martes, 10 de noviembre de 2015

TayTodos. Capítulo 23: Luca Antonelli.

Tercer capítulo de esta temporada, y número 23 de la novela colectiva que este año nos tiene enganchados.
Arrancamos con el resumen de lo acontecido la pasada semana. En el capítulo 22 (Pacto desesperado), que abrió la temporada pasada nuestros personajes quedaron así:
Montana lleva a su piso a un atormentado Jorge y le explica sus intenciones. Desacerse de Venancio es su única salida.
Jorge descansa en el piso de Montana y se esconde de posibles perseguidores.
Carolina entra en el habitáculo donde se encuentra Jorge y le susurra al oído que esté tranquilo, lo desata, y cuando Nerea se descuida lo saca rápidamente huyendo campo a través. Jorge, sin fuerzas se detiene y le pide explicaciones...
Ante la proximidad de la policía le explica a Jorge que conoció a Nerea en el gimnasio y se adueñó de su vida. Le tiene pánico y obedece todas sus órdenes. Se despide de él diciéndole que es lo mejor que le ha pasado últimamente y que si sobrevive le buscará.
Jota tras toda la noche buscando a su padre vuelve a casa y recibe la inesperada visita de Carolina. Tras llegar a un pacto con ella recibe toda la información a cambio de su libertad ella le jura que nunca más se acercará a su padre.
Mirka sale de la mansión por la noche a visitar a su amado Montana. Lo descubre mal herido y este le cuenta que Baby Face casi lo mata y que su primo Pavel ha sido asesinado. Ella jura que pagará por todo lo que le ha hecho. Cuando llega es sorprendida por Venancio que requiere sus servicios, pero es salvada por Clara...
Clara se apresura a esconder a Sergio en las habitaciones del servicio, mañana pensarían algo. Oye voces en la casa y son de su marida atosigando a Mirka. Tras una discusión se retira a la cama.
Sergio sumiso, se entrega a los placeres que Clara le ofrece.
Nerea se da cuenta que todos a su alrededor han desaparecido y monta en cólera, pero la situación con Carolina es la que más le duele: amante y socia, creadora del NC, y que libre podría arruinarle el negocio. Tendrá que jugársela para dar el salto que le haga retirarse, un pacto desesperado con Venancio Renovalles.
Venancio tras discutir con Clara se va al concesionario. Sus secuaces le han avisado de que el NC les está arruinando el negocio. Tras abroncar a sus matones y buscando una solución recibe la visita de la creadora del NC: Nerea, que viene a proponerle un duro trato: el 50% y la fórmula del NC a cambio de eliminar a sus cabos sueltos: Sergio, Carolina, Jorge y Clara, su mujer.

Aquí os dejo el enlace para que podéis repasar capítulos anteriores con más detalle. En la siguiente dirección encontraréis todos los publicados hasta la fecha, incluido el del pasado martes: Taytodos

¿Quién será el creador del capítulo de la semana pasada? Pues en esta ocasión he de decir que no he podido resistir la tentación de darle un nuevo giro a la trama, y participar de nuevo en algo que me encanta, apasiona... contar historias. Así que aquí dejo mi humilde participación. Espero no haber desmerecido a mis antecesores y a los compañeros que están por publicar. Así que aquí os dejo el enlace a mi perfil en facebook para los que todavía no me conozcáis: David Garcés Zalaya

Os dejo con el capítulo de hoy. Espero que os guste. Besetes a tod@s. Nos leemos.

23. Luca Antonelli.

—Hola Luca, soy Venancio.
—Hola Venancio. “¿Come stai?” ¿A qué debo tu llamada? —contestó con una voz ronca y un fuerte acento italiano.
—Necesito que vengas a España. Mejor hablamos los detalles en persona, no me fío de los teléfonos. No te preocupes pagaré bien.

************

El NC corría por la calles como el agua. Se había extendido por la ciudad y pronto lo haría por el país, por el mundo entero. La policía estaba tras la pista.
Carolina le habló a Jota sobre la trama que había montado con Nerea pero omitió deliberadamente algunos detalles como que ella era la mano derecha de Nerea en la creación del NC, aunque si le dejó claro que la estaba obligando a trabajar para ella. Le habló de “Baby Face” y “La Señora”, así como de los encuentros con su padre en la sauna.
La policía sabía que en aquel gimnasio podría estar la clave del asunto. Jota ahora lo tenía claro.
—Dios mío Carolina, lo que me cuentas es muy grave. La policía lleva meses trabajando en esto y tú me lo desvelas todo de un plumazo. ¿Cómo quieres que no lo cuente en comisaría?
—Me has prometido que no lo harías. Yo no volveré a ver a tu padre. ¡Cumple tu parte del trato!

************

Mientras, en el aeropuerto, la megafonía anunciaba la llegada del vuelo procedente de Palermo.
Mezclado entre el pasaje que descendía del avión caminaba un hombre más bien alto de unos cuarenta y pocos años. Delgado, de cara enjuta y nariz aguileña lucía un más que cuidado bigote fino partido en dos al estilo de Clark Gable en “Lo que el viento se llevó”. Bien peinado hacia atrás  y engominado, vestía un traje oscuro con camisa blanca y un fino corbatín negro. Unos impolutos y brillantes zapatos italianos negros completaban su vestimenta. Portaba un pequeño maletín de mano.
Parecía un alto ejecutivo de una gran multinacional, aunque en cierto modo recordaba a un auténtico mafioso sacado de los oscuros años de la ley seca de Chicago. La gran diferencia con los gansters de aquellos tiempos era que en la etiqueta de su traje se podía leer “Giorgio Armani”.
Miembro importante de la familia Siciliana, Luca Antonelli, se caracterizaba por ser un asesino de guante blanco, despiadado y muy profesional. Nunca dejaba pistas que lo pudieran incriminar ni a él ni por supuesto a quién le hubiera encargado el trabajo. No le gustaba mancharse las manos con la sangre de sus víctimas. Su método favorito era un disparo de precisión desde la distancia de manera que le diera tiempo a poder desaparecer con la misma tranquilidad con la que había llegado. También usaba otros métodos sutiles como el envenenamiento o aquello de provocar desgraciados y fortuitos accidentes a las personas que le habían encomendado eliminar.
Llevaba siempre consigo un maletín en el que guardaba su arma. La llevaba completamente desmontada en una veintena de piezas, incluso la mira telescópica con las ópticas desmontadas. La culata era plegable también. De esta forma era capaz de llevar su rifle incluso cuando debía de pasar un escáner. Los funcionarios no asociaban aquello con un arma, más bien parecía algún tipo de aparato ortopédico. Una vez en su destino sólo debía de comprar las balas.
Venancio había conocido a Luca durante una pasada estancia en Italia. Cuando comenzó con el negocio de coches de lujo pasó una temporada en aquel país tratando con fábricas y grandes distribuidores de coches. Pronto descubrió que había formas más fáciles de ganar dinero. Al principio conseguiría coches nuevos y seminuevos a muy bajos precios gracias a “la familia”, enseguida la colaboración se extendería a otro tipo de mercancías.
En sus comienzos como traficante se apoyó mucho en  la mafia siciliana. Aquella relación terminó sin más. Venancio creció y consiguió contactos directos con mafias colombianas. Incluso había llegado a tener laboratorios clandestinos. Nunca tuvo claro como se había tomado el padrino la ruptura unilateral. Habló con él para explicarle porque no les compraría más cocaína y no le pareció que le guardara rencor alguno.
Venancio había tenido conocimiento de varios trabajos de Luca y le había estremecido la profesionalidad de este hombre. De hecho había contratado sus servicios en una ocasión hacía unos años. Era mucho más sutil que sus búlgaros. Aquel hombre le generaba un profundo respeto y por qué no decirlo, miedo. Podía hacer desaparecer a cualquier persona sin dejar pistas, incluso a él mismo.
Si Venancio le tenía temor a alguien era a la mafia siciliana y a sus propios contactos colombianos. Sabía que eran unos tipos muy peligrosos y que disponían de medios para poder eliminarle si se lo proponían. Ahora Nerea le ofrecía estar por encima de todos ellos, ser él el productor y ellos los compradores. Sin duda el negocio del siglo.

************

—Buenos días Marisa —saludó Rebeca cuando la vio entrar al gimnasio a las ocho de la mañana para comenzar su jornada laboral.
—Te veo bien hoy, pareces recuperada —contestó Marisa.
Rebeca se había levantado contenta aquel lunes. Montana estaba prácticamente curado de sus heridas gracias a sus cuidados. Esto le reconfortaba. Sabía que él estaba enamorado de Mirka, pero en el fondo de su corazón seguía albergando alguna esperanza.
Esperaba ver a la gente de todos los lunes: la señora madurita, el cincuentón que le gustaba a Marisa, la jovencita rubia,...

************

Montana había hablado con Mirka por teléfono en un par de ocasiones. Sabía que ahora trabajaba y vivía en casa de “Baby Face”. No le había parecido buena idea que Mirka estuviera tan a tiro del baboso pero lo bueno es que tendría información de primera mano para urdir un plan para poder acabar con él.

************

El teléfono de Jota sonó, en la pantalla se podía leer la palabra “papá”.
—¿Dónde estás? ¡Me tienes muy preocupado! —respondió.
—Estoy bien, no puedo volver a casa. Me están buscando. Estoy... —se quedó pensando por un instante— en casa de un amigo.
—Sé de que va el asunto. Carolina me lo ha explicado.
—¡Carolina!, ¡¿Cómo está?! —dijo sobresaltado.
—Está bien, no te preocupes por ella. ¿Quién es ese amigo tuyo?, creo que los conozco a todos.
—A este no, es un amigo nuevo.
A Jota no le gustó aquella contestación. Viendo en los líos que se había metido su padre últimamente una nueva amistad no le sonaba nada bien.
—¿Te encuentras bien de veras? —preguntó de nuevo—. He estado buscándote toda la noche con la policía.
—Podemos quedar a tomar una cerveza para que veas que no te miento.
—Está bien. Quedaremos en el centro.

************

Nerea sabía que “Baby Face” cumpliría su parte del trato. Era un capo realmente peligroso al que nada ni nadie se le ponía por delante. Una vez quitados todos de en medio tenía que dar el último paso e intentar eliminarlo para ocupar su lugar, a fin de cuentas el nuevo NC era invención suya. No le costaría flirtear con él y seducirlo. «Sí, será la mejor forma de acercarse a él», pensó. Lo seduciría y haría que su muerte pareciera accidental, de esta forma ella se quedaría con todo el negocio, hasta con el concesionario de coches.

************

Eran las once cuando en el gimnasio irrumpieron unos cuantos tipos armados ataviados con chalecos amarillos en los que se podía leer “POLICÍA”. Uno de ellos le mostró la placa a Rebeca que se quedó de piedra.
—Soy el teniente López de la brigada de narcóticos. Esto es una redada.
Lo que Carolina le había contado a Jota no había tenido nada que ver con la situación. La policía ya hacía semanas que vigilaba el gimnasio y la redada estaba prevista desde hacía tiempo, pero Jota debería de convencer a Carolina que sus revelaciones no habían tenido nada que ver, simplemente las cosas habían seguido su curso.
Rebeca veía como no paraban de entrar policías al gimnasio. El teniente López le enseño una orden judicial y le preguntó si disponía de copia de llaves para abrir las taquillas. Rebeca le contestó que estaba prohibido por política de la cadena.
—Está bien, no hay problema —le dijo mientras avisaba a uno de sus compañeros que enseguida trajo una palanca consigo—. Una lista de los propietarios de ellas sÍ que podrá darme.
—Sí, espere un segundo —dijo mientras imprimía el documento desde el ordenador.
El teniente López le estuvo haciendo preguntas sobre los pocos clientes que acudían los lunes. Sorprendentemente conocía los nombres de todos ellos. Le llamó especialmente la atención el gran interés que mostraba por la señora madura, llegó a pensar que estaba interesado en ella de otra forma que no fuera profesional. También insistía mucho en Montana.
Ninguna de las personas por las que preguntaba el teniente estaba en las instalaciones aquella mañana.
López habló después con Marisa quién le contó de las extrañas relaciones de Jorge y Carolina, así como cuando encontró a Clara tendida en la ducha de señoras con una herida en la cabeza. Marisa estaba en su salsa, por una vez parecía que sus chismorreos podrían resultar útiles.
Al poco tiempo el teniente López le dijo a Rebeca que se iban y que podían seguir con normalidad.
López no había encontrado lo que buscaba. Había abierto todas las taquillas pero no encontró nada ilegal dentro de ellas. Le hubiera gustado encontrar allí a Montana, tenía unas cuantas preguntas que hacerle.

************

En ese momento el tipo del traje de Armani llegaba a casa de “Baby Face”. Mirka lo vio entrar y le dio mala espina.
—A mis brazos “mio amico” —le dijo mientras le plantaba dos besos en las mejillas.
—Me alegra mucho ver que estás tan bien como siempre, Luca.
Después de las presentaciones pertinentes Venancio se llevó a Luca al despacho y le expuso el asunto. Venancio no conocía los hábitos ni direcciones de muchas de las víctimas, bueno de una de ellas sí...
—Toma asiento Luca. ¿Quieres beber algo?
—Whisky con hielo, “per favore”.
Lentamente sorbió un poco del licor, con parsimonia, disfrutando de aquel momento.
—¿Cual es ese trabajito que me trae a España? —preguntó Luca.
Venancio le dio la lista de nombres de las personas que debía de eliminar. En esa lista faltaba el de Clara. No sabía si lo había omitido porque en el fondo la quería o porque pensaba que podría deshacerse de ella el mismo. También le expuso que a Carolina no debía de matarla de inmediato, debía de esperar que él se lo confirmara.
—¿Tienes información de ellos?
—Sí, aquí está. Le entregó las fotos junto con unos pequeños dossieres que le había proporcionado Nerea. En ellos se exponían lugares frecuentados, pero no había direcciones.
—Te costarán setenta mil euros cada uno.
—Me parece un poco caro —replicó “Baby Face”.
—Lo tomas o lo dejas, espero que no me hayas hecho venir hasta aquí para nada. También puedes usar a los chapuceros de tus matones. La calidad se paga —dijo mientras se sonreía para sí mismo sabiendo que la comparación era desproporcionada.
—Está bien acepto, sé que eres el mejor.

************

Jorge estaba esperando en la barra en un bar del centro cuando vio entrar a Jota. Éste se acercó a él y pidió una cerveza.
—Sentémonos —le dijo Jota a su padre—. Te veo bien. Cuéntame en que líos te has metido por los que no puedes volver a casa.
—Tengo miedo de las chicas que me secuestraron en el minialmacén. Son las chicas del gimnasio. No me van a volver a ver el pelo por allí más. No estoy seguro si saben donde vivo pero no me puedo arriesgar a volver, sería el primer lugar donde me buscarían.
—Debemos buscarte un sitio donde alojarte. No me suena nada bien lo de ese nuevo amigo tuyo.
—¡¿Qué sabes de Carolina?! —le preguntó Jorge que ya no podía esperar más para mostrar su verdadera inquietud.
—No te preocupes por ella, está bien. Creo que no la vas a volver a ver...
Sin apenas terminar la frase, y ante la cara de decepción de su padre, Jota se mordió la lengua rematándola con un:
—O quizás sí. Te voy a hacer una propuesta firme. He hablado con el teniente López y quiere que colabores con la policía, en tu situación puede ser lo mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario