Magistral el capítulo de la semana pasada de Eduardo Comín. Hoy os traemos la siguiente entrega en el que descubriremos quién hay tras la puerta, el resultado del test y otro final....
Las miradas de Olga y Ana se cruzaron fugazmente. Olga no terminó de entrar en la habitación y al ver semejante panorama se dió media vuelta y se fue sin decir nada.
Cuando Ana consiguió reaccionar le dijo a Pedro que tenía que marcharse. Pedro aceptó, y por extraño que parezca se había percatado de la visita de Olga. Todavía a horcajadas sobre Pedro, se levantó cuidadosamente, se vistió, le dio un beso y le susurró entre feliz, preocupada y avergonzada por la situación, que mañana vendría a verlo.
Salió de la habitacón y
se fue a la sala de descanso a tomarse una tila y relajarse un poco antes de
marcharse. Su turno había terminado hacia un rato. Cuando llegó a casa decidió
darse un baño antes de acostarse. Mientras lo preparaba se aseguró de que la
puerta estaba bien cerrada, cogió un trozo de papel y anoto « IMPORTANTE :
MAÑANA CAMBIAR LA CERRADURA ».
No quería tener más sorpresas. Sospechaba que Ramón pudiera haber hecho una
copia. Junto a la nota dejo las llaves y se sumergió en el relajante baño.
A la mañana siguiente,
al despertase, Ana cogió el telefono y le mando un whatsapp a Sandra. Quería
contarle las novedades sobre el accidente de su hermano. Tumbada en la cama se
puso a teclear. Cuando finalizó se levanto y presa de su inquieta cabeza que la
atormentaba con los últimos acontecimientos se dispuso a limpiar todo el piso.
Era lo que hacía cuando estaba nerviosa y una de las cosas que sacaba de quicio
al holgazan de Pedro, para el cual nunca era buen momento para realizar las tareas
del hogar. Pero ahora él no estaba y se preguntaba si volverían a convivir
algún día. Cuando termino cogió las
llaves y al salir de casa se encontró con Mario, su vecino de arriba que
acababa de llegar de Londres.
-¡Hola Mario!, ¿Qué tal te ha ido?- Se
alegraba sinceramente de verlo. Era un buen chaval y un excelente vecino.
-¡Hola Ana! La verdad es que muy bien. Mejor
de lo que esperaba. Vosotros por aquí ¿Qué tal?
-Me alegro de que te haya ido bien. Bueno,
la verdad que no muy bien, Pedro esta en el hospital-. El gesto de Ana se tornó
triste.
-¿Cómo? ¿Está bien? ¿Qué ha pasado?- se
sorprendió el recién llegado.
-Ahora ya está mejor, fuera de peligro.
Tuvo un accidente con el coche. Es largo de contar, quedamos en otro momento y
te cuento que voy con prisa-realmente así era.
-Okey Ana. No te preocupes, si necesitas
algo ya sabes dónde estoy-y le regaló su mejor sonrisa.
-Gracias Mario. Si quieres pasarte por el
hospital, Pedro se alegrará de verte-respondió Ana agradecida.
-Gracias Ana, cuando tenga un rato iré a
verlo. Ambos se despidieron y se fueron a sus quehaceres.
Ana bajó al portal y ahí
estaba Sandra esperándola para acompañarla al cerrajero. Una vez terminaron se
sentaron en una terraza y pidieron unos cafés, mientras Ana le iba contando.
-No me lo puedo créer. ¿Cómo es
posible ?
-Ya ves Sandra, Pedro jugándose la vida y
la señora sin tener nada grave. ¡La que está liando! Lo que nos faltaba,
como teníamos poco... Suma y sigue con los problemas.
-Ana, me estas asustando. ¿Qué más pasa?
-Es pronto para contarlo, porque todavía
no es seguro. ¿Te acuerdas que llevo unos días con mareos y mal estar?
-Ana... ¿Me estas contando que estás
embarazada?
-Si Sandra. Ayer me hice la prueba y dió
positivo-el rostro de Ana esperaba una respuesta y al mismo tiempo reflejaba un
gran alivio al haber podido contar el gran secreto que la atormentaba.
Sandra con una gran
sonrisa en la cara, se empezaba hacer ilusiones.
-¿Quién más lo sabe?
-Nadie más Sandra. Como te he dicho no es
seguro todavía. Tengo que pedir cita al ginecólogo y que me lo confirme.
-¡Vamos ahora mismo!-era pura
energía- ¡Yo te acompaño ! Ahora que lo sé... ¡No nos podemos
quedar aquí! Coge tus cosas, entro a pagar y nos vamos.
Ana no tuvo tiempo de
pedirle a Sandra que se calmara, ya estaba dentro. Cuando salió, ambas
marcharon dando un tranquilo paseo. De camino, Sandra frunció el ceño.
-Ana, una pregunta. ¿Es de mi hermano o
de Ramón?
-No te preocupes Sandra, es de tu
hermano.
-¿Segura?- Necesitaba confirmación.
-Si, si, al salir positivo cogí un
calendario y marque los días. No hay duda, « ES DE PEDRO »
-¿Voy a ser tía?-por lo bajinis- ¡Voy a
ser tía!-afirmando-¡¡Voy a ser tíaaaa !!-gritando y saltando.
-Sandra, sé que te hace mucha ilusión,
pero te tengo que pedir que no se lo cuentes a nadie hasta que no sea seguro. Por
otro lado, cuando lleguemos al hospital me gustaría hablar con tus padres y con
Pedro sobre el accidente.
-No te preocupes, cuando lleguemos mis
padres ya estarán y podremos hablar tranquilamente en la habitación.
-Gracias Sandra. De verdad. Por todo lo
que estás haciendo y como has afrontado la situación. Gracias.
Al ver la cara que
estaba poniendo, Sandra le dio un abrazo y le dijo que todo iba a ir bien. Que
iba a estar ahí para todo lo que necesitase. Ana le respondió con una sonrisa y
dándole las gracias de nuevo reemprendieron el camino hacia el hospital.
Antonio e Irene
terminaron de hablar con el médico y fueron a la habitación de Pedro.
-¡Buenos días mi niño! ¿Qué tal te has
despertado?
-Muy bien mama, mejor que estos días
atrás. Le contesto con una gran sonrisa, en la cual su madre se fijo.
-Cuanto me alegro de verte sonreír. Hacía
mucho que no lo hacías. Te traigo una buena noticia para que sigas sonriendo.
-¿Qué pasa mamá? ¿Has hablado con el
médico?
-Eso es. He hablado con el médico y me ha
dicho que te estás recuperando favorablemente y que dentro de poco podrás
empezar la rehabilitación.
En esos momentos, Sandra
y Ana entraban por la puerta. Al ver la sonrisa que tenían todos, Sandra
preguntó:
-¿Qué pasa?
-Sandra querida, que ganas tenía de que
llegases. He hablado con el médico y me ha dicho que Pedro se recupera
favorablemente y que pronto empezara la rehabilitación.
-¿En serio mamá?
-Si hija, por fin las cosas empiezan a ir
bien-y una sonrisa iluminó su cara.
Sandra y Ana se miraron
fijamente y con una mirada cómplice decidieron callar, no querían estropear el
momento.
En el otro lado del
hospital, Olga y Patricia aprovechaban en su tiempo de descanso para hablar
sobre su reacción en el bar.
-Olga, ahora que estamos las dos
tranquilas, ¿Me puedes explicar tu reacción en el bar del otro día?
-Claro que sí Patricia. No actué
corretamente, pero la cosa se va a complicar un poco más. No sé como voy
afrontar esta situación. Tengo que hablar con Pedro y Ana tranquilamente.
-Olga, ¿Qué pasa?
-Digamos que…
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