lunes, 28 de julio de 2014

Nuestra amarga relación. Celebrando las 100 entradas.

Hoy celebramos que hemos alcanzado las 100 entradas en el blog. Una bonita cifra que demuestra el trabajo y la dedicación que aportamos con cariño para que entre todos podamos sacar adelante este bonito proyecto. Para celebrarlo os dejo con un pequeño relato. Os recomiendo que una vez que lo leáis sigáis con la versión comentada porque os dará más información todavía y tendréis una mayor información de lo que he querido transmitir. Espero que os guste, que sigamos celebrando y que os animéis a participar, leer o comentar las diversas propuestas que vamos haciendo. Como siempre... Nos leemos. Besetes a tod@s.



Nuestra amarga relación

Hace ocho años empezamos a salir. Llegaste a mi vida por casualidad, sin esperarlo nadie, y desde el primer día me sorprendió tu actitud. La vida te había tratado bien, habías hecho mucho dinero en poco tiempo y creías tener el mundo a tus pies. No sé exactamente que viste en mí: puede ser que fuera porque soy alguien muy querido por muchísimas personas, o por mi largo currículum admirado por amigos y rivales. Aunque mas bien creo que te gusto las enormes posibilidades que tenía alguien como yo, que se ha creado un gran bagaje y el futuro estaba todavía lleno de posibilidades. Era por entonces un interesante madurito.
Podría decirse  de ti que eras un "nuevo rico" y los dos primeros años me cubriste de opulentos regalos. Juguetes caros que hicieron que me enamorará perdidamente de ti. Todo nos iba bien hasta aquel tropiezo...
Nos convencimos mutuamente de que fue un accidente y en menos de un año superamos ese bache. Enseguida volvimos a estar de nuevo en la elite social del país, pero nada volvió a ser como antes... A ti los negocios dejaron del funcionarte y yo empecé a verte con otros ojos, ya no desde la pasión, sino mas bien desde la razón. Y cuando la razón invade una relación su primer prisionero es el amor.
Lo siguiente fue el abandono total de tus negocios para centrarte en mí, como me hiciste creer. Pasaste de hacerme esos caros regalos (que tú sabías que no te podías permitir), a directamente vivir de mí. Y yo no es que fuera muy sobrado económicamente, vivía al día pero dignamente.
Así que te agarraste a mi cual garrapata para chuparme la sangre. Los regalos caros y bonitos se convirtieron en baratijas indignas de alguien como yo, que aun humilde siempre con muy buen gusto. La gente que me respetaba pasó a burlarse de mí por hortera: ¿cómo podía ir por ahí con esos esperpentos? Y en poco tiempo a ningunearme y seguidamente olvidarme.
Y así pasaron los años, a cual peor. Tratabas de solucionar lo nuestro con caros asesores matrimoniales que escasamente te duraban un año. No era problema de su contrastada cualificación, nuestra relación estaba tan desgastada que no tenía solución. Y nuestra economía no digamos... Yo siempre había vivido con lo justo hasta que te conocí, con mis limitaciones eso sí, pero de vez en cuando me daba para una alegría. Me conformaba con salir alguna noche de copas y muy de vez en cuando un viajecito por todo lo alto por Europa.
Todo esto se acabó contigo. Me arruinaste hasta tal punto que no se cuando levantaré cabeza.  Y eso no fue lo peor... lo que nunca te perdonaré es como manipulaste y vilipendiaste a los míos.
Apartaste de mi seno a mis seres más queridos, chavales que se criaron bajo mi regazo y que ahora te molestaban porque me preferían a mí. Los mandaste bien lejos para que nunca volvieran...
Te convertiste en prestidigitador, embaucador y seguro mal pagador hasta que todo el mundo te dio la espalda. Mi familia veía como me tenías atrapado sin poder hacer nada. Poco a poco se fueron apartando de nosotros en silencio, compadeciéndome y odiándote cada vez más. Y nuestra ruina aumentaba… nuestra relación era ya insalvable. Además empezaste a faltar también en casa. Decías que te molestaban los comentarios de mi gente... y me pasé los dos últimos años sin verte.
Estaba roto, hundido, arruinado, mancillado y maltratado por ti. Y de repente mi familia cambio su apática rutina y me apoyo fielmente, hasta el punto de acorralarte. Yo te pedí el divorcio y tu única preocupación era saber qué tajada ibas a sacar de todo esto. Te denunciaron varios afectados de tus chanchullos e intentaste salir airoso a mi costa. Para colmo contraje una mortal enfermedad solo curable con una cuantía de dinero que no disponíamos por tu catastrófica gestión. Si no me medicaba en un mes moriría sin remedio. Y tu decidiste regatear con doctores de dudosa reputación durante todo ese periodo de tiempo sin importarte lo mas mínimo mi delicada salud. ¿También de esto querías sacar tajada?
Ya no nos aguantábamos el uno al otro...
Algo finalmente te hizo cambiar de opinión, nunca sabremos realmente el qué pero me concediste el divorcio. Un nuevo y apuesto doctor se brindó a cubrir todas mis necesidades y aportar todo lo necesario para afrontar mi grave enfermedad. Afortunadamente, aunque maltrecho, sobrevivo. Y aunque me costará recuperarme de tanta infamia, porque me hiciste mucho daño, sé que volveré a ser quien fui. Por eso hoy es un gran día, y al igual que otras efemérides que los míos nunca olvidan, cuando echemos la vista atrás recordaremos con alivio esta fecha.
Esta es la historia de nuestra relación, nuestra amarga historia de amor... La mía (Real Zaragoza) y la del calvario que pasé a tu lado, Agapito.

David Garcés Zalaya — Zarracatalla Editorial
En Luceni a 24 de julio de 2014


Versión comentada
Hace ocho años empezamos a salir (compraste el Real Zaragoza por sorpresa, nada de ventas telegrafiadas como ha ocurrido ahora). Llegaste a mi vida por casualidad, sin esperarlo nadie, y desde el primer día me sorprendió tu actitud (mas propia de famosos presidentes de equipos de mayor presupuesto que no voy a nombrar). La vida te había tratado bien, habías hecho mucho dinero en poco tiempo y creías tener el mundo a tus pies. No sé exactamente que viste en mí: puede ser que fuera porque soy alguien muy querido por muchísimas personas (mas de 25.000 abonados y millones de simpatizantes por entonces), o por mi largo currículum admirado por amigos y rivales (nuestro historial y palmarés es impresionante). Aunque mas bien creo que te gusto las enormes posibilidades que tenía alguien como yo, que se ha creado un gran bagaje y el futuro estaba todavía lleno de posibilidades (gran pasado con historia y futuro prometedor, la idea de construir un estadio nuevo era tu objetivo). Era por entonces un interesante madurito.
Podría decirse  de ti que eras un "nuevo rico" (constructor en la burbuja inmobiliaria) y los dos primeros años me cubriste de opulentos regalos. Juguetes caros que hicieron que me enamorará perdidamente de ti (Ayala, Aimar, etc.). Todo nos iba bien hasta aquel tropiezo... (sorprendente descenso a segunda división)
Nos convencimos mutuamente de que fue un accidente y en menos de un año superamos ese bache. Enseguida volvimos a estar de nuevo en la elite social del país (primera división), pero nada volvió a ser como antes... A ti los negocios dejaron del funcionarte (construcción) y yo empecé a verte con otros ojos, ya no desde la pasión, sino mas bien desde la razón. Y cuando la razón invade una relación su primer prisionero es el amor.
Lo siguiente fue el abandono total de tus negocios para centrarte en mí, como me hiciste creer. Pasaste de hacerme esos caros regalos (que tú sabías que no te podías permitir), a directamente vivir de mí. Y yo no es que fuera muy sobrado económicamente, vivía al día pero dignamente.
Así que te agarraste a mi cual garrapata para chuparme la sangre. Los regalos caros y bonitos se convirtieron en baratijas indignas de alguien como yo (no voy a nombrar a ninguno de los innumerables esperpentos que han vestido nuestra camiseta), que aun humilde siempre con muy buen gusto (la Romareda gusta de buenos futbolistas). La gente que me respetaba pasó a burlarse de mí por hortera (resto de equipos y aficionados al futbol): ¿cómo podía ir por ahí con esos esperpentos? Y en poco tiempo a ningunearme y seguidamente olvidarme.
Y así pasaron los años, a cual peor. Tratabas de solucionar lo nuestro con caros asesores matrimoniales (entrenadores estrella) que escasamente te duraban un año. No era problema de su contrastada cualificación, nuestra relación estaba tan desgastada que no tenía solución. Y nuestra economía no digamos... Yo siempre había vivido con lo justo hasta que te conocí, con mis limitaciones eso sí, pero de vez en cuando me daba para una alegría. Me conformaba con salir alguna noche de copas (del Rey, Supercopas…) y muy de vez en cuando un viajecito por todo lo alto por Europa (Copa de Ferias, Recopa, Supercopa, fases de grupos, etc.).
Todo esto se acabó contigo. Me arruinaste hasta tal punto que no se cuando levantaré cabeza.  Y eso no fue lo peor... lo que nunca te perdonaré es como manipulaste y vilipendiaste a los míos.
Apartaste de mi seno a mis seres más queridos (canteranos), chavales que se criaron bajo mi regazo y que ahora te molestaban porque me preferían a mí. Los mandaste bien lejos para que nunca volvieran...
Te convertiste en prestidigitador, embaucador y seguro mal pagador hasta que todo el mundo te dio la espalda. Mi familia (afición) veía como me tenías atrapado sin poder hacer nada. Poco a poco se fueron apartando de nosotros en silencio, compadeciéndome y odiándote cada vez más. Y nuestra ruina aumentaba… nuestra relación era ya insalvable. Además empezaste a faltar también en casa. Decías que te molestaban los comentarios de mi gente... y me pasé los dos últimos años sin verte (¡un presidente que no es capaz de asistir a su propio palco!).
Estaba roto, hundido, arruinado, mancillado y maltratado por ti. Y de repente mi familia (afición y medios de comunicación) cambio su apática rutina y me apoyo fielmente, hasta el punto de acorralarte. Yo te pedí el divorcio (venta honrosa) y tu única preocupación era saber qué tajada ibas a sacar de todo esto. Te denunciaron varios afectados de tus chanchullos (PLAZA, entre otros) e intentaste salir airoso a mi costa. Para colmo contraje una mortal enfermedad (embargo de licencia y serio peligro de disolución de la SAD) solo curable con una cuantía de dinero que no disponíamos por tu catastrófica gestión. Si no me medicaba en un mes moriría sin remedio (25 de julio de 2014). Y tu decidiste regatear con doctores de dudosa reputación (“comisionistas”) durante todo ese periodo de tiempo sin importarte lo mas mínimo mi delicada salud. ¿También de esto querías sacar tajada?
Ya no nos aguantábamos el uno al otro...
Algo finalmente te hizo cambiar de opinión, nunca sabremos realmente el qué pero me concediste el divorcio. Un nuevo y apuesto doctor (Fundación Zaragoza 2032) se brindó a cubrir todas mis necesidades y aportar todo lo necesario para afrontar mi grave enfermedad. Afortunadamente, aunque maltrecho, sobrevivo. Y aunque me costará recuperarme de tanta infamia, porque me hiciste mucho daño, sé que volveré a ser quien fui. Por eso hoy es un gran día, y al igual que otras efemérides que los míos nunca olvidan, cuando echemos la vista atrás recordaremos con alivio esta fecha.
Esta es la historia de nuestra relación, nuestra amarga historia de amor... La mía (Real Zaragoza) y la del calvario que pasé a tu lado, Agapito.

viernes, 25 de julio de 2014

Colección Uni2. Un destino inesperado: 2. Macanaz.

Segunda entrega de la novela "Un destino inesperado" de Natalia Carcas y David Carrasco. En este ocasión titulado: "Macanaz" y nos narra las andanzas de Esteban, nuestro protagonista indigente.



CAPITULO 2. Macanaz.


Y así, sólo, sin dinero y sin techo pasaban los días… Uno detrás de otro, sin piedad de mí y de mi nueva vida. Ya no me quedaba nada de los cincuenta euros que mi madre me dejó, y mi único objetivo era sobrevivir.
Había días mejores, otros regulares y otros muy malos en los que no conseguía nada que echarme a la boca.
Los lunes y los miércoles eran días buenos. A través de una trabajadora social, conseguí entrar en un programa del Ayuntamiento y podía ir a un albergue a darme una ducha y comer calentico. Tristemente, solo podía ser los lunes y miércoles, ya que en estos momentos y por desgracia, hay demasiada gente en una situación como la mía o muy parecida y todos necesitamos un poquito de ayuda.
Los domingos también eran días de los buenos. El hijo del señor Miguel acostumbraba a pasar el día pescando y no regresaba hasta la noche, así que podía invitarme a comer con toda tranquilidad. Y preparaba unas comidas más ricas….un día paella, al siguiente domingo cocido…y hasta asadico de ternasco me preparó un día. ¡Que manjares más suculentos!
Después de comer me permitía echarme una buena siesta en el sofá, que me recargaba las pilas para toda la semana.
Estos eran mis mejores días. El resto… si conseguía algo que llevarme a la boca rebuscando en los contenedores o gracias a la caridad de algunas personas, eran buenos días. Pero bueno, conseguir algo no era lo habitual.

Mis intentos de conseguir trabajo eran en vano. Solía intentarlo los lunes y los miércoles ya que mi aspecto después de la ducha en el albergue era más presentable. Pero aun así, nada de nada.
Chico sin experiencia, sin estudios y con un carrito de la compra como fiel compañero. La verdad es que reunía todos los requisitos para que la respuesta fuera: “No necesitamos a nadie”, o “pásate dentro de unos meses”, o un simplemente un seco y rotundo “No”.

Pues con las mimas yo volvía a “mi” cajero y para evadirme de la realidad. Una mierda de realidad… y me echaba a dormir.
Y así pasaban los días, sin piedad de mí y de mi vida…

Y sin darme cuenta había pasado el invierno y la primavera. Había llegado a Zaragoza el verano, el agobiante y sofocante verano de Zaragoza. Cuarenta grados a la sombra y un bochorno que te quema la piel. La única manera de sobrevivir era buscar un sitio a la sombra y si puede ser cerca de una fuente.
Recuerdo perfectamente del día 16 de Julio de aquel año. El calor era exagerado. Tras pasar unos días primaverales, por fin parecía que el verano había llegado.
El termómetro del puente de Santiago marcaba treinta y ocho grados. Andaba deambulando por la Plaza del Pilar y decidí cruzar el puente hasta la arboleda de Macanaz. Seguro que allí encontraba sombra y una ligera y refrescante brisa a la orilla del río.
Desde lo alto del puente, antes de bajar las escaleras que me conducirían a la orilla, divisé una amplia zona verde con césped, grandes árboles que daban una sombra buenísima, varios bancos y una fuente.
¡Qué buen plan me esperaba!
Me refrescaría un poco en la fuente, colocaría mi manta en el césped bajo una buena sombra y me comería el bocadillo que me había dado Germán, el camarero del bar de al lado del cajero donde duermo.
Mientras continuaba bajando las escaleras, levante la vista y allí estaba… el Pilar. ¡Qué bonita estampa de mi ciudad! Me puse melancólico acordándome de mi madre que cuando era pequeño, todos los domingos me llevaba a la misa de las doce. ¡Qué tiempos!

Por supuesto que tras comerme el bocadillo… me dormí. Y por supuesto… soñé como siempre con cosas buenas, como me venía ocurriendo desde aquel día que me quedé en la calle.
Estaba sumido en mi más profundo sueño. Esta vez me veía en mi casa con mi chica. Los dos teníamos trabajo y las cosas nos iban bien. No para vivir con grandes lujos, pero para vivir bien. Cada vez mis sueños eran más realistas, valorando lo más esencial que me faltaba.
Y dormí mucho rato, creo…
De repente una voz me despertó:
—Eh, eh, despierta, ¡chico despierta!
Abrí los ojos de repente y vi a una chica agarrándome por los hombros y sacudiéndome. Tendría unos treinta, piel y pelo oscuro y tenia unos ojos verdes que quitaban el sentido. Para ser tan joven no iba muy bien vestida ni bien peinada.
Cuando conseguí centrarme en dónde estaba y quién era esa chica me levanté corriendo y le pregunté:
—¿Pero chica qué haces pues? ¿Por qué me zarandeas así?
—Perdona —dijo ella— creo que estabas teniendo una pesadilla y estabas gritando sin parar y pensé que lo mejor era despertarte. Siento mucho haberte asustado.
La chica seguía hablándome:
—Además, mira como está el cielo, creo que va a empezar a llover de un momento a otro. Deberíamos irnos de aquí.
No me extrañó lo de la lluvia ya que las tormentas de verano también son muy frecuentes en mi ciudad. Así que sin decir nada, me levanté, recogí mi manta y la metí al carrito.
Ella me dijo:
—Sígueme, sé de un sitio donde podemos resguárdanos. Por cierto, me llamo Julia, encantada.
Y me tendió la mano. Yo le agarré la mano mientras le dije:
—Igualmente Julia. Yo soy Esteban.

Sin mediar palabra la seguí. Me llevo hasta una parte de la ciudad donde nunca había estado. La verdad es que la Margen Izquierda no la conozco muy bien. Siempre me había movido por el centro de la ciudad. Llegamos a unos porches enormes donde nos sentamos. Entonces fue cuando me percaté de que Julia también llevaba un carrito de la compra. ¿Estaría Julia en la misma situación que yo?
No me atreví a preguntarle, me sentía un poco incómodo y algo brusco pero de repente ella me preguntó:
—Oye Esteban, ¿qué hacías en el parque?
Le conté que había llegado allí buscando un sitio sombrío donde poder tumbarme un rato. Yo cada vez sentía más curiosidad por saber que hacía ella allí también, así que me armé de valor y le pregunté:
—¿Y tú Julia?
—Pues la verdad es que el parque es un lugar que suelo frecuentar a menudo, sobre todo en verano. Es un sitio poco transitado donde alejarte del ruido y del alboroto de la ciudad.
—Sí, fíjate si es tranquilo que yo no sé ni el tiempo que he estado durmiendo… —le contesté.
Una leve sonrisa se dibujó en su cara y me dijo:
—Pues unas tres horas has dormido. Yo ya estaba allí cuando llegaste.

Y sin más, allí estuvimos mucho rato, debajo de unos porches en no sé qué calle, hablando y hablando….

viernes, 18 de julio de 2014

Colección Uni2. Tú, yo... y él. 2: Sal y limón

Segundo capítulo de "Tú, yo... y él", de Merche Comín titulado "Sal y limón". Seguiremos las peripecias y doble vida de Mónica.



2.      Limón y sal


Su exuberante acompañante le hincó el codo y la mirada para que se dejase de tonterías. La verdad es que fue la única vez que compartí algo con ella. Nada me hubiera gustado más que darle yo ese codazo.
Echó la ropa encima del mostrador y comencé a quitar alarmas, pasar por el escáner y doblar la ropa. Saqué una bolsa, la abrí y metí toda aquella marabunta de prendas. Él sacó su tarjeta, su DNI y extendió su mano.
No podía evitarlo, sentía la necesidad de tocarle. Agarré la tarjeta y miré el nombre: Izan. Me encantó al instante.
Ella le dijo algo que no llegué a escuchar, se alejó con su bolsa y allí se quedó él firmando el comprobante.
—Sí, es insoportable —me dijo.
Sonreí como una boba, dejando en el olvido que minutos antes me había reconocido.
—Yo no he dicho nada —contesté levantando las cejas, queriéndole dar toda la razón…
—Un placer… —me dijo mientras bajó la mirada hacia la placa que llevaba mi nombre—. Mónica.
Se marchó mientras yo clavaba los ojos en esos tatuajes que le marcaban el brazo, y aun tuvo la desfachatez de volverse sin disimulo alguno a mirarme… Claro, que yo si no hubiera seguido mirando ese cuerpazo, no me hubiera dado cuenta.
Pasó el rato y llegaron las  cuatro de la tarde. Y por supuesto, sin terminar de sacar el pedido. Aún me quedé mirando a mí alrededor todas las cajas que había bajado creyendo que podría terminar de colocar. ¡Mañana será otro día!

Suena la campana y justo unos segundos más tarde comienzan a salir niños asilvestrados con mochilas y carpetas en las manos. Era viernes, y para ellos comenzaban unas mini vacaciones. Unos saltaban los cinco escalones de golpe, ya que con la carrerilla que llevaban de recorrer todo el pasillo no les era difícil. Efrén no, siempre salía de los últimos ya que no le gustaba mucho eso de las prisas. Se quedaba parado en la primera escalera, buscaba mi cara entre aquella multitud de padres, madres y abuelos y una vez que me localizaba en la misma columna de siempre era cuando sonreía y echaba a correr a mis brazos. Siempre me saludaba con un beso y un abrazo.
Caminamos hasta la casa de mis padres, que no estaba muy lejos. En el recorrido me contó que al mediodía en el comedor le habían dejado sin recreo ya que las judías verdes estaban duras y no se las había terminado.
—¡Yaya! —gritó cuando subía las escaleras de casa.
—¡Hola cariño! ¿Qué tal ha ido el examen?
—Bien yaya, ¡cojonudo! La profe se ha puesto mala y no nos los han hecho.
¡Colleja al canto!
—Te he dicho mil veces que no me gusta que hables así, un niño de tu edad, no dice esas cosas.
Mi madre siempre igual… ¡Cómo le gustan las collejas!
—Jolín yaya, todos lo dicen en el cole y se me ha escapado —dijo Efrén mientras se tocaba la nuca.
—Pues para que se te vayan las ganas de repetirlo hoy no vamos a jugar a la Wii, ¡por listo! —claro, algo tendría que decirle yo, ¿no? Ya que mi madre se había adelantado y se había pasado la jerarquía por donde ya sabemos…
—¡Hala! No me lo puedo creer, sin recreo por las judías verdes, y sin Wii porque la profe se ha puesto mala… —comentó mientras cogía el bocadillo.
Se fue hacia el salón, el pobre no rechisto mucho más. Al fin y al cabo ya sabemos que terminaría pidiéndolo por favor, y con esos ojitos que le suele poner al abuelo, más tarde o más temprano, acabarían los dos jugando un par de partidos. Mi madre y yo aprovechábamos las tardes de los viernes para ir a comprar, y Efrén y mi padre hacían lo que ellos querían.
Llevábamos el maletero a tope, pues sólo con las garrafas de agua y las cajas de leche hacíamos “overbooking”. Vaciamos el maletero, subimos la compra y recogimos cada cosa en su sitio antes de ir a saludarles. Así  se creían que les daba tiempo a esconder las palomitas y los mandos de la Wii sin dejar rastro. ¡Inocentes!
—¡Efrén! Me voy, ven a darme un beso —grité desde mi habitación de soltera mientras me colgaba el bolso.
Venía al frente de una fila, en la cual le seguían mis progenitores, que siempre y a todas horas aprovechaban la ocasión para decirme que tuviese cuidado, que les llamase cuando llegase, y besuquearme. Aunque nunca lo reconoceré delante de ellos, siempre me ha encantado.
Vuelta a mí casa, a acicalarme para el lugar donde me dirigía, y a coger la moto.
Culotte, tacones, pezoneras, maquillajes varios… hecho. Todo en la bolsa de mariquitas con un toque infantil, que yo misma compré, y que no pegaba nada con lo que siempre metía dentro. Quizás sólo para engañarme a mí misma.
—¡Mónica! Tres minutos y salimos —me dijo mi “Flor”, mi gran amigo, que por capricho del destino me quitaba cualquier posibilidad de ligármelo. Era de la acera de enfrente. Pero eso no quitaba para que fuese mi mejor acompañante en la vida.
Pase tras pase, chupito tras chupito, fue pasando la noche y llegó la hora del último contoneo.
Mis chicos de negro me ayudaron a bajar, y camino al camerino sentí como me miraba alguien con especial ahínco. Busque esa sensación entre tanta gente. Y enseguida vi, como un brazo tatuado, buscaba paso entre la gente.
—¡Ey! Ey… ¡Mónica!
Seguí mi camino, sólo levante la cabeza en modo de saludo. Aunque no llegue a ver si era quien yo pensaba que era.
Al ser el último pase no me puse ni el albornoz, sino que empecé a desmaquillarme con una toallita y vestirme con mi ropa para salir cuanto antes de allí e irme a casa. Volví a pasar lista de todo lo que tenía que meter en la bolsa y pasé a la habitación de al lado para ver si mi amigo ya estaba listo y marcharnos de allí.
Entre risas pero con algo de ilusión le comente a Marcos, mi flor, lo que me había pasado esa misma mañana. Y que igual me confundía, porque no me había parado a mirar bien, pero que creía que estaba allí esa noche.
—Pero… ¿Qué me estas contando? —me contestó Marcos con esa cara de loba que le caracterizaba—. Mari, ahora mismo te maquillas bien, te subes un poco ese vestido piscinero que te has “cascado” esta noche, y ¡salimos en su busca!
—¡Ni de coña! —contesté—. Y menos después de que me haya confesado que me conocía de aquí.
—No me digas que no. Tú y yo esta noche no llegamos a casa hasta bien tarde. Así que…  dejamos las cosas aquí, y esta vez vamos a bailar, pero a ras de suelo.
No sabía ni cómo ni por qué, pero siempre me convencía. Igual su manera de vivir la vida, de sus ideas, de que siempre se arrepiente uno de lo que hace, y no de las oportunidades perdidas.
Me cogió de la mano, me dio media vuelta y  una palmada en el culo, que me dio el impulso necesario para salir de allí.
Salimos por detrás de la barra, y como no nos habían anunciado, pues efectivamente, nadie se dio cuenta de nuestra incorporación a la pista de baile. Pedimos nuestro ron con cola bien cargado y nos alejamos un poco de la barra.
—Mari, ¿lo ves? ¿Está por ahí? —estaba él más nervioso que yo.
—No, no le veo —contesté.
Unos pasos de baile, una vuelta al más estilo salsero, y me dejó en la posición contraria para poder examinar el otro lado del bar.
—¿Lo ves? —insistía.
—¡Que no! Pesado.
—Pues Mari, tiene que estar por aquí, así que busca bien ¡Que esta noche ligamos! —me dijo mientras alzaba su vaso para chocarlo con el mío.
—¡Por SIFO! —gritamos los dos a la vez mientras nos echábamos unas carcajadas.
No hace falta que os explique la gracia que seguía al famoso brindis del SIFO…
Empezaron a sonar las primeras notas de la canción de temporada, y las chicas empezaron a chillar y emocionarse… Movían sus caderas cómo si el propio Ricky Martín estuviera actuando en directo y hubiera preparado un concurso en el cual el premio era una noche de lujuria a la que más moviese el “cucu” aunque no tuviesen  ritmo alguno… ¡En fin! Será que a mí se me había pasado esa temporada…
Marcos y yo seguíamos tomándonos ese refrigerio mientras mirábamos a nuestro alrededor y bailábamos a un paso muy básico. Casi como si estuviésemos  pasando el rato. Ya había acabado la famosa canción y empezó a sonar una muy buena, una que me gustaba mucho y era menos comercial. Comencé a emocionarme, e incluso me solté la melena para poder jugar con mi pelo. Me acerque más a mi acompañante, e introduje mis dedos por el pelo y a hacer movimientos que se aceleraban al ritmo de la música. Di la espalda a mi amigo, y él se acercó mucho más, me cogió de la cintura, y bailamos rozándonos cogidos el uno del otro. Retiré mi pelo hacia un lado, dejando mi oreja y mi cuello libres, y miré hacia atrás buscando una mirada de Marcos.
—Pequeña, cómo te gusta seducir —me dijo al oído.
—Me gusta zorrear, ya lo sabes —le contesté.
—¿Un chupito?
—¡Un chupito!
Nos acercamos a la barra y cuando me miró uno de los camareros, levanté la mano con dos dedos levantados, simplemente con eso enseguida nos traería los dos tequilas: un plato con dos rodajas de limón, un puñado de sal y dos vasos hasta arriba.
Cuando nos disponíamos a echarnos la sal en el contorno de la mano vi otra vez ese brazo, eran inconfundibles esos tatuajes. Moví la cabeza hacia un lado y hacia otro. Pero con tanta gente, era imposible.
—¡Creo que está ahí! —le dije agarrándole del hombro—. Creo que está pidiendo ahí cerca.
—¡Chupito, corre! —me contestó entre risas.
Eche la sal, golpeé el vaso en la barra y agitando la cabeza con los ojos cerrados me comí el limón, creyendo que así quemaría menos la garganta.
Cuando volví a abrirlos miré hacia donde lo había visto hacía un momento, pero ya no estaba. Comenzaba a pensar que estaba jugando a un juego de niños.

Con el vaso en la mano todavía, apoyé las dos manos en la barra y cerré los ojos con fuerza de la rabia. Marcos, que tenía más ganas que yo de seguir bailando, me agarró por la cintura mientras yo seguía de espaldas y entonces,  me dijo un buenas noches al oído. Levanté la cabeza, abrí los ojos y a dos metros de mí, vi a mi amigo con los ojos como platos… ¿Quién me había deseado las buenas noches?

viernes, 11 de julio de 2014

17.000 visitas

Gracias de nuevo por ayudar a superar retos uno tras otro. Ya hemos superado las 17.000 visitas al blog y hoy para celebrarlo vamos a hacer una entrada muy especial con un especial de lo acontecido el pasado sábado en Bar España (D´Votos) con la presentación de nuestro primer libro: Colección Cupido.
Arrancaba la noche con nervios, risas y los primeros encuentros con amigos, familiares y los chicos de Nasville montando el equipo con el DON al sonido. Llegaban los escritores y el punto de reparto de ejemplares echó a funcionar. Rápidamente se formó una gran cola alrededor para recoger el libro y Nasville hacía una prueba de sonido que encandiló a los asistentes. Jesús disfrutaba con el ambientazo que se vivía en el bar y a un servidor solo le rondaba una idea en la cabeza: NO TE DEJES NADA NI A NADIE SIN MENCIONAR.
Con esa premisa arrancó mi intervención y los primeros momentos fueron críticos ante la responsabilidad de arrancar mi discurso ante tanto público (que aunque amigos y conocidos todos no deja de imponer). La verdad es que se intentó hacer lo mejor posible pero los nervios no cesaban. Mi cabeza funcionaba a tope y mientras decía una cosa estaba pensando en la siguiente, en enlazarlo todo perfectamente para no dejar cabos sueltos: explicar primero en que consistía el proyecto del blog y después centrarnos en el libro en cuestión. La verdad es que no me debí dejar nada de decir porque me extendí un poquito (la próxima seré mas breve, lo prometo). Llevaba preparados apenas seis folios con la letra bien grande que cuando la leía previamente en casa me daba para escasamente cinco minutos de intervención, pero que allí en ese momento de emoción, me vine arriba y casi hay que sacarme con rascador.
Conseguí mi objetivo, creo. A medias, en parte... porque creo que no me deje a nadie en el tintero pero si me deje algo: los marcapáginas que había preparado Merche Comín con tanta ilusión y nos olvidamos en su coche. Así que para todos los que os llevasteis un libro podéis pasar a recoger vuestro marcapáginas por Bar España cuando queráis que Jesús os lo entregará con una sonrisa.
Tras la presentación conciertazo de Nasville que, como siempre, sonó espectacular y que dos días después lograban su objetivo y alcanzaban la cifra estipulada para grabar su primer EP de estudio. Felicitarles porque dejaron muy buen sabor de boca y unos cuantos luceneros enganchados a su arte.
Y finalizó el evento entre risas, abrazos, besos y felicitaciones... muchas felicitaciones. Y eso fue lo mejor, que ha mucha gente le ha gustado esta idea y que así lo manifestaron. Para recordar toda mi vida el aplauso final tras la presentación que me sacó un poco más si cabe los colores. Fue demasiado.
Y como guiño familiar, me vais a permitir que comente que nada me hizo más feliz que ver a mi abuela disfrutando con sus nietos: uno ideando historias para leer y el otro llenándolas de preciosos acordes con su inconfundible voz.
Para los que no pudisteis asistir por diversos motivos, os prometí que subiría al blog el texto que me había preparado para mi intervención. Aquí os lo dejo:

1. El blog ZARRACATALLA EDITORIAL

Hola hola…. Buenas noches a todos.
Vamos a comenzar el acto de presentación del libro Colección Cupido de Zarracatalla Editorial.
Muchos os preguntaréis qué o quienes son Zarracatalla Editorial que son tan pesados en las redes sociales. Pues eso tiene fácil explicación: Zarracatalla Editorial es una idea, una iniciativa y como había que darle un nombre se me ocurrió este para denominar al blog del que arranca todo el proyecto.
Voy a explicarlo desde el principio para el que no lo sepa… Tengo un blog literario que pretende hacer pensar, escribir y leer a amigos y conocidos, y a la vez conocer gente nueva a través de él. Se llama como ya he dicho Zarracatalla Editorial y podéis acceder a él desde cualquier buscador como Google, por ejemplo. A continuación paso a leeros la primera entrada que apareció en el blog en el que se explica en qué iba a consistir la incipiente idea. La titulé “Nace una idea, nace una ilusión”, y es del 8 de diciembre de 2013.

Hola hola amiguit@s.
Fruto del insomnio, tu cabeza en la oscuridad de la noche no se puede detener. Es un torrente. Una bomba de relojería. Y si.... Pues me levanto y lo hago.
Así que a partir de estos momentos nace Zarracatalla Editorial. Un proyecto que espero funcione como se ha creado en mi cabeza, como lo he imaginado. Haciendo pensar a unos cuantos amigos, enganchándose a esta locura creativa y aportando su granito de arena.
A continuación os cuento como va a funcionar esta idea. No sé si se ha hecho antes, si existe en otro lugar del mundo o no. Realmente me da igual. Si es original mejor, pero eso no es lo importante. Lo verdaderamente importante es que sea nuestro, de mi gente, a la que aprecio y admiro. Y por tanto son ellos (seréis vosotros) los que la hagáis posible.
Ante la posibilidad de contar una historia, de compartirla con el mundo, de ver como lo haría otra gente, me planteo la situación de comenzar a contarla, hacerla nacer y ver como crece. Se trata de desarrollar un relato de manera plural, contando con la colaboración como repito de gente a la que tengo en estima y considero que es capaz de hacerlo de una manera solvente, brillante me atrevería a decir. Tampoco el fin es la brillantez literaria, es el de construir entre todos. Por eso el blog se llama así Zarracatalla Editorial. Como ya sabéis el gran amor que le tengo a mi tierra, el nombre significa muchedumbre, amalgama, pluralismo, aglutinación de gente. Eso es una zarracatalla en nuestra lengua casi perdida.

Cada lunes aparecerá una entrada en el blog con un capítulo de nuestra historia. Arrancará el 6 de enero de 2014 como regalo de los reyes magos, y semana tras semana se irán subiendo nuevas publicaciones. 52 capítulos compondrán nuestra historia. En un año veremos el resultado final. Zarracatalla Editorial se pondrá en contacto con los posibles autores invitándoles a participar. Lo harán de forma anónima y desinteresada. Así que no dejes de seguirnos por si eres tú el próximo…


1.2. En qué consiste: como funciona.
Bueno, a partir de ese momento el blog echa a andar y poco a poco adquiere vida propia. Sobre todo a raíz de crearle un perfil en Facebook. A través de la red social lanzas tu idea al mundo y enseguida hay locos como tú que también escriben como hobby y que sin pensárselo te envían sus relatos para que los publiques en el blog. Se trata del amigo Eduardo Comín, hombre polifacético donde los haya al que le apasiona la idea y me envía “Cuando el río suena”, que es nuestro primer texto y que vio la luz el día 5 de Enero.


1.3. Iniciativas
1.3.1. Textos libres
Esta es una de las iniciativas que propone el blog: que todos los que quieran publicar sus textos libres (en cuanto a temática y duración) puedan hacerlo enviándonoslos y los subiremos encantados al blog. Así llegó un día de San Valero “Puerta con puerta”, otra joya del amigo Comín que me enamoró desde el principio y que no he tenido mas remedio que incluirla en este libro por su temática y por merecerlo realmente.
Es una pena no haber recibido hasta la fecha ningún texto libre más, os animamos a que os pongáis a ello y los iremos subiendo sin dudarlo.
1.3.2. Nuestra historia.
La principal iniciativa del blog y con la idea que se creó era como ya he dicho la de contar una historia de manera plural, cada semana un capítulo escrito por una persona diferente. Esta idea me atraía mucho y cada día que pasa me atrae todavía más. Es la joya de la Corona y el alma principal del blog. Todos los lunes y ya van 26 con el de pasado mañana aparece un nuevo episodio. Cada uno con sus cosas y matices, son todos geniales. Y el mérito reside en que los escribe gente normal, amigos nuestros, conocidos y lo más alucinante: gente que he conocido a raíz del blog y que ni siquiera he visto en mi vida como es el caso de Arancha Ruiz Cañero.
Recordad que el lunes finaliza la temporada de Nuestra historia y se reanudará el lunes 1 de septiembre. Necesitamos relajar la actividad un poquito, además de que en verano tenemos muchas otras actividades en nuestra vida diaria (piscinas, vacaciones, etc.) y el tráfico del blog supongo que bajará.
Volverá con mucha fuerza y atención primicia: habrá edición impresa que se presentará el sábado 6 de diciembre. Así que estad atentos porque esto promete.
Nuestra historia tiene muchos puntazos que atrapan a todo el que lo lee: trata de relaciones personales y de pareja y aquí todo el mundo puede opinar y puede aportar: deseo, pasión, engaño, traición, amistad, amor, sexo, lujuria, obsesión, intriga…
1.3.3. Conocemos a…
Otro punto importante es el trayecto del lunes al jueves en el que desvelamos quién es el autor del capítulo semanal, este morbillo de saber quién es ha generado momentos muy divertidos entre los seguidores del blog. Algunas de las que están por ahí saben de lo que estoy hablando (marujas de la tarde). Esto empezó haciéndose simplemente así y evolucionó en una sección fija de todos los jueves que se llama Conocemos a… en la que además de revelar el autor del capítulo del lunes hacemos una pequeña entrevista a alguno de los escritores que han colaborado en el blog. Como digo el blog evoluciona constantemente.
1.3.4. Celebraciones cada mil visitas
Otra de las secciones fijas en el blog, aunque no en el calendario, es la de la celebración que hacemos cada mil visitas al blog. Como somos muy de celebrar y nos encanta la música la mejor forma de hacerlo es compartiendo con vosotros alguna canción de grupos que conocemos o descubrimos sobre la marcha y que mediante esta pequeña colaboración puedan ser promocionados o más conocidos por otro público al que normalmente no solían llegar.
He de decir que todas las canciones y vídeos que he subido al blog cuentan con la aprobación de sus autores, a los cuales se les ha explicado la idea y en que consiste el propio blog y han accedido encantados ha enriquecer nuestras publicaciones con sus temas. Amamos la música y la seguiremos apoyando. Agradecer también la labor de María Elena Arenas por su colaboración acercándonos a unos cuantos grupos. Hoy desgraciadamente no ha podido estar con nosotros por tener que asistir a otro evento en el que también está comprometida y hay música de por medio. Simplemente recordaos los grupos que han pasado por nuestras páginas en este orden: Nasville, Esleir, China Chana, O´Carolan, Tres Tipos Infames, Artistas del Gremio, Vegetal Jam, Eugenio Gracia y Pepín Banzo, Sunset House Band,  y esperamos seguir sumando formaciones y temas porque eso supondrá que seguimos teniendo muchas visitas. Recordaros simplemente que llevamos más de 16.000 visitas en tan solo seis meses. Tremendo. Muchas gracias a todos
1.3.5. Colección Uni2.
Este es el último proyecto del blog. Todos los viernes tenemos publicaciones de novelas que se están elaborando por parejas o individualmente en algún caso excepcional. Arrancó para cubrir el hueco dejado por Colección Cupido y nos trae cada semana un capítulo de una novela distinta. De momento tenemos funcionando seis novelas: Freya (Ana Asensio), Luz en la oscuridad (Alberto Bello y Vanesa Berdoy), Un destino inesperado (David Carrasco y Natalia Carcas), Escalera de color (Masiel Troya y Lara Soria), Tú, yo… y él (Merche Comin) y Gliese, que debutará la próxima semana (Víctor Santos y Nacho García). Y probablemente aparezca alguna más.
En las próximas semanas irán apareciendo las segundas entregas de estas novelas y serán las protagonistas del blog durante este verano.
2. Colección Cupido.

2.1. En qué consiste.
Nace como otra de las iniciativas que lanzamos en el blog con la idea de publicar historias románticas, de amor o de desamor, coincidiendo con el día de San Valentín. Textos con principio y final e independientes entre si que aparecerían todos los viernes. Y en ello hemos estado durante febrero, marzo y abril. Disfrutando de estas maravillosas historias que nuestros amigos han podido imaginar.
Al ver que estaba funcionando muy bien, la calidad de los relatos y las posibilidades que tenían me decidí a sacar una edición impresa para tenerlo como recuerdo y premiar a sus autores porque es una gozada ver tu obra en un precioso libro como este. Hay mucha gente ajena a Internet que se está perdiendo este fantástico proyecto creativo y que pedía una edición impresa también para poder disfrutar de lo que en la red se está cocinando. Así que con mucho más trabajo del que inicialmente preveía pero con una ilusión que no ha reblado en ningún momento (todo lo contrario, cuanto más se acercaba el final más ganas le ponía), hoy ve la luz un proyecto maravilloso en el que aparecen relatos y poemas de amigos que no dejan de sorprenderme.

2.2. Edición impresa.
2.2.1. Edición.
Editar un libro ha sido como digo un trabajo brutal puesto que desconocía absolutamente todo. Y como con el blog (que tampoco conocía nada del tema), vas aprendiendo a coscorrones.
Lo primero editar los textos, tanto gramaticalmente como visualmente para que tengan una apariencia que guarde una línea aunque sean totalmente independientes.
Tras esto, que no es poco, ponerse en contacto con la imprenta elegida y atender a sus exigencias técnicas para la impresión final.
Trabajo de portada y detalles y finalmente dar la tabarra para que hoy aquí haya mucha gente y nadie se quede sin su ejemplar.
2.2.2. Portada
Lo primero que vemos al encontrarnos con el libro es su diseño de portada y contraportada. Este excelente trabajo lo ha llevado a cargo nuestra gran amiga Ruth Martínez de Maral Fotografía. Quería una portada que sin decirlo expresamente reflejara la temática del libro. ¡Y vaya si ha dado en el clavo! Con unas alianzas formando la C de Colección Cupido (que representan el amor), con las letras en rojo (no hay color más pasional que este, aunque se le ha dado un toque mas oscuro para que no fuera estridente) sobre un fondo de áspera madera que representa la dureza de las relaciones. Es sencillamente perfecto y estoy encantado con la portada. Ni que decir tiene que la foto y el montaje son originales para la ocasión.
2.2.3. Frases cabecera.
Tras el prólogo y el índice nos encontramos con unas frases de cabecera que aparecerán a lo largo del libro para anunciarnos el comienzo de una nueva historia o relato. Esta selección la ha llevado a cabo Alba García y tiene la intención de destacar alguna frase en particular que llama la atención cuando lees el relato y que puede resumir perfectamente cual es el espíritu del texto. Por lo que comenta ha sido un trabajo difícil destacar una o dos frases solamente de cada historia pero creo que ha hecho una muy buena elección.
Esta idea me surgió porque a la hora de ver la redacción de los textos quedaba muy frío la secuencia: historia, historia, historia, poema, historia. Era un tanto aburrido visualmente y se reservó este espacio para romper con esa monotonía y tratar de introducir al lector en lo que viene a continuación a la par de informar del título y autor de la obra.
Es un pequeño detalle que espero que os guste.

2.3. Relatos
A continuación vamos a hablar muy brevemente de los relatos y poemas que incluye el libro:
Puerta con puerta: historia de amor donde las haya con un final que os hará soltar alguna lagrimilla. Se ve el cariño con el que está concebida y que esconde algún secretillo en los personajes como desveló su autor en la entrevista que aparece en el blog. El medio rural como escenario principal en el que se reflejan perfectamente costumbres, tradiciones y expresiones.
Sabor a café: una valiente apuesta por el amor entre dos mujeres, tratada con mucho cariño y que refleja las dificultades para reconocer públicamente como somos sin importarnos las apariencias.
Una parada en el camino: crees tener una vida plena en tu trabajo y saludable hasta que un pequeño accidente te hace darte cuenta lo sola que estás. Entonces aparece alguien que te hace ver la vida con otros ojos, despertar, y te llevará a conocer gente nueva y una nueva sensación: enamorarse.
Amor en la distancia no muy lejana: intensa poesía sobre la dificultad de amar en la distancia y la angustiosa espera del reencuentro con su amado.
Corazón oxidado: hay algo más que los ligoteos del fin de semana y un piso de soltero genial. Cuando lo descubres es genial. Y de repente aparece ella y todo cobra sentido.
Migas a la Aragonesa: una receta… ¡No! ¡Un relato genial! Una magnifica forma de contar como cuando tu compañero de piso se muda con su pareja y te abandona, lejos de ser un grave problema puede ser una fantástica oportunidad.
La primavera: poesía que nos habla de la llegada del amor comparándolo con esta estación.
No puedo más: una interesante visión del amor desde otra perspectiva que no se había tratado hasta ahora. Aborda también el maltrato masculino en un interesante relato.
Primavera en el Pirineo Aragonés: puede haber algo más bonito. Precioso poema.
Encontrarás los besos: el despertar al amor de un niño en un entorno rural es el protagonista de esta historia. El primer amor no siempre es correspondido por mucha ilusión y esperanzas que pongamos en él.

3. AGRADECIMIENTOS
Me limitaré simplemente a leer los agradecimientos que aparecen en la última hoja del libro. Espero no quedar mal con nadie que esto tiene mucho peligro.
De este modo daremos por concluido este acto de presentación y pasaremos a disfrutar de lo que queda de noche con los chicos de Nasville.
Os pido un último favor: ayudadles a través de su proyecto de crowfunding para que puedan grabar su primer EP de estudio. Faltan solo 3 días y están muy cerquita del objetivo.
Agradecimientos:
A los autores de este libro por participar desinteresadamente en este proyecto. Ayudándolo a crecer y darle forma.
A nuestra fantástica diseñadora gráfica y fotógrafa Maral Fotografía por su excelente trabajo de portada.
A la persona que ha seleccionado las frases de cabecera por su aporte y por ser como es.
Al grupo Nasville por acompañarnos en una velada mágica. “Mucha mierda” compañeros, sois grandes y lograréis vuestra meta.
A D´Votos, por cedernos el local para la presentación de este libro y facilitarnos el trabajo.
A Radio Albada por las cuñas publicitarias.
A todos los que semana tras semana nos hacéis crecer visitando nuestro blog, participando y siguiéndonos en las redes sociales.
A todos los que habéis sufrido nuestras rarezas cuando nos sentamos a escribir (que no son pocas).
Y en definitiva a ti, que tienes este libro entre tus manos y haces posible que podamos cumplir nuestro sueño.


Nos leemos.



jueves, 10 de julio de 2014

Conocemos a...

Hoy conoceremos a dos personas geniales. La primera nos trae el último capítulo de la temporada: "Estamos contigo" del lunes. Y después en la entrevista tendremos a un colaborador que participó en Nuestra historia escribiendo el capítulo XIV: "Viking Line".

Ya hemos superado las 17.000 visitas así que mañana lo celebraremos con una entrada en el blog especial que cubrirá la baja (esta semana) de nuevos capítulos de Colección Uni2. En este post comentaremos todo lo acontecido en la presentación de nuestro primer libro: "Colección Cupido", que ha sido un rotundo éxito. Si todavía no lo tienes escasamente nos quedan unos ejemplares, así que ponte en contacto con nosotros y reserva el tuyo que se van a acabar en breve.



ESCRITOR ANÓNIMO DE LA SEMANA
La escritora de esta semana es debutante en el blog. Su capítulo cierra la temporada y arranca con la huida de Ramón con el pequeño Jack. Olga está enfurecida con él por dejarla en la estacada. Ana mientras llama a Mario (su vecino y paño de lágrimas en situaciones comprometidas) y le explica lo sucedido últimamente: el secuestro, el robo de material médico, el por qué no había querido contarle nada a Pedro y como ella había cargado con todas las culpas sin involucrar al verdadero culpable de todo. Este se compromete a echarle una mano, le dice que conoce a un amigo que es abogado y que no se preocupe. Ramón por su parte había llamado a su amigo Juanjo para pedirle un gran favor, que los sacara del país en una breve e intrigante conversación. Pedro mientras, volvía de rehabilitación con unas sensaciones muy positivas pero al regresar a su habitación le esperaba su abogado con malas noticias: la señora del otro vehículo iba a presentar cargos por homicidio involuntario en un inminente juicio al que su abogado le sugiere que asista como sea. Rafa que estaba con Sandra acompañándolos intenta darle ánimos pero Pedro solo puede pensar en Ana...
¿Cómo continuará esta dramática situación? ¿Qué pasos seguirán Ana y Pedro en sus procesos judiciales? ¿Insistirá Olga en su plan para conquistar a Pedro? ¿Podrá Mario ayudar a Ana tal y como se ha comprometido? ¿Cómo finalizará la huida de Ramón secuestrando a su hijo? ¿Patricia podrá ayudarles a todos? ¿Sandra y Rafa continuarán con su fantástica relación? No os perdáis el próximo capítulo del lunes 1 de septiembre. Ahora nuestros personajes descansarán un poquito para volver con mucha fuerza tras el verano. Hemos dejado muchos frentes abiertos y prometemos darlo todo a la vuelta. Si quieres colaborar escribiendo algún capítulo ponte en contacto con nosotros porque buscamos nuevas aportaciones.
En cuanto a su creadora, como ya he dicho es debutante escribiendo en el blog pero ha demostrado que podemos contar con ella para futuros proyectos. Otra semana muy divertida de comunicación vía messenger y que cuando le llegue el turno de la entrevista nos tendrá que contar todas las cosas que le han sucedido durante estas dos semanas (que no han sido pocas), que por muy dramáticas que sean contadas con su habitual desparpajo y salero nos harán soltar seguro alguna que otra carcajada. Gracias a... Lorena Aznar García.
Aquí os dejo el enlace a su perfil en facebook como suele ser habitual.
https://www.facebook.com/lorena.garciaaznar?fref=ts




CONOCEMOS A... 
Hoy conocemos a Francisco Ángel Ferrer Gil, amigo y colaborador de Zarracatalla Editorial. Autor del capítulo XIV de Nuestra historia titulado “Viking Line”. Así se describe él mismo:
Me tengo por una persona muy alegre y un poco inquieta. Me encanta estar siempre ocupado e ilusionarme con nuevos retos o proyectos tanto en mi vida personal como profesional.
Nos va a responder a las preguntas de nuestros seguidores:
    En qué te inspiraste para escribir este capítulo y cómo te sentiste al recibir el encargo.
o      Tras leer los capítulos previos y darle alguna que otra vuelta, me pareció buena idea sacar la historia del espacio y tiempo donde se estaba desarrollando. Elegí Estocolmo como un pequeño homenaje a Stieg Larsson y su trilogía Millennium y porque es una ciudad que me dejó marcado cuando la visité hace unos años. La verdad es que me hizo mucha ilusión recibir el encargo y poder volver a compartir algo con David
    Dónde, cuándo y cuál era tu situación cuando lo escribiste
o      Puede parecer curioso, pero empecé a escribir la historia en mi antigua habitación en Luceni, de madrugada y con toda la casa en silencio. La dejé reposar un par de días y le di los últimos toques ya en Madrid.

    ¿Cómo ves el proyecto Zarracatalla Editorial?
o      En cuanto apareció supe que esto iba en serio y que iba a ser lo suficientemente original como para no dejar indiferente a nadie y la verdad es que no está defraudando. Cada semana hay sorpresas, novedades y cada una mejor que la anterior. ¡¡Esto no para de crecer!!

    ¿Escribes habitualmente? ¿Cómo te has encontrado al hacerlo?
o      Escribo habitualmente en el trabajo pero obviamente cosas mucho más aburridas sobre bonos, préstamos e hipotecas. Hacía mucho que no escribía nada de ficción y me he sentido muy a gusto haciéndolo. Lo mejor sin duda, las vueltas y vueltas que daba mi cabeza al pensar en la historia.

    Algo que no sepamos y que te gustaría compartir acerca del capítulo…
o      El bar de Estocolmo que aparece existe de verdad y tiene un significado especial para dos personas muy especiales para mí.

    Cómo creías que iba a continuar tu capítulo?
o      Preferí no imaginar cómo seguía la historia y tener la incertidumbre hasta la semana siguiente sobre qué iba a pasar. No defraudó.

    Recomiéndanos un libro, un disco y una película
o      Un libro, Estambul, de Ohran Pamuk. Todo un homenaje a Estambul que por cierto fue la otra opción contemplada para el viaje de nuestras protagonistas
o      Un disco, Out of time de R.E.M. Aunque últimamente estoy más centrado en No nos gustan los lunes de Petit Pop (¡Hay vida más allá de los Cantajuegos!).

    Un sitio para quedar…
o      El Rincón en pleno barrio de Malasaña en Madrid y por supuesto….los cañones de El Corte Inglés…
    ¿Cómo finalizarías Nuestra historia?
o      Creo que los fans me matarán pero…me encantan los finales trágicos.


lunes, 7 de julio de 2014

Nuestra historia. Capítulo XXVI.

Tras el capítulo de Masiel Troya, que nos deja un capitulazo, el cual nos lleva de aquí para allá por hasta tres escenarios al mismo tiempo. Confirma que Ana espera gemelos. Al mismo tiempo nos muestra la controvertida situación de Ramón que se está empezando a hartar de solo poder ver a su hijo una vez por semana y al que vuelven los oscuros instintos de los que hace siete años le hicieron huir de su familia. Por otro lado tenemos la tensa reunión entre Olga (por fin de vuelta) y Patricia que le desvela que Ramón ha huido y le había dejado una carta de despedida para ella pero que accidentalmente fue a parar a manos de Ana. Olga enfurecida decide llamar a Ramón para aclarar las cosas puesto que ellos tenían un plan: secuestrar a Ana y conquistarla y así Olga poder volver con Pedro. De paso le cuenta también a Ramón que Ana ha mentido por él sobre los restos de cloroformo encontrados en su cuerpo y está metida en un buen lío. Esto alimenta las esperanzas de Ramón que todavía cree que hay una posibilidad. Mientras Ana recibe una llamada citándola en el juzgado para la próxima semana por este asunto. Ramón en Londres espera un descuido de Mary y secuestra a Jack... ¿Cómo continuará esta dramática situación? ¿Qué proceso seguirá Ana en este proceso judicial? ¿Olga, insistirá en su plan para conquistar a Pedro? No os perdáis el capítulo de hoy porque alguno de estas intrigantes cuestiones serán desveladas en el final de temporada.
¡Volvemos el 1 de Septiembre! Pero la actividad sigue en el blog todos los viernes con Colección Uni2. Nos leemos. Besetes a tod@s.



XXVI.   Estamos contigo


El pequeño Jack estaba sentado en el asiento trasero del coche sin saber muy bien que estaba pasando. Su infantil cerebro no era capaz de procesar todo la información que acababa de recibir.
—¿Donde vamos Ramon? ¿No viene mamá?
—Te he dicho que soy PAPÁ, no vuelvas a llamarme por mi nombre, ¡SOY PAPÁ! —le espetó. Miró al niño y vio en sus ojos la misma mirada de miedo y asombro que puso Mary la primera vez que le levantó la mano—. No te preocupes pequeño, todo irá bien —le dijo, ahora sí con un tono de voz más dulce y conciliador.
Juanjo le ayudaría a salir del país, no podía fallarle esta vez no, se lo había prometido...

En España Olga seguía pensando en la carta que nunca llegó a recibir. ¿Qué demonios pondría en esa maldita carta? pensó. Mientras su rabia iba creciendo, le había colgado el teléfono sin darle una explicación. Nada le molestaba más: la había dejado con la palabra en la boca, en la estacada y sin terminar el plan que habían hurdido.
Después de haber recibido esa maldita llamada, Ana lo tuvo claro. Mario era la única persona en este momento que podía ayudarla como mínimo a ordenar sus pensamientos. Podía confiar en él. Si no hubiese sido por su magistral aparición quien sabe de lo que hubiese sido capaz Ramón en ese momento.
—Mario soy Ana, necesito tu ayuda.
Mario bajó a su casa antes de que esta tuviese tiempo de colgar siquiera el teléfono. Se levantó a abrir la puerta.
—Hola Mario pasa, estoy metida en un lío y de los buenos.....
Pasaron al salón y allí le puso al corriente de todo, del secuestro, el robo de material médico, el por qué no había querido contarle nada a Pedro y como ella había cargado con todas las culpas sin involucrar al verdadero culpable de todo.
—Está bien —dijo Mario después de tomarse unos segundos para reflexionar—. Es evidente que necesitas un abogado. Pero si es cierto que el almacén tiene cámaras de seguridad, es muy poco probable que te grabasen a ti, puesto que tú no estuviste alli ese día... ¿o sí? En cualquier caso Ramon también aparecerá en las grabaciones. No te preocupes, iré a ver a un amigo que me debe un favor. Es abogado y de los buenos, saldrás de esta pequeña.
—Gracias Mario.
Ana se tranquilizó al oír a Mario, en este momento unas palabras de apoyo eran su mejor terapia. Era cuando mas necesitaba un amigo y los había perdido a todos, ya nada volvería a ser como antes, nada, nunca...
Tenía que contarle a Pedro la nueva situación pero eso implicaba tener que contarle toda la terrorífica historia y no sabía como hacerlo, ni como empezar, ni por qué no se lo había contado desde el principio. Pedro también tenia su propia guerra abierta en los tribunales, ¡maldita señora quejica!

Ramón seguía conduciendo por las calles de Londres. Tenía que llegar al almacén de Juanjo cuanto antes. Para entonces Mary ya  habría llamado a la policía y se habría puesto en marcha todo el dipositivo par recuperar al niño. Pero él no lo permitiría, es su hijo y tiene derecho. A estas alturas lo estaría buscando ya hasta la Interpol. Había secuestrado a su hijo, un niño al que apenas conocía.
Unas horas antes había llamado a su amigo por teléfono, una llamada corta, concisa y para Juanjo un poco perturbadora.
—Juanjo soy yo, Ramón. Necesito que me ayudes, por los viejos tiempos. No preguntes, tu no sabes nada. No voy a permitir que me ocurra como a ti.

Pedro había vuelto de rehabilitación mas animado que nunca, la físio estaba muy contenta con su recuperación que estaba siendo mas rápida de lo esperado. El tesón y la fuerza de voluntad de Pedro había sido alimentada con la nueva noticia y sus ganas de recuperarse eran mas fuertes que nunca.
—Voy a ser padre, voy a ser padre y de dos niños al mismo tiempo. No paraba de repetirse continuamente, casi como si fuera un mantra. Un mantra que le otorgaba súper poderes. Pese a todo lo ocurrido nunca había sido mas feliz.
En la habitación estaban su hermana Sandra y Rafa esperándolo. Se habían vuelto inseparables y no era fácil verlos individualmente durante mucho tiempo. El caos vivido estaba trayendo mas cosas buenas, el karma no es tan cabron después de todo. Su abogado también estaba allí, Sandra tenía la cara seria, mucho más seria de lo normal.
—¿Qué ocurre pequeña?
Rafa tenía la mano apoyada en el hombro de su hermana: “Hacen buena pareja”, pensó Pedro.
El abogado rompió ese silencio tenso que se estaba formando.
—Buenos días Pedro, me temo que no traigo buenas noticias hoy. El abogado de la señora del otro vehículo se ha reunido con el juez que instruye el caso y, además de la consiguiente indemnización, pide para ti pena de cárcel por intento de homicidio involuntario.
—¿Cómo?
La cara de Pedro era un poema no podía creer que le estuviese pasando esto a él.
—Apelaremos a tu estado de salud pero tampoco te aseguro que así consigamos nada. No voy a mentirte Pedro, la cosa está complicada… Pero lucharemos, de eso puedes estar seguro.
Sandra no pudo evitar dejar correr una solitaria lágrima por su mejilla, se pasó rápido la mano para hacerla desaparecer. Tenía que ser fuerte, su hermano mayor la necesitaba.
¿Como iban a contarle todo esto a Ana? Pobre, ella también tenía que enfrentarse a su propio tribunal.
—En un par de días se celebra el juicio, así que me marcho a preparar la documentación necesaria con tu médico para tu salida del hospital. Es importante que vengas Pedro.
Se despidió con un ligero movimiento de cabeza y salió de la habitación con la prisa de un hombre ocupado.
Pedro tenía la mirada perdida en la pared, intentaba procesar toda la información, intentaba ser fuerte, intentaba mantener la cabeza fría. Rafa se acercó hasta él.
—No te vengas bajo Pedro, eres un tipo duro y nosotros estamos contigo, a las buenas y a las malas. Ya verás como todo ira bien.

“Ana, Ana, Ana, Ana....”. Era todo en lo que podía pensar y rompió a llorar como un niño...

viernes, 4 de julio de 2014

ColecciónUni2. Gliese. 1: Comienza un nuevo ciclo

Estreno de "Gliese", la apuesta de Victor Santos y Nacho Gracia. Espero que os guste y tengamos pronto más entregas. El primer capítulo se titula: "Comienza un nuevo ciclo".



 GLIESE

CAPÍTULO 1. Comienza un nuevo ciclo.


Linloctol despertó de la hibernación. Sobresaltado, sudoroso.
—¡Uf! —suspiró aliviado—, sólo estaba soñando.
Hacía ya varios días que las mismas imágenes se colaban en su cabeza mientras dormía. En ellas veía gente gritando, huyendo de algo. No sabía muy bien qué ocurría, pero tenía pinta de ser algo terrible.
Todavía trémulo se dispuso a salir de la cápsula de hibernación, tropezándose y dándose un cabezazo con la compuerta.
—¡Condenada cápsula del demonio! —exclamó—, con lo cómodas que eran las antiguas. No sé a quién se le ocurriría poner esta barra en los pies… Este nuevo modelo es una birria.
Cuando por fin consiguió levantarse, se fue a desayunar algo. Más relajado, y con el sueño ya en un segundo plano, comenzó a pensar en sus investigaciones.
Linloctol compaginaba su trabajo en el departamento de ingeniería desarrollando nuevas tecnologías: sondas, satélites, naves espaciales, etc., con el proyecto B.I.A., Búsqueda de Inteligencia Alienígena, en el que llevaban estancados desde hace mucho tiempo. Sin embargo, últimamente, sus esfuerzos estaban dando resultado.

En cierto modo, la vida en Gliese, el planeta de Linloctol, no era tan distinta a la vida tal y como la conocemos hoy en día en la Tierra. Pese a ser una sociedad mucho más avanzada tecnológicamente, la organización de su sociedad y las relaciones entre sus individuos nos resultarían muy familiares.
Gliese era el cuarto planeta de su Sistema, pero los planetas no giraban alrededor de un solo cuerpo celeste. En este caso, lo hacían alrededor de una estrella binaria, un sistema estelar compuesto de dos estrellas, Sheratan y Docferum, que orbitaban mutuamente alrededor de un centro de masas común. Según cuenta la mitología, los antiguos habitantes del planeta les pusieron esos nombres en honor a los dioses del tiempo y del espacio respectivamente, dos conceptos ya conocidos en aquella época.
Pero lo peculiar de Gliese, el motivo por el cual se desarrollaron formas de vida compleja sobre su superficie, era su distancia a las estrellas. Al contrario que sobre los demás planetas de este Sistema, el efecto gravitacional que Sheratan y Docferum producían sobre Gliese lo situaba, en cualquier parte de su órbita, dentro de la zona de habitabilidad estelar, a una temperatura óptima que permitía la existencia de agua en estado líquido sobre su superficie.
Como en cualquier planeta en el que se desarrolla vida compleja, estaba habitado por muchas especies, tanto animales como vegetales, pero la especie de Linloctol era la única forma de vida inteligente. Eran unos seres pequeños. Ninguno superaba el metro y medio de estatura. A pesar de eso, tenían una complexión aparentemente humanoide: una cabeza voluminosa, un tronco, dos brazos más bien largos y dos piernas más cortas para caminar, todo ello sujetado por huesos, articulaciones y músculos. Su piel era grisácea, siendo más clara en el sexo femenino que en el masculino. En general, tenían unos grandes ojos de color negro, una nariz redondeada y una boca bastante pequeña, pero cada uno de ellos era único. Biológicamente hablando también eran muy parecidos a los humanos. Desarrollaron un cerebro portentoso, de ahí el gran tamaño de su cabeza. Además, también tenían aparato digestivo, excretor, respiratorio, circulatorio y reproductor. Realmente eran muy parecidos a nosotros.

Linloctol dio el último bocado a su torta de pan ácimo y se metió al baño a hacerse la higiene básica diaria. Era más bien delgado, pero se le veía muy sano y atlético. Hacía deporte todas las semanas. Sus ojos eran más grandes de lo habitual, pero no le servían de mucho. A los veintidós ciclos de edad se arregló la vista porque ya no veía un pimiento. La nariz era muy común, al igual que la boca, en la que tenía una pequeña cicatriz que se hizo siendo un niño debido a un resbalón en la ducha. Siempre había sido un niño muy espiritual… Tenía el pelo corto, de color negro y peinado con la raya a un lado, y solía dejarse una barba descuidada.
Justo se puso a hacer caca cuando sonó su intercomunicador. Era su amigo Quanton, que venía a buscarlo.
—Linloctol, soy Quanton, ¿bajas ya? —dijo.
No obtuvo respuesta.
—¿Linloctol?
Nada.
—¡Despierta, estúpido cabezón! — insistió con más vehemencia.
Quanton era compañero de Linloctol en el laboratorio, aunque no trabajaban juntos. Él se encargaba de investigar cuerpos celestes cercanos, así como de controlar las trayectorias de los restos de basura cósmica que pudieran impactar con el planeta. Desarrollaron un sistema de prevención de colisiones, basado en una red de estaciones de medición orbitando alrededor del planeta que medían los cambios en el tejido espacio-temporal producidos por cualquier cuerpo con masa. Físicamente, Quanton, al contrario que Linloctol, estaba más regordete, ya que el único deporte que hacía era su habitual caminata hasta el laboratorio. Sus ojos eran más pequeños, en cambio su nariz no pasaba desapercibida. Linloctol solía bromear con eso frecuentemente. La verdad es que tenía una forma bastante graciosa. Además, llevaba una perilla larga, y el pelo cardado como si no hubiera un mañana. A pesar de tener un bonito cabello negro rizado, estaba empezando a perder pelo por la zona delantera, lo que le hacía una frente bastante generosa, rematando así una cara muy entrañable.
—¡Huy, perdón! Sube un momento, anda, que todavía no he terminado —contestó Linloctol al cabo de unos segundos.
El edificio en el que vivía era uno de los más atractivos de toda la ciudad, junto con el planetario, el museo de arte y el acuario. No se quiso hacer muy alto, pero llamaba mucho la atención por su particular geometría; un gran dodecaedro acristalado, dividido en cinco plantas. El piso de Linloctol estaba situado en la cuarta planta.
Quanton subió. La puerta estaba entornada.
—Si estás desnudo vístete, que acabo de desayunar —bromeó antes de entrar.
—Sí, tú estás precioso también —rebatió Linloctol irónicamente desde el baño.
Su piso era muy acogedor. Las únicas divisiones que se apreciaban eran las del baño y una fina cortina que separaba la zona de la cápsula de hibernación con el resto del espacio. En el salón-cocina tenía un sofá y un par de sillones. Una mesilla baja ocupaba el centro, y había otra más alta en la zona de la cocina. Tecnológicamente hablando, todos los edificios eran ya totalmente inteligentes. Incluso había casas que ya no tenían cocina. Los alimentos se almacenaban en el edificio y se distribuían a las viviendas ya cocinados, todo de forma automática. Sin embargo, a Linloctol le gustaba el ritual de hacerse su propia comida, así que todavía tenía algún electrodoméstico. No había televisiones, ordenadores, ni nada por el estilo, sino que tenían un sistema de pantallas táctiles holográficas integradas en el edificio que reconocían la voz y aparecían allí donde las necesitaran.
Linloctol salió del baño. Todavía se le notaba el golpetazo que se había dado en la frente con la compuerta de la cápsula.
—Deduzco que a ti también te acaban de instalar la cápsula nueva —dijo Quanton—. Esa barra de los pies es un incordio. Yo ya les he dicho que la voy a desinstalar.
—Y que lo digas. Bueno, ¿qué tal va el trabajo? ¿Habéis descubierto algo nuevo?
—Nada interesante. Prevemos que a finales de este ciclo haya una erupción de Sheratan importante, pero de momento no nos preocupa. ¡He oído que vuestro proyecto B.I.A. marcha sobre ruedas ahora!
—¡Sí! Como te conté, a principios del ciclo anterior observamos un planeta muy interesante en uno de los brazos espirales de la galaxia, pero todavía no teníamos los medios necesarios para llegar hasta ahí. Así que, a lo largo del ciclo, estuvimos trabajando en la velocidad de curvatura. Cuando parecía que nos habíamos vuelto a quedar estancados, di con una fórmula para mantenerla estable en las distancias largas. Los ingenieros han hecho un trabajo fantástico y ya tenemos varios prototipos de naves adaptadas a esta tecnología. En este nuevo ciclo vamos a ponerlo en práctica. ¡Estoy impaciente!

Los ciclos de Gliese eran equivalentes a los años en la Tierra, es decir, el tiempo que tardaba el planeta en dar una vuelta alrededor del centro de masas estelar. Además, había menos días, ya que el movimiento de rotación era más lento, y sus ciclos se dividían en diez semanas de diez días cada una.

—¿Ya estás listo? —le preguntó Quanton. También se notaban sus ganas de volver al laboratorio. En el fondo le encantaba su trabajo.
—¡Avante toda! —respondió Linloctol, recurriendo al símil náutico.
Salieron a la calle.
Era una calle ancha, delimitada por dos hileras de edificios altos. Solo se salvaban el dodecaedro, la tienda de la señora Lennburgri y el teatro de los hermanos Zorm, que eran construcciones bajas. A la izquierda, al final de la calle, se veía la Plaza del Planetario, con su enorme esfera asomando por encima de los árboles. A la derecha, casi a un kilómetro, estaba el puerto. Linloctol bajaba a menudo a visitarlo. Su abuelo fue marinero, y se lo llevaba siempre que podía para enseñarle algunas cosas, de ahí que le gustara utilizar símiles náuticos. El suelo de la calle estaba prácticamente cubierto de vegetación. Los árboles cubrían gran parte de la superficie, conformando un espacio muy agradable bajo sus copas. Había pequeños canales de agua que se utilizaban para el riego, así como caminos para moverse andando por toda la ciudad. También se podían oír los sonidos que emitían los animales que vivían en aquel particular ecosistema: monos, reptiles, insectos, etc.

Hacía decenas de ciclos, las ciudades eran mucho más inertes, sin apenas vida vegetal; un cúmulo de formas geométricas antinaturales, luces y ruido. Pero un arquitecto, filósofo, poeta y urbanista brillante, Tolgeor, propuso una nueva y revolucionaria forma de construir, que consistía en integrar los edificios en una selva natural, un concepto que denominó “La Ciudad Verde”. Vorgut, que así era como se llamaba esta ciudad, fue uno de los primeros ejemplos de adaptación de la idea de Tolgeor, y funcionaba de maravilla.

Linloctol y Quanton pusieron rumbo a la Plaza del Planetario, donde, además de éste y de la Facultad de Ciencias, también estaba el laboratorio en el que trabajaban. Siempre hacían el mismo recorrido.
Primero pasaban por el vivero de la señora Lennburgri, que solía madrugar para dar de comer a los ud’ud, una raza de monos pequeños y chillones. La señora Lennburgri era botánica, además de una amante de los animales. Ella fue la encargada de aconsejar qué plantas eran adecuadas para construir La Ciudad Verde de Vorgut y cuáles no lo eran. Tenía casi 110 ciclos de edad, 38 más que Quanton y 40 más que Linloctol, pero allí se vivía hasta los 150 sin problema. Además no los aparentaba. Se mantenía joven y bella gracias a la vitalidad que le daba hacer lo que más quería.
Unos metros más adelante cruzaban por un pequeño puente al otro lado de la calle, a un paseo poco transitado que solía tener heces de ud’ud. No es que les gustara ver las deposiciones de los animales, que, por otra parte, como científicos curiosos que eran, seguro que les encontraban algún interés. Pero no, lo hacían para ver a una colonia de ud’ud que se había acomodado en la copa de un anciano árbol. Como la señora Lennburgri, también eran unos amantes de los animales.
Y por fin llegaban a la plaza.
Nada más entrar se podía ver la majestuosa fachada curva de piedra artificial del laboratorio. Era un edificio enorme. Ocupaba casi toda la mitad derecha de la plaza. Aunque ellos lo llamaban “el laboratorio”, en realidad albergaba muchos trabajos. De hecho, estaba sectorizado según las distintas ramas del conocimiento. Linloctol trabajaba en dos zonas: el departamento de ingeniería, por la mañana, y la zona reservada para las investigaciones del proyecto B.I.A., por la tarde. Quanton, en cambio, permanecía todo el tiempo en el mismo sector, el departamento de astronomía, y desde allí realizaba toda su labor.
—¿Donde siempre a la misma hora? —preguntó Quanton antes de separarse.
—Allí nos vemos —contestó Linloctol.
Se despidieron, y cada uno se fue a su sector.
De camino al departamento de ingeniería, Linloctol escuchó una voz aguda inconfundible que repetía su nombre desde el otro extremo del pasillo. Era Edbur.
—¡Doctor Linloctol, Doctor Linloctol! ¡Venga, rápido! —vociferó haciendo aspavientos.
Edbur era un muchacho que trabajaba con Linloctol en el proyecto B.I.A. Desde pequeño había sido un apasionado de la astronomía. Nacido en la ciudad de Astolas, hijo de una humilde pareja de agricultores, mostró tempranos indicios de genialidad. A los cinco ciclos de edad descubrió un objeto celestial, que más tarde resultó ser un satélite de comunicaciones. Siempre estaba mirando al cielo y haciendo preguntas. Tenía el pelo claro, al igual que la piel. Sus ojos rezumaban la ilusión adolescente de un enamorado del cosmos, siempre anhelando desenmascarar sus intrincados secretos. Tenía unas manchitas muy características en la frente, pero era considerado un chico muy guapo.
—¿Cuántas veces te he dicho que no me llames doctor? ¡Que somos colegas! —repuso Linloctol—. A ver, cuéntame, ¿qué ocurre?
—Ya están todos —añadió—. Han llegado antes de lo previsto. De un momento a otro comenzará la presentación de las pruebas para la velocidad de curvatura.
—¡Por las barbas de Grimbar! ¿No era por la tarde?
—Así es, pero han querido darnos una sorpresa.
—En ese caso he de avisar a Quanton.
—No te preocupes, él ya está allí.
—¡Será malandrín! He venido con él y no me ha dicho nada.
Fueron a la sala principal, más conocida como aula magna. Había bastante gente: físicos, biólogos, ingenieros… Incluso había varios miembros del departamento de defensa, recientemente creado para garantizar la seguridad de la flota espacial contra posibles descubrimientos de vida inteligente hostil. Ellos eran muy pacíficos, los recursos se repartían y comprendían que la violencia no era la solución a ningún problema. Pero también comprendieron que si querían explorar el cosmos tenían que ser previsores. Cuando entraron iba a empezar a hablar el recién nombrado comandante general de la flota estelar, más conocido como general Tralpaiser, uno de los mejor preparados física y mentalmente para realizar esa tarea.
—Señoras, señores, hoy es un gran día —comenzó—. Gracias a vuestro trabajo, el de los físicos que desarrollaron las teorías, el de los ingenieros que construyeron las naves y el de todos los demás, estamos hoy aquí. Sin lugar a dudas, si todo marcha según lo previsto, este será el mayor avance de los últimos ciclos.
Entonces fijó su vista en Linloctol, que estaba al lado de la puerta con Edbur, escuchando atentamente.
—Y todo gracias a la brillante idea de un científico que está entre nosotros. Por favor, pido un fuerte aplauso para nuestro amigo ¡el Doctor Linloctol! —añadió.
El gris de su piel se empezó a tornar más oscuro.
—Aparca esa vergüenza y ven aquí, timorato.
Linloctol se acercó al general, le reprendió por sus excesivos elogios y dio un pequeño discurso. Explicó cómo se le ocurrió la idea, y aprovechó para presentar sus agradecimientos a toda la gente que le apoyó a lo largo de su investigación.
El laboratorio entero estaba de fiesta. Estuvieron toda la mañana y parte de la tarde comentando cosas de las pruebas, conociéndose unos a otros y felicitándose por el trabajo realizado.
A última hora de la tarde, antes de marcharse a casa, el general Tralpaiser se acercó a Linloctol, que estaba con Quanton y Edbur sentado en las escaleras de fuera del laboratorio.
—Nos esperan unos días duros, amigo —dijo—. He decidido personalmente que vengas con nosotros en la nave.
—¿De verdad? —respondió Linloctol tan confuso como emocionado.
—De verdad de la buena —respondió el general—, te necesito en mi equipo. Así que quítate esa bata de anciano y… ¡20 vueltas a la plaza! Jua, jua, jua.
Quanton y Edbur rieron a carcajadas con el general.
—No te preocupes, esto último es broma. Tengo que ultimar alguna cosa, pero la semana que viene empezamos a entrenar. Tienes nueve días para prepararte mentalmente. ¡Descanse, soldado! ¡Ah!, y a partir de entonces ¡nada de batas centenarias! Jua, jua, jua.
El general se alejó riéndose.
—Ha sido un día agotador —le dijo Linloctol a Quanton—, ¿qué te parece si en lugar de volver a casa andando cogemos un heliodron?
—Me has leído el pensamiento —respondió Quanton.
—¡Hasta mañana Edbur! —dijeron al unísono.
—¡Que descanséis, doctores! —respondió.
—¡Mira, por allí viene nuestro heliodron! —dijo Quanton—. ¡Corre, proyecto de astronauta!
Los heliodrones eran la forma más habitual de moverse por la ciudad. Se trataba de unos vehículos inteligentes, disponibles para todos los habitantes, que circulaban a través de una red de autopistas aéreas completamente automatizada. Había muchos tipos, cada uno de ellos de distintas plazas, dependiendo de la afluencia de gente calculada para los distintos lugares por los que pasaban. En cualquier caso, todos iban equipados con cápsulas médicas básicas, eliminando así la necesidad de otros vehículos especiales para los heridos. Si alguien tenía un accidente, era contagiado por algún virus o padecía otro tipo de dolencia, se llamaba un heliodron, se introducía al paciente en la cápsula médica y ésta calculaba las posibilidades de sanarlo. En caso de no ser suficiente, el vehículo tomaba automáticamente una ruta alternativa hasta el hospital.
Primero se bajó Linloctol y después lo hizo Quanton, ya que el mismo heliodron pasaba por la puerta de sus casas. Ambos picotearon algo rápido y se metieron a la cápsula. Estaban agotados.

Al día siguiente…

Quanton despertó de la hibernación. Él ya se había desecho del nuevo modelo de cápsula. Seguramente no iba a durar mucho, fue un diseño bastante malo.
El motivo de que utilizaran las cápsulas para pasar la noche se debía al lento movimiento de rotación del planeta. Como los días y las noches se hacían muy largos, reducían las funciones metabólicas y orgánicas del cuerpo llevándolo a un estado de refrigeración dentro de la cápsula. Era una forma de ahorrar energía y recuperarse.
Adormilado se fue a desayunar. Los dulces eran su talón de Aquiles…, y así lo corroboraba la curva de la felicidad que se iba trazando poco a poco en su abdomen.
Se aseó y se vistió en un periquete. Comprobó que todo estaba en orden y marchó hacia casa de Linloctol, como siempre.
Quanton vivía en un edificio muy alto, de los más altos de todo Vorgut, situado a dos manzanas del dodecaedro por la parte más cercana al mar. Vivía en la planta 173, de un total de 205. Si se asomaba por la ventana veía las autopistas de heliodrones como pequeños insectos moviéndose por encima de los árboles.
El camino hasta la casa de Linloctol era muy aburrido. Había una librería especializada en ciencia ficción con figuritas de personajes famosos inventados por los mejores escritores, pero a esas horas todavía estaba cerrada. Al doblar la última esquina se dio cuenta de que Linloctol estaba esperando abajo.
—¡Oh! ¿Se encuentra usted bien, caballero? ¿Hay fuego en el edificio? ¿Una epidemia quizás? —le preguntó irónicamente al ver que había madrugado.
—Ja, ja, ja, me parto contigo. Es que estoy nervioso… Pero no te acostumbres.
Entraron al laboratorio. Esta era una semana especial. Ambos iban a dejar sus trabajos habituales: Linloctol para entrenarse en las pruebas de la velocidad de curvatura y Quanton para terminar unos trabajos del proyecto B.I.A. que Linloctol tenía empezados y que quería acabar antes de marcharse. Como se contaban casi todo lo que hacían, era habitual que se sustituyesen alguna vez cuando tenían otras cosas que hacer. No obstante, a lo largo de esta semana, Linloctol seguiría estando en el laboratorio trabajando en el B.I.A., y aprovechando para explicarle a Quanton qué es exactamente lo que quería que hiciese por él.
Pero pronto se percataron de que el laboratorio estaba vacío. Faltaba alguien.
—¿Dónde está Edbur? —preguntó Linloctol a otro muchacho que solía llegar pronto con él.
—No lo sé, doctor —respondió el muchacho—. Hoy no estaba en casa.
Pero entonces, una joven astrónoma entró a la sala desbocada, como un heliodron pilotado por un ud’ud.
—¿Está aquí el Doctor Linloctol? —preguntó mientras intentaba recuperar el aliento.
—Sí, soy yo, ¿qué ocurre?

—No se lo va a creer, pero ha pasado algo inaudito...