sábado, 19 de marzo de 2022

2022 DE LETRAS: Cris Bernadó - Lúa.

Título: Lúa.

Autora: Cris Bernadó.

Procedencia: Zaragoza.

Hoy sumamos a una autora que conocemos mejor por sus novelas históricas, pero que se ha propuesto ayudarnos a llenar 2022 DE LETRAS y estamos encantados de que nos haya ofrecido este tierno relato que seguro os va a encantar. 
Se trata de Cris Bernadó (Zaragoza) y su texto se titula "Lúa", una delicia ver como describe el mundo mascota, la vida al cuidado de un animal... o viceversa.
Espero poder volver a coincidir en nuevos proyectos literarios y que pases las veces que quieras por Zarracatalla. Gracias, Cris.

A continuación os dejo aquí su texto para que disfrutéis de su lectura... 


“LÚA”

 

Te miro. Estás recostada en el sillón orejero, arropada por los rayos de sol que entran por la ventana del salón. Estás tranquila. Duermes sin que las toses de los últimos días molesten tu sueño, y tu respiración, leve y silenciosa, provoca en mí una tristeza tierna, una ternura inmensa. Recuerdo tu llegada a nuestra familia. No fue una llegada repentina. Venías a visitarnos  a primera hora de la tarde. Subías al alféizar de la ventana de la cocina y me mirabas mientras yo fregaba la vajilla; tus ojos pedían algo de comida y tus maullidos discretos me decían que no necesitabas comer, que era una visita de cortesía, que otra vez te habías quedado fuera de tu casa; pero tranquila, intuyo que me dices, no hace frío y sabes que me gusta pasear por la urbanización y los campos que la rodean. Yo te sacaba un poquito de comida. La probabas, agradecida, y seguías tus paseos y tus visitas a otras casas amigas. No sabía tu nombre y te bauticé como Lúa. En otras casas tenías otros nombres y a todos atendías. Eras una gata joven y fuerte y aguantabas bien el frío del invierno. Aun así, un día maullaste un poco más alto y te dejamos entrar en casa. La noche estaba muy fría, tus amos se habían marchado definitivamente y te habían dejado al cuidado de los buenos vecinos que sabían que eras la gata de la casa de la esquina, esa casa a la que volvías cada día por si la puerta volvía a abrirse para ti.  A veces me traías regalos. Pequeños ratones de campo, algún pajarillo... tuviste el detalle de no traer regalos más grandes. Te hiciste a las gatas de la familia, a las perritas y al perro grande que vino después. Paseabas con nosotros, sin correa, sin órdenes, haciendo gala de la libertad que tu casa cerrada te daba. Y así pasaron los años. Cada día pasabas más tiempo en nuestro jardín. Te subías más a menudo al alféizar de la ventana de la cocina. Si nos íbamos de vacaciones, los buenos vecinos te ponían doble ración de comida. Fuiste nuestra huésped durante el último invierno que pasamos en la casita con jardín. Dormías en casa, pero seguías saliendo a la calle a pasar el día, y continuaste con tus visitas para pedir comida, como si por la noche no fueras a franquear la puerta de casa para dormir arropada por nuestro cariño, bien calentita. Un verano nos mudamos y tú te quedaste al cuidado de los buenos vecinos. Nuestra separación no duró mucho. Te extrañábamos y el invierno estaba próximo. ¿Qué puerta encontrarías abierta? 

Sacrificamos tu libertad por la seguridad y la tranquilidad de un hogar. ¿Has sido feliz en esta casa, querida Lúa? Eres ya muy viejita y en dos semanas la enfermedad se ha cebado contigo. Me acerco al sillón y me siento a tu lado. Acaricio tu lomo y sonrío. Los perros de la casa también se acercan, por si algo de la comida que intento darte y que tú rechazas ha caído cerca. No te molestan y tú sigues tranquila, con esa respiración leve y silenciosa que me produce tanta ternura y tanta tristeza.

 

 

 

                                                                        Cris Bernadó.

Zaragoza.



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Besetes a tod@s.

Nos leemos.

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