jueves, 10 de marzo de 2022

2022 DE LETRAS: María José Pellejero - Ójala yo también.

Título: Ójala yo también.

Autora: María José Pellejero.

Procedencia: San Mateo de Gállego, Zaragoza.

Hoy volvemos a tener en Zarracatalla a una autora que no podía faltar a la cita. Una de nuestras imprescindibles, y es que María José Pellejero (San Mateo de Gállego, Zaragoza) es una colaboradora fiel desde hace muchos años. Y estamos encantados de que así sea, la conocemos bien y sabemos de su calidad literaria y humana.
Nos trae en esta ocasión un maravilloso relato titulado "Ójala yo también", una historia de redención contada metafóricamente como solo ella sabe hacer. Volver a vivir, a sentir...

Tenerla por decreto es una sana costumbre a la que estoy dispuesto a acostumbrarme. Gracias siempre, María José.

A continuación os dejo aquí su texto para que disfrutéis de su lectura... 


“OJALÁ YO TAMBIÉN”

 

Un día la tinta de mis dedos se secó. No fluían las letras, ni las comillas. Los puntos suspensivos quedaron entre las falanges, y el metacarpo acogió el punto y final.

Ese día comprendí que debía abandonar aquello que me ha servido para volar, soñar, sumergirme entre las bambalinas de los decorados de tu cuerpo y el desván, de tus secretos.

Ese día entendí que ya no habría más poesías que hablasen de caricias, arrumacos, lascivia, lujuria y sábanas preñadas de nostalgia. Se secó el flujo que derramaba mi pulso acelerado por tu presencia, los clímax compartidos, el desorden de promesas y el hambre de encuentros.

Sentí que nada había ya que contar ni decir. Nada que compartir ni mostrar. Mi desnudez había sido relegada al vestuario de un almacén perdido en el puerto del olvido.

Mis labios se sellaron y no fue por los tuyos, aquellos besos que traspasaban lo prohibido, la lengua atrevida que hurgó y husmeó el humo del cigarrillo prendido en el cenicero, mientras él se consumía, nosotros consumábamos otros menesteres.

Todo quedó en los carpianos.

No me salvó ni el erotismo que antaño me salvaba, ni se recuperó mi lívido leyendo versos antiguos, dedicados a momentos extraterrestres vividos en otra dimensión. Ni siquiera provocando, estimulando, palpando esas partes blandas y vulnerables de mi anatomía, logré sacarle una gota de jugo a la letra dormida de mi entrepierna.

Pensé, imaginé que volvía a mi juventud, aquellos escarceos amorosos entre los árboles de cualquier parque, en la trasera del coche o en el cine.

Ná, todo quedó en las falanges.

Introduje mis manos en hielo a ver si reaccionaban y luego en agua caliente. Logré ligeros movimientos. Escasos. Torpes. Insuficientes…

Quise probar la magia del chocolate. Siempre infalible, vistiendo partes desnudas de tu piel. Agasajar y acompañar con fresas y mi lengua el recorrido y los caminos trazados por el dulce, escalando la catarata que fluía cálida al llegar a mi boca.

Escarbé en la arena, me embadurné de sal de mar. Remedio que siempre me funcionó. Busqué la frescura del fondo del mar, me dejé seducir por su abrazo. Y llenarme de él.

Pero… la tinta seguía seca, aún con mi cuerpo húmedo.

Miré tras los cristales la calle dormida y desierta, intenté meter mi mente en los edificios que mi vista alcanzaba imaginando historias de sus habitantes, gestos, palabras, situaciones…silencio.

No podía más. Mi cabeza iba a explotar si no sacaba fuera lo que bullía dentro, necesitaba descargar, aniquilar los pensamientos que habían despertado, y pugnaban por salir.

¿Cómo?

Ni idea. Mis dedos no respondían a nada, solo mi cabeza, mi mente, mi cuerpo necesitaba escribir.

Un poema. Un solo verso.

Abrí la tapa del ordenador, me preparé un documento en blanco, y…

Este ha sido el resultado.

Mis falanges, carpos, metacarpos, han despertado.

Ojalá yo también.

 

María José Pellejero

San Mateo de Gálllego, Zaragoza



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Besetes a tod@s.

Nos leemos.

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