CAPITULO 2. Zoo de Luján.
—Hola, traigo un paquete para el 3ºB pero no hay
nadie. ¿Podría usted dárselo de mi parte?
—Sí, claro, sin problema. Ya bajo.
El bloque de pisos en el que vivía era de cuatro
plantas y en cada planta solo había dos puertas de vecinos, A y B. Si alguien
quería entrar en ese bloque tenían que bajar y abrir con llave desde dentro. Se
puso una bata y las zapatillas de estar por casa y bajó.
—Tiene que firmarme aquí por favor.
El chico se marcho y Freya subió al piso de nuevo.
Se puso unos leggins fucsias cortos, una camiseta negra de sport y sus Asics y
salió al parque a correr. Como de
costumbre, hizo sus 15
kilómetros . Subió
las escaleras en un santiamén, desayuno, se duchó y llamó al 3ºB a ver si ya
había alguien en casa.
—Vooooy —dijo una voz masculina.
—¡¡Freya!! ¡Que alegría! ¡¡Pasa, pasa!!
—¿ Vives aquí? —dijo con cara de pocos amigos.
—No, ya te comenté que unas amigas viven en este
bloque.
—¡Oh, sí, cierto! ¿Qué tal todo Diego? Disculpa por
no ir ayer, pero tenía cosas que hacer y se me hizo tarde… —Freya no sabía
mentir, y ella sabía que Diego había notado que le estaba engañando, así que
apartó la mirada rápidamente.
—No te preocupes, para otro día que tengas más
tiempo.
—Tengo un paquete para tus vecinas, no estaban y me
lo han entregado a mí.
—Valeria y Aria no están. Se han ido una semana de
vacaciones a Bariloche, por eso estoy aquí, para cuidar de su gato Milo. Pero
dame que lo dejamos acá para cuando ellas vuelvan, gracias por recogerlo.
—Bueno, pues yo voy a marcharme ya…
—¿Que tenés planeado hacer hoy? Es mi día libre, los
lunes no laburo.
—Tengo que ir a un concesionario aquí a la vuelta de
la esquina.
—¡Qué brava! ¿Ya pensás en manejar por aquí?
—Sí, quiero comprar una moto para recorrer la ciudad
e ir al trabajo sin problemas de trenes, autobuses y metros… Además en
Zaragoza siempre he conducido
motos.
—Perfecto, ¡te acompaño!
—No, no hace falta, si tienes cosas que hacer….
—No, para nada, ya te dije que hoy es mi día
festivo. No me importa acompañarte, además sos vecina de mis amigas y nos vamos
a ver a menudo, aprovecho y así nos vamos conociendo un poco, ¿te parece?
—Sí, vale.
Salieron del piso y fueron al concesionario.
—¿Y, qué moto
has pensado comprarte? ¿Una chiquita para manejar bien, supongo?
—Había pensado una XJ6.
Diego se quedó mirándola cómo si realmente ella no
supiera de qué moto estaba hablando.
Llegaron a Moto Planet y nada más entrar fue directa
hacia ella, una Yamaha XJ6. De la etiqueta colgaba una ficha con sus
características: 600cc, 78Cv (57kw) con 6 velocidades y color negra mate. Perfecta,
la quería para ella. Se acercó el dependiente.
—Hola soy Matías, ¿les puedo ayudar?
—Hola, quiero llevarme esta moto.
—Chica decidida, ¿no querés probarla?
—Sí claro, pero conduzco yo.
Matías sonrió y fue a buscar las llaves.
—¿Preparada? —le dijo mientras le enseñaba la llave.
—Vamos allá.
Freya , puso la llave y metió primera una vez arriba
de la moto. Le dijo que no conocía el barrio y que fuera guiándola por dónde
tenía que ir.
—¡Estás loca! —reía histérico—. No te preocupes, ves
todo recto y cuando veas un Havanna girá a mano derecha.
—¿ Un Havanna?
—¿No sabés lo que es un Havanna?
—No.
—Ok, no importa. Seguí recto, que yo te indico.
Dieron un paseo corto en el que a Freya le costó
poco ponerse a 90km/h por la avenida principal. Matías se limitaba a reír.
—¿ Y bien, que le pareció?
—Que me la llevo —dijo Freya.
—¡¡Estupendo!! Si son tan amables de acompañarme…
Entraron al despacho y realizaron las gestiones
oportunas.
—Muy bien Freya, aquí tenés tus documentos, mañana
te llamo para que vengas cuanto antes a recogerla.
—¡Hasta mañana entonces!
—Hasta mañana chicos —se despidió con otra sonrisa.
—¿Qué te parece si vamos a tomar unos refrescos?
Freya asintió. Fueron a un bar cerca de casa, era
una taberna inglesa en el que había cerveza de todas las nacionalidades. Freya
quería probar una de Argentina, se decantó por la Schneider negra. Diego pidió dos. Sabía bien.
—¿Y qué estás haciendo aquí?
—He venido a hacer unas prácticas durante un año.
Tenía varias opciones a donde ir y al final me decanté por venir aquí.
—¿De qué son las prácticas?
—De veterinaria, ¿y tú? ¿cuánto tiempo llevas en
el 9Reinas?
—Podría decirse que toda la vida. Es un negocio
familiar y desde que salí del colegio me he dedicado siempre a laburar. Gracias
a ello he podido visitar otros países. Desde hace seis años estamos montando
más cafeterías por todo Buenos Aires y la verdad que nos va bárbaro.
—La verdad es que la estructura del local y como
está decorado, es perfecto tanto como
para tomar algo, cenar o hacer una fiesta. Es muy bonito.
—También porque nuestros licuados son muy ricos —rió
ácidamente—. ¡Aunque como no los has probado no lo sabés!
Freya rió bien a gusto.
— Luego, antes de irme a casa, me tomo uno y te daré
una nota.
Comieron en la taberna inglesa, se les pasó la tarde
volando y a las 18.00 decidieron salir a dar una vuelta. Pasaron por el 9Reinas
y Diego preparo un licuado de frutillas para Freya. Se lo entregó.
—Aquí tenés, tu batido de fresas —le dijo riendo.
—Muchas gracias, camarero —dio un sorbo y levantó la
mirada— ¡¡Está realmente bueno!! Quiero la receta.
Diego se preparó otro para él de durazno y marcharon
al parque por donde Freya había estado por la mañana corriendo.
Ya era miércoles, las 7.00 de la mañana. Freya se
levantó con mucho ánimo, estaba contenta, hoy empezaba sus prácticas en el
zoológico a 30 minutos de casa. Había visto en youtube un video del lugar donde
iba a estar durante este año. Era increíble, grande, con leones africanos,
tigres de Bengala, pumas, monos, osos, dromedarios, leones marinos…. Un sueño
para ella… No paraba de verlo: “Marina en el zoológico de Luján – Argentina’’.
Su horario era de 9:30 a 17.00 de la tarde, bien, tenía tiempo por las tarde
para hacer lo que quisiera.
Llegó al Zoo y preguntó por su jefe, Nahuel. Era un
hombre fuerte, deportista, pelo castaño con alguna cana, unos ojos verdes
grisáceos y unos 37 años.
Nahuel se la llevó con el grupo que iba a trabajar.
Federico, un italiano que estaba como voluntario y Martina que trabajaba allí
desde hacía cuatro años. El primer día tuvieron un parto de un puma y el de un
dromedario. Entre una cosa y otra no quedó mucho tiempo para enseñarle las instalaciones.
A las 17:00 cuando iban a cambiarse de ropa para salir del trabajo Freya
prefirió quedarse para dar una vuelta por allí. Federico se quedó con ella.
—Podemos dar una vuelta rápida por sitios en los que
los clientes no pueden pasar, así terminamos antes. ¡Aquí los días son así! ¡Sin
parar de trabajar! Espero que te acostumbres rápido.
—El día de hoy ha sido alucinante, ha merecido la
pena venir hasta aquí —dijo Freya.
—¿Así que estas de prácticas durante un año?
—Si, así es. ¿Y qué se le ha perdido a un italiano
por Argentina?
— Supongo que lo mismo que a ti —rió—. ¡Mi pasión: los
animales! Terminé la carrera en Bolonia,
Italia e hice un master en León y decidí meterme como voluntario en este
zoo y bueno, aquí estoy, sólo llevo dos meses viviendo aquí, pero estoy muy
contento con la gente, con el trabajo y con mi vida en general.
—Espero que a mí me pase lo mismo. Vengo muy
ilusionada y espero que toda marche sobre ruedas.
—¿En qué zona estás viviendo? Porque he quedado
ahora con unos amigos a cenar, ¿te apuntas?
—En Hurlingham. Muchísimas gracias, pero por hoy ha
sido bastante, todavía tengo que acomodar cosas en casa. Te lo agradezco y ¡lo
apunto para otro día!
—Está bien. No vivimos muy lejos, vivo en Moreno,
habrás pasado al venir hacia aquí. Entonces mañana nos vemos Freya.
Arrivederchi.
Freya cogió la moto y en la carretera empezó a
pitarle un coche sin parar… se puso histérica y frenó para que pasara por
delante de ella. El coche llevaba cristales tintados y no la adelantaba, así
que Freya pegó un acelerón para dejarlo atrás. El que conducía la seguía y le
pitaba, Freya se hartó y en un semáforo en rojo paró la moto al lado del coche
y golpeó en el cristal para que bajara la ventanilla gritándole:
—¿A qué demonios juegas?
—Sólo era una broma, disculpáme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario