lunes, 7 de julio de 2014

Nuestra historia. Capítulo XXVI.

Tras el capítulo de Masiel Troya, que nos deja un capitulazo, el cual nos lleva de aquí para allá por hasta tres escenarios al mismo tiempo. Confirma que Ana espera gemelos. Al mismo tiempo nos muestra la controvertida situación de Ramón que se está empezando a hartar de solo poder ver a su hijo una vez por semana y al que vuelven los oscuros instintos de los que hace siete años le hicieron huir de su familia. Por otro lado tenemos la tensa reunión entre Olga (por fin de vuelta) y Patricia que le desvela que Ramón ha huido y le había dejado una carta de despedida para ella pero que accidentalmente fue a parar a manos de Ana. Olga enfurecida decide llamar a Ramón para aclarar las cosas puesto que ellos tenían un plan: secuestrar a Ana y conquistarla y así Olga poder volver con Pedro. De paso le cuenta también a Ramón que Ana ha mentido por él sobre los restos de cloroformo encontrados en su cuerpo y está metida en un buen lío. Esto alimenta las esperanzas de Ramón que todavía cree que hay una posibilidad. Mientras Ana recibe una llamada citándola en el juzgado para la próxima semana por este asunto. Ramón en Londres espera un descuido de Mary y secuestra a Jack... ¿Cómo continuará esta dramática situación? ¿Qué proceso seguirá Ana en este proceso judicial? ¿Olga, insistirá en su plan para conquistar a Pedro? No os perdáis el capítulo de hoy porque alguno de estas intrigantes cuestiones serán desveladas en el final de temporada.
¡Volvemos el 1 de Septiembre! Pero la actividad sigue en el blog todos los viernes con Colección Uni2. Nos leemos. Besetes a tod@s.



XXVI.   Estamos contigo


El pequeño Jack estaba sentado en el asiento trasero del coche sin saber muy bien que estaba pasando. Su infantil cerebro no era capaz de procesar todo la información que acababa de recibir.
—¿Donde vamos Ramon? ¿No viene mamá?
—Te he dicho que soy PAPÁ, no vuelvas a llamarme por mi nombre, ¡SOY PAPÁ! —le espetó. Miró al niño y vio en sus ojos la misma mirada de miedo y asombro que puso Mary la primera vez que le levantó la mano—. No te preocupes pequeño, todo irá bien —le dijo, ahora sí con un tono de voz más dulce y conciliador.
Juanjo le ayudaría a salir del país, no podía fallarle esta vez no, se lo había prometido...

En España Olga seguía pensando en la carta que nunca llegó a recibir. ¿Qué demonios pondría en esa maldita carta? pensó. Mientras su rabia iba creciendo, le había colgado el teléfono sin darle una explicación. Nada le molestaba más: la había dejado con la palabra en la boca, en la estacada y sin terminar el plan que habían hurdido.
Después de haber recibido esa maldita llamada, Ana lo tuvo claro. Mario era la única persona en este momento que podía ayudarla como mínimo a ordenar sus pensamientos. Podía confiar en él. Si no hubiese sido por su magistral aparición quien sabe de lo que hubiese sido capaz Ramón en ese momento.
—Mario soy Ana, necesito tu ayuda.
Mario bajó a su casa antes de que esta tuviese tiempo de colgar siquiera el teléfono. Se levantó a abrir la puerta.
—Hola Mario pasa, estoy metida en un lío y de los buenos.....
Pasaron al salón y allí le puso al corriente de todo, del secuestro, el robo de material médico, el por qué no había querido contarle nada a Pedro y como ella había cargado con todas las culpas sin involucrar al verdadero culpable de todo.
—Está bien —dijo Mario después de tomarse unos segundos para reflexionar—. Es evidente que necesitas un abogado. Pero si es cierto que el almacén tiene cámaras de seguridad, es muy poco probable que te grabasen a ti, puesto que tú no estuviste alli ese día... ¿o sí? En cualquier caso Ramon también aparecerá en las grabaciones. No te preocupes, iré a ver a un amigo que me debe un favor. Es abogado y de los buenos, saldrás de esta pequeña.
—Gracias Mario.
Ana se tranquilizó al oír a Mario, en este momento unas palabras de apoyo eran su mejor terapia. Era cuando mas necesitaba un amigo y los había perdido a todos, ya nada volvería a ser como antes, nada, nunca...
Tenía que contarle a Pedro la nueva situación pero eso implicaba tener que contarle toda la terrorífica historia y no sabía como hacerlo, ni como empezar, ni por qué no se lo había contado desde el principio. Pedro también tenia su propia guerra abierta en los tribunales, ¡maldita señora quejica!

Ramón seguía conduciendo por las calles de Londres. Tenía que llegar al almacén de Juanjo cuanto antes. Para entonces Mary ya  habría llamado a la policía y se habría puesto en marcha todo el dipositivo par recuperar al niño. Pero él no lo permitiría, es su hijo y tiene derecho. A estas alturas lo estaría buscando ya hasta la Interpol. Había secuestrado a su hijo, un niño al que apenas conocía.
Unas horas antes había llamado a su amigo por teléfono, una llamada corta, concisa y para Juanjo un poco perturbadora.
—Juanjo soy yo, Ramón. Necesito que me ayudes, por los viejos tiempos. No preguntes, tu no sabes nada. No voy a permitir que me ocurra como a ti.

Pedro había vuelto de rehabilitación mas animado que nunca, la físio estaba muy contenta con su recuperación que estaba siendo mas rápida de lo esperado. El tesón y la fuerza de voluntad de Pedro había sido alimentada con la nueva noticia y sus ganas de recuperarse eran mas fuertes que nunca.
—Voy a ser padre, voy a ser padre y de dos niños al mismo tiempo. No paraba de repetirse continuamente, casi como si fuera un mantra. Un mantra que le otorgaba súper poderes. Pese a todo lo ocurrido nunca había sido mas feliz.
En la habitación estaban su hermana Sandra y Rafa esperándolo. Se habían vuelto inseparables y no era fácil verlos individualmente durante mucho tiempo. El caos vivido estaba trayendo mas cosas buenas, el karma no es tan cabron después de todo. Su abogado también estaba allí, Sandra tenía la cara seria, mucho más seria de lo normal.
—¿Qué ocurre pequeña?
Rafa tenía la mano apoyada en el hombro de su hermana: “Hacen buena pareja”, pensó Pedro.
El abogado rompió ese silencio tenso que se estaba formando.
—Buenos días Pedro, me temo que no traigo buenas noticias hoy. El abogado de la señora del otro vehículo se ha reunido con el juez que instruye el caso y, además de la consiguiente indemnización, pide para ti pena de cárcel por intento de homicidio involuntario.
—¿Cómo?
La cara de Pedro era un poema no podía creer que le estuviese pasando esto a él.
—Apelaremos a tu estado de salud pero tampoco te aseguro que así consigamos nada. No voy a mentirte Pedro, la cosa está complicada… Pero lucharemos, de eso puedes estar seguro.
Sandra no pudo evitar dejar correr una solitaria lágrima por su mejilla, se pasó rápido la mano para hacerla desaparecer. Tenía que ser fuerte, su hermano mayor la necesitaba.
¿Como iban a contarle todo esto a Ana? Pobre, ella también tenía que enfrentarse a su propio tribunal.
—En un par de días se celebra el juicio, así que me marcho a preparar la documentación necesaria con tu médico para tu salida del hospital. Es importante que vengas Pedro.
Se despidió con un ligero movimiento de cabeza y salió de la habitación con la prisa de un hombre ocupado.
Pedro tenía la mirada perdida en la pared, intentaba procesar toda la información, intentaba ser fuerte, intentaba mantener la cabeza fría. Rafa se acercó hasta él.
—No te vengas bajo Pedro, eres un tipo duro y nosotros estamos contigo, a las buenas y a las malas. Ya verás como todo ira bien.

“Ana, Ana, Ana, Ana....”. Era todo en lo que podía pensar y rompió a llorar como un niño...

No hay comentarios:

Publicar un comentario