más cosas que escribir capítulos, ya que en muy poco tiempo se ha convertido en un gran amigo, de los de verdad. Por eso disfruto tanto haciéndole participe de esta locura, involucrándolo y descubriendo por donde va a salir esta vez su impredecible imaginación. Gracias de nuevo, una vez más a... David Carrasco Molina.
Os dejo con el capítulo de hoy. Espero que os guste. Besetes a tod@s. Nos leemos.
14.
Sí
o sí.
—¡Qué coño haces! ¡Qué
quieres Polaco! Por tu bien espero que sea importante. ¡Joder! ¡Quita Rebeca,
sal del coche! Te llamaré…
—¿Qué? Pero…
—¡Qué salgas del coche!
—Montana pero…
—¡Qué salgas del puto coche!
¡Ya!
Rebeca, asustada y desconcertada
salió del Mini bajándose la escotada camiseta que se había puesto para que
Montana no se entretuviera en mirarla a los ojos, se abotonó el pantalón ya con
los pies en la acera y antes de que se diera cuenta el estruendo de un portazo
sacudió su nuca.
*************
—Vamos hacia mi casa.
Montana, mañana a las seis de la tarde…
¡Seremos ricos! ¡Ricos tio! ¡¡Ricos!!
—¿Qué cojones estás diciendo
Polaco? ¡Qué! ¡Cojones! ¡Dices!
—Te dije que me vengaría de él.
—Polaco, dime que no lo has hecho.
—Fue muy fácil. No te
preocupes, todo saldrá bien. El chaval está en mi casa jugando con Mirka, es
buen chico. Cree que soy amigo de sus padres, le he dicho que mañana por la tarde le llevaré de vuelta con su
madre.
—Polaco, “La Señora ” te va a matar y a
mí también como me vea contigo. Montana frenó ante un paso de cebra y aprovechó
para desahogarse, golpeó su frente con fuerza contra el volante mientras
apretaba tanto las mandíbulas que sus dientes crepitaron. Se llevó las manos a
la cabeza y se echó hacia atrás, musitaba palabras que salían de una boca con dientes y labios apretados, no se entendían pero
el gesto denotaba desesperación y miedo. Preso del pánico comenzó a llorar desconsoladamente delante del ratero que le había llenado el alma de rabia. Ese malnacido
con ansias de ser alguien había secuestrado al hijo del capo. En poco tiempo supo hacerse su sitio entre la peor calaña de
la ciudad, no era nadie por si solo pero cubría la espalda de la peor gente que
albergaba un mundo tan sucio y ruin como el de la droga y la trata de blanca.
Ese polaco de aspecto vulnerable y débil quería crecer y ascender rápido, ya no
le debía valer con seguir en la sombra, quería dar el pistoletazo de salida y
que todos se enterarán que no solo era el habilidoso ratero que va tras los
turistas. El malnacido del polaco estaba saltando al vacío. Podría morir o
declararse vencedor. Si vencía convertiría a Venancio y a "La Señora " en cenizas y
ocuparía su puesto. El polaco estaba mejor armado de lo que siempre se pensó.
Acababa de secuestrar al hijo de la mujer más peligrosa que conocía y podría salir victorioso. El pánico se apoderaba de Montana,
si Pavel ganaba, a él le daría igual pero si perdía, le arrastraría con él, le
estaba involucrando.
—¡Qué cojones has hecho
Polaco! ¡Te dije que no lo hicieras! ¡Estás muerto tío! ¡Muerto!
—Eres un cobarde Montana, siempre me lo has parecido. Te dejas vencer, lucha por algo
alguna vez, en esta ocasión tendrás doble premio. Me das pena Montana, si
yo fuera como tú aún estaría en mi país, trabajando de criado para aquel narco.
—Baja de mi coche, no quiero
saber nada de esto. Estás de mierda hasta el cuello.
—¡Será fácil Montana!
Llevamos al chico con su madre, cobramos la pasta y nos vamos. Así de fácil, no
habrá complicaciones.
—¿Fácil? Sí Polaco, para “La Señora ” va a ser muy fácil
recuperar a su hijo y para "Baby Face" será
sencillo no darte su dinero y quitarte del medio
después.
—¡Mató a mi hermana Montana!
—¡Y de igual manera ese cerdo te matará a ti! Baja de mi coche Polaco,
no quiero saber nada de esto.
—Lo siento amigo.
—¿Qué sientes el qué?
—Ya estás dentro de esto.
La cara del polaco albergó
un cínico gesto, una falsa sonrisa y una vacía y gélida
mirada que en tan sólo unos pocos segundos heló el ambiente del pequeño
espacio interior del Mini.
Montana comprendió enseguida
lo que significaba eso. Vio pasar sus noches
de portero de discoteca por delante suya, qué tiempos aquellos en los que todo
era más sencillo y los toros los veía desde la barrera. Siempre se dijo que se retiraría de ese sucio mundo que lo
había atrapado antes de que fuera demasiado tarde, se iría con el dinero ganado
y con su chica a algún lugar tranquilo donde montaría su propio negocio y
viviría sin mayores quebraderos que el de una persona de bien el resto de su vida.
Sí, pintaba bien, él y esa chica a la que tanto quería y querría juntos, lejos
de toda amenaza, lejos de todo ese mundo que ahora les rodeaba.
Pero el tiempo le había engullido y sin ni siquiera haberse planteado todavía un
breve descanso de aquello, comprendió que ya nunca más podría llevar una vida
normal.
Si algo le pesaba de todo
aquel mundo en el que vivía era tener que andar por la calle pendiente más de
una vez de a quien llevaba detrás. A partir de ahora siempre tendría que mirar
a quien llevaba delante, detrás y procurar no rodearse de demasiados
desconocidos para evitar que entre ellos se escondiera quien quisiera saldar
una cuenta a vida o muerte con él.
—Ya es demasiado tarde para
quedarte fuera Montana, se que no me traicionarías pero
quiero recompensar tu valioso silencio. No obstante, gratis o no, tu
silencio ya lo tengo, ¿verdad?
El polaco sacó de un
bolsillo delantero de los vaqueros su móvil, desbloqueó la pantalla y le mostró
a Montana una foto. Montana ojiplático comenzó a sentir mareos y nauseas, era
Mirka, su Mirka entre las piernas del obeso y sudoroso cerdo “Baby Face”.
—¿Cuándo ha ocurrido esto?
—Digamos que esta es la
manera de padecer el secuestro de su hijo, y que mañana podría querer volver a llorar bajo Mirka.
Digamos que yo podría hacer que llorara bajo Mirka tantas veces como él
quisiera.
—¿Me estas amenazando
Polaco?
—No amigo, no digas eso. Los
amigos no se amenazan, nos avisamos de las cosas. Ahora dime, ¿querrás cobrar por esto o colaborarás gratis?
—No quiero hacerlo Polaco.
—Lo vas a hacer Montana. Mañana me llevarás
en tu coche hasta “La Señora ”,
dejaremos al chaval con su madre y cuando nos de el dinero todo habrá acabado y
tú podrás llevarte a Mirka contigo.
—¿A Mirka? ¿Conmigo? ¿Por
qué ahora ya puedo llevármela? ¿Qué le has hecho?
—Nada, tranquilo, me debía
más dinero del que pensé hace unos meses y ya sé que te prometí que cuidaría de
ella. No ha podido ser, al menos no del modo que me pediste. Entiéndelo, lo que
tú enviabas para mantenerla no era suficiente para saldar la deuda que tenía
conmigo, sabes que los pasaportes son caros, el suyo me costó mucho amigo, pero
ahora ya todo está saldado, si quiere puede trabajar en otra cosa o no
trabajar, eso ya depende de ti, puedes hacer con ella lo que quieras.
Montana conoció a Mirka
hacía algo más de un año, se había enamorado de ella en cuanto la vio sonreir
por primera vez. Ella era la prima del polaco, ese ambiguo
conocido que le ayudaría a entrar en el mundo del dinero fácil que salía
caro. Poseía una belleza extranjera que le desconcertaba, tenía la mirada fría
y profunda pero inocente, y Pavel, el apodado “Polaco”, al mes de facilitarle
la entrada en España comenzó a prostituirla. Cuando Montana adquirió la
confianza suficiente y la cubierta de espaldas justa, comenzó a rondar a Mirka,
la joven se enamoró de Montana y este para poder protegerla se metió
profundamente en el oscuro mundo que rodeaba a Pavel.
Pavel empezó a acusar la
relación que mantenía su prima con Montana, comenzó a notar a Mirka cada vez
más rebelde ante sus órdenes e incluso a veces se negaba a salir a la calle a
trabajar. El Polaco estaba acumulando muchas rencillas contra Montana pero en
el mundo de lobos de Pavel, ¿para qué matar a un lobo de la manada sólo por que
sí? La manada podría echarse encima del líder, Montana se había ganado la
simpatía de gran parte del mundo en el que se movía Pavel.
El polaco forjó una
estrategia que le salió mejor que bien, era frío y
calculador, un personaje de aspecto despistado que no tenía escrúpulos, el
ratero de "poca monta" aflojó la rienda con la que sujetaba a
la joven Mirka pero sólo lo justo para que
Montana pudiera alcanzarla un poquito más y cuando ambos estaban realmente
enamorados y llevando una relación de pareja cuasi normal… tiró de la soga con
la que tenía atada a su gallina de los huevos de oro. Mirka era del polaco, era
su prima y además él la había traído de Polonia, verdaderamente, Mirka era
propiedad de Pavel y éste podía decidir su destino con la aprobación de toda la
manada.
Pavel repentinamente, de la
noche a la mañana, encerró a Mirka durante días en casa, incomunicada y sin
apenas alimentarla ni darle de beber, la maltrató física y psicológicamente y
la amenazó con matar a Montana si no terminaba con aquella relación.
Pasados unos días le
devolvió a Mirka su móvil para que pudiera poner fin a esa historia pero le
restringió el uso de las funciones, la joven no podría realizar llamadas ni
enviar mensajes, sólo podría responder a las llamadas que le hicieran y Pavel
le había prohibido que le confesara a Montana que no tenía acceso a estas
funciones, Mirka sólo podría utilizar el móvil para responder a las llamadas y
no podía contarlo, era cuestión de tiempo que Montana se diera por vencido y la
dejara abandonada a su suerte.
Mirka sabía que Pavel tenía
el total y absoluto acceso a las conversaciones que con ese móvil se hicieran. Sí, parecía sólo cuestión de pocos días
que todo acabara entre Mirka y Montana.
La joven no tardó en recibir
la primera llamada de Montana, fingió ante él haber estado enferma pero al
percibir la incredulidad del joven se apoderó de ella el temor porque su primo
acabara con él. Presa del terror que vivía, Mirka puso fin a esa relación
intentando así evitar que fuera Pavel quien le pusiera fin a Montana.
Montana le pidió a Pavel que
no la hiciera trabajar en la calle y para ello se comprometió a pasarle una
manutención para Mirka todos los meses. El Polaco aceptó esa manutención con la
condición de que él hasta nuevo aviso no se pusiera en contacto ni se acercará
a su prima, Montana aceptó y cumplió su palabra perdiendo el contacto con su
amada en todos esos meses. Él sabía que Mirka no estaba bien pero confiaba en
que al menos no estaba en la calle: ni trabajando ni durmiendo.
—Entonces… ¿Podré llevarme a
Mirka conmigo?
—Eso he dicho, de hecho
espero que te la lleves en cuanto terminemos con esto, no quiero tener que
ocuparme de ella más, se ha convertido en un estorbo.
—¿Qué has querido decir
Polaco? ¿Qué le pasa? ¿Qué le has hecho?
—No he querido decir nada
Montana. Para aquí, me bajo. A las cinco, mañana,
en mi casa.
—Lo haré pero más te vale
que Mirka esté bien.
—Entiendo amigo, entiendo,
¿me estás avisando, verdad?
—No Polaco, te estoy
amenazando.
—Ándate con cuidado chico,
mientras tu crecías los demás nos nos estuvimos quietos.
************
—No te lo vas a creer. Te lo
voy a contar y no me vas a creer.
—Rebeca, ¿estás llorando?
—Sí María, cuando le vea en
el gimnasio… ¡No quiero saber nada más de él! Si ya me lo dijo Marisa, ella se
entera de todo lo que pasa en el gimnasio y me había contado cosas que tenía
que haber tenido en cuenta.
—Pero Rebeca, tranquilízate,
¿qué ha pasado?
—Me ha tratado muy mal
María. Me ha metido en su coche y cuando estábamos ahí, en pleno tema, me he
dado cuenta que había un amigo suyo mirando por la ventanilla y grabando con el
móvil.
—Rebeca, ¿vas borracha? Me
cuesta entender lo que me cuentas, deja de llorar al menos y quizás te entienda
mejor.
—Sí, he bebido, creo que
quería emborracharme.
—¿Para qué? Si te lo ibas a
tirar igual, ¿no?
—Eso es verdad…
—Bueno y qué ha ocurrido,
cuéntame. ¿Qué es eso de un amigo suyo grabando con el móvil lo que hacíais?
—Sí María, así ha sido y
cuando me he dado cuenta he gritado, entonces su amigo ha abierto la puerta del
coche, Montana me ha echado a gritos de allí, su amigo se ha montado y se han
ido tirando por la ventanilla mi bolso a la calle.
—¿Estás segura? Yo creo que
vas borracha tía, bueno, y ¿qué tal? ¿Habéis podido hacer algo? ¿Te ha gustado?
—María, no me estás
escuchando.
—Sí te estoy escuchando,
pero vas borracha Rebeca. Tal vez no sea del todo cierto lo que crees que ha
pasado.
—María, ¿qué estás diciendo?
—Pues digo que me gusta
mucho su amigo: No quiero saber nada de lo que ha podido pasar entre vosotros,
no quiero que lo vuestro, en caso de que sea verdad, interfiera entre este
chico y yo Rebeca. ¿Me entiendes, verdad?
—Claro María, su amigo… Tú
amigo… Está forrado, ¿no?
-Sí tía, ¡qué pasada! ¿No es
genial?
—Claro María, es genial. Me
voy a dormir, quizás esté exagerando. Seguro que cuando despierte lo veré todo
de otro modo.
Rebeca colgó el teléfono
frustrada y dolida y se puso moradita de llorar. La cara se le iba hinchando a
medida que lloraba y cuando los parpados ya no eran capaces de dejarla ver ni
un ápice… se quedó dormida.
*******************
“Hola, lo siento, perdóname
por favor”
Jorge mandó mensajes a
Carolina de este estilo y de otros pero todos decían lo mismo y ninguno obtuvo
respuesta.
******************
Mientras, al otro lado de la
ciudad, Sergio hacía que esa mujer de exuberantes
curvas recobrara el sentido. Apenas un par de frases confusas de Clara después
y Sergio ya se debatía entre preguntarle como
se encontraba o ir directamente a lo que le interesaba. No obstante en
la casa había entrado alguien y poco le estaba importando a Sergio que fuera el
marido de Clara.
—¡¡¡Mamá!!!
—¿Mario?
—¡¡¡Mamá!!!No te encuentro, ¿dónde estás?
—Mario… ¡Hijo!… ¿Pero?… ¡Oh,
Mario, mi niño! ¡¡¡Ven con mamá!!!
Clara no daba crédito a lo
que estaba viendo, ¡su hijo estaba en casa!
—Hola mamá. Me lo he pasado
muy bien, gracias por dejarme estar con vuestros amigos, Mirka es muy buena, me
ha comprado un refresco cuando veníamos hacia
aquí y he jugado un montón a la videoconsola. ¿Puedo
volver a su casa y quedarme a dormir con ellos?
—¿Mirka?
—Sí mamá, mira, Mirka ha
venido conmigo. Mirka ven, ven que te vea mamá.
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