Autora: Manuela Montejano.
Procedencia: Figueruelas, Zaragoza.
Hoy le damos la bienvenida a Zarracatalla a Manuela Montejano (Figueruelas, Zaragoza) que viene a sumarse a esta iniciativa que pretende llenar 2022 DE LETRAS. Y lo hace con un relato titulado "La motivación", cargado de intención en sus líneas. Seguro que a más de un@ le hará reflexionar sobre esos momentos de la vida en los que una motivación extra puede ser algo positivo... o no.
Estoy convencido de que esta autora nos acompañará en nuevas aventuras literarias, pues ha sido muy divertido todo el proceso hasta la fecha de hoy, en el que su obra ve la luz. Espero que os guste. Gracias, Manoli.
A continuación os dejo aquí su texto para que disfrutéis de su lectura...
“LA MOTIVACIÓN”
La rutina después de casi quince años de relación de pareja y mucho
amor, no quiere decir que se tenga que terminar, sino buscar alternativas para
avivar esa llama encendida pero muy suave. Decidí porqué no hacer caso a esos
mensajitos que de nuevo hacían que mi corazón se acelerará y sabiendo que no
estaba bien… mi adrenalina se disparaba. No estaba dispuesta a perder a la
persona que más había querido y decidí jugar, y así estar ilusionada de nuevo,
aunque sabiendo que era un juego peligroso. Llevar niños al cole, trabajar, la casa… todo eso hacía que mi vida fuera
rutinaria e incluso aburrida, eso sí, nunca deje de querer a mi marido, que
para mí nunca lo superaría nadie. Volvía del trabajo como siempre y me ponía a
repasar mis cuentas… y otro mensajito… ¿cómo va el día guapa? Todo comenzó como
una simple charla entre compañeros de trabajo.
Pero eso hacía que el duro trabajo que me esperaba se hiciera más ameno…
¡ya tenía incluso ganas de ir! Nunca sabíamos si coincidiríamos debido a los
cambios repentinos de turno.
Ir a trabajar a las cinco de la mañana… y recibes
un was:
“Buenos días preciosa… espero que tengas un buen
día”.
Ummmmm. ¿No está mal no? Eso
alegra el alma. A todo esto, diciendo que el niño no está nada mal.
Los días van pasando en casa, te sientes feliz, motivada, con ganas de
reír, bailar e incluso de hacer más el amor. Todo simplemente por unos pequeños
mensajitos diarios, poco a poco yo también fui diciendo cositas, ya lo echaba de
menos el día que no me decía nada, llegué a tener dependencia de sus palabras.
Sin querer o quizás sin pensarlo, simplemente me deje llevar y llegó el momento
de decir cosas que nunca hubiera pensado ser capaz, pero bueno, para mi seguía
siendo un juego, algo necesario para sobrellevar los días duros y tristezas.
Muchos días me sentía mal, hacia mi marido, porque se sintiera engañado, pero
no era así, lo tome como una ayuda de
pareja (tenía mis momentos de contradicción). Hace que sienta ganas de ponerme
guapa, cuidarme y sentirme atraída:
“¡-hola! -hola -Estabas preciosa. He pasado y te
visto.”
“- Porque no has parado a saludar?”
“-Prefiero mirarte sin que lo sepas.”
Poco a poco, día a día, el tema fue subiendo de temperatura y sin darnos
cuenta ya hablamos de vernos… Planeábamos quedar a solas, ¿pero eso ya era
pasar a otro nivel y podía ser peligroso?
-“Me deseas?”
-“Claro. Mucho. Dime más cosas….”
-“Eres preciosa, perfecta, divertida”.
Mientras, en casa seguían mi felicidad, mí motivación y mi marido, al
que adoro. ¿Es difícil de entender? ¿Soy a la única mujer a la que le pasa eso?
Yo creo que no. Las hay, y muchas, y hombres que necesitan una motivación para
alegrar sus vidas y olvidar así un poco la rutina. Lo malo de todo esto es que
el que juega con fuego se quema… Hay que tener la mente preparada para saber
qué es lo que quieres, y valorar lo que tienes. Los días pasan y te acostumbras
tanto a sus miradas, sus mensajes… que al final te hace dudar, de si te sientes
como una mala esposa, o mal marido. ¡Que tontería! ¿Mal? Ni siquiera hemos
tenido apenas palabras físicas, solo miradas, y alguna pausa en el curro, que
haciendo como que no nos conocemos aún hace más fuerte la “Motivación".
Cada día la cosa se iba enfriando, cada día los mensajes se hacían esperar más,
incluso lo veía en línea en WhatsApp y no contestaba. Yo pensaba: “Bueno, esto
ya se enfría, seguro buscó otra”. Así era, con la misma, seguí mi trabajo, mi
rutina y mi marido. Al fin y al cabo, solo me sirvió para eso, para alegrarme
unos cuantos días. ¿Debo entonces sentirme mala espos@?
Manuela Montejano.
Figueruelas, Zaragoza.
Ilustraciones: María Reguera.
Puedes seguir a esta autora a través de los siguientes enlaces a sus redes sociales y páginas personales.
Besetes a tod@s.
Nos leemos.
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