martes, 24 de noviembre de 2015

TayTodos: 25. El Inspector Jefe Costa.

Capítulo número veinticinco de la novela colectiva que este año nos tiene enganchados. Continúa la intriga. ¡Y lo que está por venir!
Nuestros personajes quedaron así tras lo acontecido la pasada semana en el capítulo 24 (Aficionados y expertos):
Jota es informado por el Teniente López de que el Jefe Costa le envía. Este les acompaña a él y a su padre hasta su despacho... Ante ellos el Jefe Costa les informa de la situación y les reprende por su ineptitud y torpeza, pero todavía pueden serle útiles...
Luca analiza la situación sentado en el despacho de Baby Face, que está a punto de pagarle la mitad de lo acordado por adelantado. No puede creer que esto vaya a resultar tan fácil.

Aquí os dejo el enlace para que podéis repasar capítulos anteriores con más detalle. En la siguiente dirección encontraréis todos los publicados hasta la fecha, incluido el del pasado martes: Taytodos

¿Quién será el creador del capítulo de la semana pasada? En esta ocasión se trata de nuevo de otro autor que tras su reconfortante experiencia del año pasado en la novela colectiva de 2014 (Nuestra historia) ha accedido a participar de nuevo este año. Magistral su trato de la situación y cómo ha interiorizado a los personajes más duros del momento: Luca Antonelli, despiadado sicario; y el Inspector Jefe Costa, un recto e inflexible agente que trata de resolver el caso a toda costa.
Ilusionados por contar de nuevo con él, con su ingenio, su manera de contar las cosas y sus grandes capítulos. Se ha centrado en poquitos personajes pero ha hecho avanzar perfectamente la historia. Gracias de nuevo a... Alfredo Lezáun Andreu.

Y antes de ofreceros el capítulo de hoy os adelanto un par de cositas para que no os las perdáis:
  1. El pasado jueves estuvimos en Radio Alagón compartiendo programa con Ana Beltrán y Carlos Ade "Entre amigos y amigas". Allí les contamos lo que estamos haciendo en Zarracatalla Editorial y repasamos nuestra última publicación: Colección Cupido 2015. Pues bien, mañana enlazaremos en este blog el programa íntegro para que podáis disfrutarlo tanto como lo hice yo (que fue mucho).
  2. Para que la celebración sea completa enlazaremos un vídeo musical de unos amiguicos nuestros que están muy ilusionados con su nuevo trabajo que este sábado verá la luz: El mantel de Noa, de su disco titulado "Hilos de aire". Presentación en Zaragoza el viernes en Sala CAI Luzán (Paseo Independencia, 10).
Así que mañana de nuevo tenemos una cita. No os la perdáis.

Ahora sí os dejo con el capítulo de hoy. Espero que os guste. Besetes a tod@s. Nos leemos.


25. El Inspector Jefe Costa.

Jorge no se lo podía creer. Madre de Dios y del amor hermoso. ¡Pero cómo podían cambiar las cosas tanto en tan poco tiempo! Había estado de pie, en silencio detrás de su hijo, escuchando todo lo que el Inspector Jefe Costa estaba contando y estaba más que atónito.
Carolina, su Carolina, estaba metida en algo mucho más gordo de lo que él imaginaba y no entendía nada, pero seguro que había una explicación por poco lógica que fuera, para todo esto, al fin y al cabo él también estaba metido en el ajo y todo por hacer un simple recado, así que seguro que a Carolina le pasaba algo parecido. Sí, eso era, seguro que había una explicación y estaba ansioso por conocerla.
Jota sopesó la situación. Reflexionó sobre su conversación con Carolina y la información que ésta le había dado. Estaba claro que en esos momentos su situación era cuanto menos delicada, pues su futuro pendía de un hilo. Aquello no era un juego, claro que no.

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Luca dio por concluida la entrevista con Baby Face en el mismo momento en el que éste le entregó la cantidad de dinero acordada antes de cumplir el encargo.
Recogió los dossieres con la información de las que Venancio pensaba que serían las futuras víctimas y salió de aquella casa. No volverían a ponerse en contacto hasta que llegara el momento de finiquitar el negocio.
Buscó un hotel acomodado pero sin ser especialmente presuntuoso y se registró con nombre falso,  no quería que nadie supiera dónde estaba, al fin y al cabo la discreción era una de sus características.
Subió a la habitación y allí empezó a tejer su propio plan. Estaba claro que Venancio iba a ser víctima de su propio destino, así como su mujer. Nadie que dejara de lado a la mafia napolitana salía indemne, y eso era justo lo que Luca iba a hacer. Sin embargo Luca pese a ser un matón acostumbrado a limpiar la calle de escoria, también tenía sus escrúpulos, y no quería cargar sobre sus espaldas más cadáveres de los imprescindibles. Aquella guerra no era suya, sino de Baby Face, así que tal y como había decidido, no mataría a aquellas personas.

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Tras sopesar los pros y los contras, Jota accedió finalmente a contarle a su superior aquella conversación con Carolina que prometió mantener en secreto, y sonrió para sus adentros recordando que entonces al no cumplir su parte del trato… le dejaba a Carolina la posibilidad de volver a ver a su padre. Sin muchos detalles, fue narrando aquello que sabía y dio los nombres de las personas implicadas: Clara, Nerea, Sergio, su padre…
A partir de estos momentos el que habló fue Jorge añadiendo que Venancio, alias Baby Face, había matado a Pavel, el muchacho que habían encontrado en el pantano y que el inspector había nombrado anteriormente. También habló de Montana y de Mirka… Sin embargo durante su relato, Jorge dulcificó en la medida de lo posible la situación de su pequeña Carolina haciendo hincapié en que la responsabilidad de toda la trama recaía en una tal Nerea así como en Clara, su mano derecha y mujer de Baby Face, el otro pez gordo.
Tanto Jorge como Jota pusieron al corriente a la policía de toda la trama, por lo que las cartas se pusieron sobre la mesa.

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Tras terminar su conversación con Luca, Venancio llamó a Nerea. No había podido olvidar sus labios y aquel cuerpo que incitaba al pecado. No tenía remedio, ni arreglo… le gustaban las mujeres jóvenes y esa mezcla de sensualidad y poder que Nerea desprendía le había puesto cachondo. Era un reto, al fin y al cabo a Mirka la tenía segura siempre que quería, pero Nerea… Nerea no era la chica vulnerable que era Mirka, y ese pensamiento le provocó una tremenda erección. Decidió llamarla. Tenía que contarle los avances de su conversación con Luca y tampoco quería perder el contacto con ella de ninguna de las maneras.
Así que levantó el teléfono y marcó.
—¿Sí? —contestó una voz dulce y angelical que todavía le puso más duro.
—¿Nerea?
Al reconocer la voz de Venancio, Nerea se transformó en la chica fría y calculadora del otro día. Era el momento de continuar con la trama, de seguir su plan si quería que las cosas salieran como había pensado. Tenía que mantenerse con la cabeza fría, y sabía que entre las piernas tenía el poder necesario para llevar a aquel gordo y asqueroso engendro a su terreno. Sí, tenía que seducirlo para poder matarlo… pero tenía que andar con cuidado pues primero él tenía que terminar de aniquilar a aquellos que le habían traicionado.
Poco tiempo después se vieron en el polígono industrial donde Venancio tenía un par de locales aparentemente vacíos, que utilizaba para sus locos encuentros sexuales. Él iba vestido con un traje negro, como era su costumbre. Nerea llevaba un vestido rojo con  escote cruzado que marcaba su estupenda figura. Primero entraron en una modesta habitación en la que únicamente había una mesa de escritorio y dos sillas, una a cada lado. Se sentaron y Venancio comenzó a hablar.
—Ya me he puesto en contacto con un amigo de confianza para llevar a término tus peticiones. Le he transmitido todo aquello que me dijiste y le he hecho entrega de los dossieres. En cuanto el trabajo esté terminado se pondrá en contacto conmigo.
—Mmmmm… ¿Siempre eres tan bien mandado?
Venancio volvió a sentir una rápida erección.
En ese momento, Nerea se puso de pie haciendo gala de su cuerpo y de sus curvas de infarto y rodeando la mesa se acercó a Baby Face.
—Eh…
Pese a ser un cerdo con todas las letras, aquella situación le pilló desprevenido, pues no estaba acostumbrado a tratar con chicas “normales” y sus relaciones sexuales eran siempre con putas o como mucho con su mujer… vamos, siempre con putas.
—Pues tendré que recompensarte por tu buen trabajo… —dijo Nerea con voz melosa de niña buena, aquella que había contestado a Venancio por teléfono hacía un rato.
Giró un poco la silla de Baby Face y separándola ligeramente, se sentó delante de él en la mesa. De repente levantó las piernas para situarlas en los apoyabrazos dejando sus encantos al descubierto, pues preparando aquella cita, no llevaba ropa interior.
Venancio a mil, no podía separar sus ojos del coño que tenía justo delante y sin más palabras empezó a acariciarlo. Introdujo primero un dedo y luego otro mientras la miraba a los ojos con cara lasciva. A continuación los sacó, y tras olerlos con una ligera sonrisa, se los metió en la boca para saborear por anticipado el placer que vendría después. Acto seguido se desabrochó la bragueta y en el momento en el que su miembro erguido aparecía, ella bajó hasta él y se dejó caer provocándole una tremenda sacudida.
«Dios, ni las putas me lo hacen así», pensó Baby Face.
Nerea lo observaba sintiendo ligeras nauseas, pero diciéndose a sí misma que lo que iba a ganar valía eso y mucho más.

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Sergio empezaba a estar frustrado en su relación con Clara. Había entre ellos una tremenda tensión sexual que todavía no se había podido liberar y se estaba volviendo loco. Clara ocupaba sus pensamientos la mayor parte del día, pues estaba claro que desde su vuelta a la casa familiar, su vida había dejado de ser sexualmente interesante.
Aquello no podía ser. Tenía que terminar ese martirio y ni qué decir el dolor de huevos acumulado por los calentones. Así que decidió llamar a Clara y solucionar de una vez por todas la cuenta pendiente que tenían.
—¿Clara?
—¡Sergio!
—Clara, mira, tenemos que hablar.
—Lo sé cariño, lo sé, pero en estos momentos no puedo, estoy ocupada con Mario. Después de todo lo que ha pasado, le prometí ver juntos una peli y prestarle algo de atención.
—OK… —dijo Sergio resignado, sabía lo importante que era Mario para ella y entendía la situación después de todo. No le quedaba más remedio que volver a posponer sus intereses sexuales, otra vez.
—De todas maneras tenemos que hablar, sí, ya sabes que el tiempo pasa y no podemos dejar los planes para mucho más adelante, esta situación me está volviendo loca… Te llamo y hablamos y... lo que surja, ¿no?

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¿Y a partir de ahora qué? Los dos, padre e hijo estaban esperando la reacción del temido Inspector Jefe Costa, a ver qué paso daba y hacia dónde movía ficha. Sin embargo este miraba silencioso por la ventana mientras su cabeza estudiaba la situación y pensaba un plan. El tiempo pasaba despacio, pesado y sudoroso y nadie en el despacho osaba moverse.
De repente como volviendo del trance se giró, y sin más preámbulos dijo:

—Nerea, Clara, Baby Face… De acuerdo señores, llegados a este punto solo me queda ofrecerles un trato.

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