Título: A un tono de voz.
Autora: Raquel GonzálezProcedencia: San Sebastián de los Reyes, Madrid.
A continuación os dejo aquí su texto para que disfrutéis de su lectura...
“A UN TONO DE VOZ”
Se
encienden las velas de mi conciencia, la suave y tibia voz de mi inocencia
canta por soleares creyendo que nadie toca lo que mi voz ausenta detrás de mí.
El precio de la eternidad está en sus carcajadas que son hoyuelos donde quedarte
a pensar y que te abrace la vergüenza, de la cual mi cuerpo creo que tiene cada
vez menos. Y me planto desnuda delante de mi reflejo, y ahora resulta que tengo
delante de mí a la puta casualidad más alocada de mi vida, yo misma. Y mis uñas
coloridas y perfectas rozan el espejo dibujando la silueta de mis curvas, tan
jodidamente expresivas que te dejan sin habla. Y el calvario de desearme nace,
nace aullando en un recuerdo junto a alguien que quizá ni me haya mantenido en su retina, pero yo
retengo, a parte de años, deseo de volvernos a ver y que mis pechos saluden por
mí. Poco a poco me quedo gimiendo entre sombras y cristales, y siniestros
golpes que doy a mi imaginación. Arrimo
mi cuerpo despierto y desnudo al espejo, frío, está tan frío que parece un
jodido recuerdo masturbado ya. Pero lejos de enfriarme me excita aún más. Muevo
mis ganas de un lado hacia otro, río, sonrío, gimo, y toco, toco todo lo que
veo. Al mirarme fijamente veo el dibujo de mi deseo ahí plantado, deseando
crecer y germinar. Sin quitar la mirada me siento delante de él, abro mis
piernas y observo cada milímetro de mi piel, abro más y más el atajo hacia el
cielo manipulado por el placer y el pecado bien cometido que voy hacer conmigo
misma. Mis dedos acarician mi piel, mis pechos, y entre pezón y pezón me acerco
clavando gemido al cristal donde sentir su sucio vaho me hace lamerme cada vez
más y más despacio, sin prisa pero con ansia. Dos buenas razones en mis manos
pellizcando la dulzura de la sonrojez madurada, así se lame, me felicito a mí
misma. Y entonces pienso en esa voz, esa culpable y dulce voz que me manda sin
estar aquí y yo obedezco como si de mi reina se tratase. Al deseo que no le
falte de nada, por favor, hagamos un énfasis en eso. Y ahora abandono mi
reflejo y me tumbo, una cachetada contra el suelo retumba en la habitación, y
mis manos juegan con mi sexo, con el temblor de mis piernas que no apoyan de
los nervios, pero quien no apoya no.... No, puedo quedarme así. Por eso tengo
que elegir su foto y masturbarme como si estuviese aquí conmigo, a mí lado,
cuerpo a cuerpo con ganas de experimentar el mejor de los sexos juntos. Muerdo
mi boca mientras le miro, veo ese cuerpo de canalla a reventar y elijo el tono
de mi voz para desentonar. Voy a atreverme a gritar su nombre, voy a atreverme
a deletrear bien su razón de ser en mí. Y ahora sí que quiero y necesito
acelerar mi clítoris al resto del corazón, con todos los órganos en coherencia,
corro la voz de su nombre, el mío y el del espejo que nos parió.
-Fea
¿estás ahí?
Y en
ese puto instante entendí que hay voces muy bien mandadas que cuando grité su
nombre, teclearon en forma de voz inteligente su número y le marcó.
Desde
luego, hay números que marcan un antes y un después en el orgasmo de una.
Raquel
González
@raquelgh28
San Sebastián de los Reyes, Madrid
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Besetes a tod@s.
Nos leemos.
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