lunes, 29 de septiembre de 2014

Nuestra historia. Capítulo XXXI. Zarracatalla de sentimientos.

Tras la segunda parte del capítulo de Sara Garcés y Patricia Aznar (30. Todo se complica II) hoy seguirá la trama principal. Ya advertíamos que la tensión iba a subir y vaya si lo ha hecho.
El capítulo continúa tal cual se quedó, con Olga acudiendo a su cita para comer con Mario. Tras el almuerzo este tiene que pasar a recoger un envío de un amigo suyo y Olga prefiere quedarse y aceptar la invitación de la vecina con la que se había encontrado antes.
Una vez que Mario se va, Olga pasa a visitar a la adorable Señora María y tras unos minutos charlando de varios asuntos decide ir al grano e intentar sonsacarle algo de Pedro y Ana. La anciana le comenta que son muy felices y que en los próximos días debe de salir y debería devolverles el juego de llaves que la pareja le presta. Es entonces cuando Olga lo tiene claro...
Patricia por su parte, ilusionada prepara su maleta y a su perrito Fede y se va para Pau en busca de un sueño tras la llamada de Ramón. Cuando llega descubre que no está solo, le acompaña un niño. Le pide explicaciones y Ramón le confiesa que ha traido lo que le pertenecía, y que es su hijo. Pretende empezar una nueva vida lejos del mundo. Patricia aturdida y asustada por los acontecimientos intenta llamar a la policía y acabar con esta situación civilizadamente pero Ramón saca una pistola y la amenaza con matar a Fede.
Olga mientras tanto aprovecha un descuido de la Señora María para hacerse con el juego de llaves del piso de Ana y Pedro y un tanto bruscamente se despide de la anciana para urdir su plan. Baja al portal, le envía un mensaje a Mario disculpándose por no esperarle en casa y decide llamar en el telefonillo de la pareja para ver si se encuentran en la vivienda. Como no hay nadie sube, y una vez dentro rompe una foto de los dos, entra en el dormitorio e intenta impregnar con su olor las sábanas, deja su tanguita sobre la lámpara de noche y su sostén encima de la cama. Además coge del armario la camisa preferida de Pedro, se pinta los labios y los marca sobre la camisa, dejándola tendida también sobre un sillón cercano. Cuando sale de la habitación, busca algo con lo que poder ayudar a Pedro en su juicio y encuentra la documentación. En un rápido vistazo descubre el número de movil del hijo de la mujer contra la que chocó Pedro, e imagina que con sus habituales armas de mujer no le será difícil ligárselo para influenciar para que retiren la denuncia. Rápidamente marca ese número para guardarlo en la agenda, cuando descubre que ya lo tenía almacenado, es el de Ian...
¿Quién es Ian? ¿Qué pasos seguirán Ana y Pedro en sus procesos judiciales? ¿Cómo se desarrollará la escapada a Pau de Ramón y Patricia? ¿Cómo reaccionará Ana al ver semejante panorama en su casa? No os perdáis el capítulo de hoy.



XXXI.     Zarracatalla de sentimientos.


Ian Andrews, aquel pelirrojo irlandés borracho que le hizo el amor apasionadamente en el “Love boat” y que después desapareció. Esto trajo consecuencias… en forma de embarazo no deseado.
Ian era un chico de estatura media, ojos color aceituna y pelo desenfadado aunque sutilmente arreglado. A simple vista era un chico muy guapo, pero conforme lo ibas conociendo (su forma de expresarse, su mirada, sus gestos) hacía que cualquier persona cayera rendida a sus pies. Tanto, que a la mismísima Olga, logró encandilar. Tras el frenético encuentro en el “Viking Line” tuvieron una complicada relación…
—¿Qué hago? —pensó Olga.
Cientos de mariposas recorrían su estómago.
¿Seguir con su plan o por el contrario le apetecía ver a Ian pero no con ese fin? Infinitas dudas rondaban por su loca cabeza.
Tenía que pensar algo rápido… ¡Ya! ¡No tenía tiempo!
De repente un sonido de llaves y unos pasos muy familiares se estaban acercando al piso…
—¡Mierda! ¡No! ¡Están aquí!
Olga lanzó los papeles y corriendo se escondió debajo de la cama.
—¿Que tal te lo has pasado cariño?
—Muy bien, necesitaba pasar una tarde así de tranquilita contigo cariño. Eres el mejor Peter. Voy a tumbarme un rato, que éstos niños me agotan.
Cuando Ana se disponía a entrar en su habitación, llaman a la puerta.
—Ya voy yo cariño —dice Ana.
Es la Señora María que pasa a visitarlos.
—Hombre Señora María, que agradable sorpresa. Pase.
—Gracias Anita. Sólo quería comentaros una cosa: ¿qué os parece si os invito a un cafecito y charlamos tranquilamente en mi casa? ¡He hecho esta mañana unas magdalenas buenísimas! De esas que tanto te gustan, hijica.
—Muchas gracias, pero hemos cenado por ahí, y yo la verdad es que no tengo nada de apetito. Estoy agotada y necesito descansar, es usted muy amable.
—Un cafecito entra muy bien a cualquier hora. Venga que os espero, he dejado la mesa puesta y la puerta entreabierta.
Ana y Pedro aceptan ante la insistencia de la anciana vecina. No sabían decirle que no a la adorable abuelita.
—Hijicos, ya sabéis que no me gusta meterme en cosas ajenas, pero ésta mañana he visto a Olga por aquí y la he invitado a un cafecito. La verdad que me he alegrado de verla, ya sabes Ana que os quiero mucho a las dos, aunque tenga más debilidad por ti. El caso es que la he notado algo rara, apenas me escuchaba y sólo se interesaba por vosotros. ¿Pasa algo chicos?
Ana y Pedro no daban crédito a lo que estaban escuchando…
—Nada María, nada… —contestó Pedro mientras sujetaba la mano de Ana.
Atónitos se quedaron mirándose unos segundos hasta que Pedro abrazó a Ana y la besó en la frente.
—Tranquila cielo, nunca nos van a separar.
Siguieron conversando con María hasta las tantas…

Olga aprovechó para salir sigilosamente del apartamento de Ana y sin recoger los papeles ni nada se marchó apresuradamente.
Llevaba el móvil en la mano y como si de una margarita se tratase iba diciéndose:
-¿Lo llamo? No lo llamo… ¿Lo llamo? No lo llamo…
Olga era una mujer muy decidida, así que optó por llamarlo.
MENÚ, AGENDA, CONTACTOS… IAN ANDREWS.
Sólo de imaginarse su voz sentía como una bocanada de nervios y la piel se le erizaba.
Piiiiiiiiiiiii(1 tono)
Piiiiiiiiiiii(2 tonos)
Piiiiiiiiiiiii(3 tonos)
Buzón de voz….
—¿Se acordará de mí? Ya me llamará cuándo vea la llamada —pensó.
Hacía ocho años que no se veían, y Olga había cambiado mucho. Como todos los cambios que afectaban a su imagen, siempre a mejor. Estaba siempre a la última y se mantenía fantástica, era el pecado en persona y le encantaba.
Recogió el móvil en el bolso mientras caminaba hacia su casa.

Eran las once de la noche cuando Ana miró su reloj y le hizo a Pedro un gesto para irse.
—Estamos muy a gusto conversando con usted, pero es demasiado tarde y hoy ha sido un día muy ajetreado.
—Vale Anita, no os preocupéis. Ahora que me doy cuenta… ¡No habéis probado mis magdalenas! ¡Ay esta juventud que no come nada! Llevaros el resto para desayunar mañana, que seguro que no tienes nada en la despensa...
—Gracias María, es usted un encanto —le sonrió Ana.
—Hasta mañana hijicos, que descanséis.
—Igualmente y gracias por todo.
Se fundieron los tres en un cálido y acogedor abrazo y la pareja le dio un tierno beso a la Señora María a modo de despedida.
Al entrar en el piso, Ana seguía con el tema Olga. ¡Cómo para olvidarlo!
—¿Qué es lo que quiere? ¿Por qué es así? —Ana lo repetía una y otra vez.
—Déjalo ya cielo. Ahora piensa que va a ir todo bien, que por fin estamos juntos otra vez y que pronto seremos cuatro —le dijo Pedro para tratar de calmarla.
—Gracias cariño. No sé que haría sin ti. Eres el pilar más importante de mi vida.
Se fundieron en un romántico beso. Pedro, para rematar la jornada se le ocurrió una idea:
—¿Te apetece que antes de dormir veamos una peli? Rafa me grabó el otro día unas cuantas, entre ellas tu favorita: “El Diario de Noa”.
—Me encantaría guapo, pero estoy tan agotada que solo tengo ganas de tumbarme y dormir.
—Está bien cariño, yo me quedo un ratito viendo la tele.
—Hasta mañana cariño —dijo Ana mientras se dirigía a sus aposentos.
Cuándo Ana llegó a su habitación y encendió la luz no podía creer lo que estaba viendo: papeles por el suelo, un sujetador encima de la cama, un tanga en la lámpara de la mesita y… la camisa que le regaló a Pedro manchada de carmín.
¿Que estaba pasando? ¿Por qué? ¿Otra vez? No podía creerlo.
—Pedro, ven por favor, tenemos que hablar —le dijo con la voz entrecortada.
—¿Qué te ocurre pequeña? —le preguntó Pedro con los ojos como platos cuando llegó a su altura y contemplo semejante panorama.
—Vete pensando en lo que me vas a contestar, porque yo ya no puedo más Pedro.
—Estoy tan asombrado como tú. De verdad que no sé qué esta pasando Ana. Tienes que creerme, por favor.
Ana lloraba desconsoladamente. ¿No podía pasar un día en el que estuviera tranquila y feliz? Le pidió a Pedro que por favor se marchara a casa de sus padres, necesitaba estar unos días sola y pensar en lo ocurrido.
—Ana cariño, por favor, te juro que yo no sé nada. Me tienes que creer, por favor. Eres la mujer la de mi vida, ya lo pagué muy caro la otra vez. ¿Piensas que soy tan tonto de volverlo a hacer otra vez? Ana, por favor —Pedro le suplicó entre lágrimas a Ana una y otra vez que lo creyera.
—Pedro, no me lo pongas más difícil por favor. Vamos a darnos un tiempo, esto me acaba de dejar desconcertada.
Pedro se marchó cabizbajo a casa de sus padres, necesitaba hablar con su hermana y que ésta le aconsejara.
Mientras, aturdido todavía, por el camino pensó:
—Esto ha tenido que ser cosa de Olga, ¡seguro! —pensó. Sacó su móvil del bolsillo y marcó su número—. ¡Mierda ocupado! Ya probaré mañana, esto tengo que arreglarlo cuanto antes.

Olga se disponía a acostarse cuándo se dio cuenta de que su móvil no dejaba de parpadear, la estaban llamando. ¿Quién podía ser a las doce de la noche?
Miró en móvil y automáticamente se le dibujó una sonrisa.
—Hola Ian. ¡Cuánto tiempo!
—Sabía que tarde o temprano me llamarías, Olguita.
—Quedaron muchas cosas pendientes entre nosotros hace ocho años, ¿no crees? ¿Te parece que nos veamos mañana a eso de las ocho en el Rock´n Blues y nos ponemos al día?
—Perfecto, allí estaré. Ponte guapa.
No se lo podía creer. ¡Qué zarracatalla de sentimientos! Incertidumbre, morbo, nervios, alegría…

Eran las seis de la tarde del día siguiente y Olga comenzó con su sesión de chapa y pintura. Era una mujer muy atractiva y sabía sacarse partido. Se enfundó en unos leggins de color negro que marcaban su perfecta silueta, una camisa vaquera super ceñida, tacones de infarto y sus labios los había pintado de un rojo pasión que parecían aun mas sensuales y carnosos.
Llego al Rock´n Blues a eso de las ocho menos diez. ¡Qué le estaba pasando! Llegaba a la cita con diez minutos de adelanto, cuando su modus operandi era hacer esperar a sus citas “porque sí”.
Allí estaba él, leyendo un periódico desinteresadamente mientras la esperaba.
Olga se fue acercando hasta su mesa, y éste al oír los tacones que se aproximaban levantó la miraba hacia el frente.
—¿Olga?

—Hola bombón, cuánto tiempo…

viernes, 26 de septiembre de 2014

Colección Uni2. Freya. 4.Buenos días.

Cuarto capítulo de la novela de Ana Asensio "Freya". En esta ocasión se titula "Buenos días" y nos trae un apasionado episodio. Seguimos con las peripecias de su protagonista en su año de prácticas en un zoo de Buenos Aires.



CAPITULO 4. Buenos días


—¡Ay, mi cabeza! ¡Qué bien huele a café! —pensó Freya.
—¡Buenos días! ¿Cómo está esa cabecita?
—Todavía me duele, pero tengo que irme pitando al trabajo o llegaré tarde.
—No creo q estés en condiciones de ir a trabajar, tomate el desayuno y luego ya decides si ir o no. Por cierto ayer estabas preciosa durmiendo.
A Freya se le escapó una sonrisa y se cubrió la cara con el pelo como pudo para que no viera que se había ruborizado, aunque estaba segura que lo había hecho a posta.
—Fue el vino… Deberías de haberme despertado.
—Y perderme esa carita tuya de vergüenza ya por la mañana… ¡Ni loco!
—Voy a llamar a Nahuel.
Freya le explicó lo que le había ocurrido el día anterior y que no se encontraba en condiciones de conducir. Nahuel le dijo que se tomara los días que necesitara para recuperarse y que cualquier cosa que necesitara estaba ahí para ayudarla.
—¡Freya, se te va a enfriar el café!
—¡¡¡Voooooooyyy!!!
Qué bien cocina… Café, tostadas con mantequilla y  unas tortitas con chocolate y nata, este chico es una joya, pensó Freya.
Sonó el timbre mientras desayunaban. Erik se levantó.
—Hoy no puedo ir…. Te digo que hoy no, mañana hablamos.
—Mmm… Erik, yo me voy. No quiero molestarte, seguro que tienes cosas que hacer.
—¿Pero qué dices? Hoy voy a cuidarte, estas aquí sola, debo de hacerlo. Además me apetece pasar el día contigo. ¿Te parece que veamos alguna película?
—Vale, ¿qué te apetece ver?
—¿Alguna comedia?
—Perfecto.

Después de ver la película, bajaron a la calle a dar un paseo por el parque, hacía muy buen día. Pasearon por las calles peatonales y visitaron una de las iglesias del centro: la Iglesia del Inmaculado Corazón de María, era preciosa.
—Deberíamos entrar en este italiano a comer, es el mejor de la zona.
—Por mi, genial, me encanta la comida italiana, ya lo sabes.
Freya estaba embobada con Erik. No quería estar así, pero no podía evitarlo, era un chico perfecto: atento, simpático y  guapísimo. <<¿Dónde se había metido todo este tiempo?>>; se preguntaba Freya. No quería que pasara el tiempo, quería quedarse con él todos los días. Salir a pasear, a hacer deporte, a la discoteca, a comer… no quería separarse de él, pero ya era tarde…
—Erik, es tarde, tengo que irme a casa. Ha sido un día estupendo y ojalá lo podamos repetir pronto. Muchísimas gracias por acogerme en tu casa y por cuidarme tan bien.
—Me encantaría acompañarte a tu casa, ¿sería un problema?
—Eeeeh, no. Pero sólo llevo un casco.
—Bueno, deja tu moto en el garaje que vamos con mi coche.
—Necesito la moto para ir mañana a trabajar, Erik.
—Yo te llevo, no te preocupes por el trabajar.
Fueron en el coche de Erik.

—Coge lo que quieras, estás en tu casa.
Se escuchó el sonido del agua de la ducha y la música de su ipad, esta vez sonaba ‘Sky full of stars’ de Coldplay. Estaba loca con esa canción.
Se estaba aclarando el pelo cuando notó una mano en su cabeza. Abrió los ojos y se quedó quieta.
—Lo que quiero, está justo aquí.
Comenzó a besarla lentamente por el cuello mientras le decía:
—Llevo queriendo hacer esto desde que te vi.
—Hazme el amor ya mismo Erik.
La agarró fuertemente de sus caderas y la levantó como si fuera una pluma. La tocaba por todo el cuerpo, quería que notase que la tenía para él y que no iba a dejarla escapar. La agarraba del pelo, de la espalda, de sus pechos, de su cintura… Hicieron el amor bajo la ducha y fue algo fantástico.
—Oh Erik, quiero repetir.
—Je, je. Estas preciosa Freya. A mí también me ha encantado.
Escucharon música y se fueron a dormir.

Como había dicho, Erik la llevó al trabajo con su coche. Por supuesto Federico la vio bajar del coche.
—¿Freya, estás bien? Estaba preocupadísimo. ¡No has contestado ni a mis llamadas ni a los mensajes!
—Lo siento Fede —Freya le contó lo ocurrido y le dijo que estaba recuperada del todo—. ¡Vengo con las pilas más que cargadas!
—Me alegro mucho. ¿Así que el del coche es Erik, el salvador?
—Ja,ja, ja. Sí, exacto. Estoy muy feliz Fede, es un encanto.
—Bueno, bueno… Baja ya de las nubes y vamos a la faena.
La tarde transcurrió como las anteriores, visitar unos leones y dar de comer a sus cachorros, entre otras cosas.
A las 17 horas cuando salieron de trabajar, Erik estaba en el parking esperando a Freya.
—Tengo una sorpresa para ti.
—¿Ah sí? ¿Y cuál es?
Abre el maletero.
—Pero… Pero… ¡¡¡Qué cosa más bonita!!! Es la de la tienda de animales a la que entré, ¿verdad?
—Esa es. Nala, ahí la tienes.
—Erik, muchísimas gracias. ¡Me encanta!

—¡Fede! ¡Ven! ¡Mira! Él es Erik, y él Fede, mi compañero de trabajo.
Se saludaron con un apretón de manos.
—¿Y este cachorro?
—Pensé en comprarme uno cuando vine aquí y el día que me dirigía a la tienda fue cuando me quitaron el bolso… Y.. me lo ha regalado Erik. ¿A que es preciosa?
—La verdad es que sí. A lo mejor puedes traerla al zoo y tenerla aquí.
—¿Tú crees? Hablaré con Nahuel.
—Bueno chicos me voy para casa ya, nos vemos mañana Freya, encantado Erik.
—Hasta mañana Fede.
El camino a casa se lo paso jugando con la perrita en el coche y agradeciéndole el regalo a su chico. Estaba encantada con Nala.
—¿Te apetece que la saquemos un rato por aquí?
—Preferiría ir a mi casa y sacarla por el parque, tendrás que traerla con tu coche y así ya me llevo la moto.
—Vale, vamos.
Pasearon a Nala y fueron a casa a cenar. Erik se puso a preparar la cena, un risotto de setas. Freya acomodaba la cuna de Nala y todo lo que había comprado Erik para ella.
—¿Te echo una mano?
—No, tranquila, esto va bien.
Freya le echó una mano al culo y le beso en la mejilla, él se volvió y le dio un beso apasionado.
—Si no estoy atento del fuego, esto se nos va a quemar… —dijo riendo.
Freya apagó el fuego y comenzó a besarle, no podía despegarse de él. Estaba tan feliz, que en lo único que pensaba era en sus labios y en hacerle el amor.
—Oh nena, me tienes loquito.
Freya lo llevó hasta la habitación e hicieron el amor apasionadamente. Nunca lo había pasado tan bien en la cama como con él, cierto era que sólo había estado con Darío, pero no tenían nada que ver el uno con el otro. Era algo inexplicable, se sentía cómoda, con ganas de jugar, de conocerle y de pasarlo bien.
Cenaron tranquilamente y Erik se quedó a dormir.
—Buenos  días, esta vez te preparo yo el desayuno nene.
—No hacía falta preciosa.
Era temprano y Erik se marchó antes que ella. Se llevó a Nala con él para que no pasara mucho tiempo sola en casa.
Al poco Freya marchó a trabajar. Hablo con Nahuel sobre llevar a Nala con ella al trabajo y le dijo que sin problema, que los acompañaría a todos los sitios ya desde chiquita para que se fuera acostumbrando a los animales del zoo.
El día pasó volando en el trabajo, como siempre. Cuando Freya volvía a casa una moto se le puso al lado y la saludó con la mano. Ella le devolvió el saludo y arrancaron del semáforo los dos a la vez. Freya se puso por delante y él se picó, se puso a adelantarla. Era una carretera muy transitada y Freya le pitó para que dejara de conducir de esa manera tan agresiva. Él no le hizo caso, así que Freya aceleró un poco más para ir un poco más juntos. Se conocía el camino porque ya llevaba un tiempo conduciendo por ahí y cuando vio que llegaban a la curva y él no frenaba se puso muy nerviosa, no sabía cómo intentar avisarle para que Matías frenase. Cogió la curva muy abierta y se salió del carril, dio dos vueltas sobre sí mismo mientras la moto salía disparada en la otra dirección. Freya  paró corriendo y se acercó a él gritando:

—¡Matías! ¿Estás bien? ¿Me oyes? ¡Matías! ¡MATIAS! ¡¡MATIAASSS!!

jueves, 25 de septiembre de 2014

Conocemos a...

Hoy conoceremos un poco más a las protagonistas de la semana. Aunque en esta ocasión ya conozcamos quién escribió el capítulo de esta semana de Nuestra historia: "Todo se complica II" publicado este lunes, ya que son las mismas autoras que el anterior. Y después en la entrevista tendremos a un colaborador que participó en Nuestra historia escribiendo el capítulo XXVIII: "El juicio de Pedro" y con el que abrimos la serie de entrevistas a los participantes en Colección Uni2, en este caso se trata de la novela "Luz en la oscuridad".



ESCRITOR ANÓNIMO DE LA SEMANA
Esta semana ya conocemos a sus autoras, pero no por ello ha dejado de sorprendernos el capítulo que nos proponían. Advertíamos que la tensión iba a subir y vaya si lo ha hecho.
El capítulo continúa tal cual se quedó, con Olga acudiendo a su cita para comer con Mario. Tras el almuerzo este tiene que pasar a recoger un envío de un amigo suyo y Olga prefiere quedarse y aceptar la invitación de la vecina con la que se había encontrado antes.
Una vez que Mario se va, Olga pasa a visitar a la adorable Señora María y tras unos minutos charlando de varios asuntos decide ir al grano e intentar sonsacarle algo de Pedro y Ana. La anciana le comenta que son muy felices y que en los próximos días debe de salir y debería devolverles el juego de llaves que la pareja le presta. Es entonces cuando Olga lo tiene claro...
Patricia por su parte, ilusionada prepara su maleta y a su perrito Fede y se va para Pau en busca de un sueño tras la llamada de Ramón. Cuando llega descubre que no está solo, le acompaña un niño. Le pide explicaciones y Ramón le confiesa que ha traido lo que le pertenecía, y que es su hijo. Pretende empezar una nueva vida lejos del mundo. Patricia aturdida y asustada por los acontecimientos intenta llamar a la policía y acabar con esta situación civilizadamente pero Ramón saca una pistola y la amenaza con matar a Fede.
Olga mientras tanto aprovecha un descuido de la Señora María para hacerse con el juego de llaves del piso de Ana y Pedro y un tanto bruscamente se despide de la anciana para urdir su plan. Baja al portal, le envía un mensaje a Mario disculpándose por no esperarle en casa y decide llamar en el telefonillo de la pareja para ver si se encuentran en la vivienda. Como no hay nadie sube, y una vez dentro rompe una foto de los dos, entra en el dormitorio e intenta impregnar con su olor las sábanas, deja su tanguita sobre la lámpara de noche y su sostén encima de la cama. Además coge del armario la camisa preferida de Pedro, se pinta los labios y los marca sobre la camisa, dejándola tendida también sobre un sillón cercano. Cuando sale de la habitación, busca algo con lo que poder ayudar a Pedro en su juicio y encuentra la documentación. En un rápido vistazo descubre el número de movil del hijo de la mujer contra la que chocó Pedro, e imagina que con sus habituales armas de mujer no le será difícil ligárselo para influenciar para que retiren la denuncia. Rápidamente marca ese número para guardarlo en la agenda, cuando descubre que ya lo tenía almacenado, es el de Ian...
¿Quién es Ian? ¿Qué pasos seguirán Ana y Pedro en sus procesos judiciales? ¿Cómo se desarrollará la escapada a Pau de Ramón y Patricia? ¿Cómo reaccionará Ana al ver semejante panorama en su casa? No os perdáis el próximo capítulo.
En cuanto a sus creadoras ya descubrimos la semana pasada su identidad, así que de nuevo:
Gracias a... Sara Garcés Carcas y Patricia Aznar Serrano
Aquí os dejo el enlace a su perfil en facebook:
https://www.facebook.com/patri1291/about?section=overview
https://www.facebook.com/sara.gc.91?fref=ts



CONOCEMOS A...
Hoy conocemos a Alberto Bello Ruiz, amigo y colaborador de Zarracatalla Editorial. Autor del capítulo XVIII de Nuestra historia titulado “El juicio de Pedro”, y coautor junto con Vanesa Berdoy de la novela “Luz en la oscuridad” perteneciente a Colección Uni2. Así se describe el mismo:
Trabajo en la industria farmacéutica. Casado con Vanesa Berdoy desde 2009 tenemos una preciosa niña, Lucia, que ha empezado este año el “cole de mayores”, como dice ella.
Me gusta mucho la historia, paradojas de la vida que cuando la estudiaba en el colegio no me llamaba nada la atención. Mi parte preferida es la segunda guerra mundial. A raíz de esto, también me gustan mucho los juegos de estrategia. Me encanta la novela histórica aunque también me agradan las historias de terror de Stephen King.
En cuanto a música, lo mío es el rock. Es una música que me da fuerza.
Detesto los programas del corazón y los realitis con sus cientos de variantes.

Nos va a responder a las preguntas de nuestros seguidores:
    En qué te inspiraste para escribir este capítulo y cómo te sentiste al recibir el encargo.
o      Nunca pensé que escribiría un capítulo de “Nuestra historia”, puesto que no es un tipo de novela que me llame la atención. Cuando se me dijo que debía de narrar un juicio supe que podría hacerlo. Me he basado en un juicio que tuve con Autodelicias  unos años atrás en los juzgados de primera instancia de Zaragoza, echándole imaginación, por supuesto. Por suerte acabó bien.

    Donde, cuando y cual era tu situación cuando lo escribiste
o      En casa, por la mañana, enfrente del ordenador. Quizá con una coca-cola en la mesa.

    Respecto a Colección Uni2, queremos que compartas con nosotros tus impresiones: cómo ves el proyecto, cómo te encuentras al escribir algo 100% tuyo, dificultades a la hora de plantear los capítulos, afinidad con tu compañera, inspiración o en que te basas para escribir, impresiones personales, etc.
o      Me encanta. Los capítulos salen solos. Es la oportunidad de escribir sobre algo que me gusta mucho y que domino al dedillo. Pensé que una trama de espías en la Francia ocupada sería el contexto ideal que pudiera interesar al mayor público posible, hacer una visión de la segunda guerra mundial demasiado técnica, como quién lee un libro de historia,  hubiera sido un error. Vanesa es la asesora de asuntos del corazón y la primera censora. Lo mío son más la trama y el contexto histórico. Hay muchas ideas y aventuras pendientes para los personajes, siempre respetando los acontecimientos históricos.

    ¿Cómo ves el proyecto Zarracatalla Editorial?
o      Me gusta la idea. Pensaba que los capítulos iban a enlazar peor, pero me ha sorprendido. Me recuerda al juego aquel del teléfono roto al que jugábamos cuando éramos críos.

    ¿Escribes habitualmente? ¿Cómo te has encontrado al hacerlo?
o      No había escrito nada hasta ahora. Me gusta la experiencia. Cuando te viene la inspiración sobre como mejorar la trama tienes que recordarla o ponerte a escribirla en el momento.
o      Escribir es como leer una novela pero en la que el argumento lo pones tú, es como jugar a un videojuego  y todo ocurre como tu dictas,...

    Algo que no sepamos y que te gustaría compartir acerca del capítulo o novela…
o      El título de la novela “Luz en la oscuridad” se debe a la pequeña luz de esperanza en la victoria de los aliados frente a la oscuridad que reina en Europa bajo los regímenes fascistas, no tiene nada que ver con lo acontecido en el último capítulo, queda cuerda para rato.

    ¿Cómo creías que iba a continuar tu capítulo?
o      No esperaba que se iba a plantear seriamente tan pronto que Pedro pudiera entrar en la cárcel, lo pensaba como una posibilidad remota, aunque he sido yo quién lo ha sugerido.

    Recomiéndanos un libro, un disco y una película
o      “Los pilares de la tierra” de Ken Follet, “El señor de los anillos” de Tolkien.
o      “Painkiller” de Judas Priest, pura energía amigos.
o      “La vida es bella” de Benigni, “Avatar” de James Cameron, “El resplandor” de Stanley Kubrick, basado en una novela de Stephen King que me gusta mucho.

    Un sitio para quedar…
o      Una terraza de cualquier bar siempre es un buen sitio.

    En la presentación de Colección Cupido pudimos enterarnos de que habrá edición impresa también de Nuestra historia en la que has participado. Cuéntanos tus impresiones al respecto.
o      Me gustará tener un libro en el que he participado.

    ¿Cómo finalizarías Nuestra historia?

o      Algo surrealista, o quizá de forma trágica pero que finalmente todo haya sido un sueño.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Nuestra historia. Capítulo XXX. Todo se complica II.

Tras el capítulo de la semana pasada de Sara Garcés y Patricia Aznar (29. Todo se complica) que continúa el trepidante inicio de temporada, hoy nos llega la segunda mitad del mismo. El capítulo anterior continúa la trama tal y como se quedó antes del capítulo 28 que nos narraba el juicio de Pedro, y que abrió un interesante paréntesis en la historia principal. Arranca con Olga que se había citado para comer con Mario en casa de este último. Media hora antes ya está por los alrededores esperando que se haga la hora de la cita y se encuentra con Pedro, Sandra y Rafa que vienen del juicio. Estos se detienen comprometidos por la violenta situación para saludar a Olga y entablan conversación. A Rafa se le escapa que vienen del juicio de Pedro, del cual Olga no tenía conocimiento y Sandra remata dándole demasiadas explicaciones. Tras una breve discusión entre Pedro y Olga, esta se marcha a su cita. Patricia llega a su casa tras su sesión de ejercicio físico y cuando se tumba a descansar en el sofá escucha el mensaje de voz que le había dejado Ramón. Sobresaltada vuelve a escucharlo. Miles de sentimientos afloran de nuevo. Pedro llega a su casa y Ana le recibe. Este le informa sobre como ha ido el juicio y sobre su encuentro fortuito con Olga y cómo Rafa y Sandra le han dado todos los pormenores del juicio. Olga a su vez, llega al bloque para su cita con Mario y se encuentra con la Señora María, que se alegra mucho al verla y la invita a tomar un café después de comer y ponerse al día. Tras esto, se atusa un poquito y llama en la puerta de Mario.
¿Qué pasará en la cita de Mario y Olga? ¿Qué pasos seguirán Ana y Pedro en sus procesos judiciales? ¿Cómo reaccionará Patricia ante la llamada de Ramón? ¿Cómo finalizará la huida de Ramón secuestrando a su hijo? No os perdáis el capítulo de hoy.



XXX.     Todo se complica (II)


—Hola nena —dice Mario con tono nervioso—. Sí, sí, claro, pasa, esta es tu casa.
Olga entra y camina como si de un pase de modelos se tratase, y Mario va detrás como un perrito faldero.
Mario había preparado una comida especial, dorada al horno con patatas y cebolla pochada, uno de los platos preferidos de Olga.
Se sientan alrededor de la mesa y comienzan a disfrutar de ese plato tan delicioso mientras conversan alegremente.
Al terminar la comida, Mario le propone a Olga que le acompañe a recoger un paquete que le había enviado un amigo de Londres, pero ésta niega su propuesta y le explica que ha quedado con la Señora María.
—Me encantaría poder acompañarte cari, pero esta mañana me he encontrado con la Señora María y me ha invitado a tomar café a su casa —le responde Olga—. Aprovecharé para preguntarle qué tal les va a Pedro y a Ana y para quedarme más tranquila, ya que ellos no cuentan conmigo para nada e incluso me han ocultado el tema del juicio —prosigue haciéndose la víctima.
Evidentemente las intenciones de Olga no eran las que le había hecho creer a Mario. Ella quería hablar con la Señora María para sacarle información sobre la nueva relación de Pedro y Ana, y así poder malmeter entre ellos dos e intentar ‘‘recuperar’’ a Pedro.
—De acuerdo, lo comprendo. Cuando termines vuelve aquí, te dejo unas llaves, ya sabes que esta es tu casa —le contesta Mario guiñándole un ojo.
Mario le da un apasionado beso, coge sus cosas y se marcha. No habían pasado ni cinco minutos y Olga ya estaba yendo a casa de la Señora María, no tenía tiempo que perder.
“Din don, din don”. Olga toca el timbre de la casa de la mujer.
La Señora María le dice que se ponga cómoda y que le espere en el salón ya que tiene que sacar la última remesa de magdalenas del horno.
Una vez ya todo preparado, ambas se sientan en el sofá, comienzan a tomar café y a charlar, aunque ha pasado poco rato cuando Olga decide ir directamente al grano y preguntarle por lo que a ella le interesa realmente.
—Sí, sí, me parece muy interesante todo esto que me está contando —le dice Olga interrumpiendo lo que la Señora María le estaba contando—. Por cierto… ¿Cómo les va a Pedro y a Ana? Hace taaaaanto que no sé de ellos…
—Pues la verdad es que están muy contentos en esta nueva etapa de su vida. La llegada de los gemelos nos va a llenar de alegría —contesta la Señora María con cara de felicidad.
Seguidamente, se queda pensativa y añade:
—¡Ay! Ahora que me los recuerdas, Ana me dejó un juego de sus llaves y pasado mañana me voy a Benidorm con el Imserso —dice María señalando las llaves que están colgadas detrás de la puerta principal—. Tengo que ir a devolvérselas, menos mal que me lo has recordado hijica. ¡Qué cabeza tengo!
Es entonces cuando a Olga se le ilumina la bombilla y se le ocurre una brillante idea para su plan: le robaría las llaves a la Señora María para poder entrar en casa de Pedro y Ana y dejar su huella…

Patricia, ilusionada, no se lo piensa dos veces. Hace rápidamente su maleta, coge las cosas de Fede y se montan en el coche camino a Pau, en los Pirineos franceses, donde está la casita de sus padres y así encontrarse con Ramón.
Ya en la carretera, Patricia decide llamarle (utilizando el manos libres) para decirle que ya está de camino y que llegará en aproximadamente dos horas y media.
Una vez en Pau, Patricia toma dirección hacia la casita de campo y ve a lo lejos a Ramón sentado en un banco esperándola frente a la casa. Pero no está solo, hay un niño junto a él, cosa que Patricia no entiende ya que no le había comentado nada.
Patricia coge a Fede y bajan del coche, cuando Ramón se le acerca apresuradamente para darle un apasionado beso y decirle que es la mujer de su vida. Pero Patricia sigue sorprendida al ver a ese niño, por lo que le pide explicaciones.
—Hola Ramón, yo también tenía muchas ganas de verte —le dice Patricia un poco tensa—, pero… ¿por qué no me habías dicho que traías compañía? ¿Quién es ese niño?
Es una larga historia, pero no te preocupes, esta todo solucionado —le contesta Ramón cogiéndole la mano delicadamente—. Este es Jack, mi hijo. Su madre me lo arrebató y ahora está pagando por ello. Ahora los tres podremos ser felices juntos sin que nadie se interponga.
—¿Cómo? ¿Qué tienes un hijo? ¿Por qué no me lo habías contado? —responde Patricia sorprendida.
—Mira, te explicaré todo más tranquilamente en otro momento, pero ahora tienes que ayudarme. Tenemos que irnos de aquí a un lugar donde nadie nos conozca ni nos busque.
—¿Pero qué es lo que pasa? ¿Me has hecho venir hasta aquí para ahora tener que marcharnos? No entiendo nada Ramón… —contesta Patricia soltándose de su mano.
—Deja de hacer preguntas estúpidas, ¡no hay tiempo! La policía me busca por llevarme lo que me corresponde, mi hijo —responde Ramón poniéndose cada vez más nervioso y agresivo.
—Ramón, me estás asustando, no puedo ayudarte en eso, es algo muy serio. Pensaba que querías que viniera para estar los dos juntos a solas, pero ya veo que tu intención es otra. Vamos a llamar a la policía para solucionar esto de una manera civilizada —le dice Patricia con el teléfono en la mano—. Seguro que la madre del niño está muy preocupada.
—Tu no vas a llamar a nadie, zorra —le grita quitándole el teléfono bruscamente—. Tú verás lo que quieres hacer, pero igual alguien sale perjudicado por tu culpa…
En ese instante, Ramón saca una pistola de la parte trasera del pantalón y apunta a Fede, que está justo a su lado.


Mientras tanto en casa de la Señora María, ésta se dispone a recoger las tacitas de café y los platos. Se dirige hacia la cocina y se entretiene fregando la vajilla. Es entonces cuando Olga ve la oportunidad de oro para acercarse a la puerta y robarle las llaves. Se las guarda rápidamente en el escote y  vuelve a entrar en el salón. Cuando regresa la señora María, Olga ya está de pie y con su bolso puesto, preparada para irse.
—¿Ya te vas Olguica? ¿No quieres que te enseñe las fotos de cuando me fui a Toledo?
—Se lo agradezco, me encantaría, pero el tiempo se me ha pasado tan rápido que no me he dado cuenta de la hora que es y tengo que marcharme a hacer un recado —le contesta Olga sin darle opción a responder—. Muchas gracias por todo, ¡chao!
Olga sale rápidamente de ese pequeño apartamento y se dirige hacia una de las calles paralelas del bloque. Desde ahí le manda un whatsapp a Mario para darle una excusa de las suyas de por qué no se ha quedado esperándole en su casa:
“Hola cari. No te asustes si llegas a casa y no me ves :p. Me he tenido que ir porque mi hermana me ha llamado urgentemente. Te he dejado las llaves debajo del felpudo. Besines, nos vemos pronto”.
Una vez todo “aclarado” con Mario, Olga decide pitar en el telefonillo automático de Pedro para comprobar si están o no en casa y así poder hacer lo que tiene pensado.
Por suerte para ella, no están en casa, así que sin más rodeos se mete al ascensor y sube al piso de Pedro.
Una vez en su puerta, mira disimuladamente hacia todos los lados para asegurarse de que nadie la ve, y entra.
Es un pequeño piso que aunque no es demasiado grande, los múltiples espejos que decoran las paredes hacen que parezca más amplio. Tiene el salón junto con la cocina, separado de una barra americana, un baño enfrente y un dormitorio.
Nada más entrar a Olga le recorre una sensación de rabia e impotencia al ver, en el tocador de hall, una foto de la pareja. Como es tan impulsiva, coge la foto y la tira al suelo, haciendo que se rompa el cristal en trocitos.
Lo siguiente que hace es entrar en el dormitorio y tumbarse sensualmente en la deshecha cama con la intención de dejar su característico olor en las sábanas. En ese instante comienza a recordar aquella maravillosa Nochevieja que pasó con Pedro y se le ocurren mas ideas que pueden terminar con la relación entre Ana y él.
Se levanta de la cama y se quita el tanga el cual deja colgado de la lamparita de noche que está en la mesilla y seguidamente se desabrocha el sujetador y lo coloca sobre la cama.
Ya se disponía a salir de la habitación cuando algo del armario abierto le llama la atención, ahí estaba la camisa de cuadros rojos preferida de Pedro. Se acerca a ella, la coge, se la acerca a la cara y comienza a olerla con ímpetu y deseo. Saca el pintalabios rojo que siempre lleva en el bolso, se pinta delicadamente sus carnosos labios, comienza a besar el cuello de la camisa impregnándolo de carmín y la deja sobre el sillón que está al lado del armario.
Finalmente sale del cuarto y se dispone a buscar cualquier información que le sirva para conocer mejor la situación del juicio de Pedro, ya que le preocupa que acabe en prisión.
Entonces, encuentra sobre la mesa del salón los papeles relacionados con el juicio. Comienza a hurgar entre ellos y se topa con un papel escrito a mano donde aparecen los números de teléfono de la señora con la que tuvo el accidente y el de su hijo.
Olga sabe perfectamente que con su cuerpo para el pecado y sus dotes de seducción puede convencer a cualquier hombre de lo que quiera, y no le resultaría difícil hacer que el hijo quisquilloso de la mujer retirara la denuncia a Pedro ligándoselo. Así que cogió su teléfono móvil y marcó el número del chico para guardarlo en su agenda, cuando de repente vio que ya lo tenía guardado. El nombre que aparecía era el de Ian…


viernes, 19 de septiembre de 2014

Colección Uni2. Tú, yo... y él. 3. Izan.

Tercer capítulo de "Tú, yo... y él", de Merche Comín titulado "Izan". Seguiremos las peripecias y doble vida de Mónica. ¿Quién querrá entablar conversación con ella en la disco?



3.      Izan.


No pude esperar, me volví en aquel mismo momento, deseaba saber si era él.
—Buenas noches, Izan —le contesté mientras se sorprendía de que supiese  su nombre.
Nos miramos durante unos segundos durante los cuales sus océanos me trasmitieron el mayor de los deseos. Sin pensármelo dos veces, agarré su cara con las dos manos, miré esos labios tan carnosos y rosados rodeados de esa barba de tres días, me acerqué lo máximo a su cuerpo y él me devolvió el gesto agarrándome más fuerte de la cintura y apretándome todavía más a él. Bajé la mirada de nuevo a sus labios, y aunque la música estaba fuerte pude oír su respiración acelerada. Ladeé un poco la cara y entreabrí mi boca. Noté la tranquilidad de mi cabeza, pero no pude evitar el tembleque de mis piernas. Rodee su cuello con mis brazos, y lo besé cómo si no hubiese un mañana.
El deseo invadía mi cuerpo y mi cerebro. En ese momento no pensé más allá de esas manos, esas caricias, ese cuerpo que rozaba el mío. Simplemente me apetecía. Deseaba seguir sumergida en ese deseo incontrolable eternamente.
—Me tengo que ir —le dije sin saber muy bien por qué.
—¿Irte? ¿A dónde? —me contestó mientras se quedaba sorprendido—. Ahora que estás aquí, no voy a dejar que te vayas. Te llevo a casa que tengo el coche aquí cerca.
¿Me voy? ¿Me quedo? Busqué la cara de mi amigo rogando un consejo, pero Marcos había desaparecido.
Titubeando mientras intentaba encontrar una excusa de por qué mi cabeza pensaba diferente a mí, le intenté decir que tenía que madrugar para pasar la mañana con mi hijo. Pero en ese momento, volvió a cogerme de la cintura y volvió a besarme.
—¿Quieres tomar algo? —le pregunté.
—A ti… —respondió mientras se mordía la parte de abajo del labio.
Sin esperar a que algún camarero me mirase volví a levantar la mano, con los dos dedos levantados, dando a entender que eran otros dos los chupitos que tenían que traer. Esta vez, ni sal, ni limón. Bebimos de trago el tequila lo cogí de la mano y empujándolo, lo lleve camino a la salida.
Cuando ya salimos del local, solté su mano, me coloqué el bolso, y me hice una coleta.
—¿Dónde dices que tienes coche? —sonriendo con cara de picaruela.
—Eh… Por allí —señaló hacia el final de la calle.
—¡Vamos!
Era yo la que iba por delante, preguntándole que coche era, o que me dijese por lo menos el color. Con esta actitud lo que pretendía era llevar yo las riendas de la noche, no dejarle tiempo para pensar, y creía que lo estaba consiguiendo.
Una de las veces que me volví a preguntarle por el dichoso coche me agarro bien fuerte y me empujó hasta chocar con el que estaba ahí aparcado. Con su boca a menos de un centímetro de la mía escuche como se abría el cierre centralizado. Sin besarme, se apartó y me abrió la puerta del copiloto.
—Adelante, señorita —me dijo mientras con su mano me hacía un gesto para subir al coche.
Antes de entrar, me eché a reír, y le plante un beso fugaz. Me encantaba, y sobre todo me gustó el darme cuenta que por primera vez en mucho tiempo, alguien me había pillado desprevenida y no, no era yo la que controlaba la situación.
Rodeo el coche, se montó y metió la llave. Bajó un poco la música y entonces, hizo la pregunta del millón.
—¿Dónde vamos?
—No sé. ¿Dónde podemos ir? —ahí sí que me había pillado.
En esos segundos de silencio recordé que Efrén estaba durmiendo en casa de mis padres. Mi casa estaba vacía. Pero claro, no estaba en las mejores condiciones.
—Tic, tac, tic, tac… —dijo mientras movía su dedo índice de un lado a otro y sonreía.
Me da igual el estado de la casa. Allí que vamos. Me dije a mi misma.
—Podemos ir a mi casa. Pero no puedes quedarte mucho rato —le contesté.
—Tomamos algo, y me voy. Lo prometo —mientras guiñaba el ojo derecho como sólo él sabía.
—¡Me gusta esa idea!
Arrancó el coche y me pregunto en qué dirección iba, y yo empecé a guiarle.
En el trayecto hubo momentos divertidos, incluso en uno de los semáforos los dos comenzamos a bailar el mismo estribillo de la canción.
—La siguiente calle a la izquierda y aparca donde puedas —le dije.
Bajamos del coche, caminamos hacia mi casa y comencé a buscar las llaves.
Nada más abrir la puerta del portal, me volvió a agarrar y volvimos a besarnos camino al ascensor. Abrí la puerta de casa entre beso y beso y la verdad que no me dio tiempo a mucho más.
Me llevó hasta la pared de enfrente mientras me besaba el cuello. Oía su respiración cada vez más cerca y más acelerada. Le quité la camiseta, y por fin, terminé de verle esos tatuajes que seguían del brazo a los hombros y de allí al pecho. Le agarré la cara los las dos manos mientras echaba mis piernas por detrás de las suyas. El deseo me invadía y a la vez me bloqueaba. Se me entrecortaba la respiración. Me cogió del culo, y me impulso hacia arriba, de manera que quedé enganchada a él.
—Vamos a mi habitación —le dije señalando la puerta del final del pasillo.
Ni me contestó. Echó a andar sin bajarme de encima suya. Seguíamos disfrutando de nuestros labios y nuestras lenguas mientras llegábamos a la cama. Cuando pasamos el marco de la puerta, eché mano al interruptor de la luz y él acto seguido la apagó.
—Con la del pasillo hay suficiente, ¿no? —me susurró al oído.
—Lo que gustes. Pero… voy al servicio. Ahora vengo —ahora me había tocado a mí el guiño, y seguro que no era igual se sexy que el suyo.
Cuando me levanté de la cama, él se apresuró en rodearme la cintura y tirarme encima de él. En ese momento fue cuando me senté a horcajadas y los dos sentados volvimos a saborearnos. Me quitó el vestido, y mientras volvía a besarme el cuello, me desabrochó el sujetador.
Los movimientos eran suaves, lentos. La respiración se aceleraba a la par que nosotros. Y si hace un rato nos besábamos como si no hubiera un mañana, ahora disfrutábamos de nuestros cuerpos en cada vaivén cómo si fuese la última vez.

—Buenos días —me susurró al oído.
Entreabrí los ojos y lo vi allí, en mi cama.
—¿Buenos días? —dije sorprendida.
Miré el reloj y ahora sí que abrí los ojos. ¡Las diez de la mañana! ¡Efrén! Rápidamente salté de la cama y cogí el teléfono, no había tiempo para explicaciones.
—Mamá. Buenos días. Me he quedado dormida, lo siento.
—Tranquila Mónica. Hemos llevado al chico al colegio. Y ahora ya estamos en casa. Te hemos llamado un par de veces, pero no contestabas. Así que te hemos dejado dormir.
—Mamá lo siento, no me ha sonado el despertador. Me visto, cojo la ropa para esta tarde y voy a tu casa.
—No corras hija, que aquí te esperamos.
Colgué el teléfono y le dije a mi acompañante que tenía que irse. Me entraron los remordimientos. Empecé a recoger su ropa y se la tiré a la cama. Él estaba estupefacto, en calzoncillos tirado encima de mis sábanas.
—¿Desayunamos? —me dijo.
—No tengo tiempo. Tengo que hacer unos recados y… —aquí fue cuando no sabía cómo decirlo, pero era el momento— En un par de horas tengo que ir a buscar a Efrén al cole.
—¿Efrén? ¿Quién es? ¿Algún sobrino?
—Ehhhh… No. Es mi hijo. ¡Ah! ¿Qué no te lo había contado?
¿En qué momento pensabas que se lo habías dicho? ¿Entre beso y beso, o entre tequila y cerveza? La cara que se le quedó era un poema del mismísimo Bécquer, o incluso de mi adorable Neruda.
Abrí el armario, saque unos pantalones vaqueros, una camiseta y un conjunto de ropa interior. Me metí al baño dispuesta a darme una ducha cuando me paré a pensar qué estaría haciendo Izan ahí afuera. Asomé la cabeza por la puerta de la habitación y lo vi en la misma postura de antes, pero con un marco de fotos en la mano. Era la foto que teníamos Efrén y yo en la mesilla.
—Pues se parece mucho a ti, tiene la misma nariz —me soltó sin mirarme a la cara.
—Sí, nos parecemos mucho, o eso dicen —contesté mientras me apoyaba en la puerta de la habitación.
Se levantó semidesnudo, y vino hacia mí. Puso sus manos en mis caderas y me miró a los ojos.
—Buenos días —volvió a decirme, aunque esta vez lo acompañó con un dulce beso en la mejilla.
—Buenos días.
Salí corriendo de casa dispuesta a coger la moto para ir a casa de mis padres.
—¡Mierda! —exclamé en el ascensor.
Ayer, fui en moto y volví bien acompañada, en su coche. Me toca ir andando a buscarla. Pero lo haré después de ver a mis progenitores, que seguro que están preocupados por las tres horas de retraso que llevo. Estoy convencida de que me toca interrogatorio.
Bip Bip.
 Así sonaban los mensajes de mi móvil. Paré en mitad de recorrido, saqué el teléfono y abrí las conversaciones.
Me ha encantado pasar esta noche contigo. ¡Feliz día!

Esbocé una sonrisa y me sumergí en un mundo paralelo, donde unas cosquillas en todo mi cuerpo evitaron que viese la bici que venía directa hacia mí…

jueves, 18 de septiembre de 2014

Conocemos a...

Hoy conoceremos un poco más a las protagonistas de la semana. Primero conoceremos quién nos ha traído el capítulo de esta semana de Nuestra historia: "Todo se complica" publicado este lunes. Y después en la entrevista tendremos a una colaboradora que participó en Nuestra historia escribiendo el capítulo XX: "London Calling" que nos encantó.



ESCRITOR ANÓNIMO DE LA SEMANA
Esta semana tenemos dos pequeños secretos sin desvelar referentes al capítulo de Nuestra historia publicado el lunes. El primero es que no ha sido una sola persona quién lo ha escrito, si no dos. Ante la misión de afrontar el reto, que mejor que unirte con una amiga y entre ratos de piscina y compartiendo risas y dudas, afrontarlo y sacar un muy buen capítulo adelante. El segundo secretillo es que como su duración era un poquito mayor de lo que acostumbramos a escribir habitualmente, ha sido dividido en dos partes. Así que el próximo lunes tendremos la segunda entrega de "Todo se complica", y creedme si os digo que os va a impactar gratamente. Si este os dejo en ascuas, el siguiente os dejará con ganas de más.
Su capítulo continúa la trama tal y como se quedó antes del capítulo anterior que nos narraba el juicio de Pedro, que abrió un interesante paréntesis en la historia principal. Arranca con Olga que se había citado para comer con Mario en casa de este último. Media hora antes ya está por los alrededores esperando que se haga la hora de la cita y se encuentra con Pedro, Sandra y Rafa que vienen del juicio. Estos se detienen comprometidos por la violenta situación para saludar a Olga y entablan conversación. A Rafa se le escapa que vienen del juicio de Pedro, del cual Olga no tenía conocimiento y Sandra remata dándole demasiadas explicaciones. Tras una breve discusión entre Pedro y Olga, esta se marcha a su cita. Patricia llega a su casa tras su sesión de ejercicio físico y cuando se tumba a descansar en el sofá escucha el mensaje de voz que le había dejado Ramón. Sobresaltada vuelve a escucharlo. Miles de sentimientos afloran de nuevo. Pedro llega a su casa y Ana le recibe. Este le informa sobre como ha ido el juicio y sobre su encuentro fortuito con Olga y cómo Rafa y Sandra le han dado todos los pormenores del juicio. Olga a su vez, llega al bloque para su cita con Mario y se encuentra con la Señora María, que se alegra mucho al verla y la invita a tomar un café después de comer y ponerse al día. Tras esto, se atusa un poquito y llama en la puerta de Mario.
¿Qué pasará en la cita de Mario y Olga? ¿Qué pasos seguirán Ana y Pedro en sus procesos judiciales? ¿Cómo reaccionará Patricia ante la llamada de Ramón? ¿Cómo finalizará la huida de Ramón secuestrando a su hijo? No os perdáis el próximo capítulo.
En cuanto a sus creadoras puedo decir que tras un primer intento en la primera temporada en el que ambas se encontraban inmersas en sus estudios, me emplazaron para el verano y allí llego su momento. Decidieron hacerlo juntas y un capítulo doble, y así ha sido. Han soltado dos muy buenos capítulos y están alerta por si les cae otro en caso de necesidad extrema del propio blog. Son mis chicas de "ultimo recurso" (como las facturas de impagos) y ya han salvado un match-ball en una ocasión. Siempre atentas, siempre dispuestas, siempre sonrientes y enganchadísimas con la historia. Una suerte compartir con ellas este proyecto para el que dedicaron todos sus esfuerzos en el proceso de creación, y la verdad es que el resultado es muy satisfactorio.
Gracias a... Sara Garcés Carcas y Patricia Aznar Serrano
Aquí os dejo el enlace a su perfil en facebook:
https://www.facebook.com/patri1291/about?section=overview
https://www.facebook.com/sara.gc.91?fref=ts



CONOCEMOS A...   
Hoy conocemos a Beatriz Navarro Gálvez, amiga y colaboradora de Zarracatalla Editorial. Autora del capítulo XX de Nuestra historia titulado “London calling”. Así se describe ella misma:
Difícil definirse a una misma, sobre todo para una persona tan indecisa como yo…Soy trabajadora social, lo cual imprime mucho en el carácter y en la forma de ver y entender el mundo. Me considero una mujer sencilla, a la que le encantan las pequeñas cosas que nos regala la vida y estar rodeada de la gente a la que quiero. Soy MAMA y mis chicos me tienen loca…en todo su significado.
Nos va a responder a las preguntas de nuestros seguidores:
    En qué te inspiraste para escribir este capítulo y cómo te sentiste al recibir el encargo.
o      Cuando vi el mensaje en el que me proponían escribir el capitulo casi me caigo redonda. Estaba en la sala de espera del médico y me puse muy nerviosa…por las circunstancias personales se me hacia una montaña llevarlo a cabo. Pero me picaba mucho el gusanillo de intentarlo.
o      Me inspire en muchos detalles y pequeños homenajes personales a mi familia y amigos. Me deje llevar por buenos recuerdos.

    Donde, cuando y cual era tu situación cuando lo escribiste
o      Bufff…Por la noche cuando casi todos dormían. Lo escribí engañando a Mario para que se fuera pronto a la cama porque mama tenía que trabajar todavía un rato y entre pañales, mocos y despertares nocturnos de Pablo.

    ¿Cómo ves el proyecto Zarracatalla Editorial?
o      Me encanta el proyecto y el poder de implicación y convocatoria que tiene su creador.

    ¿Escribes habitualmente? ¿Cómo te has encontrado al hacerlo?
o      Por mi trabajo escribo informes, cumplimento solicitudes y estoy todo el día entre papeles, pero no tiene mucho que ver con la imaginación yo plasmo realidad. Me encontraba cómoda escribiendo pero cuando lo releía le daba otra vuelta de tuerca…cambió mucho desde el primer escrito hasta el que finalmente envié. David sabe de lo que hablo…jejeje.

    Algo que no sepamos y que te gustaría compartir acerca del capítulo…
o      Me imagino que como todos los capítulos tiene muchas cosas de mí y la gente que me conoce las descubrió enseguida.

    ¿Cómo creías que iba a continuar tu capítulo?
o      Yo era más partidaria de seguir creando un Ramón más humano, soy muy blandita no creo en los malos.

    Recomiéndanos un libro, un disco y una película
o      Bueno sin pensarlo mucho que si no…
o      Libro: “La mujer habitada” de Gioconda Belli.
o      Disco: Soy incondicional de  Heroes del Silencio y El Último de la Fila.
o      Película: “Fuego” de origen indio dirigida en 1996 por Deepa Mehta.

    Un sitio para quedar…
o      Cualquier parque, terraza, bar o rincón…lo importante es la buena compañía.

    En la presentación de Colección Cupido pudimos enterarnos de que habrá edición impresa también de Nuestra historia en la que has participado. Cuéntanos tus impresiones al respecto.
o      Me parece genial y me hace mucha ilusión que aparezca un trocito mío.

    ¿Cómo finalizarías Nuestra historia?
o      Aquí no me mojo, tremenda papeleta para la persona que se atreva.