Tercer capítulo de esta temporada, y número 23 de la novela colectiva que este año nos tiene enganchados.
Arrancamos con el resumen de lo acontecido la pasada semana. En el capítulo 22 (Pacto desesperado), que abrió la temporada pasada nuestros personajes quedaron así:
Montana lleva a su piso a un atormentado Jorge y le explica sus intenciones. Desacerse de Venancio es su única salida.
Jorge descansa en el piso de Montana y se esconde de posibles perseguidores.
Carolina entra en el habitáculo donde se encuentra Jorge y le susurra al oído que esté tranquilo, lo desata, y cuando Nerea se descuida lo saca rápidamente huyendo campo a través. Jorge, sin fuerzas se detiene y le pide explicaciones...
Ante la proximidad de la policía le explica a Jorge que conoció a Nerea en el gimnasio y se adueñó de su vida. Le tiene pánico y obedece todas sus órdenes. Se despide de él diciéndole que es lo mejor que le ha pasado últimamente y que si sobrevive le buscará.
Jota tras toda la noche buscando a su padre vuelve a casa y recibe la inesperada visita de Carolina. Tras llegar a un pacto con ella recibe toda la información a cambio de su libertad ella le jura que nunca más se acercará a su padre.
Mirka sale de la mansión por la noche a visitar a su amado Montana. Lo descubre mal herido y este le cuenta que Baby Face casi lo mata y que su primo Pavel ha sido asesinado. Ella jura que pagará por todo lo que le ha hecho. Cuando llega es sorprendida por Venancio que requiere sus servicios, pero es salvada por Clara...
Clara se apresura a esconder a Sergio en las habitaciones del servicio, mañana pensarían algo. Oye voces en la casa y son de su marida atosigando a Mirka. Tras una discusión se retira a la cama.
Sergio sumiso, se entrega a los placeres que Clara le ofrece.
Nerea se da cuenta que todos a su alrededor han desaparecido y monta en cólera, pero la situación con Carolina es la que más le duele: amante y socia, creadora del NC, y que libre podría arruinarle el negocio. Tendrá que jugársela para dar el salto que le haga retirarse, un pacto desesperado con Venancio Renovalles.
Venancio tras discutir con Clara se va al concesionario. Sus secuaces le han avisado de que el NC les está arruinando el negocio. Tras abroncar a sus matones y buscando una solución recibe la visita de la creadora del NC: Nerea, que viene a proponerle un duro trato: el 50% y la fórmula del NC a cambio de eliminar a sus cabos sueltos: Sergio, Carolina, Jorge y Clara, su mujer.
Aquí os dejo el enlace para que podéis repasar capítulos anteriores con más detalle. En la siguiente dirección encontraréis todos los publicados hasta la fecha, incluido el del pasado martes: Taytodos
¿Quién será el creador del capítulo de la semana pasada? Pues en esta ocasión he de decir que no he podido resistir la tentación de darle un nuevo giro a la trama, y participar de nuevo en algo que me encanta, apasiona... contar historias. Así que aquí dejo mi humilde participación. Espero no haber desmerecido a mis antecesores y a los compañeros que están por publicar. Así que aquí os dejo el enlace a mi perfil en facebook para los que todavía no me conozcáis: David Garcés Zalaya
Os dejo con el capítulo de hoy. Espero que os guste. Besetes a tod@s. Nos leemos.
23. Luca Antonelli.
—Hola Luca, soy Venancio.
—Hola Venancio. “¿Come stai?”
¿A qué debo tu llamada? —contestó con una voz ronca y un fuerte acento
italiano.
—Necesito que vengas a
España. Mejor hablamos los detalles en persona, no me fío de los teléfonos. No
te preocupes pagaré bien.
************
El NC corría por la calles como el agua. Se había
extendido por la ciudad y pronto lo haría por el país, por el mundo entero. La
policía estaba tras la pista.
Carolina le habló a Jota
sobre la trama que había montado con Nerea pero omitió deliberadamente algunos
detalles como que ella era la mano derecha de Nerea en la creación del NC,
aunque si le dejó claro que la estaba obligando a trabajar para ella. Le habló
de “Baby Face” y “La Señora ”,
así como de los encuentros con su padre en la sauna.
La policía sabía que en
aquel gimnasio podría estar la clave del asunto. Jota ahora lo tenía claro.
—Dios mío Carolina, lo que
me cuentas es muy grave. La policía lleva meses trabajando en esto y tú me lo
desvelas todo de un plumazo. ¿Cómo quieres que no lo cuente en comisaría?
—Me has prometido que no lo
harías. Yo no volveré a ver a tu padre. ¡Cumple tu parte del trato!
************
Mientras, en el aeropuerto,
la megafonía anunciaba la llegada del vuelo procedente de Palermo.
Mezclado entre el pasaje que
descendía del avión caminaba un hombre más bien alto de unos cuarenta y pocos
años. Delgado, de cara enjuta y nariz aguileña lucía un más que cuidado bigote
fino partido en dos al estilo de Clark Gable en “Lo que el viento se llevó”.
Bien peinado hacia atrás y engominado,
vestía un traje oscuro con camisa blanca y un fino corbatín negro. Unos
impolutos y brillantes zapatos italianos negros completaban su vestimenta.
Portaba un pequeño maletín de mano.
Parecía un alto ejecutivo de
una gran multinacional, aunque en cierto modo recordaba a un auténtico mafioso
sacado de los oscuros años de la ley seca de Chicago. La gran diferencia con
los gansters de aquellos tiempos era que en la etiqueta de su traje se podía
leer “Giorgio Armani”.
Miembro importante de la
familia Siciliana, Luca Antonelli, se caracterizaba por ser un asesino de
guante blanco, despiadado y muy profesional. Nunca dejaba pistas que lo
pudieran incriminar ni a él ni por supuesto a quién le hubiera encargado el
trabajo. No le gustaba mancharse las manos con la sangre de sus víctimas. Su
método favorito era un disparo de precisión desde la distancia de manera que le
diera tiempo a poder desaparecer con la misma tranquilidad con la que había
llegado. También usaba otros métodos sutiles como el envenenamiento o aquello
de provocar desgraciados y fortuitos accidentes a las personas que le habían
encomendado eliminar.
Llevaba siempre consigo un
maletín en el que guardaba su arma. La llevaba completamente desmontada en una
veintena de piezas, incluso la mira telescópica con las ópticas desmontadas. La
culata era plegable también. De esta forma era capaz de llevar su rifle incluso
cuando debía de pasar un escáner. Los funcionarios no asociaban aquello con un
arma, más bien parecía algún tipo de aparato ortopédico. Una vez en su destino
sólo debía de comprar las balas.
Venancio había conocido a
Luca durante una pasada estancia en Italia. Cuando comenzó con el negocio de
coches de lujo pasó una temporada en aquel país tratando con fábricas y grandes
distribuidores de coches. Pronto descubrió que había formas más fáciles de
ganar dinero. Al principio conseguiría coches nuevos y seminuevos a muy bajos
precios gracias a “la familia”, enseguida la colaboración se extendería a otro
tipo de mercancías.
En sus comienzos como
traficante se apoyó mucho en la mafia
siciliana. Aquella relación terminó sin más. Venancio creció y consiguió
contactos directos con mafias colombianas. Incluso había llegado a tener
laboratorios clandestinos. Nunca tuvo claro como se había tomado el padrino la
ruptura unilateral. Habló con él para explicarle porque no les compraría más
cocaína y no le pareció que le guardara rencor alguno.
Venancio había tenido
conocimiento de varios trabajos de Luca y le había estremecido la
profesionalidad de este hombre. De hecho había contratado sus servicios en una
ocasión hacía unos años. Era mucho más sutil que sus búlgaros. Aquel hombre le
generaba un profundo respeto y por qué no decirlo, miedo. Podía hacer desaparecer
a cualquier persona sin dejar pistas, incluso a él mismo.
Si Venancio le tenía temor a alguien era a la mafia
siciliana y a sus propios contactos colombianos. Sabía que eran unos tipos muy
peligrosos y que disponían de medios para poder eliminarle si se lo proponían.
Ahora Nerea le ofrecía estar por encima de todos ellos, ser él el productor y
ellos los compradores. Sin duda el negocio del siglo.
************
—Buenos días Marisa —saludó
Rebeca cuando la vio entrar al gimnasio a las ocho de la mañana para comenzar
su jornada laboral.
—Te veo bien hoy, pareces
recuperada —contestó Marisa.
Rebeca se había levantado
contenta aquel lunes. Montana estaba prácticamente curado de sus heridas
gracias a sus cuidados. Esto le reconfortaba. Sabía que él estaba enamorado de
Mirka, pero en el fondo de su corazón seguía albergando alguna esperanza.
Esperaba ver a la gente de
todos los lunes: la señora madurita, el cincuentón que le gustaba a Marisa, la
jovencita rubia,...
************
Montana había hablado con
Mirka por teléfono en un par de ocasiones. Sabía que ahora trabajaba y vivía en
casa de “Baby Face”. No le había parecido buena idea que Mirka estuviera tan a
tiro del baboso pero lo bueno es que tendría información de primera mano para
urdir un plan para poder acabar con él.
************
El teléfono de Jota sonó, en
la pantalla se podía leer la palabra “papá”.
—¿Dónde estás? ¡Me tienes
muy preocupado! —respondió.
—Estoy bien, no puedo volver
a casa. Me están buscando. Estoy... —se quedó pensando por un instante— en casa
de un amigo.
—Sé de que va el asunto.
Carolina me lo ha explicado.
—¡Carolina!, ¡¿Cómo está?! —dijo
sobresaltado.
—Está bien, no te preocupes
por ella. ¿Quién es ese amigo tuyo?, creo que los conozco a todos.
—A este no, es un amigo
nuevo.
A Jota no le gustó aquella
contestación. Viendo en los líos que se había metido su padre últimamente una
nueva amistad no le sonaba nada bien.
—¿Te encuentras bien de
veras? —preguntó de nuevo—. He estado buscándote toda la noche con la policía.
—Podemos quedar a tomar una
cerveza para que veas que no te miento.
—Está bien. Quedaremos en el
centro.
************
Nerea sabía que “Baby Face”
cumpliría su parte del trato. Era un capo realmente peligroso al que nada ni
nadie se le ponía por delante. Una vez quitados todos de en medio tenía que dar
el último paso e intentar eliminarlo para ocupar su lugar, a fin de cuentas el
nuevo NC era invención suya. No le costaría flirtear con él y seducirlo. «Sí,
será la mejor forma de acercarse a él», pensó. Lo seduciría y haría que su
muerte pareciera accidental, de esta forma ella se quedaría con todo el
negocio, hasta con el concesionario de coches.
************
Eran las once cuando en el
gimnasio irrumpieron unos cuantos tipos armados ataviados con chalecos
amarillos en los que se podía leer “POLICÍA”. Uno de ellos le mostró la placa a
Rebeca que se quedó de piedra.
—Soy el teniente López de la
brigada de narcóticos. Esto es una redada.
Lo que Carolina le había
contado a Jota no había tenido nada que ver con la situación. La policía ya
hacía semanas que vigilaba el gimnasio y la redada estaba prevista desde hacía
tiempo, pero Jota debería de convencer a Carolina que sus revelaciones no
habían tenido nada que ver, simplemente las cosas habían seguido su curso.
Rebeca veía como no paraban
de entrar policías al gimnasio. El teniente López le enseño una orden judicial
y le preguntó si disponía de copia de llaves para abrir las taquillas. Rebeca
le contestó que estaba prohibido por política de la cadena.
—Está bien, no hay problema —le
dijo mientras avisaba a uno de sus compañeros que enseguida trajo una palanca
consigo—. Una lista de los propietarios de ellas sÍ que podrá darme.
—Sí, espere un segundo —dijo
mientras imprimía el documento desde el ordenador.
El teniente López le estuvo
haciendo preguntas sobre los pocos clientes que acudían los lunes.
Sorprendentemente conocía los nombres de todos ellos. Le llamó especialmente la
atención el gran interés que mostraba por la señora madura, llegó a pensar que
estaba interesado en ella de otra forma que no fuera profesional. También
insistía mucho en Montana.
Ninguna de las personas por
las que preguntaba el teniente estaba en las instalaciones aquella mañana.
López habló después con
Marisa quién le contó de las extrañas relaciones de Jorge y Carolina, así como
cuando encontró a Clara tendida en la ducha de señoras con una herida en la
cabeza. Marisa estaba en su salsa, por una vez parecía que sus chismorreos
podrían resultar útiles.
Al poco tiempo el teniente
López le dijo a Rebeca que se iban y que podían seguir con normalidad.
López no había encontrado lo
que buscaba. Había abierto todas las taquillas pero no encontró nada ilegal
dentro de ellas. Le hubiera gustado encontrar allí a Montana, tenía unas
cuantas preguntas que hacerle.
************
En ese momento el tipo del
traje de Armani llegaba a casa de “Baby Face”. Mirka lo vio entrar y le dio
mala espina.
—A mis brazos “mio amico” —le
dijo mientras le plantaba dos besos en las mejillas.
—Me alegra mucho ver que
estás tan bien como siempre, Luca.
Después de las
presentaciones pertinentes Venancio se llevó a Luca al despacho y le expuso el
asunto. Venancio no conocía los hábitos ni direcciones de muchas de las
víctimas, bueno de una de ellas sí...
—Toma asiento Luca. ¿Quieres
beber algo?
—Whisky con hielo, “per favore”.
Lentamente sorbió un poco
del licor, con parsimonia, disfrutando de aquel momento.
—¿Cual es ese trabajito que
me trae a España? —preguntó Luca.
Venancio le dio la lista de
nombres de las personas que debía de eliminar. En esa lista faltaba el de
Clara. No sabía si lo había omitido porque en el fondo la quería o porque
pensaba que podría deshacerse de ella el mismo. También le expuso que a
Carolina no debía de matarla de inmediato, debía de esperar que él se lo confirmara.
—¿Tienes información de
ellos?
—Sí, aquí está. Le entregó
las fotos junto con unos pequeños dossieres que le había proporcionado Nerea.
En ellos se exponían lugares frecuentados, pero no había direcciones.
—Te costarán setenta mil
euros cada uno.
—Me parece un poco caro —replicó
“Baby Face”.
—Lo tomas o lo dejas, espero
que no me hayas hecho venir hasta aquí para nada. También puedes usar a los
chapuceros de tus matones. La calidad se paga —dijo mientras se sonreía para sí
mismo sabiendo que la comparación era desproporcionada.
—Está bien acepto, sé que
eres el mejor.
************
Jorge estaba esperando en la
barra en un bar del centro cuando vio entrar a Jota. Éste se acercó a él y
pidió una cerveza.
—Sentémonos —le dijo Jota a
su padre—. Te veo bien. Cuéntame en que líos te has metido por los que no
puedes volver a casa.
—Tengo miedo de las chicas
que me secuestraron en el minialmacén. Son las chicas del gimnasio. No me van a
volver a ver el pelo por allí más. No estoy seguro si saben donde vivo pero no
me puedo arriesgar a volver, sería el primer lugar donde me buscarían.
—Debemos buscarte un sitio
donde alojarte. No me suena nada bien lo de ese nuevo amigo tuyo.
—¡¿Qué sabes de Carolina?! —le
preguntó Jorge que ya no podía esperar más para mostrar su verdadera inquietud.
—No te preocupes por ella,
está bien. Creo que no la vas a volver a ver...
Sin apenas terminar la
frase, y ante la cara de decepción de su padre, Jota se mordió la lengua rematándola
con un:
—O quizás sí. Te voy a hacer
una propuesta firme. He hablado con el teniente López y quiere que colabores
con la policía, en tu situación puede ser lo mejor.
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