CAPITULO 4. Buenos días
—¡Ay, mi cabeza! ¡Qué bien huele a café! —pensó
Freya.
—¡Buenos días! ¿Cómo está esa cabecita?
—Todavía me duele, pero tengo que irme pitando al
trabajo o llegaré tarde.
—No creo q estés en condiciones de ir a trabajar,
tomate el desayuno y luego ya decides si ir o no. Por cierto ayer estabas
preciosa durmiendo.
A Freya se le escapó una sonrisa y se cubrió la cara
con el pelo como pudo para que no viera que se había ruborizado, aunque estaba
segura que lo había hecho a posta.
—Fue el vino… Deberías de haberme despertado.
—Y perderme esa carita tuya de vergüenza ya por la
mañana… ¡Ni loco!
—Voy a llamar a Nahuel.
Freya le explicó lo que le había ocurrido el día
anterior y que no se encontraba en condiciones de conducir. Nahuel le dijo que
se tomara los días que necesitara para recuperarse y que cualquier cosa que
necesitara estaba ahí para ayudarla.
—¡Freya, se te va a enfriar el café!
—¡¡¡Voooooooyyy!!!
Qué bien cocina… Café, tostadas con mantequilla
y unas tortitas con chocolate y nata,
este chico es una joya, pensó Freya.
Sonó el timbre mientras desayunaban. Erik se
levantó.
—Hoy no puedo ir…. Te digo que hoy no, mañana
hablamos.
—Mmm… Erik, yo me voy. No quiero molestarte, seguro
que tienes cosas que hacer.
—¿Pero qué dices? Hoy voy a cuidarte, estas aquí
sola, debo de hacerlo. Además me apetece pasar el día contigo. ¿Te parece que
veamos alguna película?
—Vale, ¿qué te apetece ver?
—¿Alguna comedia?
—Perfecto.
Después de ver la película, bajaron a la calle a dar
un paseo por el parque, hacía muy buen día. Pasearon por las calles peatonales
y visitaron una de las iglesias del centro: la Iglesia del Inmaculado Corazón
de María, era preciosa.
—Deberíamos entrar en este italiano a comer, es el
mejor de la zona.
—Por mi, genial, me encanta la comida italiana, ya
lo sabes.
Freya estaba embobada con Erik. No quería estar así,
pero no podía evitarlo, era un chico perfecto: atento, simpático y guapísimo. <<¿Dónde se había metido todo este tiempo?>>; se
preguntaba Freya. No quería que pasara el tiempo, quería quedarse con él todos
los días. Salir a pasear, a hacer deporte, a la discoteca, a comer… no quería
separarse de él, pero ya era tarde…
—Erik, es tarde, tengo que irme a casa. Ha sido un
día estupendo y ojalá lo podamos repetir pronto. Muchísimas gracias por
acogerme en tu casa y por cuidarme tan bien.
—Me encantaría acompañarte a tu casa, ¿sería un
problema?
—Eeeeh, no. Pero sólo llevo un casco.
—Bueno, deja tu moto en el garaje que vamos con mi
coche.
—Necesito la moto para ir mañana a trabajar, Erik.
—Yo te llevo, no te preocupes por el trabajar.
Fueron en el coche de Erik.
—Coge lo que quieras, estás en tu casa.
Se escuchó el sonido del agua de la ducha y la
música de su ipad, esta vez sonaba
‘Sky full of stars’ de Coldplay. Estaba loca con esa canción.
Se estaba aclarando el pelo cuando notó una mano en
su cabeza. Abrió los ojos y se quedó quieta.
—Lo que quiero, está justo aquí.
Comenzó a besarla lentamente por el cuello mientras
le decía:
—Llevo queriendo hacer esto desde que te vi.
—Hazme el amor ya mismo Erik.
La agarró fuertemente de sus caderas y la levantó
como si fuera una pluma. La tocaba por todo el cuerpo, quería que notase que la
tenía para él y que no iba a dejarla escapar. La agarraba del pelo, de la
espalda, de sus pechos, de su cintura… Hicieron el amor bajo la ducha y fue
algo fantástico.
—Oh Erik, quiero repetir.
—Je, je. Estas preciosa Freya. A mí también me ha
encantado.
Escucharon música y se fueron a dormir.
Como había dicho, Erik la llevó al trabajo con su
coche. Por supuesto Federico la vio bajar del coche.
—¿Freya, estás bien? Estaba preocupadísimo. ¡No has
contestado ni a mis llamadas ni a los mensajes!
—Lo siento Fede —Freya le contó lo ocurrido y le
dijo que estaba recuperada del todo—. ¡Vengo con las pilas más que cargadas!
—Me alegro mucho. ¿Así que el del coche es Erik, el
salvador?
—Ja,ja, ja. Sí, exacto. Estoy muy feliz Fede, es un
encanto.
—Bueno, bueno… Baja ya de las nubes y vamos a la
faena.
La tarde transcurrió como las anteriores, visitar
unos leones y dar de comer a sus cachorros, entre otras cosas.
A las 17 horas cuando salieron de trabajar, Erik
estaba en el parking esperando a Freya.
—Tengo una sorpresa para ti.
—¿Ah sí? ¿Y cuál es?
Abre el maletero.
—Pero… Pero… ¡¡¡Qué cosa más bonita!!! Es la de la
tienda de animales a la que entré, ¿verdad?
—Esa es. Nala, ahí la tienes.
—Erik, muchísimas gracias. ¡Me encanta!
—¡Fede! ¡Ven! ¡Mira! Él es Erik, y él Fede, mi
compañero de trabajo.
Se saludaron con un apretón de manos.
—¿Y este cachorro?
—Pensé en comprarme uno cuando vine aquí y el día
que me dirigía a la tienda fue cuando me quitaron el bolso… Y.. me lo ha regalado
Erik. ¿A que es preciosa?
—La verdad es que sí. A lo mejor puedes traerla al
zoo y tenerla aquí.
—¿Tú crees? Hablaré con Nahuel.
—Bueno chicos me voy para casa ya, nos vemos mañana
Freya, encantado Erik.
—Hasta mañana Fede.
El camino a casa se lo paso jugando con la perrita
en el coche y agradeciéndole el regalo a su chico. Estaba encantada con Nala.
—¿Te apetece que la saquemos un rato por aquí?
—Preferiría ir a mi casa y sacarla por el parque,
tendrás que traerla con tu coche y así ya me llevo la moto.
—Vale, vamos.
Pasearon a Nala y fueron a casa a cenar. Erik se
puso a preparar la cena, un risotto de setas. Freya acomodaba la cuna de Nala y
todo lo que había comprado Erik para ella.
—¿Te echo una mano?
—No, tranquila, esto va bien.
Freya le echó una mano al culo y le beso en la
mejilla, él se volvió y le dio un beso apasionado.
—Si no estoy atento del fuego, esto se nos va a
quemar… —dijo riendo.
Freya apagó el fuego y comenzó a besarle, no podía
despegarse de él. Estaba tan feliz, que en lo único que pensaba era en sus
labios y en hacerle el amor.
—Oh nena, me tienes loquito.
Freya lo llevó hasta la habitación e hicieron el
amor apasionadamente. Nunca lo había pasado tan bien en la cama como con él,
cierto era que sólo había estado con Darío, pero no tenían nada que ver el uno
con el otro. Era algo inexplicable, se sentía cómoda, con ganas de jugar, de
conocerle y de pasarlo bien.
Cenaron tranquilamente y Erik se quedó a dormir.
—Buenos días,
esta vez te preparo yo el desayuno nene.
—No hacía falta preciosa.
Era temprano y Erik se marchó antes que ella. Se
llevó a Nala con él para que no pasara mucho tiempo sola en casa.
Al poco Freya marchó a trabajar. Hablo con Nahuel
sobre llevar a Nala con ella al trabajo y le dijo que sin problema, que los
acompañaría a todos los sitios ya desde chiquita para que se fuera
acostumbrando a los animales del zoo.
El día pasó volando en el trabajo, como siempre. Cuando
Freya volvía a casa una moto se le puso al lado y la saludó con la mano. Ella
le devolvió el saludo y arrancaron del semáforo los dos a la vez. Freya se puso
por delante y él se picó, se puso a adelantarla. Era una carretera muy
transitada y Freya le pitó para que dejara de conducir de esa manera tan
agresiva. Él no le hizo caso, así que Freya aceleró un poco más para ir un poco
más juntos. Se conocía el camino porque ya llevaba un tiempo conduciendo por
ahí y cuando vio que llegaban a la curva y él no frenaba se puso muy nerviosa,
no sabía cómo intentar avisarle para que Matías frenase. Cogió la curva muy abierta
y se salió del carril, dio dos vueltas sobre sí mismo mientras la moto salía
disparada en la otra dirección. Freya
paró corriendo y se acercó a él gritando:
—¡Matías! ¿Estás bien? ¿Me oyes? ¡Matías! ¡MATIAS! ¡¡MATIAASSS!!
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