lunes, 15 de junio de 2015

TayTodos. Capítulo 18. La mosquita muerta.

Hoy nos llega el capítulo número dieciocho de la saga "TayTodos", y ¡qué capítulo! Veréis como no deja a nadie indiferente. Una nueva era se abre tras él, no digo más... Pero antes vamos a repasar lo ocurrido en el último capítulo publicado.
El capítulo anterior arranca con Rebeca en la ducha, intentado quitarse de encima la resaca y la fatal experiencia con Montana de la noche anterior cuando suena el móvil. Sale corriendo del baño esperanzada pero es su amiga María. Tras una charla con ella poniendo a caldo a su pareja de anoche y desahogarse con ella, cuelga y vuelve a su rutina cuando suena de nuevo el teléfono. Esta vez sí que es Montana, que tras la primera arremetida enfurecida de Rebeca consigue apaciguar sus ánimos disculpándose y al decirle que el Polaco está muerto. Al decirle lo ocurrido ella sale corriendo en su ayuda.
Al salir de casa Rebeca tropieza con un señor madurito al que hace que se caiga su ramo de flores al suelo. Se trata de Jorge, que buscaba el perdón de Carolina desesperadamente en su cita. Tras la conversación inicial y el perdón de la joven, que se lanza a sus brazos y cierra este capítulo con un apasionado beso jaleado por la clientela del bar, es Jorge el que le pide empezar de nuevo esta relación que se había complicado por sus escarceos para impresionarla.
Sergio despierta en casa de sus padres y reflexiona acerca de su situación actual. Está totalmente obsesionado por Clara y se propone empezar de nuevo, retomar su rutina en el gimnasio, olvidarse de Clara y de Nerea (a la que había perdido definitivamente). Al oír a su madrastra creyó escuchar la voz de Nerea... se sentía angustiado y controlado por ambas.
Nerea por su parte tampoco lo está llevando bien y se relaja limpiando las abarrotadas estanterías de libros que habitan en su piso. Reflexionando sobre la situación con Sergio y desesperada decide no ir al colegio el lunes para sorprenderlo en el gimnasio...
Marisa, en su turno de limpieza en el gimnasio es saludada por Jorge que entra acompañado de Carolina y acto seguido entra Sergio. Los dos hombres que fueron objeto de análisis junto con Rebeca acababan de entrar en escena... la cosa pintaba bien.

Muchas incognitas alrededor de Sergio... Nerea, Clara... ¿Volverá Venancio a turbar la paz momentánea de Mirka? ¿Cómo interactuará Clara con ella? ¿Se estabilizará la relación entre Jorge y Carolina? ¿Qué encontrará Rebeca cuando llegue al socorro del apuesto Montana? No os perdáis el capítulo de hoy.

En cuanto a su creadora, decir que es una de las autoras que nos maravilló con su relato en Colección Cupido 2015 "Lo que te prometí, mi amor", y que va a convertirse en habitual en Zarracatalla Editorial porque realmente escribir le apasiona. Mujer polifacética que además de la literatura adora la música, esta profesora de violonchelo se declara amante de la música, lectura, escritura, tiro con arco y bicicleta; participa en "El Corral de las Palabras" desde hace un año donde están preparando su segunda Antología de relatos. Os paso el enlace del blog donde participa nuestra amiga: Blog de los escritores inéditos. Además toca el chelo en el cuarteto de cuerda Ocho almas. Infatigable, inquieta, artista, genial... Belen Gonzalvo Val

Os dejo con el capítulo de hoy. Espero que os guste. Besetes a tod@s. Nos leemos.



18. La mosquita muerta.

Pocos sitios rebosan más calma que un gimnasio un lunes por la mañana, los excesos del fin de semana, la vuelta a la jornada laboral y la ausencia de clases programadas hacen que no se tenga el más mínimo problema para conseguir una máquina libre o que no haya que controlar el tiempo que cada uno pasa en la sauna.

La sauna, donde todo empezó, y el único sitio en el que hoy me siento seguro. El único lugar donde consigo aislarme de todo lo que ha ocurrido en las últimas semanas. Ni siquiera en casa de mis padres, donde he tenido que volver tras los últimos acontecimientos, consigo estar en silencio, solo, relajado…

La verdad es que he incorporado a mi vida todos los elementos de un guión de película de sábado por la tarde de Antena 3. Desde la pareja feliz que tiene que cancelar la boda, la típica fantasía de madurita buenorra acosándote, algún coqueteo con la policía… Demasiadas emociones para un pobre chico de clase media. Sí, habéis leído bien, soy demasiado joven todavía aunque como Nerea siempre me decía: “El hecho de que lleves siempre sudaderas con gorro no significa que no cumplas años cada mes de enero”.

Nerea…

Mi mundo durante los últimos doce años, el pilar sobre el que iba a sustentar mi futuro, ¿la madre de mis hijos? Con el paso de los días, empiezo a comprender que a pesar de que todo terminó de forma precipitada y violenta, eso no fue más que el colofón a una erosión de muchos meses a algo que tarde o temprano tenía que pasar.

Éramos una pareja de manual, todos los pasos que íbamos dando se ajustaban al patrón de una pareja española de nuestra generación. Juntos pasamos esa edad en la que luchas por lograr la estabilidad y el equilibrio entre tu vida personal y profesional. Esta estabilidad que parece obligatoria para ser feliz en este país: pareja, trabajo, casa, hijos… Y todo cerca de tu familia y amigos.

No le guardo rencor, por lo poco que me llega por nuestros amigos comunes, está totalmente desilusionada y decepcionada. Todo lo que habíamos construido se rompió y el detonante fue mi ¿escarceo? ¿aventura? La verdad es que no sé cómo llamarlo con Clara.

Clara…

¿De dónde ha salido esta mujer? ¿Por qué se ha encaprichado conmigo? ¿Qué busca exactamente? Y casi lo más preocupante, ¿quién es realmente?

Su aparición en mi vida ha resultado ser toda una aventura en el sentido estricto de la palabra. Sexo, drogas y rock and roll no me han faltado en este último mes. Sobre todo rock and roll…

Dejé de acudir al gimnasio y he comenzado a ir al que está al lado de casa de mis padres. Es de la misma cadena, así que no he necesitado ni darme de baja del anterior por lo que he conseguido evitar las miradas inquisidoras y por supuesto los comentarios de mi querida Marisa y de mi querida Rebeca. Siempre me había parecido simpáticos su desparpajo y fijación con la vida de los demás pero claro, ahora se hablaba de la mía y eso ya no me gusta tanto.

No hay nada más relajante que cerrar los ojos y dejarse llevar. Las hierbas aromáticas de la sauna se van metiendo poco a poco en tu cuerpo mientras el silencio se apodera del ambiente. Cada día valoro más el silencio…

Tras una mañana intensa en cuanto a lo que relajación se refiere, decido dar por terminada mi jornada matutina y me dirijo a los vestuarios para darme una ducha fría, vestirme y encaminarme hacia la casa de mis padres. Algo bueno ha tenido todo esto, vuelvo a ser el rey de la casa.

El trabajo no es algo que me emocione últimamente. Estar todo el día rodeado de parejas felices no es precisamente la mejor terapia tras una ruptura pero no hay mal que por bien no venga, no pagan mal y estoy entretenido.

¿Y este sobre?

Ahí en mi taquilla, al lado de mi mochila. Un sobre blanco, cerrado, sin ninguna nota ni remitente. ¿Será alguna comunicación del gimnasio sobre nueva clases grupales o lo más habitual, incremento de cuotas (actualización de cuotas le suelen llamar por aquello del lenguaje políticamente correcto). Decido abrirlo tras la ducha, tras mis últimas aventuras en los vestuarios de gimnasios, prefiero estar vestido de forma pudorosa por si tengo que huir. Llamadme raro pero conocéis mi historia igual o mejor que yo.

¡Una llave! Y un trozo de papel con lo que parecen unas coordenadas GPS. Ya estamos otra vez con misterios. Seguro que Clara ha vuelto a las andadas y quiere que nos veamos en algún sitio para terminar lo que empezamos porque sinceramente, no hemos terminado.

Guardo el sobre y su contenido en la mochila, mi cerebro ya ha decidido unilateralmente que no acudiré a la cita con Clara. Sin embargo, los que me conocéis bien sabéis que no siempre es mi cerebro quien toma las decisiones.

Tras una breve pero intensa comida con mi madre llego a la oficina en un día con no muchas citas. Los lunes no son días para organizar nada.

Abro el navegador e introduzco las coordenadas GPS del sobre que me había dejado Clara en la taquilla. ¿Clara? ¿Por qué asumo que ha sido ella si ni siquiera está firmado? No, no voy a escribirle ningún mensaje para preguntar. Necesito aclarar ideas primero.

No obstante, el sobre, el olor, la letra, esa forma tan peculiar de escribir el número siete me resultan familiares. ¡Con lo tranquilo que estaba!

Ahí está, se trata de una localización en uno de los polígonos industriales en las afueras de la ciudad. Parece un almacén de esos en los que alquilan trasteros por poco dinero. No es un sitio para una cita romántica la verdad.

Ese número siete… siempre me reía de Nerea porque los confundía con unos cuando me pasaba alguna nota o me escribía la lista de la compra. Sería maestra, pero la letra era de otra profesión…

Nerea había llevado todas mis cosas a un trastero. No quería saber nada más de mí. Me lo había dejado muy claro hace unas semanas cuando en una noche etílica me presenté en nuestro antiguo apartamento para suplicarle volver.

¿Cómo se había enterado de que había cambiado de gimnasio? ¡Qué tonto soy! Me conoce mejor que yo a mí mismo. Soy bastante predecible. ¡Qué mal delincuente sería!
Al salir de trabajar me encamino hacia el polígono para ver qué me ha dejado Nerea en el trastero alquilado. Seguro que ha sido equitativa. Sabía perfectamente cómo y cuándo llegó cada objeto a nuestro piso y a pesar del rencor que me pueda guardar por destrozar lo nuestro, habrá etiquetado cada cosa como suya o mía.

Pero el almacén estaba vacío. No había nada, completamente vacío y oscuro. «A lo mejor no le ha dado tiempo de llegar. He sido demasiado rápido» pensé.

¡¡Ahhh!!

Cuando desperté estaba sentado en una silla giratoria como de despacho, atado de pies y manos y con un ligero dolor en el cuello. Todavía notaba el efecto del pinchazo. Nerea estaba frente a mí, con semblante serio y en el suelo, restos de cuerda y la jeringuilla que había utilizado para dejarme inconsciente.

—¡Eres tonto Sergio Almeida! —me dijo—. Eres tonto. Iluso de ti creíais haber conquistado a una cuarentona buenorra. Ni en tus mejores fantasías. Mordiste el anzuelo a la primera. Yo esperaba que con eso de la boda te hicieras un poco de rogar pero ni eso.

De repente, una de las paredes prefabricadas del trastero se movió. Eran trasteros modulares en los que tú podías elegir cuántos módulos alquilabas. Y allí estaban… mis compañeros de sauna.

En una silla igual que la mía y en la misma posición que yo, Jorge, el arquitecto viudo entrado en edad. Delante de él, Carolina, la veterinaria.

Hombres...

—¡Qué simples sois! ¡Y qué fácil es manipularos! Canturreaba una voz conocida en la oscuridad.
—Hola Clara —dije.
—Casi nos arruináis el negocio con esto del amor —comentó entre risas Nerea-. Entre Jorge inventando planes románticos y tú con tus fantasías casi nos arruináis el negocio.
—¿Negocio? —pregunté entre sorprendido e intrigado.
—¿Se lo cuentas tú o se lo cuento yo? —preguntó Nerea a Carolina.
—Cuéntaselo tú jefa —contestó Carolina.

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