Una suerte poder disfrutar de su arte y dispuesto a compartir nuevas aventuras literarias que están por venir próximamente. Gracias, Inmi.
“LA NOCHE DE NISSHA”
Era una
noche eterna; la más oscura que había visto. El paisaje se sumía en una
aparente tranquilidad, interrumpida solo por el sonido de los grillos y de las
demás criaturas nocturnas. La brisa me traía el olor de
la hierba mojada, besada por el rocío de la madrugada.
¿Quién
era yo? No lo sabía. Al igual que no sabía lo que hacía allí; en medio de la
noche, en medio de ninguna parte, sola. Tampoco sabía por qué estaba totalmente
desnuda. No podía recordar nada. Era como si nunca hubiera existido, como si
fuera una mera sombra más en este paisaje de negrura perpetua.
Todo un
misterio. Eso era en lo que me había convertido.
Sin
embargo, a pesar de la atípica situación en la que me encontraba, en mi
interior reinaba la calma: esa calma que te da el saber que nada te puede
perturbar, que nada puede alcanzarte o herirte. El tipo de calma que te da la
libertad. Y, de la mano de esa calma, empecé a caminar sin rumbo fijo, guiada
solo por esa brisa que no había dejado de soplar. No sabía a dónde me llevarían
mis pasos o esa brisa, pero no tenía miedo: las sombras no tenían miedo, nunca,
ni siquiera cuando la luz las desvanece, pues viven con la certeza de que
siempre acabarán resurgiendo. Las sombras, al igual que la luz, siempre estarán
ahí. Infinitas, como esta noche.
Al cabo
de un rato, cuando ya había recorrido un largo camino, la oscuridad dio paso a
un sendero coronado por luces tenues. Era hermoso, parecía que miles de
luciérnagas se habían reunido en los puntos exactos para formar una arcada de
luz, casi etérea. Invitada por la nueva visión que se presentaba ante mí, me
adentré en eso que parecía otro mundo. El camino se terminó ante unas grandes
puertas de madera que estaban abiertas, invitándome a entrar. Siguiendo ese
impulso que me impedía parar, crucé la entrada.
Las luces
aparecieron de nuevo, indicándome la senda que debía seguir. Como no podía ser
de otra manera, así lo hice y, después de estar otro tanto rato caminando,
hallé mi nueva parada: un pequeño montículo de tierra en cuya cima se
encontraba una losa dispuesta de manera vertical. Curiosa, me acerqué a ella,
pues había algo escrito en su superficie. Sin embargo, al no estar ya iluminada
por las luces que me habían acompañado hasta aquí, me resultó muy difícil
discernir lo que en ella se leía. Al fin, lo descifré:
NISSHA
FELLER
2004-2017
CONSEGUIREMOS
LA LIBERTAD Y PODREMOS, AL FIN, VOLAR
TU
FAMILIA Y TUS AMIGOS NUNCA TE OLVIDARÁN
Nissha
Feller. Ese era mi nombre.
Mientras tanto, en otra realidad
—¿Habrá
conseguido volar?—le preguntó a su esposo una mujer vestida completamente de
negro y con lágrimas en los ojos.
—No lo
dudes. Nuestra Nissha habrá desplegado sus alas y estará viviendo feliz en otro
mundo mejor que este—le respondió él, ataviado de la misma manera.
Inmi Rega
Bou
El Carpio (Córdoba)
Puedes seguir a esta autora a través de los siguientes enlaces a sus redes sociales y páginas personales:
No hay comentarios:
Publicar un comentario