lunes, 24 de febrero de 2014

Nuestra historia. Capítulo VIII. ¡Se ha liado parda!

Tremendo capítulo el de la semana pasada propuesto por Diego Serrano. Veremos como se resuelve el sugerente final que nos dejo en vilo y que novedades nos trae el octavo episodio de la saga. Tiene un intenso desarrollo, su titulo lo dice todo. Además de otro final....



VIII.     Se ha liado parda

Vaya panorama…
Estaba lloviendo y pintaba un día tan oscuro como aquella habitación.
Entre esas cuatro grises paredes se respiraba un ambiente sexualmente tenso, acarreado por todo lo ocurrido anteriormente.
-Hundido, estoy hundido a la vez que cabreado-contestó Pedro.
-¿Ana?-preguntó Olga en un tono intrigado.
-Sí, veras…es que Ana…-dijo Pedro entre suspiros.
-Déjalo Pedro, no quiero saber nada…este momento es nuestro-añadió Olga a la vez que zarandeaba su cabeza de lado a lado.
Después de una mirada muy intensa por ambas partes durante varios segundos, Olga se agachó lentamente buscando rozar sus labios junto a los de su amigo Pedro, el cual la estaba observando atentamente sin inmutarse en ningún sentido.
El ambiente era ardiente y ambos tenían la mente en las respectivas discusiones con Ana. Se estaban dejando llevar por la rabia de lo acontecido y por la tensión sexual que se respiraba entre aquellas paredes.
Pedro no dejaba de pensar en Ana…-¿Cómo se le ha ocurrido?, me parece increíble…claro, que yo también me he coronao, para que voy a mentir, menudo panorama…me siento confuso, y Olga…¿Qué hago?, ¿la beso?....
Olga, por su parte pensaba en el torso desnudo de Pedro, mientras lo miraba con deseo-¿Cómo me ha podido echar las culpas a mi de todo?, uiba….como me pone Pedrito…con ese torso, esos labios carnosos…- Olga se estaba dejando llevar durante estos segundos por su lado mas salvaje en lugar de por su amistad con Ana y con Pedro. La verdad es que eso era lo que menos le importaba allí y en ese momento.
Después de estos instantes de diversos pensamientos, llego el momento, ambos abrieron sus bocas para terminar de juntarlas pero de repente…¡Sandra entró en aquella oscura habitación!
-Pedro, ¿estás loco? Eres un gañan y un…y un…-a Sandra no le salían las palabra y no será porque no pasaran cosas por su cabeza en ese instante.
-Sandra, verás…esto…no es lo que parece-dijo Olga confusa mientras tapaba su boca con la mano.
-¿Qué no es lo que parece?... ¿te piensas que soy tonta?-gritaba Sandra muy enfadada.
-Sandra, tranquila-exclamó Pedro- nos hemos dejado llevar por todo lo que ha ocurrido con Ana, ambos hemos discutido con ella y estábamos molestos. Si, nos íbamos a besar, pero fue cosa del enfado nada más…- Le explicaba Pedro con voz calmada mientras dirigía la mirada hacia Olga.
-Bueno…a ver…un momento. Solo he visto que os íbais a besar, yo no...-intentaba calmar Sandra los ánimos.
Justo en el momento que Olga y Pedro subían la mirada avergonzadamente hacia su hermana, Ramón entraba por la habitación escuchando perfectamente lo que Sandra acababa de decir.
-Hol… ¿Qué? Me parece increíble por parte de los dos…pero como sois así…-dijo Ramón con tono de enfado.
-Bueno…y Ramón que se acaba de enterar–dijo Sandra liberando tensiones y dando una vuelta sobre si misma apoyada en un solo pie.- Ya lo siento.
Antonio e Irene subieron de tomar café y se apresuraban a entrar en la habitación para esperar a que los médicos subieran a evaluar el estado de Pedro para llevarlo a planta. Pedro estaba tan nervioso que no se enteró de que sus padres estaban entrando y siguió con la confusa conversación.
-A ver…sí, nos íbamos a besar dejándonos llevar por lo acontecido con Ana, pero no ha pasado nada, ni nos hemos rozado.
-¿Qué la has besado?- Preguntó Irene mirando muy decepcionada a su hijo.
Olga empezó a notar como le ardían la cara y las manos, decidió agachar la cabeza para que nadie viera que se estaba enrojeciendo. Si hubiera habido un agujero que llevara bajo tierra no hubiese dudado ni un segundo en meterse dentro, pero desafortunadamente para ella no lo hubo.
Pedro miraba a su madre con la misma cara que le miraba y los mismos ojos que le ponía cuando de joven hacía algún chandrio y no quería que le regañase, vamos, con “ojos de cordero degollao”. Ramón se llevó las manos a la cabeza y suspiró, después, puso la mano sobre su hombro y le lanzo una mirada tranquilizadora de las que Ramón sabía lanzar y muy bien. Ante todo era su amigo y aunque se hubiera liado con su novia y él se hubiera liado con Olga, tenía un papelón encima muy gordo con sus padres y le debía apoyar como hacen los buenos amigos.
Sandra se mordía el labio ante la enrevesada situación. Sobretodo al ver el papelón que tenía encima su hermano y pensó–menudas lías hermanito, menuda se acaba de liar en esta habitación.
Irene comenzó a llorar y Antonio, un hombre muy prudente, la cogió del brazo cariñosamente y se la llevó fuera de aquella tenue habitación, sin decir ni una sola palabra a nadie.
El panorama que se había formado en allí era muy negro. Todo el mundo se había enterado de la historia entre Olga y Pedro y eso, la verdad que no ayudaba a mejorar las cosas entre el grupo y las empeoraba entre la familia.
Los otros cuatro se quedaron en la habitación. Durante unos minutos hubo un silencio muy incómodo por parte de todos, silencio que rompió Ramón.
-Pedro, mañana vendré a ver como estas y a hablar contigo- dijo Ramón acercándose hacia la puerta para salir de allí.
-De que Ramón… ¿de lo que hiciste con mi novia?- se encaró Pedro hacia su amigo.
Ramón sin decir nada más le tocó el hombro a Sandra y salió por la puerta sin dar crédito alguno a lo que estaba oyendo en ese momento–. No me puedo creer que sepa lo mío con Ana, esto no se como va a acabar…está claro que tendrá que pasar tiempo para que todo vuelva a ser como antes, si algún día lo vuelve a ser.
Dentro de esas cuatro paredes en las que se encontraban Pedro, Olga y Sandra, esta rompió el silencio en el que se hallaban.
-Olga, nos vemos a las siete en el Rock & Blues para hablar de esto, avisa a Ramón, y que Ana no se entere. Debemos aclarar esta situación.
Se acercó a su hermano, le dio un beso en la mejilla y dijo–la has liao parda hermanito, déjame aclarar las cosas entre los cuatro a ver si sacamos algo en claro. Tú descansa y no te ralles.
-Gracias, Sandra-. Dijo su hermano a la vez que le daba un beso y la miraba emocionado.
Sandra siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás y más si se trataba de su hermano y de Ana.
Después de todo lo ocurrido, Pedro fue mandado a planta por su buena evolución para que empezara enseguida con los ejercicios de recuperación. Una vez en planta, Olga y los demás médicos lo dejaron descansar. Olga, antes de salir miró a Pedro, le hizo una mueca y se fue.
Pedro se había quedado solo, sus padres se habían ido a la cafetería después de lo que escucharon y no habían vuelto a verle, lo que preocupaba demasiado a Pedro. Este se hallaba muy pensativo por los acontecimientos que había vivido con Ana, Ramón, Olga, Sandra y sus padres y ante semejante marrón comenzó a llorar desconsolada y amargamente y con la mirada perdida hacia la ventana.
Entretanto Olga había acabado el turno y se dirigió al vestuario a cambiarse. Miró el móvil y se encontró un whatsapp de Sandra en el que le ponía que por favor avisara a todo el grupo menos a Ana, que era mejor dejarla fuera de momento y que ella se encargaba de sus padres para que no dijeran nada. Ella sin duda alguna mandó un whatsapp a cada miembro de la pandilla para que acudieran a la cita y que Ana no se enterase. Después, recogió sus cosas y se dirigió hacía el Rock & Blues.
Eran las seis de la tarde, Ana se dirigió al hospital aunque su turno comenzaba a las siete, para ver a Pedro e intentar hacerlo entrar en razón y hacer las paces para poder acabar con esa pesadilla que le estaba martirizando.
Una vez en la puerta, tomó aire, suspiró, puso su mirada hacia el techo y entró en la nueva habitación de Pedro.
-Hola Pedro ¿Cómo estas? Ya veo que te han subido a planta, me dejaron los compañeros una nota en la taquilla diciéndome tu nuevo número de habitación.
-Hola Ana- dijo Pedro entre un mar de lágrimas.
-¿Qué te pasa? Veras Pedro, yo…siento lo que pasó con Ramón, fue cosa del rencor y la verdad…no sé como…
-No Ana, no es eso…es que te tengo que contar que Olga y yo…-contaba Pedro algo confuso, pero no le salían ni las palabras
-¿Qué ha pasado?, ¿Por qué dices en la misma frase Olga y yo?...me estas asustando y cabreando Pedro…cuéntamelo de una vez-. Insistió Olga mientras apretaba las manos contra sus muslos.
-Verás Ana…Olga y yo estábamos a punto de besarnos cuando Sandra entró por la puerta. Cuando estábamos explicándole que nos dejamos llevar por la situación, entró tu amigo Ramón y mis padres y ahora todos piensan lo que no es- le contaba Pedro con voz de arrepentimiento y excusándose.
-¿Lo que no es, Pedro?...¡Te ibas a besar con ella otra vez !-Comentó Ana histérica, justo antes de salir por la puerta y dar un portazo que hizo retumbar toda la planta mientras se secaba las lágrimas en las que su cara se veía envuelta.
Pedro siguió llorando aunque esta vez mucho más amargo que antes y Ana se dirigía a la cafetería dónde sus suegros se encontraban tomando un café y charlando sobre lo que vieron en aquella maldita habitación.
Cuando Ana llegó, sus suegros la vieron enseguida y no dudaron en llamarla y abrazarla para consolarla. Ana era muy querida por ellos, era como una hija más.
-Anita, tranquila…todo se arreglará, Pedro se ha equivocado pero se le nota en la mirada que te quiere mucho-. Dijo Irene cogiendo la mano de Ana.
-Si Irene, pero es que….eso no es todo..Ramón y yo…también nos hemos liado. No se como ha ocurrido, pero ocurrió.
-¿Tú también querida? ¡Pero que clase de culebrón es este! Perdona Ana...- añadió Antonio ante un impulso de rabia.
Los tres siguieron hablando calmadamente sobre lo que había ocurrido desde el día de Nochevieja hasta ese momento. Aunque los suegros no daban crédito a todo lo que estaban escuchando a través de la boca de Ana.
Una vez terminada la conversación, que transcurrió de manera calmada porque los tres eran personas civilizadas, Ana se dirigió a comenzar su turno de guardia y sus suegros se dirigieron hacia la habitación de su hijo.  Una vez en la puerta de la 413, entraron y allí se encontraron a Pedro, llorando como Ana lo había dejado.

A escasos metros del hospital, todos iban llegando al sitio acordado.
La primera en entrar fue Sandra. Se pidió un vaso de fría cerveza y se sentó en una mesa apartada a esperar al resto.
Seguidamente entró Rafa que tapó los ojos de Sandra con sus manos. Esta las cogió, se dio la vuelta y…-¡Uibaaaa un hombre!...y que hombre…- pensó en voz alta.
-Sigues tan divertida como siempre, eh!- Contestó Rafa en tono divertido a la vez que se sonrojaba.
-Je je je, perdona Rafa… ¿Cómo estas?- Dijo Sandra coqueteando a la vez que le daba dos besos.
-¡Bien! Todo bien… ¿y Pedro?, ¿Cómo está?...hoy no me he pasado, luego lo llamaré y mañana iré a verlo-contestó sonriendo.
-Pedro…bueno…estaba bien de lo suyo. Lo han subido a planta, me ha mandado un whatsapp Ana para decírmelo.
-Eso es una buena noticia, Sandra. Verás que pronto lo tenemos por aquí dando mal- chisteó Rafa.
Sandra y él siguieron hablando y mientras coqueteaban y lo pasaban bien tomando unas cervezas Sandra le contó la razón por la que habían quedado. Rafa no daba crédito a lo que estaba oyendo.
Sandra recibió un whatsapp de Olga en el que le decía que iba con Ramón y Patricia en el coche y que llegarían un poco tarde debido a un atasco que había muy cerca del centro de la ciudad.

Eran las siete en punto de la tarde. Señales horarias y en la radio del bar sonaba la canción preferida de Sandra. Ella comenzó a cantarla y Rafa le acompañaba porque también era una de sus preferidas. Pasaron a hablar de otros temas que no fueran Pedro y Ana y vieron que tenían muchas cosas en común. Cuando acabó la canción que estaba sonando, Sandra se levantó al baño. Cuando salió del baño, se aproximó a lavarse al lavabo y allí estaba él…

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