lunes, 7 de febrero de 2022

2022 DE LETRAS: Paula Perella Sáez - Me amas.

Título: Me amas

Autora: Paula Perella Sáez

Procedencia: Zaragoza


Hoy nos acompaña Paula Perella Sáez (Zaragoza) con su relato "Me amas". Estoy encantado de seguir contando con esta autora y amiga que hace mucho tiempo que se sumó a Zarracatalla y que ha querido estar de nuevo en este proyecto literario que pretende llenar de letras el 2022.

A continuación os dejo aquí su texto para que disfrutéis de su lectura...




“ME AMAS”

 

El bebé se mecía en una sombra verde moteada de luz blanca. No había brisa, era un caluroso día de primavera en la sierra.

El niño, de mofletes rosados, devoraba con interés la mano izquierda mientras con la derecha la aferraba bien, como para que no huyera esta escurridiza presa.

La baba transparente y limpia empapaba puños, cuello y babero. Las causas de esta abundancia de saliva en un bebé menor de un año eran diariamente discutidas y comentadas por cualquier adulto que se cruzara con la criatura:

-Le están saliendo los dientes- comentaba alguna.

-Este niño quiere un chupete- observaba otro.

- Tendrá alguna décima- dijo una vieja.

- Sujétalo mejor, más atado- recomendaba aquella niñera.

-Es hambre, la teta no le llena- animaba la abuela.

-Es normal, es un bebé- decía siempre la madre.

-Pídele algo al boticario- casi suplicaba la vecina.

-Seguro ha cogido frío, no lo abrigas- ayudaba la otra abuela.

-Déjalo en el suelo ya- decía alguien, impaciente por comenzar a comer.

-Mis nietos nunca babearon- presumía otra.

-Mis hijos babeaban mucho más- recordaba otro.

-Ponle anís en las encías- solucionaba rápidamente otro.

-Este niño lo que quiere es un mordedor- asesoraba la madre de 5 niños.

-¿Lo ha visto un médico ya?- tranquilizaba el padre.

-Este niño lo que quiere es teta- decía también una de las abuelas.

El niño se mecía en una semisombra mientras su madre tendía al sol, en el henar, las sábanas de la cuna.

Ella no lo miraba pero lo veía por el rabillo del ojo. No estaba aparentemente atenta pero sus oídos captaban constantemente los balbuceos y experimentos vocales de su hijo.

El niño era ajeno al mundo y a las circunstancias que lo rodeaban, que aparentemente lo tenían desatendido y sobreprotegido a la vez.

El niño se balanceaba y disfrutaba de la luz clara y penetrante de la montaña: algunas flores destacaban entre las hierbas. Algunas plantas hacían pequeños movimientos que sólo se percibían si te parabas a mirarlas de cerca:

Por debajo de los tallos que aceleraban hacia el cielo; hormigas, mariquitas, algún grillo y algún saltamontes.

Por arriba; mariposas desperezándose del frio del arroyo, otras libando, abejorros cantando y abejas zumbonas.

Más arriba; el quebrantahuesos o el milano, a turnos.

Más abajo, por debajo; el topo, las lombrices y el escondite de un hormiguero.

Cualquier persona hubiese podido observar más. Cualquiera que tuviese ojos nuevos, sin desgastes, sin cansancio de años, de engaños y desengaños… Cualquiera hubiese visto mucho más:

Ese diente de león que se movía era percutido, no por insectos, si no por un duendecillo.

Eso que pasaba volando cerca del niño, de vez en cuando, no era ni un tábano, ni una mosca ni un escarabajo. Era un hada embobada con el parloteo del niño.

Y cualquiera que hubiese tenido oídos nuevos de críticas y buenos consejos, hubiera percibido que los vocablos sin sentido del bebé eran, en realidad, un canto de celebración, de alegría y asombro por la escena que presenciaba, por los colores, el sabor de su mano, la cara de travieso del duende y las alas preciosas del hada.

El bebé se mecía, con ojos abiertos e inteligentes, bajo la incipiente frondosidad de un árbol.

 

Zaragoza


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Besetes a tod@s.

Nos leemos.

1 comentario:


  1. Fantástico, Tan realista que me ha parecido ver al niño en todo momento. Felicidades!

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