viernes, 14 de marzo de 2014

Colección Cupido. Migas a la Aragonesa

Aquí os dejo el relato de esta semana perteneciente a la Colección Cupido. También como los anteriores altamente recomendable. Narra la historia de Hugo y cómo conoce a Chloe. Genial. Ya lo veréis.
El domingo desvelaremos quién lo ha escrito y mañana tenemos la celebración de las 9.000 visitas.



Migas a la aragonesa.

Cena para dos con piano de fondo. ¿Quién da por hecho que va a salir bien? Si además, ¡el tío desafina! ¿Soy el único que se ha dado cuenta? La laminera ésta seguro que no se ha enterado. Engullendo sus olivas esféricas tan a gusto que se le ve… En cambio, los sorbetes (todo currados) están muertos del asco ¡ojo! Menuda delicatessen echada a perder, que son de mandarina con lazos de zanahoria, vamos ¡más escoscados que yo! Mi pajarita negra no puede competir con estos platos del Ferrán… en fin amigo, vamos a entrar, con una pregunta fácil:
-¿Ya han decidido los primeros?
-Tomaré el Pot au feu de canard. - Lo que viene siendo verduritas con carne, mini punto señora.
En fin, sigamos para bingo.
-¿Y el caballero qué desea?
-Esta noche me gustaría probar el Hachis parmentier, ¿qué vino nos puede recomendar? - ¿Para una lasaña desintegrada como la que se acaba de pedir?
-Tenemos un Rioja que marina perfectamente con ambas selecciones.
Ellos asienten, con lo que quieren decir “váyase camarero”.
¡Ay, ababoles! Por lo que os van a sablar esta noche que mal habéis pedido… La mejor selección ha sido el Rioja, que por supuesto siempre casa con todo. Yo lo recomiendo  porque mi enología es bastante básica, y hay que ir a lo seguro.

Lo malo de trabajar en este tipo de restaurante, es que descubres a seres humanos que dejaron de serlo hace tiempo. Hay un protocolo que hay que seguir, eso lo acepto, pero ¿y los modales; por qué no se siguen? Un por favor, un gracias… Aquí encuentras personas que no sé en qué momento se ganaron la potestad para ser superiores a otros, que te piden la comida casi con asco… ¡ah bueno! A mi estos me hacen mucha gracia ¿vas a cenar algo que pides con ganas de vomitar? ¡Qué gente más curiosa! Cariñosamente los llamo de la “Aristogracia”.
-¡Nando!- grito yo a pleno pulmón nada más llegar a cocina- Que quieren un “potau” y el hachis de marruecos.
-Que te jodan Hugo.- Cómo le pica que abrevie sus creaciones a cosas banales y simplonas, básicamente lo que viene siendo mi sentido del humor. Si no fuera por el amor que le tiene a su cocina sé, que más de un día, me tiraría algún cazo con buena gana… Por eso sólo le puedo decir estas cosas aquí y en casa, que eso también lo tiene recogidico y limpio el amigo. Y más ahora, que tenemos a su novio el gabacho de okupa. Que no por mucho que están buscando algo para irse juntos y dejarme sólo otra vez. Sí, después de un año de okupa, sí claro-seguro que sí.

ABRIR la puerta y encontrarte dos maletas más en el salón de tu piso del casco, tan buscado con alegría e ilusión desde Idealista: céntrico, espacioso, interior, ideal para dos amigos que empiezan a trabajar, luminoso, todo un chollo, incluso añadiendo la información que siempre omiten en Internet y que bien conoces por experiencia: olor a urinario de festival, ginebras y demás mezclas en tu portal mañana sí, mañana también. Pues eso, en nuestra guarida de la ciudad, entre nuestra mesa Lack y sofá también Ikea, de cuyo nombre… no puedo pronunciar, ahí están las dos samsonites. Al cerrar la puerta he despertado al bueno de Jean, que aparece de la nada:
-¡hola amigo!
-¿qué pasa Juan?
-¡Ah, no no! ¡Jean! E’ como los vaqueros Levis.
Me encanta ese acento entre andaluz y francés. Su año de erasmus sevillano lo dejó marcado. Bueno, ¡y tanto!, han pasado ¿seis… siete? Pfff, un porrón de años y aquí siguen juntos. Cómo pasa el tiempo, ellos empezaron a salir poco después que en nuestra cuadrilla empezase la maratón de las bodas: dos, tres por año respectivamente durante unos 4 años. Años muy felices, de muchas fiestas, muchísimas fotos que desearía haberlas hecho con cámaras de carrete para haberlas velado todas y no tener pruebas de nada, los recuerdos nublados de aquellas despedidas de solteros están mucho mejor. Por supuesto que a cada una hay que añadirle proporcionalmente una cantidad curiosa de dinero. ¿Lo mejor de todo? resulta que ahora dos de cada cuatro están en crisis y el resto divorciados o a punto. Pero no mis compañeros, en ellos sigue habiendo un toque infantil que tiene el amor y que a veces sólo parece que la gente mayor sabe mantener.
Total, que en lo que yo me remonto en el tiempo, a él le ha dado tiempo de ir a la cocina y volver con dos copas y una de sus botellas reservadas para ocasiones importantes:
-Jean Pierre Jean Pierre, ¿qué me vas a vender?
-¿qué dices? Yo no vendo, ¡yo invito!
Cómo se le ve venir… pero vamos a dejarle feliz, hasta la tercera, entonces ya hablará él solito.

-Eh mira, Fer y yo nos mudamos pronto.
-Sip… cómo siempre
-Sí sí, ya lo tenemos. El mes que viene es cuando nos mudamos al otro piso. ¡Está por Goya!
No sé cuantas botellas van. Pero la noticia, la que llevo esperando hace tiempo, me acaba de sacudir un tortazo a mano abierta. De repente se me pasan los fotogramas de aquel primer año yo sólo en el piso: mucho exceso, todo blanco, nunca con dinero, siempre con deudas… muy mal año. Por suerte para mí, parece que mi querido Jean Pierre Gaultier me conoce y tiene un as guardado:
-He pensado, que para ayudar con el alquiler mi amiga Chloe se puede venir aquí contigo. Quiere aprender el español por un año, eh yo sé, te vendrá bien compañía aquí en la casa…
Justo después de aceptar su idea terminamos hablando de que este sábado hay clásico. Él, como buen seguidor del Betis y del Madrid, y yo que soy todo lo contrario, tenemos buena conversación para rato.
¿Te crees que me he quedado dormido pensando en la tal Chloe? Me la imagino con el pelo tipo hilo de pescar todo rubio platino, con ojos claros y delgadez enfermiza, de esa que ronda la anorexia. Ególatra y creída… como buena persona proveniente de la France! Y para más INRI, de París. Así que vendrá iluminada perdida.

-BUENOS DÍAS.
Abro un ojo, estoy tirado en el sofá con la misma ropa, eso sí, se ve que Jean me tiró una manta por encima con mucho amor. Y cual es mi sorpresa al encontrarme a una chica afroamericana delante de mí: piel tizón, ojos enormes y negros, pelo cardado casi afro y carbón. ¿Esta es Chloe?
-Yo soy Chloe, amiga de Jean.- Pues sí que lo es.
Me sigue explicando su primera noche en Zaragoza.
-Como yo no quise ser molesta ayer, me quedé en le hotel en centro, muy bien precio…- Se nota entusiasmo y un español mejor que mi francés. El idioma, ¡cabrones!
La chiquilla está que no para quieta. Va hablando a la vez que mira la casa, las estanterías, los libros… nuestra sección de porcelanas del chino a 1 euro…jaja, eso mola: lo empezamos en un mañaneo. Resulta que nuestro bar de almuerzos se había convertido en un bazar, teníamos que hacer gasto, así que pillamos las dos figuras más majas y baratas, y desde ese día se nos fue de las manos. Luego resultó que nos habíamos equivocado de calle, el bar seguía donde siempre.
A estas que me voy a la cocina. Necesito un reconstituyente plato precalentado que siempre me da la vida: MIGAS. Tan sencillas y necesarias para mi dieta íbera… Agujerazos con un tenedor a la tapa y un par de minutos al micro. Sólo les faltan mis dos guarniciones preferidas: tomate orlando y longaniza del pueblo. Si me oyera Nando decir esto me cortaba el cuello, un día se me ocurrió llamar guarnición al fuet y literalmente me tiró la barra a la cabeza. Es un poco basto mi amigo.
Volviendo a mi desayuno: sé que a la hora de venderlas son simples trozos de pan, pero está claro que yo soy una persona bastante plana.
Cuándo vuelvo Chloe se ha quedado revisando las portadas de nuestra colección de CDs: Marea, Extremo, Platero, Chenoa… Joder, quedaría mejor decir que es del Nando pero no, lo pillé porque me iba a casar con ella. Que gran vergüenza primer OT, ¡peor que las hombreras de los 80!
Vamos a ser un caballero:
-¿Quieres?
Chloe se gira a cámara lenta (o eso me parece a mí). En las manos tiene cogido como si de un bebé se tratase: Senderos de Traición. Yo me he quedado petrificado, pues le tengo un amor bastante insano a ese maravilloso arsenal de acordes y palabras perfectamente fusionadas al unísono. Claro, cuando digo esto la gente asume que estoy loco. Es amor, ¿vale? Lo de Chenoa fue una gran broma comparado con esto ¡VALE!
-¡Los Héroes! Yo no conozco ninguna de este disco pero sí  Avalancha: La Chispa Adecuada, Derivas…
-Es tuyo.
-¿Qué?- Me dice ella. ¿QUÉ? Pienso yo. ¿Acabo de darle mi anillo de la tierra media a Chloe, mi valioso tesoro desde los ocho; rompí literalmente mi hucha para sacar las dos mil quinientas pesetas que costaba; se me va la olla? Además, yo sólo tenía ahorradas quinientas, el resto las puso mi padrino porque sabía que era una buena inversión. Gracias a él gané este amor a la buena música.
-No… digo, que lo escuches, que cómo si fuera tuyo, siéntete cómo en casa… Es una expresión española, ¡ya te irás haciendo!
-¡Gracias!- Me contesta con una sonrisa.
De repente Chloe acaba de ganarse toda mi atención. De la manera más absurda que se me podría ocurrir.
-¿Qué es eso?
-Migas, antes te dije que si querías…
-Y qué lleva, qué son “migas”.- Ella entre comilla la palabra migas haciendo orejas de conejo con los dedos índice y corazón en cada mano.
-Es pan duro. Mojado con agua… y lo despedazas.- Me siento un gilipollas porque a cada pausa que hago le intento gesticular lo que quiero decir.
-¡Están muy buenas!- Le digo en un intento de parecer listo. Completamente fallido. Haber Hugo tú puedes, algo inteligente para decir…
-¿Sabes que Héroes son de Zaragoza?- A ella le sorprende la noticia, ¡Eso es minipunto y punto para el equipo de los chicos!
Así que empezamos hablando de música. De repente pasamos a las películas, que claro, los títulos en francés y español son completamente diferentes, así que empezamos a reír con las traducciones de Google, y gracias a Wikipedia, sacamos los nombres de todas nuestras favoritas. Parecemos dos en una primera cita. Bastante curioso sentimiento para mí. Mi última, y única novia, fue Abril. Me gustaba por lo original, pero lo dejamos por la bipolaridad. Aunque nunca lo admita en público, también la quería por eso. Duramos 5 años. Era una relación perfecta. A distancia. Nos conocimos en el Interrail, nunca pensamos que quedaríamos en España pero sí. A veces soy un romántico, y fui yo el que se plantó en su piso a no se cuanto rato de la Barceloneta una noche de locura con el coche. Ella estudiaba allí periodismo, pero era de A Coruña, así que íbamos viajando. Nos veíamos en Galicia o Aragón, quedábamos a mitad de caminos, nos íbamos de locura al sur o a Portugal... No había Skype, llamar por teléfono era bastante más caro que un iPhone de esos, así que todo eran cartas. Cada semana una, a veces más, a veces ninguna… Relación sana: sabíamos que nos queríamos y que había distancia, no intentamos acortarla… hasta que ella lo intentó. Empezó a ser más dependiente. Pero como siempre he sido muy John Travolta, yo empecé a ser más y más y más… cabrón. Gilipollas. Imbécil… De repente se plantó ella en Zaragoza, con dos cojones. Solamente para dejarme. Por cobarde. Entonces el dependiente me volví yo… ahí se mezclo con mi año de vivir de manolo en el piso. Dicen que las cosas pasan por algo. No sé yo…

Coincidimos en ranking con Pulp Fiction, Siete Psicópatas y El Rey León. ¿Cómo puede ser posible, dos personas que han crecido en lugares tan diferentes (ella en la ciudad del amor y yo en un pueblo de la ribera) tengamos tanto en común? De repente se me pasa por la cabeza que si es el Nando, que igual se está vengando por todas las que le voy soltando… Que sí que sé que suena absurdo, y a excusa barata, pero así es la historia. Total, que antes de seguir emocionándome decido poner tierra de por medio.
-Tengo que ir a currar.
Ella me dice que me vaya bien el trabajo y vuelve a sonreír, ¿puedes dejar de hacer eso, que me enamoras?

SON las cuatro de la tarde. Hasta las siete no tengo porqué ir al restaurante… pero tenía que escapar. Las historias tan fáciles no pueden ser buenas, como los conductores de autobús… no me las creo yo, desconfío mucho ¿quién te promete a ti, que ese señor no ha tenido la peor noche de su vida, y ahora dependes de él para llegar a la otra punta de España? Con sus puertos de montaña, sus curvas… vamos, que no, que por eso yo viajes de tres o viajes de seis horas, una Dormidina fuertecica y que pase lo que Bunbury quiera.
Estoy en Don Jaime y mi curro está en Independencia. Vamos, a quince minutos con mucha calma. Así que empiezo a callejear. Subo hacia La Seo y el Pilar. De forma inconsciente empiezo a comparar ciudades. Vale, que no tengamos la torre Eiffel no quiere decir que no podamos competir a ciudad bonita. Miro al frente: y el Foro Romano. Mano derecha Catedral preciosa y la de la izquierda ya es inexplicable… ¿Qué es lo que tenemos los maños con la Pilarica? ¡Si tampoco somos muy creyentes! Pero a esta… a esta la tenemos buena estima. Mira, te diré, yo con ella en un Tuzsa me iba hasta Kazajistán o incluso más a la derecha sin dormidina ni miedo.
Así que sigo por la plaza, me asomo al puente de piedra para ver el Ebro, me vuelvo para llegar a la calle Alfonso… que gusto de lugar. Tren para ir a donde quieras. Autobús también, pero como ya sabemos que la Virgen del Pilar todavía no conduce, a mi eso me hace menos ilusión…

Después de tres horas de peregrino, y cinco Ambar llego al curro. Al entrar por la puerta veo a Nando leyendo el Heraldo. Levanta la vista para decirme:
-¿Pero qué haces?-No sé por qué pero yo deduzco que se refiere a Chloe.
-¡No lo sé! Así tan fugaz todo no está bien…
Nando me responde con esa cara larga que pone cuando sabe que me estoy rallando por algo. Solo con esa cara ya se puede saber que me va a sacar toda la información que quiera. Incluso lo de Kennedy.
Así que después de una catarsis de frases sin sentido, le acabo explicando la chispa causante de todo:
-Pues eso, y Chloe de repente ha cogido Senderos de…
-Traición. No digas más ¡Bueno, la que ha liado ésta chiquilla! Y dices que es negrita.
-¡Afroamericana!...
-Que sí Huguito. Pues creo que la conocí en el viaje a Estocolmo. Me suena lo que dices, una chica con un carácter muy guay.
-¿Eso qué quiere decir?
-Pues chico ya sabes. Muy decidida. Con mucho estilo. También muy sexy, yo no sé para que has venido ¡si hoy libras!- ¡Coño! Ahora entiendo por qué me ha preguntado que qué hacía… Superándome en cosas absurdas.

-Mira Hugo, en un mes vas a estar tú sin mí en ese piso ¡ya es hora que seas un hombre! Y actúes como tal. Si vuelve a salir mal, sabes que me vas a tener detrás empujándote para que te pongas de pié, pero deja de ponerte la misma excusa y date el gustazo. Así que a casa ya.

Cuando el tío me suelta estos discursos soy incapaz de responder. Así que derecha izquierda derecha izquierda que me voy a por el primer flechazo que he tenido jamás.
Así que me vuelvo a hacer el camino de vuelta a casa. Voy bastante desorientado y no sé cómo ni por qué estoy cogiendo el camino más largo: el de la calle Alfonso. Así que antes de llegar paso por enfrente del Fnac y toma sorpresa que en el escaparate hay movidas de El Principito. En esa primera cita que hemos tenido hace escasamente cinco horas hablamos de libros y con este, llegamos a la conclusión de que ninguno de los dos sería capaz de mantener a esa rosa, ¿Sabes cuando un amigo te pide que cuides a sus plantas? Pues resulta que a ambos nos lo habían pedido. Y ambos usamos la estrategia del ibuprofeno: una cápsula al macetero y la flor vuelve a revivir. Aquí no ha pasado nada: ¿exceso o falta de agua? Ibuprofeno.

No sé como pero una bombilla aparece en mi cabeza, me paso Alfonso para hacer un par de compras antes de volver a casa y escribirle un par de mensajes a Jean.

YA ESTOY EN CASA. Ella no está. Voy directo a la cocina y empiezo con el zafarrancho. Uno de los mensajes que le mandé a Jean fue que cogiese a Chloe y la sacase de casa hasta nueva orden. No sé qué le habrá dicho, pero ha funcionado así que seamos positivos.

Preparé una tabla de montaditos de morcilla con manzana y unos huevos rotos con jamón. Compré dos paquetes más de mis migas de confianza, y ese fue mi plan para aquella cena.
No velas. No vino. Compré botellines de Ambar y puse la mesa como un camarero profesional que estoy hecho.

Cuando ella llegó le expliqué que quería disculparme por haber huido por la mañana. Ella se volvió a reír. Conociéndola desde hacía menos de un día, esa sonrisilla me iba ganando cada vez más y más.
Empezamos la cena. Abrimos botellines. Volvimos a relajarnos. Yo me dejé ir llevando por el momento. Cada vez estábamos más cerca el uno del otro, y eso que en un sofá FRIHETEN es fácil perderse.
-Chloe, tengo un regalo.
-Jaja, ¿qué?
-Porque vamos a ser compañeros de piso. Y es una nueva aventura para ambos. Así que he pensado que ambos tenemos que empezar a aprender a cuidar plantas.- Y ahí que saqué el macetero rojo con las rosas rojas que pillé en la floristería de confianza. Confianza la que tenía mi madre en el sitio de Hortensia, yo jamás había comprado nada allí, pero la señora en seguida me reconoció:-“Tú, eres el de la Susana, sí, que cuando baja a Zaragoza siempre me viene a pillar flores. ¿Qué tienes una mozica o qué?” Esta gente por qué se entera de todo. ¿Por comprar un macetero de rosas quiere decir que…? Vale sí, me ha pillado. Que después de más de diez años viviendo en Zaragoza, sea la primera vez que compro flores…

En cuanto dejé el macetero apoyado en la mesa le dio un ataque de risa a la morena que me contagió.

Después de explicarle todo lo que me habían dicho en la tienda nos volvimos a sentar, pegados el uno al otro y no sé cómo pero pasó.

Fuimos a mi cuarto y como buen caballero no diré nada sin la presencia de mi abogado delante.

Fue una noche genial con una mañana sincera. Sin palabras, porque hay veces que sobran, entendimos que no es posible que una persona que acaba de llegar a una ciudad, en un país nuevo se pueda quedar enganchada del primer anzuelo que ve. Es algo muy egoísta.
¿Qué las cosas pasan por algo? Ahora puedo decir que claramente sí.

En tan solo un día me enamoré de esta mujer, y en un año el destino hizo que nos pasaran ciento y un millón de cosas que han hecho que ahora estemos juntos.

Por eso, mi querida Chloe, te escribo esta carta para decirte: ¿quieres casarte conmigo?

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