viernes, 8 de abril de 2022

2022 DE LETRAS: Cristina Martín Benito - Nuestro lugar preferido.

Título: Nuestro lugar preferido.

Autor: Cristina Martín Benito

Procedencia: Salamanca.

Hoy llega hasta nuestro universo Zarracatalla una nueva autora para ayudarnos a llenar este 2022 DE LETRAS. Se trata de Cristina Martín Benito (Salamanca).
En su primera participación en este blog nos trae un relato titulado "Nuestro lugar preferido". Un texto muy bien llevado en el que nos cuenta esa sensación que a veces sentimos tras una relación de vacío y plenitud. Nos monta en la montaña rusa de los sentimientos para darnos una vuelta a toda velocidad por su recorrido. No os lo perdáis.
Una escritora que genera abundante contenido, que se maneja a las mil maravillas en las redes sociales (ahí la conocemos como @cristinamarben), y que se desenvuelve a las mil maravillas entre la novela y la poesía. Espero que sigamos colaborando en futuras aventuras literarias. Gracias, Cristina.
A continuación os dejo con su texto para que disfrutéis de su lectura...


“NUESTRO LUGAR PREFERIDO”

 

Cuando me desperté me di cuenta de que estaba desnuda. En mi cabeza se apilaron una serie de imágenes que hasta a mí misma me daba cierta vergüenza recordar. 

 

Me tapé la cabeza con las sábanas como si de esta forma los recuerdos fueran a desaparecer, pero obviamente, no lo hicieron. 

 

Con mi mano derecha palpé el otro lado de la cama. No había nadie. Las sábanas estaban frías, por lo que hacía un rato que se había levantado y, por un momento, el corazón se me aceleró. ¡Se había marchado y no me había dicho nada!

 

Sentí una congoja que no sabría describir. Tenía ganas de llorar. ¿Por qué había actuado así? Pero puse toda la fuerza de voluntad que pude para tranquilizarme. No entendía como podía ser tan extremista. Pasé en un momento de la felicidad avergonzada a la tristeza más absoluta.

 

Saqué la cabeza de entre las sábanas que todavía olían a él, y miré el reloj. ¡No podía ser! Las doce de la mañana. Siempre me había costado horrores dormir acompañada y no podía entender que me había pasado. Bueno, quizás sí. La noche había sido bastante movidita y había ejercitado todos los músculos de mi cuerpo. 

 

Me senté en la cama y volví a mirar el lado derecho de ésta, como si por cambiar del decúbito a la sedestación él fuera a aparecer.

 

Me tapé las manos con la cara y volví a mirar y, esta vez, me percaté de que había un folio encima de la almohada.

 

Lo cogí a la velocidad del rayo, como si éste fuera a desintegrarse antes de haberlo leído, pero una vez en mis manos, las dudas se apoderaron de mí. ¿Iba a gustarme lo que estaba escrito? 

 

Con más miedo que vergüenza, ya que esta última había desaparecido de un plumazo, leí despacio, como si quisiera entender bien que decía cada palabra que estaba plasmada en el papel.

 

"No podía dormir y no he podido evitar quedarme mirándote mientras tú lo hacías. Te aseguro que de esta noche voy a hacer un álbum mental inolvidable. No quería despertarte, algo que me hubiera encantado para seguir añadiendo fotos en mi mi memoria, pero te he visto dormir tan plácidamente que me ha dado cargo de conciencia. Me debes una. Negaré ser el autor de estas palabras aunque la prueba de mi letra me delate, pero es mirarte a la cara y ser incapaz de pronunciar cada una de estas palabras. Te espero en nuestro lugar de la casa preferido. Te quiero".

 

Alguna que otra lágrima rebelde se escapó de mis ojos al leer estas breves palabras que sé que le habían costado un mundo escribir. No porque no las sintiera, porque estaba convencida de que sí, pero le conocía lo suficiente para saber qué era una persona que demostraba hechos y, era lo suficientemente introvertido para poder pronunciar cualquiera de estas palabras. Pero a mí eso no me importaba.

 

Cada persona es cómo es y yo no podía exigirle algo que sabía que le incomodaba. Ya me había demostrado mil, millones de cosas, sin utilizar un papel.

 

Salté de la cama como un escopetín y me dirigí al lugar donde me estaba esperando. Antes de llegar a la puerta, repire profundamente. 

 

Observé con atención nuestro sitio, y vi que había preparado el desayuno.

 

Descalza, fui hacia él y mis pasos le avisaron de mi presencia. Me senté a horcajadas entre sus piernas, le besé y me acerqué a su oído para decirle algo que no podía evitar pronunciar:

 

"Y yo. Muchísimo"

 


Cristina Martín Benito

Salamanca





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Besetes a tod@s.

Nos leemos.

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