Hoy celebramos que hemos alcanzado las 100 entradas en el blog. Una bonita cifra que demuestra el trabajo y la dedicación que aportamos con cariño para que entre todos podamos sacar adelante este bonito proyecto. Para celebrarlo os dejo con un pequeño relato. Os recomiendo que una vez que lo leáis sigáis con la versión comentada porque os dará más información todavía y tendréis una mayor información de lo que he querido transmitir. Espero que os guste, que sigamos celebrando y que os animéis a participar, leer o comentar las diversas propuestas que vamos haciendo. Como siempre... Nos leemos. Besetes a tod@s.
Nuestra amarga relación
Hace ocho años
empezamos a salir. Llegaste a mi vida por casualidad, sin esperarlo nadie, y
desde el primer día me sorprendió tu actitud. La vida te había tratado bien,
habías hecho mucho dinero en poco tiempo y creías tener el mundo a tus pies. No
sé exactamente que viste en mí: puede ser que fuera porque soy alguien muy
querido por muchísimas personas, o por mi largo currículum admirado por amigos
y rivales. Aunque mas bien creo que te gusto las enormes posibilidades que
tenía alguien como yo, que se ha creado un gran bagaje y el futuro estaba
todavía lleno de posibilidades. Era por entonces un interesante madurito.
Podría decirse
de ti que eras un "nuevo rico" y los dos primeros años me
cubriste de opulentos regalos. Juguetes caros que hicieron que me enamorará
perdidamente de ti. Todo nos iba bien hasta aquel tropiezo...
Nos convencimos
mutuamente de que fue un accidente y en menos de un año superamos ese bache.
Enseguida volvimos a estar de nuevo en la elite social del país, pero nada
volvió a ser como antes... A ti los negocios dejaron del funcionarte y yo
empecé a verte con otros ojos, ya no desde la pasión, sino mas bien desde la
razón. Y cuando la razón invade una relación su primer prisionero es el amor.
Lo siguiente fue
el abandono total de tus negocios para centrarte en mí, como me hiciste creer.
Pasaste de hacerme esos caros regalos (que tú sabías que no te podías
permitir), a directamente vivir de mí. Y yo no es que fuera muy sobrado
económicamente, vivía al día pero dignamente.
Así que te
agarraste a mi cual garrapata para chuparme la sangre. Los regalos caros y
bonitos se convirtieron en baratijas indignas de alguien como yo, que aun
humilde siempre con muy buen gusto. La gente que me respetaba pasó a burlarse
de mí por hortera: ¿cómo podía ir por ahí con esos esperpentos? Y en poco
tiempo a ningunearme y seguidamente olvidarme.
Y así pasaron
los años, a cual peor. Tratabas de solucionar lo nuestro con caros asesores
matrimoniales que escasamente te duraban un año. No era problema de su
contrastada cualificación, nuestra relación estaba tan desgastada que no tenía
solución. Y nuestra economía no digamos... Yo siempre había vivido con lo justo
hasta que te conocí, con mis limitaciones eso sí, pero de vez en cuando me daba
para una alegría. Me conformaba con salir alguna noche de copas y muy de vez en
cuando un viajecito por todo lo alto por Europa.
Todo esto se
acabó contigo. Me arruinaste hasta tal punto que no se cuando levantaré cabeza.
Y eso no fue lo peor... lo que nunca te perdonaré es como manipulaste y
vilipendiaste a los míos.
Apartaste de mi
seno a mis seres más queridos, chavales que se criaron bajo mi regazo y que
ahora te molestaban porque me preferían a mí. Los mandaste bien lejos para que
nunca volvieran...
Te convertiste
en prestidigitador, embaucador y seguro mal pagador hasta que todo el mundo te
dio la espalda. Mi familia veía como me tenías atrapado sin poder hacer nada.
Poco a poco se fueron apartando de nosotros en silencio, compadeciéndome y odiándote
cada vez más. Y nuestra ruina aumentaba… nuestra relación era ya insalvable. Además
empezaste a faltar también en casa. Decías que te molestaban los comentarios de
mi gente... y me pasé los dos últimos años sin verte.
Estaba roto,
hundido, arruinado, mancillado y maltratado por ti. Y de repente mi familia
cambio su apática rutina y me apoyo fielmente, hasta el punto de acorralarte.
Yo te pedí el divorcio y tu única preocupación era saber qué tajada ibas a
sacar de todo esto. Te denunciaron varios afectados de tus chanchullos e intentaste
salir airoso a mi costa. Para colmo contraje una mortal enfermedad solo curable
con una cuantía de dinero que no disponíamos por tu catastrófica gestión. Si no
me medicaba en un mes moriría sin remedio. Y tu decidiste regatear con doctores
de dudosa reputación durante todo ese periodo de tiempo sin importarte lo mas
mínimo mi delicada salud. ¿También de esto querías sacar tajada?
Ya no nos aguantábamos
el uno al otro...
Algo finalmente
te hizo cambiar de opinión, nunca sabremos realmente el qué pero me concediste
el divorcio. Un nuevo y apuesto doctor se brindó a cubrir todas mis necesidades
y aportar todo lo necesario para afrontar mi grave enfermedad. Afortunadamente,
aunque maltrecho, sobrevivo. Y aunque me costará recuperarme de tanta infamia,
porque me hiciste mucho daño, sé que volveré a ser quien fui. Por eso hoy es un
gran día, y al igual que otras efemérides que los míos nunca olvidan, cuando
echemos la vista atrás recordaremos con alivio esta fecha.
Esta es la
historia de nuestra relación, nuestra amarga historia de amor... La mía (Real
Zaragoza) y la del calvario que pasé a tu lado, Agapito.
David
Garcés Zalaya — Zarracatalla Editorial
En
Luceni a 24 de julio de 2014
Versión comentada
Hace ocho años
empezamos a salir (compraste el Real Zaragoza por sorpresa, nada de ventas telegrafiadas
como ha ocurrido ahora). Llegaste a mi vida por casualidad, sin
esperarlo nadie, y desde el primer día me sorprendió tu actitud (mas propia de
famosos presidentes de equipos de mayor presupuesto que no voy a nombrar).
La vida te había tratado bien, habías hecho mucho dinero en poco tiempo y
creías tener el mundo a tus pies. No sé exactamente que viste en mí: puede ser
que fuera porque soy alguien muy querido por muchísimas personas (mas de 25.000
abonados y millones de simpatizantes por entonces), o por mi largo
currículum admirado por amigos y rivales (nuestro historial y palmarés es impresionante).
Aunque mas bien creo que te gusto las enormes posibilidades que tenía alguien
como yo, que se ha creado un gran bagaje y el futuro estaba todavía lleno de
posibilidades (gran
pasado con historia y futuro prometedor, la idea de construir un estadio nuevo
era tu objetivo). Era por entonces un interesante madurito.
Podría decirse
de ti que eras un "nuevo rico" (constructor en la burbuja inmobiliaria)
y los dos primeros años me cubriste de opulentos regalos. Juguetes caros que
hicieron que me enamorará perdidamente de ti (Ayala, Aimar, etc.). Todo nos iba
bien hasta aquel tropiezo... (sorprendente descenso a segunda división)
Nos convencimos
mutuamente de que fue un accidente y en menos de un año superamos ese bache.
Enseguida volvimos a estar de nuevo en la elite social del país (primera división),
pero nada volvió a ser como antes... A ti los negocios dejaron del funcionarte (construcción)
y yo empecé a verte con otros ojos, ya no desde la pasión, sino mas bien desde
la razón. Y cuando la razón invade una relación su primer prisionero es el
amor.
Lo siguiente fue
el abandono total de tus negocios para centrarte en mí, como me hiciste creer.
Pasaste de hacerme esos caros regalos (que tú sabías que no te podías
permitir), a directamente vivir de mí. Y yo no es que fuera muy sobrado
económicamente, vivía al día pero dignamente.
Así que te
agarraste a mi cual garrapata para chuparme la sangre. Los regalos caros y
bonitos se convirtieron en baratijas indignas de alguien como yo (no voy a nombrar a
ninguno de los innumerables esperpentos que han vestido nuestra camiseta),
que aun humilde siempre con muy buen gusto (la
Romareda gusta de buenos futbolistas). La gente
que me respetaba pasó a burlarse de mí por hortera (resto de equipos y aficionados al futbol):
¿cómo podía ir por ahí con esos esperpentos? Y en poco tiempo a ningunearme y
seguidamente olvidarme.
Y así pasaron
los años, a cual peor. Tratabas de solucionar lo nuestro con caros asesores
matrimoniales (entrenadores
estrella) que escasamente te duraban un año. No era problema de su
contrastada cualificación, nuestra relación estaba tan desgastada que no tenía
solución. Y nuestra economía no digamos... Yo siempre había vivido con lo justo
hasta que te conocí, con mis limitaciones eso sí, pero de vez en cuando me daba
para una alegría. Me conformaba con salir alguna noche de copas (del Rey,
Supercopas…) y muy de vez en cuando un viajecito por todo lo alto
por Europa (Copa
de Ferias, Recopa, Supercopa, fases de grupos, etc.).
Todo esto se
acabó contigo. Me arruinaste hasta tal punto que no se cuando levantaré cabeza.
Y eso no fue lo peor... lo que nunca te perdonaré es como manipulaste y
vilipendiaste a los míos.
Apartaste de mi
seno a mis seres más queridos (canteranos), chavales que se criaron bajo mi
regazo y que ahora te molestaban porque me preferían a mí. Los mandaste bien
lejos para que nunca volvieran...
Te convertiste
en prestidigitador, embaucador y seguro mal pagador hasta que todo el mundo te
dio la espalda. Mi familia (afición) veía como me tenías atrapado sin poder
hacer nada. Poco a poco se fueron apartando de nosotros en silencio,
compadeciéndome y odiándote cada vez más. Y nuestra ruina aumentaba… nuestra
relación era ya insalvable. Además empezaste a faltar también en casa. Decías
que te molestaban los comentarios de mi gente... y me pasé los dos últimos años
sin verte (¡un
presidente que no es capaz de asistir a su propio palco!).
Estaba roto,
hundido, arruinado, mancillado y maltratado por ti. Y de repente mi familia (afición y medios de
comunicación) cambio su apática rutina y me apoyo fielmente, hasta
el punto de acorralarte. Yo te pedí el divorcio (venta honrosa) y tu única preocupación
era saber qué tajada ibas a sacar de todo esto. Te denunciaron varios afectados
de tus chanchullos (PLAZA, entre otros) e intentaste salir airoso a
mi costa. Para colmo contraje una mortal enfermedad (embargo de licencia y serio peligro de disolución
de la SAD )
solo curable con una cuantía de dinero que no disponíamos por tu catastrófica
gestión. Si no me medicaba en un mes moriría sin remedio (25 de julio de 2014).
Y tu decidiste regatear con doctores de dudosa reputación (“comisionistas”) durante todo ese
periodo de tiempo sin importarte lo mas mínimo mi delicada salud. ¿También de
esto querías sacar tajada?
Ya no nos
aguantábamos el uno al otro...
Algo finalmente
te hizo cambiar de opinión, nunca sabremos realmente el qué pero me concediste
el divorcio. Un nuevo y apuesto doctor (Fundación Zaragoza 2032) se brindó a cubrir todas
mis necesidades y aportar todo lo necesario para afrontar mi grave enfermedad.
Afortunadamente, aunque maltrecho, sobrevivo. Y aunque me costará recuperarme
de tanta infamia, porque me hiciste mucho daño, sé que volveré a ser quien fui.
Por eso hoy es un gran día, y al igual que otras efemérides que los míos nunca
olvidan, cuando echemos la vista atrás recordaremos con alivio esta fecha.
Esta es la
historia de nuestra relación, nuestra amarga historia de amor... La mía (Real
Zaragoza) y la del calvario que pasé a tu lado, Agapito.
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